El Papa busca eliminar la práctica corriente de entregarla en la mano durante la comunión, costumbre que se implementa desde el Concilio de 1965. Algunos creen que se trataría de un retroceso.
Dentro de las cumbres vaticanas se muestra un clima favorable a erradicar la práctica de entregarles a los fieles la hostia en la mano, durante la comunión. De hecho, el propio Benedicto XVI –un tradicionalista restaurador- piensa de la misma forma.
El encargado de expresarlo públicamente fue el secretario de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, Alberto Malcolm Ranjith Patabendige Don.
"Creo que ha llegado el tiempo de evaluar estas prácticas, de revelarlas y, si es necesario, abandonarlas", señaló.
Cabe destacar que la nueva costumbre, la de entregar la hostia en la mano, se impuso desde el Concilio II (1962-65), pese a que monseñor Ranjith asegura que "nunca autorizó la práctica de recibir la comunión en mano, una práctica que fue introducida con prisa y abusivamente para algunos ambientes", según destaca el diario Clarín.
Asimismo, el secretario de la Congregación para el Culto Divino escribió para el prólogo del libro sobre La Santa Comunión, que haber dejado de lado la costumbre de entregar la hostia en la mano "coincidió con el comienzo de un gradual y creciente debilitamiento de la actitud reverencial ante las especies eucarísticas".
Repercusiones
El periodista especializado en asuntos religiosos, Sergio Mora, habló desde Italia con Radio 10 y se refirió al tema
"Personalmente no estoy seguro que se quiera volver masivamente a la comunión en la boca. Lo veo difícil, demasiado difícil para que se pueda poner en práctica", señaló.
Entre los obstáculos, Mora destacó que se trata de "un problema de practicidad e higiene".
Sin embargo, reconoció que dentro del Vaticano existe "una tendencia a rever las reformas litúrgicas", que propenden a devolverle, fundamentalmente, "sacralidad a la misa".
Fuente: Infobae
Comentario Druídico: Haciéndose eco del prólogo de Mons. Malcom Ranjith a un libro sobre la liturgia, noticia publicada por Zenit , los medios de gran tirada se ocupan de uno de los más espantosos abusos: la profanación de la sagrada eucaristía por medio de la "comunión en la mano". Es conocida la historia de este indulto que se dio originalmente a las diócesis holandesas como "un mal menor", dada la instalación de esta praxis ilegalmente en dicho país poco después del Concilio Vaticano II. Luego se difundió y hasta se impuso por la fuerza (caso de la Argentina) como si fuera algo mandado, cuando el documento pontificio de Paulo VI en realidad condena esta práctica.
La voz más esclarecida en materia litúrgica, el Secretario de la Congregación para el Culto Divino, el citado Mons. Ranjith, suele hablar con inusual falta de ambigüedad. Es evidente que es deseo del Papa desterrar esta forma de administrar la comunión. Las razones: "no podemos ignorar lo que está sucediendo a nivel mundial en donde tal práctica ha sido implementada. Este gesto ha contribuido a un gradual debilitamiento de la actitud de reverencia hacia las sagradas especies Eucarísticas. La precedente práctica, en tanto, ha salvaguardado mejor ese sentido de reverencia. En cambio ha surgido una alarmante falta de recogimiento y un general espíritu de descuido. Vemos comulgantes que a menudo regresan a sus sillas como si nada extraordinario hubiera pasado. Mayormente distraidos son los niños y los adolescentes. En muchos casos, no se nota ese sentido de seriedad y silencio interior que debe señalar la presencia de Dios en el alma.
Luego estan aquellos que se llevan las sagradas especies para mantenerlas como recuerdo, aquellos que las venden, o peor aún, quienes las llevan para desacralizarlas en rituales Satánicos. Incluso en grandes celebraciones, tambien en Roma, algunas veces las sagradas especies han sido encontradas en el piso...", ha dicho Mons Ranjith.
Naturalmente, muchos obispos se opondrán, como destacan los periodistas "especializados" que se suelen consultar, habitualmente plumíferos al servicio de algún obispo o grupo episcopal progresista. En fin... la lucha por la dignidad de la sagrada liturgia continúa...