domingo, septiembre 13, 2009

A lo grande: Fortuna y derroche de los Kirchner

ABC.es
domingo, 13 de septiembre de 2009
 
La frivolidad, la corrupción y el despilfarro de una familia que había hecho de su vida un enigma están a la orden del día en Argentina. El armario de los secretos de los Kirchner descubre sorpresas... de lujo
A lo grande: Fortuna y derroche de los Kirchner
Actualizado Domingo, 13-09-09 a las 00:06
La cara oculta del matrimonio Kirchner se ha puesto de moda. El misterio de su multimillonaria fortuna, de la noche a la mañana, es un secreto de primera plana. La flotilla de aviones particulares de la que nadie había oído hablar hasta ahora es motivo de debate en radio, televisión y prensa escrita. Los viajes en jet privado de un jarrón solitario —capricho de la presidenta de la república—. O, en el mismo medio de transporte, los paquetes de periódicos y bolsas de dudoso contenido que viajan desde Buenos Aires al Calafate —refugio patagónico de la familia—, ya es tema de conversación hasta en los bares. El despilfarro, la frivolidad, la corrupción y la intimidad de una familia que ha hecho de su vida pública y privada un enigma están, para desesperación suya, a la orden del día.
Florencia Kirchner, la benjamina de la casa, viaja con sus amigas cuando se le antoja en avión —oficial o privado— desde la capital a Santa Cruz, la provincia que la vio nacer. En ocasiones también lo hacen acompañando a la jefa del Estado en viajes oficiales si el destino es tan atractivo como Nueva York. Azote de su madre por su conocida rebeldía, Florencia heredó de ésta su afición por la ropa y complementos de marcas
En el armario de la presidenta tiene repisas a destajo para elegir entre bolsos de Louis Vuitton, accesorios de Hermes, pendientes de Mont Blanc, una cara variedad de joyas... y su debilidad: zapatos, probablemente lo único que tenga en común la presidenta de Argentina con la filipina Imelda Marcos. En una entrevista concedida a Naomi Campbel, para la revista británica GQ, la modelo le preguntó a Cristina Fernández de Kirchner si era cierto que tenía un par para cada día del año. «!Parezco un ciempiés! Nadie le pregunta al señor Kirchner cuantos trajes o corbatas tiene», protesto la presidenta de la república.
Florencia llegó a Buenos Aires con apenas trece años. Hoy es una joven de diecinueve con fama de simpática y divertida. Las fotos de sus vacaciones en Pinamar, donde alquila una suite de dos plantas, y declaraciones de gente que la ha tratado lo confirman. Renunció al blog donde mostraba los rincones y las fiestas en la quinta de Olivos, —equivalente al palacio de La Moncloa—, a cambio de un Mini 1000 con el que aprendió a conducir en los jardines de esta residencia oficial de presidentes.
Su hermano, Máximo, tiene un perfil diferente. No logró terminar sus estudios pero gestiona el patrimonio de sus padres y lleva las riendas de Chapel S.A. una asesoría financiera especializada en inversiones en Argentina, fundada durante este Gobierno. El único hijo varón organiza, con presupuesto ilimitado, los actos políticos de apoyo a la presidenta y al ex presidente.
Ocho millones y medio de euros
El matrimonio tiene a su disposición cuatro aviones oficiales —los Tango 01, 02, 03 y 10—, pero no se sabe por qué extrañas razones, recurren a jets privados. El dinero no parece ser un problema para estos «dos capitalistas ejemplares», como calificó al matrimonio Kirchner con ironía el escritor Mario Vargas Llosa. Pero la fortuna de ocho millones y medio de euros que amasaron en estos seis años que llevan en el poder no la tocan cuando se trata de proveer gastos para sus caros caprichos. Hay que mirar por el mañana. La cuenta por desplazamientos en los Lear Jet 35, Lear Jet 31 y Challenger 601-3601, de diez, cuatro y dos millones y medio de dólares respectivamente, no sale de su bolsillo. Según el diario Crítica, el precio de los diversos vuelos realizados hasta ahora —el número exacto sigue siendo un misterio— oscila, cada uno, entre cincuenta mil y treinta mil dólares. Las facturas no llegan al paradisíaco Calafate, mundialmente famoso por su glaciar Perito Moreno, las cuentas aterrizan en Presidencia de la Nación, en sociedades de composición poco claras o en empresas afines o sometidas a los deseos y órdenes del Gobierno.
Un avión para unos periódicos
Según La Nación, el primer diario en publicar la paralela existencia de la flotilla de aviones, ésta transporta «periódicos a las tres de la mañana«, «bolsas de hasta cuarenta kilos que van y vienen solas, silenciosas, solamente acompañadas por custodios», «valijas que van directamente a Olivos sin incómodas inspecciones» o «algún adorno pedido con urgencia», como un «espléndido jarrón para la presidenta que lo esperaba en Santa Cruz».
Las excentricidades de una familia que «hace un culto del misterio», según expresión de la escritora y periodista Sylvina Walger, parecen mucho más abundantes de lo que los argentinos podían imaginar. El escritor y ex embajador en Portugal, Jorge Asis, matiza: «En realidad, no hay nada nuevo. Lo que sucede es que los grandes medios de comunicación ahora se han animado a publicar lo que antes silenciaban. Hoy resulta más obsceno para la opinión pública conocer estas cosas porque la información se ha hecho popular».
La afirmación de Asis, que también estuvo destinado en misión diplomática en la Unesco, viene acompañada de un ejemplo de la etapa de gobernador de Santa Cruz de Néstor Kirchner: «Cuando se vendió la sucursal del Banco Hipotecario las dos bóvedas de seguridad se trasladaron a las dos casas del matrimonio... Desde que los Kirchner llegaron a la Presidencia se sabía de los vuelos de los viernes —al Calafate— con bolsas herméticamente cerradas, también que les llevaban los diarios en avión, de los sobreprecios en las obras públicas... Todos sabían que donde tocaras saldría pus pero no publicaban una palabra».
Esfuerzos para ocultar
Walger, autora del libro «Pizza con champán», un retrato fiel de los alegres tiempos del Gobierno del ex presidente Carlos Menem, apunta otro flanco para intentar comprender el destape del matrimonio, hoy por hoy y pese a la derrota electoral en las legislativas del mes de junio, más poderoso de Argentina: «Intentan dar apariencia de sobriedad como se espera de políticos identificados con la izquierda. Se preocupan por no ostentar, hacen un enorme esfuerzo en ocultar, en bolsas o donde sea, el derroche y el lujo que hoy conoce todo el mundo». Y como muestra de ese dispendio, recuerda que ellos, tan nacionalistas, «decoraron su hotel del Calafate con muebles importados de Europa».
El equipaje de Reina Cristina, título de una biografía autorizada firmado por Olga Wornat, poco tiene que envidiar al que tanto reprocharon a Carlos Menem. Cuando Argentina miraba al ex presidente y creía verle rubio y con ojos claros, es decir, en los años noventa,se hizo llevar a La Rioja la tarta de cumpleaños de Zulemita en uno de los aviones oficiales. En La Rosadita, chalet que construyó en su pago chico de la Rioja argentina, Menem mandó construir un pista de aterrizaje más larga que la del aeropuerto internacional Jorge Newberry de Buenos Aires. Los Kirchner tuvieron «la suerte» de que las exigencias y la creciente demanda del turismo por visitar el Perito Moreno, hicieran imprescindible un aeropuerto donde pudieran aterrizar aviones de grandes dimensiones.
Sólo comparten con ellos mismos
«Todo lo hacen en El Calafate. Las decisiones, los negocios son cosa de muy pocos. Carlos Menem era más generoso con la corrupción, repartía los beneficios con más gente. Ellos sólo comparten con ellos mismos y su grupito del Calafate, no abren el juego al resto», analiza Walger. El secretismo con el que se mueve la pareja tiene una explicación poderosa para la socióloga Graciela Romer, «Su cautela responde a una necesidad de defensa propia. Hay muchos funcionarios sometidos a la justicia, y ellos están en la mira».