Desde París y Lourdes, la lección del Papa "litúrgico"
En su viaje a Francia, Benedicto XVI no ha defendido solamente el rito antiguo de la Misa. Ha explicado y mostrado muchas veces lo que él considera es el sentido auténtico de la liturgia católica de hoy y de siempre. Y sobre la música sagrada ha dicho...
por Sandro Magister
por Sandro Magister
ROMA, 16 de setiembre de 2008 – En las tres Misas celebradas durante su viaje a París y a Lourdes, Benedicto XVI ha seguido el rito postconciliar. Pero la ha enriquecido voluntariamente con elementos característicos del viejo rito: la cruz en el centro del altar, la comunión dada en la boca a los fieles arrodillados, la sacralidad del conjunto.
Lo del recíproco “enriquecimiento” entre los dos ritos es el objetivo principal que ha impulsado a Benedicto XVI a promulgar en el 2007 el motu proprio "Summorum Pontificum", en el que ha liberalizado el uso del rito antiguo de la Misa, el del Misal romano de 1962.
Por el contrario, los opositores del motu proprio consideran que el uso del rito antiguo no enriquece, sino que vacía las conquistas del Concilio Vaticano II en su conjunto. Los obispos franceses se han contado entre los más críticos de la iniciativa del Papa, antes y después de la promulgación del motu proprio.
El domingo 14 de setiembre, al encontrar en Lourdes a los obispos de Francia, el Papa Joseph Ratzinger no ha dejado de solicitarles que sean pastores que acogen a todos, también a los fieles que se sienten más “en casa” con el rito antiguo.
El Papa había anticipado sus ideas sobre los dos ritos de la Misa, al responder a los periodistas en el avión que llevaba a Francia, el viernes 12 de setiembre.
Pero en los cuatros días de su visita a París y a Lourdes, a propósito de esto, Benedicto XVI ha dicho mucho más.
En la exposición llevada a cabo el 12 de setiembre en el Collége des Bernardins ha explicado el nacimiento de la gran música occidental, en los monasterios del Medioevo, en palabras que obligan a reflexionar sobre la cualidad exultante de la música litúrgica de hoy y sobre la necesidad de volver a darle vida, conforme a su sentido originario.
En la homilía de las vísperas, en la catedral de Notre-Dame, ha invocada para las liturgias terrenas una "belleza" que las aproxime a las liturgias celestiales. Y ha exhortado a los sacerdotes a ser fieles a la oración cotidiana de la Liturgia de las Horas.
En la homilía de la Misa celebrada en la Explanada de los Inválidos, el 13 de setiembre, ha esbozado la doctrina de la eucaristía y de la “presencia real” del cuerpo y de la sangre de Cristo, con palabras muy exigentes que obligan a celebrar la Misa con un fervor sagrado que ha sido demasiado descuidado en las últimas décadas.
Y en la meditación conclusiva de la procesión eucarística en Lourdes, la tarde del 14 de setiembre, Benedicto XVI ha vuelto a tratar el tema de la “presencia real”. Con un pasaje dedicado a los que “no pueden recibir a Jesús en el sacramento, pero que pueden contemplarlo con fe y amor, y expresar el deseo de poder unirse finalmente a Él”. Entre éstos se pueden contar a los católicos divorciados y vueltos a casar, a quienes la Iglesia no les da la comunión. Pero su “deseo”, ha dicho el Papa, “tiene gran valor delante de Dios”.
A estos llamados para recuperar el espíritu auténtico de la liturgia, Benedicto XVI ha agregado además, el 14 de setiembre en Lourdes, una ilustración del sentido profundo del Angelus Domini, la oración mariana que él recita en público cada domingo del año al mediodía.
A continuación, cuanto ha dicho día tras día Benedicto XVI, sobre cada uno de estos puntos:
Sobre la misa según el rito antiguo
De la conferencia de prensa en el avión papal, el 12 de setiembre de 2008
P. – Su Santidad, ¿qué dice a los que en Francia temen que el motu proprio "Summorum Pontificum" signifique un retroceso respecto a las grandes intuiciones del Concilio Vaticano II?
R. – Es un miedo infundado, pues este motu proprio es sencillamente un acto de
tolerancia, con un objetivo pastoral, para personas que han sido formadas en esta liturgia, que la aman, la conocen, y quieren vivir con esta liturgia. Es un pequeño grupo, pues supone una formación en latín, una formación en una cierta cultura. Pero me parece una exigencia normal de la fe y de la pastoral para un obispo de nuestra Iglesia tener amor y tolerancia por estas personas y permitirles vivir con esta liturgia.
No hay oposición alguna entre la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II y esta liturgia. Cada día, los padres conciliares celebraron la misa según el rito antiguo y, al mismo tiempo, han concebido un desarrollo natural para la liturgia en todo este siglo, pues la liturgia es una realidad viva, que se desarrolla y que conserva en su desarrollo su identidad. Por tanto, hay ciertamente acentos diferentes, pero una identidad fundamental que excluye una contradicción, una oposición entre la liturgia renovada y la liturgia precedente.
Creo que existe una posibilidad de enriquecimiento de las dos partes. De un lado, los amigos de la antigua liturgia pueden y deben conocer a los nuevos santos, los nuevos Prefacios de la liturgia, etc. Del otro lado, la nueva liturgia subraya mayormente la participación común, pero que no es simplemente una asamblea de una cierta comunidad, sino siempre una acción de la Iglesia universal, en comunión con todos los creyentes de todos los tiempos, y un acto de adoración. En este sentido, me parece que hay un enriquecimiento mutuo, y está claro que la liturgia renovada es la liturgia ordinaria de nuestro
(Continuaremos con el comentario Papal. El Director. )