El fraude asegura la revolución socialista
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Desde
el 14 de agosto pasado, hay cosas que no me cierran respecto de las
elecciones. Al margen de todas las explicaciones técnicas que el
oficialismo ha dado para convencer a la población que no ha habido
fraude, personalmente pienso que sí lo hubo.
Por Hugo Reinaldo Abete (*)
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Quienes muy tibiamente han
manifestado que, efectivamente se cometió fraude, han puesto el centro
de gravedad en las irregularidades cometidas en las mesas de votación y
en las actas, agregando inmediatamente que, siendo tan grande la
diferencia que el oficialismo le sacó al segundo y al tercer candidato
(que tampoco es casualidad que hayan empatado), era impensable
cuestionar el triunfo.
De esta manera lo que ellos mismos
denunciaban terminaba siendo justificado porque no tenía incidencia en
el resultado final… Toda una contradicción.
Más allá de que no creo en
absolutamente ninguna cuestión técnica con la cual se quiere respaldar a
los datos oficiales, daré los fundamentos de fondo por los cuales tengo
plena convicción que los resultados informáticos finales fueron
adulterados:
1. El Kirchnerismo
expresión política de las bandas terroristas de los ’70, no es
democrático, como no lo son Chávez ni Fidel Castro, son revolucionarios.
Usan la democracia para alcanzar los fines que antes buscaban mediante
el uso de las armas.
2. Una organización que
estuvo dispuesta a matar para alcanzar el poder, una vez en él, es
impensable que lo entregue por vía de las urnas. Harán absolutamente
cualquier cosa para que ese resultado siempre les resulte favorable. He
aquí el principal fundamento de lo que estamos desarrollando.
3. Habiendo
alcanzado el poder, llevan a cabo las políticas y estrategias que les
permitan concretar la revolución socialista. En tal sentido, la
principal política que en esa dirección adoptó el gobierno, fue la de
los derechos humanos y de destrucción de las FFAA.
4. El principal candidato
opositor, Eduardo Duhalde, en su campaña política recorrió el país
anunciando que iba a terminar con la política sesgada de DDHH, que iba a
restablecer la autoridad y que iba a terminar con la criminalidad.
Estos anuncios lo transformaron para todo el arco político de izquierda,
desde el progresismo hasta el troskismo, en el principal enemigo a
vencer, pues era quién podía poner en riesgo la revolución socialista,
de ahí el silencio cómplice de muchos aún de la oposición a la hora de
denunciar el fraude. Un fraude que elige opositores, que provoca empates
y asciende a otros. La moral revolucionaria fue aplicada para conservar
el poder, para los sectores de izquierda.
Por todo lo expresado, es que
reitero que, más allá de todas las explicaciones técnicas que el
oficialismo ha dado, los resultados finales han sido adulterados para
asegurar la continuidad de la revolución socialista o, como dice la
presidente: “profundizar el modelo” que es exactamente lo mismo.
¡Por Dios y por la Patria!
(*) Ex Mayor E.A.
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La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1