Una de cada cuatro adolescentes de EE.UU. tiene una enfermedad venérea
JOSÉ LUIS DE HARO, SERVICIO ESPECIAL NUEVA YORK
De piedra y con la mandíbula desencajada se quedaron los estadounidenses al enterarse que más de tres millones de niñas de edades comprendidas entre los 14 y 19 años padece algún tipo de enfermedad de transmisión sexual (ETS) a este lado del Atlántico. Estos escalofriantes datos son el resultado de un estudio llevado a cabo por el Centro Federal de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que no dudó de tachar la situación de alarmante.
No es para menos, porque los porcentajes se hacen más espeluznantes entre aquellas adolescentes que admitieron tener una vida sexual activa. Así, el 40 por ciento de las niñas que mantienen relaciones sexuales en EE.UU padece una ETS, al mismo tiempo que buena parte de ellas desconocen su situación por lo que podrían estar contagiando a sus parejas. Las escabrosas cifras generales muestran que un total de 3.2 millones de adolescentes norteamericanas ha dado positivo a alguna de las cuatro ETS más comunes.
La doctora Sara Forhan, una de las encargadas de llevar a cabo el análisis, reconocía que los resultados ponen de manifiesto «el riesgo sanitario que muchas mujeres jóvenes corren al no ser conscientes de sufrir algún tipo de enfermedad de transmisión sexual». «De no tratarse debidamente pueden sufrir infertilidad o cáncer cervical», añadió.
Para llevar a cabo la conclusión final, los autores del estudio analizaron los datos de un total de 838 jóvenes, de entre 14 y 19 años, que participaron durante 2003 y 2004 en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, un informe anual que examina distintos asuntos relacionados con la salud de los estadounidenses. Todas las participantes de la investigación llevada a cabo por el CDC tuvieron que someterse a pruebas que incluyeron, el HPV (virus de papiloma humano), clamidia, herpes genital y tricomoniasis.
Pese a que este grupo de enfermedades de transmisión sexual no se consideran tan graves como el VIH, el virus del sida, la gonorrea o la sífilis, son una radiografía del comportamiento sexual de las adolescentes de EE.UU. Aún así, no hay que descuidarse ni respirar aliviado porque las mencionadas enfermedades entraman serios problemas de salud si no se tratan debidamente.
Todas ellas aumentan las probabilidades de padecer cáncer cervical mientras que en el caso de la clamidia se pueden registrar problemas y complicaciones durante el embarazo. Además, tanto el herpes genital como los parásitos, hacen más fácil la infección del VIH. Las úlceras y grietas genitales que aparecen con las enfermedades venéreas facilitan la transmisión y el contagio por vía sexual. Se estima que el riesgo de convertirse en seropositivo puede quintuplicarse cuando existe una infección previa de sífilis. La mayor predisposición al sida no sólo está relacionada por mecanismos de contagio, sino porque las enfermedades de transmisión sexual determinan un patrón de conductas de riesgo.
Más de una infección
Para rizar aún más el rizo, un 15 por ciento de las jóvenes que participaron en el estudio padecían más de una ETS en el momento de ser analizadas. Con este panorama, los expertos aseguran que las cifras podrían ser más escabrosas si se incluyeran todas las enfermedades de transmisión sexual o si se incluyeran también a los hombres dentro del estudio.
Las conductas sexuales sí son un factor de distinción racial, según explicaba el Dr. John Douglas, director de la división de ETS del Centro para el Control de la Enfermedad. Las mujeres negras tienen mayor riesgo: 48% de las adolescentes afroamericanas que participaron estaban infectadas con una ETS, comparado con el 20% de las blancas.
«Pese a que la población afroamericana sólo supone un 13 por ciento del total, el 48 por ciento de los casos de clamidia fue detectado entre estos ciudadanos», dejó claro. Douglas relacionó esta situación con la falta de acceso a ciertos tipos de higiene o falta de visitas al ginecólogo. Entre las adolescentes norteamericanas e hispanas la proporción se redujo ligeramente a una de cada cinco.
«Al realizar cualquier acto sexual con cualquier compañero, una persona que no está infectada corre más riesgo de entrar en contacto con una infección y contagiarse», advirtió Douglas. De las chicas que sólo tenían un compañero sexual, un 20 por ciento padecía al menos una enfermedad.
Vacunas y controles
Como medida de prevención, el CDC recomienda que las mujeres de entre los 11 y los 26 años se vacunen contra el papilomavirus y que las mujeres sexualmente activas menores de 25 años se hagan pruebas anuales de clamidia.
El doctor Kevin Fenton, que trabaja en uno de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, reiteró que las enfermedades de transmisión sexual causan infertilidad y cáncer cervical en las mujeres, y que por lo tanto, «el examen, la vacunación y otras estrategias de prevención para mujeres sexualmente activas figuran entre nuestras prioridades en materia de salud pública».