domingo, julio 13, 2008

La ley es soberana, no la voluntad del mandamás de turno

La ley es soberana, no la voluntad del mandamás de turno
 
La Plata (Buenos Aires), 10 Jul. 08 (AICA)


Mons. Héctor Aguer durante el Tedeum en la catedral de La Plata
Mons. Héctor Aguer durante el Tedeum en la catedral de La Plata
"Hoy, como en otras circunstancias históricas, nos encontramos nuevamente en la encrucijada. Por lo menos, y hay que decir felizmente, las llagas han salido a luz y ya no se las puede ocultar. Son cada vez más numerosos los argentinos que quieren, en efecto, ser una nación, y asumir en plenitud su condición de ciudadanos. No quieren ser meros habitantes, y mucho menos clientes. Nuestra Constitución establece, en su primer artículo, que “la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal”. Pues bien, ¡que sea!”, reclamó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su reflexión por el 9 de Julio.

    El prelado lamentó que “desde hace tiempo están en crisis las estructuras institucionales que deben asegurar el eficaz ejercicio (de la representación)”, y criticó que “por momentos, los diputados ya no representan al pueblo de la Nación, sino a su partidos –manejados incluso según los cánones de la obediencia debida- o a las divisiones y subdivisiones de los mismos, hasta la mínima expresión del ‘autobloque’, o poco menos”.

     “Nos podríamos preguntar también si los senadores representan efectivamente a sus provincias, con auténtica conciencia federal. De esta falla, de esta ausencia institucional, se sigue en la sociedad un clima de deliberación crispada y tumultuosa, muchas veces manipulada por intereses políticos mezquinos. ¿Es esto lo propio de una sana democracia representativa?”, preguntó.

      El arzobispo recordó que “un elemento fundamental del orden republicano es la división de poderes; es también la clave del ‘Estado de derecho’, en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los ‘mandamás’ de turno”, y advirtió que “ya no se puede disimular en la Argentina de hoy la precariedad que afecta a la vigencia de este principio. ¿Será una lejana añoranza de la monarquía?”

     “Vale la pena recordar que los próceres que proponían coronar a la princesa Carlota o a un descendiente del Inca pensaban en una monarquía constitucional. El estilo de ejercicio de la autoridad tiene también su importancia para reflejar la condición republicana; la práctica del poder con espíritu de servicio –que es lo que mejor cuadra en una república- se apoya en la moderación, la paciencia, la modestia y la capacidad de diálogo”.

     Monseñor Aguer sostuvo que “los acontecimientos de los últimos meses mostraron crudamente la triste figura de nuestro federalismo. También en este caso el mal viene de lejos”, y recordó que “Fray Mamerto Esquiú había apoyado con su elocuencia la Constitución promulgada en 1853. Era un hombre del país interior, ya entonces postergado y empobrecido; en momentos de decepción y amargura escribió este epitafio impresionante del federalismo naciente: “Aquí yace la Confederación Argentina. Murió en edad temprana a manos de la traición, la mentira y el miedo. Que la tierra porteña le sea leve. Una lágrima y el silencio de la muerte le consagra un hijo suyo”. La tierra porteña era entonces la élite ideológica y política que impuso el predominio del puerto de Buenos Aires sobre el conjunto de la Nación. En la actualidad son otras las élites y los intereses, pero es análogo el caso de un país que no ha consumado su plena integración y en el cual debe todavía despertarse una armoniosa y fraterna conciencia federal”.

     “Desde hace varios años los católicos rezamos una Oración por la Patria en la que afirmamos con esperanza: ‘Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común’ y le pedimos a Jesucristo, Señor de la historia, que nos conceda ‘la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz’”, concluyó.+

Texto completo de la homilia


 

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