A los soldados, civiles y militares que sienten la Patria:
Declaraciones públicas del general Bruera —quien formara parte de los cuadros de la institución durante la guerra contra el terrorismo— y que hoy, más de 30 años después —con la única finalidad de congraciarse con el gobierno de turno— se dedicó a formular expresiones ridículas, carentes de verdad, denostando a los camaradas que oportunamente combatieran junto a él en aquel conflicto; sumado este hecho a la información conocida el 17 de julio de 2010, referente a un acuerdo entre el Estado Mayor General del Ejército y la Asociación “Madres de Plaza de Mayo”, encabezadas por Hebe de Bonafini, y el parricida, así como estafador, Sergio Schoklender, para montar tres fábricas de casas móviles; más la noticia publicada el 29 de julio de 2010, dando cuenta que el general Marturé denunció por apología del delito a oficiales que reivindicaban la guerra contra el terrorismo, nos impone expresar que:
Quienes nos sentimos integrantes del verdadero Ejército Nacional nos comprometemos ante las nuevas generaciones de oficiales y suboficiales de las FFAA, FFSS y FFPP, a seguir la lucha hasta el último minuto de nuestras vidas, más allá de la situación que nos toca vivir, de las posibilidades futuras y de los medios que dispongamos.
Estamos convencidos de la necesidad de frenar y revertir el proceso de desculturización y la tergiversación de la historia, que pretenden imponernos quienes sustentan y proclaman la ideología marxista.
Conocemos que la mayoría de los mandos militares se caracterizan por su genuflexión e hipocresía. Los consideramos simples porta galones que anteponen sus beneficios personales antes que cumplir con los principios que deben adornar a un buen soldado.
Un número importante de generales, almirantes y brigadieres han sido y son un conjunto de burócratas carentes de cualidades sanmartinianas. Son los verdaderos responsables del estado de indefensión que vive la Nación y de la situación por la que atraviesan las fuerzas y sus integrantes. No han sabido ni saben poner límites. Han priorizado la comodidad y la permanencia en sus funciones. No han imitado la abnegación y sacrificio de nuestros próceres.
Estamos inmersos en una guerra ideológica que lleva más de cincuenta años. El marxismo se maneja con el concepto de guerra prolongada, mientras que quienes han conducido y conducen las instituciones armadas se conforman con las prebendas que les otorgan los terroristas enquistados en el gobierno. Son verdaderos corruptos y traidores. No tienen honor ni dignidad.
La mayoría de los mandos no hay asimilado, aunque a veces las recitan, los legados que nos dejaron San Martín, Belgrano, Güemes, Brown, Rosas… Pero tampoco interpretaron a los más recientes, como Ricchieri, Mosconi, Savio, Seineldín o Romero Mundani.
Es a estos hombres, fundadores y consolidadores de la nacionalidad, héroes que lucharon por la independencia, el avance tecnológico y la soberanía nacional, a quienes tienen que emular los jóvenes soldados. Son ellos los que deben iluminar el camino a seguir.
Quienes estamos hoy prisioneros, no somos más que los heridos de esta fase de la guerra revolucionaria que lleva adelante el terrorismo marxista. Fase que consiste en una arbitraria persecución por parte del aparato judicial de turno, instrumentado por el remanente de terroristas de los años ´70.
Es necesario recordar que a través de los tiempos los distintos estados nacionales han tenido su origen y se han mantenido independientes por el sacrificio de sus soldados. En la Argentina actual pretenden tergiversar la historia con un falso revisionismo, pretendiendo educar a los jóvenes con irrealidades, forzando los acontecimientos y presentando a las fuerzas militares como simples represores de su pueblo.
Los marxistas, motivados por ideologías extrañas al verdadero sentir nacional y a nuestras tradiciones, pretenden aparecer como “jóvenes idealistas”, cuando los hechos concretos están determinando que eran asesinos y terroristas, financiados desde el exterior, organizados y armados como fuerzas guerrilleras, con la finalidad última de tomar el poder por las armas.
Hay que prepararse para una nueva fase de esta guerra sin tiempo: “la guerra social”. Hay que tener Fe en Dios, hay que conformar grupos de estudio, hay que organizar equipos de resistencia, hay que desvirtuar las operaciones propagandísticas del enemigo difundiendo la verdad.
Debemos recordar que nuestro principal enemigo puede estar en nuestras propias fuerzas, que casi siempre serán los pusilánimes mandos, que por responder incondicionalmente al poder político, dejan de lado el cumplimiento de la misión específica y el bienestar de sus subalternos.
Ningún ejército, por más poderoso que sea, puede ganarle a un pueblo. En nuestro caso fue la adhesión de todos los argentinos a sus fuerzas armadas lo que posibilitó el éxito militar sobre los elementos guerrilleros que asolaron el país.
Presos políticos. Rehenes de los subversivos en el poder
Declaraciones públicas del general Bruera —quien formara parte de los cuadros de la institución durante la guerra contra el terrorismo— y que hoy, más de 30 años después —con la única finalidad de congraciarse con el gobierno de turno— se dedicó a formular expresiones ridículas, carentes de verdad, denostando a los camaradas que oportunamente combatieran junto a él en aquel conflicto; sumado este hecho a la información conocida el 17 de julio de 2010, referente a un acuerdo entre el Estado Mayor General del Ejército y la Asociación “Madres de Plaza de Mayo”, encabezadas por Hebe de Bonafini, y el parricida, así como estafador, Sergio Schoklender, para montar tres fábricas de casas móviles; más la noticia publicada el 29 de julio de 2010, dando cuenta que el general Marturé denunció por apología del delito a oficiales que reivindicaban la guerra contra el terrorismo, nos impone expresar que:
Quienes nos sentimos integrantes del verdadero Ejército Nacional nos comprometemos ante las nuevas generaciones de oficiales y suboficiales de las FFAA, FFSS y FFPP, a seguir la lucha hasta el último minuto de nuestras vidas, más allá de la situación que nos toca vivir, de las posibilidades futuras y de los medios que dispongamos.
Estamos convencidos de la necesidad de frenar y revertir el proceso de desculturización y la tergiversación de la historia, que pretenden imponernos quienes sustentan y proclaman la ideología marxista.
Conocemos que la mayoría de los mandos militares se caracterizan por su genuflexión e hipocresía. Los consideramos simples porta galones que anteponen sus beneficios personales antes que cumplir con los principios que deben adornar a un buen soldado.
Un número importante de generales, almirantes y brigadieres han sido y son un conjunto de burócratas carentes de cualidades sanmartinianas. Son los verdaderos responsables del estado de indefensión que vive la Nación y de la situación por la que atraviesan las fuerzas y sus integrantes. No han sabido ni saben poner límites. Han priorizado la comodidad y la permanencia en sus funciones. No han imitado la abnegación y sacrificio de nuestros próceres.
Estamos inmersos en una guerra ideológica que lleva más de cincuenta años. El marxismo se maneja con el concepto de guerra prolongada, mientras que quienes han conducido y conducen las instituciones armadas se conforman con las prebendas que les otorgan los terroristas enquistados en el gobierno. Son verdaderos corruptos y traidores. No tienen honor ni dignidad.
La mayoría de los mandos no hay asimilado, aunque a veces las recitan, los legados que nos dejaron San Martín, Belgrano, Güemes, Brown, Rosas… Pero tampoco interpretaron a los más recientes, como Ricchieri, Mosconi, Savio, Seineldín o Romero Mundani.
Es a estos hombres, fundadores y consolidadores de la nacionalidad, héroes que lucharon por la independencia, el avance tecnológico y la soberanía nacional, a quienes tienen que emular los jóvenes soldados. Son ellos los que deben iluminar el camino a seguir.
Quienes estamos hoy prisioneros, no somos más que los heridos de esta fase de la guerra revolucionaria que lleva adelante el terrorismo marxista. Fase que consiste en una arbitraria persecución por parte del aparato judicial de turno, instrumentado por el remanente de terroristas de los años ´70.
Es necesario recordar que a través de los tiempos los distintos estados nacionales han tenido su origen y se han mantenido independientes por el sacrificio de sus soldados. En la Argentina actual pretenden tergiversar la historia con un falso revisionismo, pretendiendo educar a los jóvenes con irrealidades, forzando los acontecimientos y presentando a las fuerzas militares como simples represores de su pueblo.
Los marxistas, motivados por ideologías extrañas al verdadero sentir nacional y a nuestras tradiciones, pretenden aparecer como “jóvenes idealistas”, cuando los hechos concretos están determinando que eran asesinos y terroristas, financiados desde el exterior, organizados y armados como fuerzas guerrilleras, con la finalidad última de tomar el poder por las armas.
Hay que prepararse para una nueva fase de esta guerra sin tiempo: “la guerra social”. Hay que tener Fe en Dios, hay que conformar grupos de estudio, hay que organizar equipos de resistencia, hay que desvirtuar las operaciones propagandísticas del enemigo difundiendo la verdad.
Debemos recordar que nuestro principal enemigo puede estar en nuestras propias fuerzas, que casi siempre serán los pusilánimes mandos, que por responder incondicionalmente al poder político, dejan de lado el cumplimiento de la misión específica y el bienestar de sus subalternos.
Ningún ejército, por más poderoso que sea, puede ganarle a un pueblo. En nuestro caso fue la adhesión de todos los argentinos a sus fuerzas armadas lo que posibilitó el éxito militar sobre los elementos guerrilleros que asolaron el país.
Presos políticos. Rehenes de los subversivos en el poder