La Nueva Provincia - 16-Ago-10 - Opinión
http://www.lanueva.com/ edicion_impresa/nota/16/08/ 2010/a8g003.html
EDITORIAL
Denegado
http://www.lanueva.com/
EDITORIAL
Denegado
Para su desgracia, el ex comisario Luis Patti no ha sido violador, ni asesino de salideras bancarias, ni parricida, ni atracador nocturno con diez muertes a cuestas, sino un policía que resumió en su foja lo que bien podríamos llamar el punto de vista de la mano dura en la lucha contra la delincuencia.
Si en vez de esta última cosa hubiese sido alguna de las primeras, el tribunal de San Martín que lo juzga no habría sentido la menor urgencia en humillarlo, ultimarlo y casi condenarlo a muerte denegando, como lo hizo, la solicitud de sus abogados de mantenerlo atendido en la clínica donde se recuperaba de un gravísimo accidente cerebro vascular.
Por el contrario, en tal caso los instintos garantistas (y los compromisos garantistas) del tribunal de marras habrían dispuesto, con aplauso del progresismo, su inmediata y óptima atención y posterior rehabilitación, en lugar de su casi deshauciante traslado a Devoto. Estamos ante un acto de venganza liso y llano, perpetrado contra alguien cuya reclusión se prolongaría, sólo que en condiciones más humanas y tecnológicamente más apropiadas.
No hay que hacer sufrir a los violadores, ni a los asesinos reincidentes. Pero a Patti hay que hacerlo sufrir más allá, incluso, de la crueldad misma. El garantismo en todo su esplendor.
Si en vez de esta última cosa hubiese sido alguna de las primeras, el tribunal de San Martín que lo juzga no habría sentido la menor urgencia en humillarlo, ultimarlo y casi condenarlo a muerte denegando, como lo hizo, la solicitud de sus abogados de mantenerlo atendido en la clínica donde se recuperaba de un gravísimo accidente cerebro vascular.
Por el contrario, en tal caso los instintos garantistas (y los compromisos garantistas) del tribunal de marras habrían dispuesto, con aplauso del progresismo, su inmediata y óptima atención y posterior rehabilitación, en lugar de su casi deshauciante traslado a Devoto. Estamos ante un acto de venganza liso y llano, perpetrado contra alguien cuya reclusión se prolongaría, sólo que en condiciones más humanas y tecnológicamente más apropiadas.
No hay que hacer sufrir a los violadores, ni a los asesinos reincidentes. Pero a Patti hay que hacerlo sufrir más allá, incluso, de la crueldad misma. El garantismo en todo su esplendor.