988) USA: OBAMA,  ¿REDUCIR EL NÚMERO DE ABORTOS? Fuentes: propias y en el texto. Por  Juan C. Sanahuja
Obama miente: ni reducir  abortos, ni respetar la conciencia de los médicos, pero los obamólatras siguen  embelezados
El 10 de julio pasado, Su Santidad  Benedicto XVI recibió al presidente Barack Obama, que según algunos partes de  prensa, se habría “comprometido” a  reducir el número de abortos, reiterando lo dicho en su discurso en la  Universidad de Notre Dame (NG 975).
Desde entonces son muchos -algunos  de ellos eclesiásticos- los que con impostada ingenuidad se aferran a ese  supuesto compromiso para seguir cultivando la obamalatría, impuesta en la opinión  pública mundial.
¿Qué quiere decir reducir el número  de abortos? 
En el lenguaje del nuevo orden  mundial se entiende por “aborto” sólo al  asesinato del niño no nacido a través de una intervención quirúrgica. En el  mejor de los casos incluyen también al provocado por el uso de alguna droga  contragestativa, como la mifepristona y el misoprostol, que actúan desprendiendo  al niño implantado del útero de la madre, (RU-486, vid. NG 368, entre otros).
El lenguaje artero del nuevo orden  mundial ignora los abortos producidos, antes de la implantación del niño  concebido en el útero de su madre, por la mayoría de los llamados  anticonceptivos hormonales, por los dispositivos intrauterinos (DIU’s), y por la  píldora del día después, ésta expresamente fabricada para eliminar al embrión  humano en los primeros días de gestación. La cultura de la muerte no tiene en cuenta  el aborto por medios químicos, (vid. NG 107, 131, 134, 162, 217, entre otros). 
Reducir el número de  abortos. Evitarle a la mujer esa trágica decisión  (palabras que también usa Obama). Evitar  más muertes maternas. Son frases del lenguaje habitual de la propaganda  abortista. Por ejemplo, el programa de distribución de anticonceptivos para los  pobres, implementado en 2005 por el gobierno Luiz I. “Lula” da Silva en Brasil,  ejecutado por una de las activistas más virulentas, la secretaria especial de  Políticas para la Mujer, Nilcea Freire, fue presentado como un programa para la reducción del número de  abortos (quirúrgicos) y del embarazo adolescente. Las frases citadas, y  otras similares, son habituales en impresos, revistas y paginas web de gobiernos  y ONG’s abortistas, y son la excusa previa para forzar la legalización del aborto (quirúgico) seguro, (vid. también por ejemplo,  Boletín IPAS-IPPF, 23-02-09; Family Health Internacional (FHI), Network en  español, 2000, Vol. 20, n°. 3. Vid. NG 679, 688, 697, 718, 727).
Pero los obamólatras, irracionalmente se conmueven ante la  promesa de su ídolo, aunque ésta no sea cierta. Enceguecidos por su afán propositivo, parecería que hacen una  distinción absurda entre “mujer embarazada” y “mujer casi o medio embarazada”,  que los llevaría a distinguir entre “aborto”, “casi aborto” y “abortito”. Los obamólatras son malminoristas a ultranza, obsesionados  por buscar una base común para un  diálogo imposible. 
El respeto a la vida humana naciente  es uno de los principios no  negociables, y el recurso al mal menor, en este caso, se convierte en una perversa teoría del fin bueno, y es moralmente  inaceptable. El aborto es un asesinato, sea de un niño no nacido de cuatro meses  como de un embrión de dos semanas: sentarse a dialogar con personajes como Obama  significa ceder en lo no negociable.  El orden natural no se  negocia.
Ante las leyes inicuas, la única  salida es luchar por derogarlas o buscar seriamente -con hechos y no con  palabrerío vacuo- limitar el daño. “Se  pide a los pastores, a los fieles y a los hombres de buena voluntad,  especialmente a los legisladores, un compromiso renovado y concorde para  modificar las leyes injustas que legitiman o toleran dichas violencias.  Es preciso usar todos los medios posibles  para eliminar el delito legalizado, o al menos para limitar el daño de esas  leyes, manteniendo viva la conciencia del deber radical de respetar el derecho a  la vida desde la concepción hasta la muerte natural de todo ser humano, aunque  sea el último y el menos dotado, (Juan Pablo II,  14-02-2000).
Obama  miente
En el lenguaje de Obama, reducir el número de abortos, ni  siquiera se refiere a disminuir el número de abortos  quirúrgicos.
El 13 de julio, tres días después de  la entrevista de Benedicto XVI con Obama, la senadora Barbara Mikulski admitió  que el proyecto de reforma de los planes de salud promovido por el presidente,  incluye la cobertura del aborto para mujeres de bajos recursos, (vid. NG 987).
La propia Paternidad Planificada  (PP, Planned Parenthood), -filial de  la IPPF, la internacional del aborto y la corrupción de menores-, calcula que la  financiación del aborto por parte del gobierno aumentaría el número de abortos  entre un 20 y un 35%. Como en 2006 en USA hubo 1.206.200 abortos (quirúrgicos),  según este cálculo, si el proyecto de Obama es aprobado en el Congreso, el  número de abortos quirúrgicos aumentaría entre 240.000 y 420.000 al año. La  misma Mikulski declaró que Planned  Parenthood se beneficiará de los fondos del gobierno para hacer abortos,  (Boletín VHI, 23-07-09; Life Site, 14/16-07-09).
Es de notar que las enmiendas al  proyecto para asegurar la objeción de conciencia del personal sanitario han sido  bloqueadas por la mayoría que responde al presidente, tanto en la Cámara de  Representantes como en el Senado, a pesar que Obama prometió en Notre Dame y en la Santa  Sede respetar el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales de la  salud, (Life Site, 29-07-09)
Ni por sus nombramientos, ni por sus medidas políticas, Obama ha  dado muestras de afirmar sinceramente su deseo de reducir el número de  abortos, (vid. NG 960, 987, entre otros).
Recordemos que derogó la política de Ciudad de México,  permitiendo destinar fondos del gobierno de los Estados Unidos a organizaciones  que tratan de imponer el aborto fuera de ese país; que devolvió el sostén  económico al Fondo para la Población de la ONU, aunque éste participa en las  políticas de aborto compulsivo en China; que autorizó la financiación de la  investigación con células madre procedentes de embriones humanos; y que disolvió  el concejo presidencial de bioética por ser un cuerpo demasiado conservador (New York Times, 17-06-09; BioEdge,  20-06-09). (En el momento de su disolución presidía el President’s Council on Bioethics, el Dr.  Edmund Pellegrino, Académico Honorario de la Pontificia Academia para la Vida y  uno de los pocos defensores del orden natural en la Georgetown University). (Sobre la  Universidad de Georgetown, vid. NG 973, 981). FIN, 31-07-09