Siguiendo la línea marcada por Juan Pablo II para hacer frente a la permisividad de muchos tribunales eclesiásticos en las declaraciones de nulidad matrimoniales, Benedicto XVI advirtió ayer que no se pueden dictaminar a la ligera por motivos de inmadurez psicológica que no son en realidad graves.
En su discurso al Tribunal de la Rota Romana, que actúa como cámara de segunda instancia en casos matrimoniales, el Papa advirtió claramente el riesgo de «caer en un pesimismo antropológico que, en la presente situación cultural, considere casi imposible contraer matrimonio».
Benedicto XVI recordó a los jueces que se debe declarar la nulidad -los tribunales no anulan el matrimonio sino que constatan que fue nulo desde el principio- sólo cuando se dan problemas psíquicos graves. El Santo Padre reiteró una visión optimista del matrimonio como tal y de las personas, que pueden mejorar su carácter y que maduran humanamente con la ayuda del cónyuge.
Benedicto XVI citó un discurso de Juan Pablo II al Tribunal de la Rota en 1987 en el que su predecesor advertía con toda claridad del «escándalo de ver como se destruye en la práctica el valor del matrimonio cristiano a causa de declaraciones de nulidad exageradas y cuyo número se multiplica automáticamente». Juan Pablo II se refería en primer lugar a Estados Unidos, donde muchos tribunales declaraban nulos matrimonios por motivos nimios, pero el problema se ha extendido también a Europa y a varios países ricos en otros continentes, agravado, en la práctica, por la mentalidad consumista y de gratificación instantánea.
El Papa recordó ayer a los tribunales que deben distinguir cuidadosamente entre la mera inmadurez y la clara incapacidad, que sí constituye motivo para declarar nulo un matrimonio. El Santo Padre dejó claro que la gran mayoría de las personas reúnen las características necesarias para un matrimonio válido, a pesar de deficiencias de carácter o de salud, comunes a casi todos los mortales.