La fe católica de Míriam salva a Clegg / UK'10
(ELECCIONES 6 MAYO) Los tres candidatos salieron a una en defensa de la visita del Papa a Gran Bretaña, programada para septiembre, cuando en el debate de anoche se produjo la pregunta más descontextualizada y que podía descolocarles notablemente. Un joven quiso saber si, como primeros ministros, decidirían suspender la visita de Benedicto XVI debido al gasto público que eso supone, en boicot a las posturas de la Santa Sede en diversas materias (homosexualidad, condón, células madre embrionarias...) y en castigo por el escándalo de la pederastia. La pregunta fue educada, pero traslucía odio hacia el catolicismo y situaba la fe y moral católica en el banquillo de los criminales.
Brown (presbiteriano), Cameron (anglicano) y Clegg (ateo) defendieron la conveniencia de la visita oficial del Santo Padre, la primera a Gran Bretaña desde la Reforma del siglo XVI (la de Juan Pablo II tuvo el rango menor de visita pastoral). Discreparon de las posturas católicas en los mismos temas que había mencionado quien preguntaba, pero destacaron que hay mucha gente en el país deseosa de saludar al Papa.
La respuesta más personal la dio Clegg, que se define a si mismo como ateo. "No soy hombre de fe", reconoció, pero mencionó que su esposa, la española Míriam González, es católica y que sus tres hijos han crecido en esa fe. Con ello tuvo una fácil salida en una situación planteada a bocajarro. Se refirió a la "inmensa angustia" de la comunidad católica por los abusos de algunos sacerdotes, pero lo hizo como quien considera lo católico como próximo, situándose al otro lado del beligerante interlocutor.