Juicio al General Menéndez
Habló un soldado
María Lilia Genta
Habló el General Menéndez. Habló como un General. Parece un general. Es un General.
El suyo fue un alegato sobrio de incuestionable estilo castrense. Parecía hablar frente a una formación militar. Hasta podíamos imaginar una tropa formada en el lugar del tribunal.
Estamos tan poco acostumbrados, últimamente, a escuchar a un soldado hablar como soldado que esta actitud viril y digna, precisa y escueta, nos asombra. Lo que era habitual se ha vuelto la excepción.
En un lenguaje conciso, con el laconismo militar que cuadra a un soldado, señaló a quienes ensangrentaron durante diez años a la Argentina y que hoy están en el gobierno. Denunció la filiación ideológica marxista de los “jóvenes idealistas” y también que la agresión que sufrió nuestra Patria fue organizada y planeada en la Rusia comunista con base de operaciones en Cuba.
No se trataba de una película. No era Mel Gibson en “Fuimos soldados”, ni Errol Flynn en “Murieron con las botas puestas” en el memorable diálogo sobre el dinero y la gloria. Fueron las palabras de un soldado argentino. Cuentan los que fueron sus subalternos que, en la guerra, actuó como un verdadero soldado. Ahora, todos lo hemos visto y tuvimos nostalgia. ¿Qué tiene que ver el General Banquito con este hombre?
Estoy escuchando a mis camaradas nacionalistas recordándome -por si perdí la memoria- que el General Menéndez no tuvo ni tiene mis ideas políticas. Estas diferencias las aclaré con el General en una carta privada que le envié, hace muchos años, bajo el lema “nobleza obliga”; eso ocurrió cuando Menéndez fue el primer soldado, con grado de General durante la guerra, que después se hizo cargo de todo lo actuado por sus hombres bajo su mando (Camps lo había hecho antes; pero no era General sino Coronel en el tiempo de la lucha antisubversiva, al frente de la Policía de la Provincia de Buenos Aires). Conservo la respuesta del General Menéndez en el papel y en el corazón.
Pero ahora el General Menéndez ha demostrado que joven o viejo es “nada menos que todo un hombre”. Y esto es bueno para la República.