La fama de su santidad, ya acreditada con los innumerables prodigios obrados durante su vida, ha recibido mayor realce con la conservación de su cuerpo en estado de incorrupción.
Ocurrió que al tiempo de su fallecimiento, se extendió notoriamente en la región un rumor acerca que del cuerpo había sido robado; ello fue causa que se resolviera abrir la tumba. Cerca de siete semanas después del feliz tránsito de la vidente, se verificó el reconocimiento del venerable cadáver, por orden superior y en presencia de siete testigos. El cuerpo fue encontrado intacto, sin ningún signo de corrupción. Al descubrir el rostro de la santa virgen, lo hallaron tan vivo, tan fresco y con facciones tan naturales, que parecía vérsela descansar dulcemente en un apacible sueño.
En 1982 el proceso de beatificación fue introducido por el obispo de Münster.
EL CONTENIDO DE LAS REVELACIONES.
En 1833 aparecieron los primeros frutos del esfuerzo de Brentano, “ La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo de acuerdo a las Meditaciones de Anne Catherine Emmerich “ ( Sulzbach ). Brentano también preparó para su publicació9n el trabajo : “ La vida de la Santísima Virgen María “, pero no apareció hasta 1852 en Munich.
Las revelaciones de Sor Ana Catalina superaron a la ficción literaria y a la narración histórica. Estos escritos reúnen las inestimables condiciones del estilo descriptivo y el arte de la fiel relación de los sucesos dramáticos, con el añadido de que constituyen el testimonio vivo y sagrado de pasajes culminantes de la vida de Jesús.
La veracidad se advierte en la estrecha relación que mantienen las visiones con los evangelios .Tanto la descripción de los lugares, objetos,, personajes y costumbres de la época y de los apóstoles, se complementan admirablemente con el texto evangélico y aclaran pasajes o interpretaciones inconclusas.
Tal afinidad se advierte sin esfuerzo .No hay exageración ni sentimentalismos en las pinturas. Relata la vidente en forma de crónicas lo que ve y oye con claridad o no recuerda, lo dice, para evitar entendimientos equívocos.
El relato de los Evangelistas es sobrio ; no tienen comentarios ni detalles descriptivos; por eso abarca pocas páginas. Sor Ana Catalina entra en pormenores minuciosos, de gran valor,, pues nos cuenta aspectos que ignorábamos y que desearíamos conocer. Agréganse a las visiones puramente objetivas algunas revelaciones de carácter intelectual, de valor histórico o religioso, como el entendimiento que le fue dado a la tradición de tal objeto o lugar ; por ejemplo : el cáliz usado por el Señor en la última cena había pertenecido al patriarca Abraham, quien lo había recibido del sumo sacerdote Melquisedec, y la gruta del Huerto de Olivos, donde Jesús padeció la espantosa agonía, es la misma en la que se refugiaron a llorar Adán y Eva, después del pecado.
He aquí algunos de los preciosos detalles revelados por Sor Ana Catalina : el cordero pascual fue herido por el mismo Señor en una de las habitaciones del Cenáculo ; los veinte soldados que acompañaban a Judas y a los fariseos, que cayeron a tierra al oír la voz de Jesús, se convirtieron más tarde ; antes de llegar a la casa de Anás un soldado , compadecido, pidió que soltaran las manos de Jesús para que pudiera defenderse en las caídas, y otro de dio de beber, un ministros de Anás abofeteó al Señor con un guante de hierro, haciendo sangrar la santa faz ; Pilatos había prometido a su esposa Claudia Procla que no condenaría a Jesús, y después de haber claudicado cobardemente ,la mujer huyo y se hizo cristiana; la práctica del Vía Crucis fue iniciada por María Santísima la misma tarde del Viernes, recorriendo los lugares por donde había padecido si Divino hijo ; un hombre indignado ante la cruel flagelación, en un arranque de coraje detuvo los azotes y cortó las correas que sujetaban al Señor a la columna; antes de cargar con la cruz, Jesús la abrazó y la besó ; acompañada por la Verónica, en el momento de limpiar el divino rostro, una niña de nueve años, quien ofreció a Jesús un vino aromatizado, que los alguaciles no le permitieron beber ; al despojarle de sus vestiduras en el Calvario, le arrancaron violentamente la corona de espinas para poderle sacar la túnica inconsútil ; en el momento de clavar cada mano del Señor en la cruz, un alguacil apoyaba su rodilla sobre el divino pecho ; cuando pusieron violentamente el madero en el hoyo, el Crucificado padeció horriblemente y esta dolorosa exaltación fue presenciada por la Virgen y las santas mujeres ; al expirar el salvador, se partió la roca que había entre la cruz y el mal ladrón ; resucitaron varios muertos y el profeta Ezequiel apareció en el templo, proclamando el fin del antiguo sacrificio y el comienzo del nuevo: antes de sepultar a Jesús, los circundantes vieron que en el lienzo se había reproducido milagrosamente el divino Cuerpo con las heridas.
Los actos realizados por Jesús en la última cena son los mismos que imitaron más tarde los sacerdotes para celebrar la Misa. En estas revelaciones están descriptos el rostro del Salvador, la fisonomía y los vestidos de la Virgen. La pintura de la flagelación en la columna del pretorio es escalofriante, y no se la puede leer sin sentirse uno sobrecogido de horror y compasión. Maravilla la extraordinaria mutación de la naturaleza y el eclipse solar que se produjo en el instante de la expiración de Jesús.
Al describir la exaltación de la Cruz, dice Sor Ana Catalina :
“Fue un espectáculo horrible al ver, en medio de gritos e insultos de sus verdugos, la cruz vacilar un instante sobre su base y hundirse temblando en la tierra; sin embargo también elevaron hacia ella voces piadosas y compasivas. Las voces más santas del mundo, las de las santas mujeres y de todos aquellos que tenían el corazón puro, saludaron con acento doloroso al Verbo humanado elevado sobre la Cruz. Sus manos vacilantes se alzaron para socorrerlo; pero cuando la Cruz se hundió en el hoyo de la roca con gran estruendo, hubo momentos de silencio solemne : todo el mundo parecía penetrado de una sensación desconocida hasta entonces. El infierno mismo se estremeció de terror al sentir el golpe de la Cruz que se hundió; y redobló sus esfuerzos contra ella .Las almas encerradas en el limbo lo oyeron con alegría llena de esperanza : para ellas era el anuncio del Triunfador que se acercaba a las puertas de la redención “.
Si se hubieran reunido para ponerse de acuerdo calificados poetas, escritores, historiadores, arqueólogos y teólogos, no hubieran logrado una reconstrucción y explicación de la última cena y de la pasión del Divino Redentor más lógica, noble y perfecta que las reveladas por Sor Ana Catalina Emmerich.
UN DESCUBRIMIENTO INCREÍBLE.
Más allá de la verosimilitud de muchos detalles vistos y narrados por Catalina, difícilmente aceptables por la crítica moderna, es indudable que la obra recopilada por Brentano se refiere a la vida del Señor con enorme fe, respeto y cristiana devoción.
Pero en el siglo XIX hubo gente que le prestó una credulidad absoluta. Tanto es así, que cuando Catalina Emmerich habla de los últimos años de la Santísima Virgen que permaneció- según ella hasta los 63 anos en Éfeso, el lugar en donde residía con el evangelista Juan, y describe cuidadosamente la casa que habitaban, sacerdotes de Ermirna, cerca de Éfeso, decidieron realizar un expedición arqueológica, encabezada por el P. Yung, un lazarista, al lugar descripto. Después de varias semanas de búsqueda, hallaron unas ruinas que concordaban exactamente con la pintura pormenorizada que de ellas hacia Catalina Emmerich que, por supuesto, jamás había dejado su Prusia renana.
Más aún, los investigadores se encontraron con descendientes de los cristianos de Éfeso refugiados en las montañas de Serincia desde la ocupación turca, que mantenían la tradición de bajar una vez al año a ese lugar, llamado por ellos PANAYA KAPULU, que se traduce “ puerta o casa de la santísima Virgen “.
No por nada, en el 431 de nuestra era, fue en Éfeso que se reunió el tercer Concilio Ecuménico de la Iglesia que declaró solemnemente, contra la herejía nestoriana, que María era verdaderamente la madre de Dios.
Vale la pena recorrer las ruinas de Éfeso para visitar piadosamente el santuario de la casa de María, restaurada en nuestros días.-Mons. Gustavo Podestá.. Homilía del –I-99-
CONCLUSIÓN
Aunque no estamos obligados a aceptar las revelaciones y profecías privadas, fuera de las que figuran en los textos canónicos, no debemos despreciarlas, según recomienda San Pablo. Correríamos el riesgo de caer en el pecado de presunción; pues como dice San Pedro Canisio : “ menor peligro hay en creer y recibir lo que con alguna probabilidad nos refieren personas de bien, cosa que no sólo no está reprobado por los doctos, sino que sirve a la edificación del prójimo, antes que rechazarlo todo con espíritu temerario y de desprecio “
FUENTES:
-Clemente Brentano. Vida de la Sierva de Dios Sor Ana Catalina.
-Juan Carlos Moreno. Las revelaciones de la Pasión y Muerte de Jesús. Prefacio.
-Agencia Zenit.