"La conjunción del Espíritu con el alma no se logra por proximidad local, sino apartándose de los deseos vanos,
que llegaron al alma a causa de la amistad con la carne y la hicieron extraña a la intimidad de Dios.
Y así si aquel, que había contraído la mancha de los vicios, es purgado de su maldad, y devuelto a la hermosura original,
o como la imagen de un rey vuelve por la pureza a su forma antigua, podrá acercarse al Paráclito.
Él, como el sol, alcanzado por el ojo puro, te mostrará en sí mismo la imagen de Aquél que no puede ser visto.
En la bienaventurada contemplación de esta imagen verás la inefable belleza del Arquetipo.
Por Él los corazones son llevados hacia lo alto, los enfermos son conducidos de la mano, los proficientes se perfeccionan.
A estos, que de todo lo sórdido han sido purgados, iluminándolos por medio de la comunión que tienen con Él, los vuelve espirituales.
Y así como los cuerpos nítidos y brillantes, alcanzados por un rayo se vuelven espléndidos, y emiten de sí otro fulgor, así las almas que portan el Espíritu son iluminadas por el Espíritu, haciéndose ellas mismas espirituales y emitiendo la gracia hacia las otras.
Esta es la presciencia de las cosas futuras, la inteligencia de los misterios, la comprehensión de lo escondido, la distribución de los dones, la ciudadanía celestial, las danzas con los ángeles; este es el gozo imperecedero, esta es la perseverancia en Dios,
esta es la semejanza con Dios, y nada más sublime puede ser pedido: esto es, que te hagas Dios".
BASILIUS CAESARIENSIS. De Spiritu Sancto,9,23. PG 82, 109a
Sea este el mismo Espíritu que haga fecundo vuestro apostolado, mis queridos amigos, y sobre sus corrientes a todos nos lleve, por el cauce de Nuestro Señor, a la plenitud de la unión conformativa, a la visión de la Fons et Origo totius divinitatis. ¡Feliz Pentecostés!
Les desea Francisco, último entre vuestros hermanos.