Los crucifijos se quedan en las aulas de los colegios italianos a pesar de que Estrasburgo diga lo contrario. Palabra de Silvio Berlusconi. El presidente italiano fue así de rotundo ayer durante la rueda de Prensa posterior al Consejo de Ministros, en la que comentó la sentencia de esta semana del Tribunal de Estrasburgo que declaraba su oposición a la exhibición de crucifijos en las aulas, al considerar que viola el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus creencias.
«No es vinculante»
El Cavaliere, que calificó de «inaceptable» la sentencia, recordó que ésta es «no vinculante, por lo tanto no hay posibilidad de coerción que nos impida tener el crucifijo en las aulas». De forma más irónica el presidente italiano puso en evidencia que cualquier persona que pasee por una de las ciudades italianas, «no puede caminar más de 300 metros sin encontrarse un símbolo de nuestras raíces y tradiciones cristianas, y además, ochos países de Europa tienen cruz en su bandera. ¿Habría que cambiarlas?».
La Conferencia Episcopal Italiana expresó su aprecio por la defensa del crucifijo realizada por el «Cavaliere», recordando que la mayor parte del país se ha expresado en contra de la sentencia, «lo que demuestra que ésta no tiene en consideración la realidad de un país».
La defensa del crucifijo en Italia llevó también a algunos alcaldes a promover iniciativas de todo tipo, como la del Ayuntamiento de Montecchio en la región central de Umbria, donde se ha expuesto un gran crucifijo a la entrada del Consistorio en señal de protesta.
En un pequeño pueblo de Modena, Sassuolo, el alcalde ha comprado cincuenta de estos símbolos católicos para repartirlos entre los colegios, mientras que en Scarlino, en Toscana, el alcalde ha establecido una multa de 500 euros a quien, siguiendo la sentencia de Estrasburgo, elimine un crucifijo ya presente en la pared de un aula.