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CON POCO ENTUSIASMO
Señor Director:
Desde las fuentes más inesperadas, nos llegan las manifestaciones de alegría por la persona del presidente electo de los Estados Unidos. Personalmente, no comparto este entusiasmo, y lo hago por varias razones.
En primer lugar el señor Barack Obama no es negro, esto es, un africano puro, sino un afroamericano. La diferencia no es despreciable. Sus rasgos denotan a las claras el mestizaje. Las menciones a su naturaleza “negra” no es más que parte del teatro mediático.
En seguida viene otra constatación, por poca memoria que tengamos. Tengo más de setenta años y jamás he visto una campaña política estadounidense, con semejante despliegue publicitario internacional.
Tampoco debe olvidarse que el señor Obama, es norteamericano, con todo lo que esto significa en lo histórico, en la ideología dominadora con falsos tintes paternalistas, del gran país del norte.
Se hace mucho énfasis también en su origen humilde. No es novedad ni en los EEUU ni en el mundo. Lo que tampoco es novedad, aunque mucha gente lo ignora, es la inmensa cantidad de dinero que cuesta una propaganda como la que se ha llevado adelante durante toda la campaña proselitista. Si él es pobre ¿Quién financió la campaña? ¿Es el Partido Demócrata tan poderoso económicamente?
Otro punto a tener en cuenta es que hoy, en las modernas democracias, el presidente, si bien tiene poder, está sometido a las presiones de diferentes lobbies que actúan en función de sus intereses sectoriales y no en vistas al bien común. Y si se interesan en el mundo, es en tanto que campo para explotar.
Ya se sabe que todo lo que prometió, no podrá cumplirlo en función de la situación de crisis internacional. Esta crisis era previsible, hace más de dos años que escuché, de boca de un especialista, que la economía de los EEUU estaba al borde del colapso. ¿El candidato Obama ignoraba esto?
Para tener una idea del valor de la figura de un presidente en las actuales democracias, es necesario conocer el mecanismo de acceso al cargo. La mayoría cree sinceramente saberlo muy bien, pero no es así. Si, ya sabemos lo de las urnas y de los votos, pero lo que la mayoría ignora es que las figuras de los candidatos a ocupar los distintos cargos, se imponen con las mismas técnicas utilizadas para la venta de los productos de consumo en los supermercados. Esto significa que mediante un lenguaje visual -véase al respecto un interesante libro La Comunicación no Verbal- y recuérdese, quien pueda, como fue la puja entre Bordón y Baglini[1], aquí en Mendoza. El candidato ya está vendido antes de que la gente se de cuenta y la elección de la boleta, no es más que el resultado de un trabajo de persuasión llevado a cabo por los mass media. El libro mencionado hace un análisis detallado de cómo se maneja esto en los EEUU.
Por todas estas razones, creo que no debemos hacernos muchas ilusiones. Seguramente habrá algunos placebos aquí y allá, pero más de eso no. Norteamérica seguirá con su voluntad de dominar el mundo y ser quien mande, al menos en las áreas menos desarrolladas, y allí estamos nosotros, con la hipoteca de una deuda impagable.