Por el coraje macho de la raza,
que estalló en tu carne ensangrentada,
gritaste ¡no me rindo! y en ese instante,
fuiste hijo dilecto de la Patria.
Tape gaucho que la escuela de la vida,
te dio lo que a otros les faltaba,
criollo lindo saludo tu firmeza
¡si quedó chica en tu pecho la metralla!
Orgullo del vientre de tu madre,
que parió un hijo de tu fibra gaucha,
bendita sea por su amor sublime
y por la pena inmensa de su alma.
Orgullo del vientre de la Patria
que parió hijos para grandes causas,
del suelo que regaste con tu sangre,
brotarán mil lanzas de tacuara.
Hidalguía, honor, orgullo bravo
en viril escala de valores,
varón entero, digno de tu laya
señor en una tierra de señores.
Ruego a Dios que en su cielo de valientes,
te reciba con marciales clarinadas,
Por tu temple de héroe sin alardes,
sean tuyos los vítores y dianas.
Mi profundo respeto yo te ofrezco,
de varón, de argentino y de soldado,
consciente que tu muerte no merezco,
yo te saludo ¡hermano!
He de buscar en mí esas virtudes
y lucharé por ésta Tierra Amada,
entonces sí me llegaré a tu cielo,
¡Por Dios y por la Patria, Camarada!
(Poema escrito por el ex-Mayor de Infantería Luis Daniel De Urquiza)
Haciendo un poco de docencia, les vamos a recordar ahora a la caterva de “organismos de derechos humanos”, “hijos, madres y abuelas”, “artistas independientes”, “militantes políticos y sociales”, y otras yerbas, que participarán en los actos de estos días, miserables que se dicen “nacionales y populares”, quiénes fueron los actores aquella calurosa tarde de octubre de 1975.
Le refrescaremos la “memoria” al ex-cabito del Ejército y hoy delegado en Concordia de la Subsecretaría de Derechos Humanos de Entre Ríos, Rubén Bonelli. Como nos cambia la vida, profesor. Del gusto por los “verdes” y el “pelo corto”, al descubrimiento repentino de la ideología derechohumanista. Otro ejemplo patético de la lacra que siempre estuvo y estará mezclada dentro de las Fuerzas Armadas. Un payaso que confunde nacionalismo con liberalismo; que cita frases de Artigas, a la vez que defiende la causa de los putos. Nos gustaría preguntarle, entre otras cosas, cuándo el gran caudillo oriental se pronunció a favor de los maricones. Pero volvamos a 1975.
En la tarde del domingo 5 de octubre de 1975, la organización subversiva Montoneros intentó el copamiento del Regimiento 29 de Monte de Formosa, contando con la ayuda del traidor conscripto Luis Roberto Mayol. El conscripto Hermindo Luna, en uno de los puestos de guardia, fue intimado: “Rendite NEGRO, que con vos no es la cosa” (sí, los jóvenes idealistas, en su mayoría de clase media acomodada, discriminaban por el color de piel). Pero la respuesta del Negro Luna, fusil en mano, fue: “Aquí no se rinde nadie, mierda”.
Los Montoneros dejaron un total de 16 muertos en el cuartel, incluyendo al soldado entregador, el santafesino Mayol, estudiante de Derecho. El Ejército Argentino debió lamentar las muertes, además de la de Hermindo Luna, del Subteniente Ricardo Eduardo Massaferro, el Sargento Ayudante Víctor Sanabria, y los Soldados Conscriptos Dante Salvatierra, Tomás Sánchez, Ismael Sánchez, Antonio Ramón Arrieta, José Mercedes Coronel, Edmundo Roberto Sosa, Heriberto Dávalos, Alberto Villalba y Marcelino Torales.
Al día siguiente del ataque, el Gobierno, provisionalmente a cargo del presidente del Senado Italo Luder, firmó los decretos 2770, 2771 y 2772 que ordenaban a las Fuerzas Armadas y de Seguridad “ejecutar las operaciones necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio nacional”.
Hermindo tenía 20 años y era hijo único. Había entrado al Servicio Militar sin siquiera saber leer ni escribir, porque este tape gaucho sólo sabía del monte y de hachar quebracho al sol con 40 grados de calor. El sentido común le bastó y sobró para ser un argentino bien nacido y saber de que lado debía combatir. Sus padres fueron a retirar el cuerpo de luto y descalzos, porque eran gente muy pobre de un paraje del interior de Formosa. No tenían nada, excepto a su hijo, y se lo obsequiaron a la Patria. De más está decir que las suculentas indemnizaciones que recibieron otros no los alcanzaron a ellos.
La contracara de la historia fue el soldadito entregador Mayol. Los malos libros pudren a fondo, decía el Padre Castelani, y al desdichado conscripto más le hubiese valido ser analfabeto. Pero eligió seguir el camino de los apátridas de melena y barba, émulos del Che Guevara, extraviados por una ideología completamente ajena a nuestra esencia y origen. He aquí un ejemplo más de que no fue el pueblo humilde y sencillo –que más bien les dio la espalda– el que nutrió las bandas de delincuentes subversivos que atacaron a la Patria con apoyo extranjero en los ’60 y los ’70.
HERMINDO LUNA ¡¡¡PRESENTE!!!