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CONFISCACIÓN POR VÍA TRIBUTARIA
EL TRIBUTO ABUSIVO ES UN ROBO
No es otra cosa que la legalización del despojo
Federico Bastiat, uno de los grandes pensadores franceses del siglo XIX, explicaba que por medio de los impuestos los gobiernos logran quitarles a los ciudadanos una parte de sus bienes, una porción del fruto de su trabajo. El tributo es, entonces, un despojo que la ley convierte en legal.
La excusa suele ser que la administración devolverá en obras parte de ese dinero. ¿Es así? Cobrar impuestos es como pelar una gallina, pero sin que grite. El emperador romano Claudio citó a un procónsul que solía tener problemas con los contribuyentes y le enseñó: recaudar tributos consiste en esquilar a las ovejas, pero sin tocarles el cuero.
¿Cómo se resolvieron en la historia universal estos pleitos? En 1215, los terratenientes ingleses derrotaron al rey Juan Sin Tierra, y éste debió otorgar la Carta Magna, con la promesa de que no habría nuevos impuestos sin la participación de los contribuyentes. Uno de sus sucesores, Carlos I, estableció, en 1649, retenciones a las exportaciones de lana sin el consentimiento del Parlamento y desató una guerra civil: fue vencido por las tropas de Oliver Cromwell, juzgado por un tribunal y condenado a muerte como monarca en ejercicio. En América del Norte, los impuestos británicos al té desencadenaron la guerra de la independencia. Pero treinta años después, motivados por impulsos similares y el libre comercio, los criollos iniciaban las luchas por la emancipación.
El actual pretexto de las 'ganancias extraordinarias' no tuvo andamiento en el pasado, y menos en el presente. Desde Adam Smith se sabe que, en el capitalismo, el empresario debe estudiar el mercado, y si produce lo que hace falta, con calidad y a bajo precio, será recompensado con la ganancia. Asombroso es ganar la lotería, pero no obtener un lucro que se ha buscado con eficiencia y productividad.
También es ingenuo el argumento de que los impuestos tienden a defender la mesa de los pobres, cuando los latinoamericanos sabemos que los dineros públicos se usan para costear los opulentos banquetes de los gobernantes populistas y los derroches de los caudillos que se enriquecen en la función estatal.
Si la ley insiste en poner su aparato de recaudadores, policías y cárceles al servicio de los saqueadores estatales y trata a las víctimas, cuando se defienden, como delincuentes, el conflicto se prolongará y ahondará.
El ladrón privado es casi inofensivo si se le compara con el Estado atacante. Cuando se desconoce la propiedad se oprime a los ciudadanos.
Cuando los particulares resisten los atropellos tributarios representan los principios inmutables y las experiencias libertarias de la civilización occidental. Encarnan a los hombres de trabajo de todos los tiempos que lucharon contra la agobiante carga fiscal promovida por quienes, para engrosar el tesoro público, despojaron a sus pueblos y empobrecieron a sus países. Y representan el derecho de ejercer toda industria lícita y los principios de defensa de la propiedad privada e independencia productiva que en nuestras instituciones labraron la riqueza de nuestras sociedades.-
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