El terrorismo  de Estado extranjero. Por Agustín Laje Arrigoni Publicado en Información  General, Opinión | de Periodismo de Verdad (16 de noviembre de 2008)
 
 En un momento  en el cual hablar de terrorismo de Estado pretende referenciar exclusivamente  el accionar antiterrorista desarrollado por las Fuerzas Armadas en la  guerra revolucionaria que tuvo lugar en nuestro país en los años 70,  discutir sobre los orígenes de la guerrilla y el apoyo estatal que  esta recibió (principalmente, de Cuba), parece ser tarea fatigosa en  una Argentina que todavía no puede llevar adelante un revisionismo  histórico serio y completo sobre lo ocurrido durante la traumática  guerra civil acaecida.
 Además del  apoyo estatal que los terroristas argentinos tuvieron, tanto desde el  Poder Ejecutivo, durante los tiempos de Cámpora, como desde diversos  gobiernos provinciales del país (verbigracia, el respaldo del gobernador  de la provincia de Buenos Aires Oscar Bidegain al ERP, en el famoso  ataque terrorista a la unidad militar de Azul, en 1974), en rigor de  verdad, el terrorismo marxista que operó en nuestro país fue organizado,  adiestrado y apoyado por el Estado de Cuba (el cual, a su vez, era financiado  por la Unión Soviética); ergo, sus militantes fueron y son responsables  de haber llevado a cabo un terrorismo de Estado extranjero.
 
      El puntapié inicial se da a principios de los años 60, cuando Fidel  Castro resuelve organizar una serie de conferencias destinadas a establecer  directivas para la exportación de la revolución a través de la sistemática  aplicación del terror y la violencia. La reunión más rimbombante  fue la conocida como “Tricontinental”, llevada a cabo en La Habana,  donde el tirano, entre otras cosas, concluyó: “La toma del poder  político en diferentes países de América Latina, en provecho de las  clases populares, no podrá ser hecha por la vía electoral o parlamentaria,  sino a través de la violencia revolucionaria”.(1). El primer paso  había sido dado con éxito. La guerra contra la democracia ya estaba  declarada.
      Desde entonces, los terroristas argentinos se trasladaron en grupos  a Cuba, para recibir, principalmente, entrenamiento militar y adoctrinamiento  ideológico. Cuentan aquellos que pasaron por la isla caribeña que,  en “los cursos comunes, veían algo sobre la teoría de la guerra,  municiones y armas, historia y uso, táctica, estrategia, organización,  los mandos, inteligencia, etc. (…) En eso pasábamos como 8 horas  diarias (…) se hizo infraestructura, emboscadas, toma de pueblos,  colocación de explosivos, enfrentamientos, etc. Los profesores e instructores  eran todos del ejército cubano”.(2).
      Esta información es ampliada por el guerrillero Gustavo Molfino, quien  confesara a la periodista Seoane que se trataba de “cursos duros,  muy complejos. Más que nada, nosotros desarrollábamos tácticas, defensa  y estrategias de acciones urbanas: manejo de todo tipo de armas, explosivos,  desplazamiento en vehículos, nos tirábamos de un vehículo en movimiento,  tiro desde un vehículo”.(3).
      El ex terrorista del PRT-ERP Enrique Gorriarán Merlo ratifica la existencia  de adoctrinamiento de terroristas argentinos en Cuba, admitiendo: “Quedó  entonces formalizada la relación (…) de PRT a Partido Comunista Cubano.  Acordamos los viajes posteriores de nuevos compañeros para realizar  distintos cursos, tanto militares como políticos”.(4). Por el lado  de Montoneros, José Amorín explica las facilidades que tenían sus  combatientes: “Capacitarlos desde el punto de vista militar no era  problema (…) porque recibían instrucción en Cuba”.(5). Con tono  crítico, el guerrillero cubano Daniel Alarcón Ramírez sentencia:  “Cuba lo que hizo fue aprovecharse de esa gente. Cuba les mandaba  hacer entrenamiento tras entrenamiento (…) y después los mandaba  a sus respectivos países”.(6).
      Lo cierto es que, según calculaba la Policía Federal en un informe  al ministerio del Interior, “hacia 1970, alrededor de 3.000 argentinos  ya habían recibido adiestramiento militar en Cuba (…) en 1980, habían  pasado unos 6.000 argentinos”.(7).
      Entre los terroristas de mayor renombre que, desde nuestras tierras,  pasaron por los entrenamientos estatales proveídos por el castrocomunismo,  se destacaron Roberto Quieto (cabecilla de Montoneros), Mario Roberto  Santucho (comandante en jefe del ERP), Mario Firmenich (jerarca de Montoneros),  Luis Mattini (comandante en jefe del ERP luego de la muerte de Santucho),  Marcos Osatinsky (miembro fundador de las FAR), Juan Julio Roqué (montonero  partícipe del asesinato de José Ignacio Rucci), Fernando Abal Medina  (jerarca montonero, autor material del asesinato del ex presidente Aramburu),  Norma Arrostito (montonera partícipe del secuestro de Aramburu), Fernando  Vaca Narvaja (cabecilla montonero), Roberto Cirilo Perdía (montonero),  entre muchísimos otros.(8).
      La isla comunista se constituyó en una suerte de base central en donde  las organizaciones terroristas argentinas resolvieron instalarse. Dicho  de otro modo, Cuba no sólo funcionó como predio de entrenamiento guerrillero,  sino que en sus suelos se desplegaron también bases de operaciones  montoneras y erpianas. Cuenta, por ejemplo, el periodista Marcelo Larraquy,  que “los pasaportes y cédulas de identidad de cada miembro serían  preparados por la secretaría técnica establecida en Cuba, bajo la  responsabilidad de Firmenich”.(9).
      Asimismo, la isla castrista obró como refugio de aquellos terroristas  que debían escapar de nuestro país a raíz de sus actividades ilícitas.  Claro ejemplo surge de la fuga de guerrilleros de Rawson, en 1972. Al  convertirse en prófugos de la justicia, “los delincuentes viajan  a Cuba, donde fueron recibidos con efusivo abrazo por parte de uno de  los principales aliados de los terroristas fugados (…) Eduardo Luis  Duhalde”(10); paradójicamente, el actual secretario de Derechos Humanos  de nuestro país. Otro ejemplo ilustrativo lo vuelve a brindar Larraquy,  afirmando sobre exiliados en Méjico, “el 18 de enero de 1978 (…)  la cúpula montonera se refugió en el tercer subsuelo de la embajada  cubana. La conducción aceptó la oferta de Fidel Castro de replegarse  a Cuba. Un avión (…) dispuesto especialmente para la conducción  los transportó a la isla”.(11). Resulta interesante aclarar que repliegue  es la retirada de una tropa a su base de partida.
 
      La dependencia de las organizaciones terroristas argentinas hacia el  régimen cubano era tan sólida que, en algunas oportunidades, hasta  debieron guardar el dinero de los secuestros extorsivos en la isla.  El terrorista Juan Manuel Zverko declaró, frente al fiscal federal  Romero Victorica, que “el dinero proveniente del secuestro de los  hermanos Born fue hacia La Habana (Cuba), en sacos de cuatro y cinco  millones de dólares”.(12). La cifra total sería, finalmente, de  60 millones de dólares. El ex coronel cubano Feliberto Castiñeiras  confesaría, más tarde, que “a partir del momento en que los montoneros  se instalaron en Cuba, tenían total decisión sobre el dinero, que  lo iban solicitando en determinadas cantidades mensualmente”.(13).
 
      Lo cierto es que la Organización Montoneros ya tenía pensado apoyar  su accionar terrorista en los brazos de un aparato estatal extranjero,  que lógicamente comulgara con sus objetivos revolucionarios. En sus  documentos y publicaciones, expresaban: “Afirmamos la necesidad de  alianzas con los países antiimperialistas (…) y nuestro derecho de  reclamar solidaridad y ayuda concreta de esos pueblos”.(14).
 
      Por su parte, el mismo Fidel Castro confesaría, en 1998: “En el único  lugar donde no intentamos promover la revolución fue en Méjico. En  el resto, sin excepción, lo intentamos (…) tratamos de respaldar  y desarrollar movimientos revolucionarios armados”.(15).
 
      Asimismo, cabe agregar que, hasta 1973, otro Estado que apoyó y cobijó  al terrorismo local sin cortapisas fue la Chile comunista de Salvador  Allende, en donde el mandatario llegó, inclusive, a regalar a Mario  Santucho en persona una metralleta y el MIR de Chile (organización  guerrillera dirigida por los sobrinos de Allende que, además, obraba  de guardaespaldas de este), peleó palmo a palmo apoyando al ERP en  su intento por dominar la provincia de Tucumán.(16).
 
      Los datos y las citas son inacabables y obviamente exceden el marco  de una epístola llamada a ser necesariamente corta, pero esta síntesis  que acabamos de exponer desnuda por completo la responsabilidad de potencias  extranjeras en la tragedia terrorista que vivió nuestra nación; principalmente,  en la década del 70. El accionar de las organizaciones terroristas  subversivas insoslayablemente se corresponde con la definición del  concepto político terrorismo de Estado.
      Si bien el derecho internacional en ningún lugar solicita el requisito  de la participación estatal para que un crimen sea declarado de lesa  humanidad (17) (esto es tan sólo un invento de la actual Corte kirchnerista),  ¿qué artilugio efectuarán ahora los magistrados de dicho tribunal  ante la evidencia inequívoca de que los crímenes de la guerrilla contaron  con expresa participación, tanto del Estado argentino como de foráneos?
 
Fuente: La  Nueva Provincia
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Agustín Laje  Arrigoni (agustin_laje@yahoo.com.ar) tiene 19 años, es estudiante universitario  y autor de numerosos artículos de opinión e investigación sobre los  años 70.
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Bibliografía.
      (1) Acuña Carlos Manuel, “Por amor al odio”, tomo I, Pág. 104,  Ediciones del Pórtico, 2003, Buenos Aires.
      (2) Díaz Araujo Enrique, “La guerrilla en sus libros”, Pág. 98,  edición del autor, 2008, Buenos Aires
      (3) Márquez Nicolás, “La mentira oficial”, Pág. 55, edición  del autor, 2008, Buenos Aires
      (4) Márquez Nicolás, “El Vietnam argentino”, Pág. 29, edición  del autor, 2008, Buenos Aires.
      (5) Amorín José, “Montoneros: La buena historia”, Pág. 103, Catálogos,  2006, Buenos Aires
      (6) Díaz Araujo Enrique, Op. Cit., Pág. 92.
      (7) Díaz Araujo Enrique, Op. Cit. Pág. 102.
      (8) Datos extraídos de AUNAR, “Terrorismo subversivo en la Argentina-Parte  de una red internacional” , Pág. 26, edición del autor, 2007, Buenos  Aires.
      (9) Larraquy Marcelo, “Fuimos soldados”, Pág. 185, Aguilar, 2006,  Buenos Aires
      (10) Márquez Nicolás, Op. Cit., Pág, 59.
      (11) Díaz Araujo Enrique, Op. Cit. Pág. 100.
      (12) AUNAR, Op. Cit. Pág. 27.
      (13) “La historia secreta del botín de los montoneros”, por Mario  Diament, “La Nación”, suplemento “Enfoques”, 20 de noviembre  de 1996.
      (14) Orsolini Mario, “Montoneros, sus proyectos y sus planes”, Pág.  51, Círculo Militar, 1989, Buenos Aires.
      (15) Diario “Clarín”, 4/7/1998.
Esta noticia  fue publicada el Domingo, Noviembre 16th, 2008 a las 22:14 bajo la sección  Información General, Opinión. Puedes seguir cualquier respuesta a  esta noticia mediante de RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o  seguirla desde tu propio sitio. 
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1 On Noviembre  17th, 2008, Juan Carlos said: 
Brillante investigación  histórica. Supera en mucho a “otros” que habiendo vivido esa epoca  parecen no
acordarse de  nada sobre todo cuando se trata de rendirle pleitecía a ciertos personajes  de gobierno
que en esa  época calzaban sobre hombro derecho ametralladora y sobre hombro izquierdo  canana de
granadas y  hoy con cuello y corbata hasta manejan relaciones “internacionales”  y hablan de la paz del
mundo. Diez  y nueve años tiene Agustín Laje Arrigoni y nos esta demostrando que  cuando se siente amor por su patria se investiga en donde sea y el resultado  de esa investigación da como resultado esto que
es una verdad  indiscutible de los hechos bochornosos que nos toco superar con la ayuda  de las Fuerzas Armadas Argentinas.-