El llamado del Papa, una voz difícil de refutar
Por Bartolomé de Vedia
Especial para lanacion.com
Hay voces difíciles de refutar. Aunque sólo se hagan oír durante un brevísimo espacio de tiempo, proyectan sobre la realidad una luz determinante y clarificadora, que influyen irrevocablemente sobre la manera que tenemos los hombres de mirarnos unos a otros o de interpretar la realidad.
La voz del Papa pertenece, por lo general, a esa categoría de voces. Cuando irrumpe en un escenario político o geográfico determinado, deja una marca que no se borra fácilmente. Eso es justamente lo que acaba de suceder en relación con la controvertida situación social que estamos atravesando en esta etapa los argentinos.
En la mañana del jueves, el papa Benedicto XVI afirmó que es necesario reducir "el escándalo de la pobreza y la inequidad social en la Argentina". Significativamente, el Sumo Pontífice usó las mismas palabras que había utilizado el 14 de marzo último el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, cuando habló en el Vaticano para referirse a los problemas que está padeciendo actualmente su país.
El breve pero contundente mensaje que acaba de emitir el Papa fue transmitido por el nuncio apostòlico Adriano Bernardini a los organizadores de la tradicional colecta Más por Menos, que realiza anualmente la Iglesia en la Argentina y cuya próxima edición está prevista para el mes de septiembre.
Conviene recordar aquí que en marzo último, durante su recordada exposición en la Santa Sede, monseñor Bergoglio se refirió también a la profunda crisis de valores que los argentinos tenemos por delante, en la cual se deben incluir, justamente, a su juicio, el escándalo de la pobreza y la exclusión social y la crisis del matrimonio y la familia, entre otros aspectos conflictivos que resulta imprescindible tomar en cuenta. .
En coincidencia con las expresiones del Papa, el presidente de la comisión de Pastoral Social del Episcopado argentino, monseñor Jorge Casaretto, dijo hace algunas semanas que la pobreza aumentó en los últimos tiempos en el país y afecta hoy a cerca del 40 por ciento de la población. Una cifra bastante diferente a la que esgrimen los organismos oficiales y a la que suele manejar el gobierno de la doctora Cristina Fernández de Kirchner.
Las reacciones del oficialismo ante la declaración formulada por el Papa han sido múltiples y variadas. En algunos casos se pretendió desmentir o minimizar la información proporcionada por los medios y hasta se afirmó que algunos sectores "están tratando de hacerle decir al Papa lo que en ningún momento dijo". Pero hubo también en los despachos oficiales reacciones más serenas y maduras, que instaron a examinar las declaraciones pontificias con un adecuado espíritu de comprensión y en función de una clara y recíproca voluntad de diálogo.
Es fundamental y necesario que se afiance entre los ministros y demás integrantes del gobierno nacional esta segunda manera de considerar la repercusión generada por el llamado papal a reducir "el escándalo de la pobreza".
Las palabras de un papa, en general, no son refutables. Integran un código de verdades interpretativas y de conciencia con el que es conveniente aprender a convivir. Entre los funcionarios que rodean a la presidente Kirchner hay algunos que parecen haberlo comprendido así. La calidad de los hombres y mujeres de un gobierno se define por su capacidad para distinguir cuáles batallas conviene librar y cuáles conviene pasar por alto. La vida pública está poblada de situaciones y encrucijadas como la que plantea el reciente llamado del Papa a mirar la realidad sin disfraces ni distorsiones. Nada mejor que compartir las críticas que se nos formulan cuando provienen de una voz que nadie está realmente en condiciones objetivas de refutar o ignorar.