martes, marzo 04, 2008

BOLETIN del CENTRO NAVAL.ALEGATO FINAL.

BOLETIN del CENTRO NAVAL. Nº 766.

“ Conflicto del Atlántico Sur “.

Por el Sr. Almirante Jorge Isaac Anaya.

“ALEGATO FINAL ANTE EL CONSEJO SUPREMO DE LAS FF.AA. “

He querido agregar, como cierre de este modesto trabajo, el alegato que pronunciara ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas como parte de mi defensa, en la que expreso mis pensamientos con el mismo convencimiento y fe que guiaron todas mis acciones-Al poco tiempo de asumir como Jefe del Estado Mayor de la Armada del gobierno del doctor Menem, el almirante Jorge O. Ferrer, y ante la noticia que el presidente tenía intención de indultar a los ex - comandantes de 1982- quienes nos encontrábamos en prisión preventiva rigurosa desde 1984 por la Causa Malvinas- le pedí que concurriera a la Escuela de Mecánica de la Armada donde me encontraba detenido para explicarle personalmente las razones por las cuales era necesario que le requiriera al Presidente de la Nación que no nos indultara.

En esta entrevista, que tuvo lugar los primeros días del mes de septiembre de 1989, entregué un ayuda memoria donde detallaba las razones por las cuales un indulto, podría acarrear consecuencias jurídicas no deseables al interés nacional y que a mi entender podrían beneficiar la posición del Reino Unido en nuestro diferendo austral.

Recordaba en dicho ayuda memoria que el trámite judicial no había concluido y que la causa estaba a consideración de la Corte Suprema de la Nación a la que había llegado por vía del recurso extraordinario concedido por la Cámara Federal en lo penal.

Afirmaba en el mismo que era preciso dejar firmemente en claro que en 1982 fuimos víctimas de una agresión por parte de Gran Bretaña, que ello había sido admitido a lo largo del proceso judicial, en audiencias públicas y sucesivamente por el Fiscal de la Cámara Federal doctor Moreno Ocampo y por el Presidente de la Cámara Federal en lo Penal doctor Catani.

El 13 de septiembre de 1989, el almirante Ferrer me informó que el señor Presidente había tomado conocimiento de todo ello y que compartía mi punto de vista en cuanto a la solución que yo requería.

Al ser sorprendidos por el indulto presidencial el 11 de octubre de 1989, dos días después del 13, remití una carta al señor Presidente de la Nación. En la misma le recordaba al Presidente, lo que él había manifestado al almirante Ferrer un mes antes, le reiteraba mi preocupación y le agradecía su gesto humanitario.

El 14 de noviembre de 1989, el señor Presidente me respondió, informándome que había tomado todos los recursos jurídicos para que nuestro indulto no pueda tener efectos sobre nuestros legítimos reclamos en lo que respecta a la soberanía de las Islas Malvinas.-

Señor Presidente:

Señores miembros del honorable Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas:

Como integrante de la Junta Militar, órgano supremo que por entonces regía los destinos de la Nación, y en repuesta a una agresión británica , debía asumir, en comunión con los Comandantes en Jefe del Ejército y de la Fuerza Aérea, la decisión de dar repuesta a este hecho de fuerza, mediante el uso del poder militar.

Y, como bien lo ha reconocido el señor fiscal en su acusación : “ La decisión del empleo del poder militar fue eminentemente política y en ejercicio de los poderes de guerra constitucionalmente asumidos por la Junta Militar “.

Y porque la Providencia, quiso que la gesta de Malvinas me correspondiera un papel protagónico en la órbita de la conducción política y estratégica, me considero con el derecho y el deber de dar aquí mi testimonio. Deber de lealtad para la Nación entera, pues debíamos defenderla de ese ataque.

Deber de lealtad para con las Fuerza Armadas que fueron sus protagonistas inmediatos y en particular con la Armada que tuve el honor de comandar. Deber de lealtad por fin, para con los que murieron en la lucha y hoy- sus restos sagrados- nos brindan allá, el más elocuente de los testimonios. Deber de lealtad sí, pero también involucra un compromiso irrenunciable.

Permítame pues, el Tribunal que enarbole otra vez el estandarte que presidio la gesta, e intente traer aquí siquiera una sombra de aliento de aquellos días memorables.

Bien ha dicho un patriota- y apropiado parece tomarlo como punto de partida- que la gesta de Malvinas fue : “ un estallido de la Dignidad Nacional “.

En efecto , no conforme con la displicente arrogancia con que a lo largo de 17 años había llevado a punto muerto las negociaciones reclamadas por las Naciones Unidas desde fines de 1965 ; al promediar el mes de marzo de 1982, el Reino Unido habría de encontrar el pretexto que necesitaba para cumplir su designio de cancelarlas en forma definitiva. Y tal pretexto no consistió sino en la sola y pacífica presencia de obreros argentinos ,desembarcados en Leith ( Giorgias del Sur ), el 19 de marzo de 1982 en cumplimiento de un contrato privado celebrado en Londres, con conocimiento de las autoridades británicas el 19 de septiembre de 1979..

Ello fue suficiente para que, con la maestría que les propia en este tipo de maquinaciones, Inglaterra pusiera en movimiento todos los resortes de la intriga para urdir la maniobra que justificara su agresión armada y pusiera término definitivo a toda negociación sobre Malvinas

Fue así, que la mera presencia de trabajadores argentinos, fue mostrada como una verdadera invasión y se sacudieron las comunicaciones amenazantes del embajador británico : fue mostrada como una verdadera invasión y se sucedieron las comunicaciones amenazantes del embajador británico : la del 20 de marzo que conminaba el abandono inmediato de las Giorgias ; la nueva “ nota verbal “ del 23 de marzo haciendo saber que recobraba vigencia la orden original de que el HMS Endurance fuera a Leith ( Giorgias del Sur ) a desalojar a argentinos.

Pero no se trató tan sólo de amenazas verbales.

El incremento de las tensiones y su desenlace, premeditado y orquestado por Gran Bretaña como lo dirá la historia.

Ya con fecha 21 de marzo, el gobernador Hunt informaba a los malvinenses que, con aprobación de Londres había emplazado a los argentinos a reembarcarse y retirarse de la zona en 24 horas. Y, a las 0800 horas del mismo día, con 21 infantes de marina a bordo, había zarpado efectivamente a Leith, el HMS, Endurance para hacer efectiva la orden del Gobernador.

El 24 de marzo, el John Biscoe, embarcaba en Montevideo 24 infantes de marina, llegados por vía aérea desde Londres rumbo a Malvinas; el 25 lo hacía el HMS Brandsfield buque logístico de la Royal Navy, desde Punta Arenas, con idéntico destino..

La prensa británica y europea, a su turno y sin merecer desmentida alguna del Reino Unido, informaba en la misma sobre el envío de una gran flota y dos submarinos nucleares destinos a Malvinas.

El bloqueo a partir del 12 de abril confirmó la información.

Finalmente coronando la escalada de violencia, el mismo día 25 de marzo, nuestro Canciller recibía un ultimátum del Ministro de Relaciones Exteriores británico Lord Carrington : o los obreros eran trasladados Grytviken a visar sus pasaportes- no las “ tarjetas blancas” , que nuestra cancillería sugirió para evitar la escalada- no era tal sino tan sólo un artificio de hipocresía británica.

En las circunstancias expuestas, ello importaba admitir oficialmente la calidad de extranjeros de los argentinos en las Giorgias, claudicación intolerable, que ni el más pusilánime de los gobiernos hubiera resignado aceptar..Todo el resto que hoy parece tan puntual conllevaba un peligro real de enormes consecuencias : utilizando el incidente de las Giorgias, Londres, decidía la no negociación con la Argentina y el envío de una flota de guerra a nuestras aguas, como quedó plasmado el día 23 de marzo en las palabras del canciller Carrington y su ministro Luce ante el parlamento. Giorgias había quedado atrás, claramente el objetivo era Malvinas.

La maniobra aparecía con toda nitidez: se había fabricado un incidente de la nada. Otra vez inflamado el decrépito sentimiento imperial, el desmesurado y hasta irracional avance sobre un pequeño grupo de obreros argentinos indefensos sería presentado como una cruzada de reconquista y excusas para cortar los lazos bilaterales en Malvinas .La Royal Navy aseguraría su poderío y una fuerte presencia en el Atlántico Sur sería su consecuencia.

La agresión armada era la única realidad frente a ella una sola alternativa : asumir la defensa de la soberanía nacional o claudicar.

Acaso la soberbia británica especulaba con el mantenimiento de la conducta de sumisión y complacencia que nuestros gobiernos- salvo honrosas excepciones- habían aceptado los dictados humillantes del Reino Unido. Pero esta vez la despectiva arrogancia inglesa se equivocó.

No han faltado voces que han querido impugnar la decisión arguyendo con la misma debilidad militar frente al poderío del Reino Unido. Son los mismos que pretenden ignorar que estaba en juego un problema de defensa elemental de la Patria.

La agresión existió pero quizá lo ocurrido en 1982 tiene más trascendencia debido a su significado ulterior : el real significado de la dignidad nacional y defensa de la soberanía, valores sin los cuales no existe una Nación como tal, ya que quien no defiende lo suyo- y mucho más ante un agresión- sólo merece ser una colonia por carecer de identidad nacional.

Es triste tener que recordar aquí que los militares y todos aquéllos que hicieron el, servicio militar, al prestar juramento a la bandera “ Juraron defender la Patria “ y nunca lo hicieron con la salvedad que ello era válido sólo para defenderla de los débiles.-

Cuando se defienden ideales, valores y principios, el accionar de una Nación no puede, ni debe quedar supeditado a la magnitud del enemigo y más aún cuando éste es el agresor.

Felizmente, no prevalecieron mezquindades ni especulaciones. Por el contrario, siguiendo la línea de los grandes hechos fundacionales, adoptar la resolución de resistir al usurpador, la Argentina se ponía de pie y mostraba al resto del mundo que, aun frente a la arrogancia de los poderosos, conservaba su vocación de nación independiente.

Y es esa decisión, cuyo olvido han fomentado quienes ignoran la realidad de los hechos en marzo de 1982, la que inaugura la gesta de Malvinas .En efecto, desechadas por inconducentes otras vías de acción cuidadosamente examinadas, la alternativa militar aparecía como la única vía idónea para ejercer nuestra legítima defensa, privando al Reino Unido del único punto de apoyo y obligándolo a un esfuerzo muy superior al considerado razonable, impidiéndole lograr sin ningún costo poner punto final a la cuestión Malvinas.

Se llega así a la “ Operación Rosario “, concebida no como un intento de provocar una escalada bélica, ni para cortar las negociaciones, sino por el contrario para lograr su concreción de un modo serio y profundo. Modelo de precisión por su técnica y ejemplo de hidalguía por su estilo, la “ Operación Rosario “ cumple cabalmente su cometido, sin causar una sola baja al adversario, al precio de la sangre marinera del capitán de fragata Giachino, a quien rindo aquí mi más sentido homenaje.

Tan pronto como se conociera la noticia, el pueblo todo se lanzó a la calle y en un gesto que bien puede considerarse un espontáneo plebiscito, asumió la empresa como propia, prestándole una adhesión tan absoluta, como no la conocido acto alguno de nuestra historia.

Un nuevo aliento conmovió a la Nación entera .Y entonces no hubo cabida para pequeñeces y mezquindades.

Un pueblo jubiloso y casi irreconocible se hizo presente y no admitió sino una puja : la de la propia ofrenda.

Había sonado la hora de la Patria.

Y lo era, porque frente a todas las internacionales de la tierra, tantos las del odio como las del dinero, la gesta de Malvinas proclamaba la supremacía de la Nación.

Y porque frente a los poderosos del mundo, si arredrarse ante el temor de la derrota, la Nación proclamó su vocación de independencia.

Lo fue, finalmente, porque fiel a los valores de nuestra estirpe, se jugó por ideales y principios, sin caer en especulaciones propias de mercaderes.

Este también fue nuestro compromiso.

El contraataque a los británicos en Malvinas es por sobre todo un acto de reafirmación definitiva de nuestra identidad nacional.

Este es su sentido histórico más profundo y el que encierra un valor político fundamental, porque Malvinas no sólo pertenece a nuestra historia, sino también que es tarea aún pendiente, empresa de hoy y de mañana.

Mas no se agota allí el significado de la gesta, se proyecta fundacionalmente hacia toda América de raíz hispánica.

Las Malvinas- ha dicho un preclaro pensador argentino- símbolo sagrado de la unidad Hispanoaméricana y signo de síntesis del espíritu descubridor cristiano y la originalidad que funda la novedad de nuestro propio mundo, última esperanza de la verdadera tradición de occidente “.

Tal es, en apretada síntesis, el valor substancial de la gesta de Malvinas, que bien ha hecho el señor fiscal General en calificarla de epopeya.

Y ante la magnitud de su potencialidad política, fácil es comprender la conmoción que había de producir en la compleja trama de intereses militares, políticos, económicos, e ideológicos que se disputan la supremacía del poder en estas tierras.

La gesta de Malvinas, incompatible con tales intereses, debía ser destruida .Y así montada, sobre el pretexto del revés militar, nace ese bastardo engendro ; acaso la más gigantesca maniobra de acción psicológica o, más exactamente , de desprestigio, de que se tenga memoria en el país, y que se ha dado en llamar “ desmalvinización “. La maniobras, como no era de extrañar, no reparó en medios que incluyeron la intriga, la insidia y la mentira como herramientas cotidianas.

Otro capítulo decisivo de la “ desmalvinización “ lo constituye la actuación de la CAERCAS , lamentable por múltiples motivos. No voy a detenerme a considerarla aquí porque no lo merece . Demasiados son los vicios que la descalifican y su aporte es absolutamente nulo. De ella se ha ocupado mi defensor con el estilo y precisión que lo distinguen y a sus rigurosas palabras me remito por entero.

Lo actuado por esa comisión CAERCAS ha traído el enjuiciamiento de oficiales almirantes a mis órdenes durante el conflicto de Malvinas, acusados de graves infracciones militares, del capitán de corbetas Lagos y del teniente de navío Astiz, a quienes el 11 de mayo de 1982 ordené someter a sumario para investigar su conducta militar en Giorgias.

Desde el 14 de junio hasta el 30 de septiembre de 1982, continué a cargo del Comando en Jefe.

Durante esos meses dispuse el análisis doctrinario, técnico y disciplinario de lo ocurrido en la Armada, desprendiéndose de ello las actuaciones de justicia que incluyeron sanciones y la instrucción de los sumarios pertinentes. El capitán Lagos y el teniente Astiz fueron sobreseídos por el Juez de Instrucción en octubre de 1983, antes de la iniciación de la causa.

No autoridad con mayor competencia que el Comandante en Jefe de la Armada, con la responsabilidad que asume, para decidir premios o castigos a comportamientos personales y profesionales en la guerra.

Ello es el mejor respaldo para evaluar conductas militares de quienes han venido a ser juzgados de resultas de análisis como el elaborado por CAERCAS , superficial , ausente de realidad sin el conocimiento personal y directo de los imputados y sin la vivencia de su actividad profesional durante las acciones de guerra.

Si la severa inquisición institucional no arrojó cargos ni imputaciones por infracciones militares al Jefe del Estado Mayor Conjunto, ni al Comandante de Operaciones Navales y el Juez de Instrucción sobreseyó al capitán Lagos y al teniente Astiz , fue porque no las habían cometido en el desempeño de tan elevadas y honrosas responsabilidades, y no hay más sólida ni mayor exoneración de culpa de esta que afirmo.

También el presente juicio fue concebido inicialmente como un capítulo especial, acaso el broche de oro de la campaña desmalvinizadora. So color de castigo a hipotéticos delitos militares, se han terminado por impugnar las decisiones políticas con lo que, a la postre , es la propia gesta de Malvinas la encausada. La mentira inglesa redimida. La conducta estadunidense perdonada.

La maniobra, que ha contado, además, con el apoyo convergente de sectores interesados en la destrucción de la Fuerzas Armadas, ha sido devastadora.

¿ Qué nos pasa a los argentinos de hoy, que en la única oportunidad del siglo que debimos emplear el poder militar para defender nuestra soberanía, lo hemos hecho e inmediatamente después, nos entregamos a sospechar y condenar las razones de nuestros derechos y de nuestros procedimientos ?

Valga esta pregunta tanto para el conjunto de la población como para los hombres de armas, ya que todos tenemos grabadas en la conciencia cuales son las obligaciones a asumir en momentos en que la Patria está en peligro.

No obstante, abrigo la más profundas de las esperanzas, ya que el espíritu que presidió la gesta, ha quedado en la entraña misma de la Nación y nunca se perderá a pesar de las mentiras externas e internas que así lo desearían.

Vivimos hoy la hora de las ideologías y un persistente canto de sirenas parece mantener adormecida la voluntad de la Nación. Pero habrá de llegar un día en que el país tomará conciencia de que no es con actitudes claudicantes, no con fuegos artificiales habilidosos que se construye el destino nacional.

El país comprenderá que nada se construye sin espíritu de grandeza y menos aún, con el agravio a las instituciones fundamentales y el relajamiento de las costumbres..

Serás entonces, cuando frente a un pueblo decepcionado y sin horizontes, el faro de Malvinas marcará nuevamente el rumbo, iluminando el ansia de justicia de los débiles.

Señor Presidente :

Señores miembros del más alto tribunal militar.

Hoy y aquí, en la severidad de este recinto, quiero declarar una vez más con la solemnidad adecuada a la naturaleza de este acto, que me considero absolutamente Responsable de todo lo actuado como Comandante en Jefe de la Armada especial de todas las decisiones adoptadas en la causa Malvinas. Asumo pues la responsabilidad de mis actos y, haciendo honor al juramento que he prestado, me someto al juicio de Dios, del pueblo y de la historia.

Pero no soy ni siento culpable de los delitos militares que la acusación fiscal me atribuye con arbitraria manifiesta. Así cabe calificarla por distorsionar la realidad de los hechos, como cuando pretende el desdoblamiento de mi propia persona ; o por avanzar sobre cuestiones políticas, luego de haberlas declarado no justificables, en flagrante autocontradicción ; como así también por contradecir su propio punto de vista que admite la agresión inglesa, para luego olvidarla y cuestionar supuestas fallas de planificación. Todo lo cual, unido a la valoración de los elementos introducidos irregularmente a la causa, justifica sobradamente la impugnación que le dirijo.

Señores jueces:

Muy lejos está mi ánimo el intentar aquí mi defensa de mi actuación y expresamente pido que a mis palabras, que sólo apuntaron a definir el sentido de la gesta, no se le asigne el carácter de un descargo.

La sentencia que se pronuncie irá más allá de las consecuencias personales y alcanzará áreas fundamentales como :
-La doctrina jurídica militar,

-El recurso al poder militar en defensa del interés nacional,

- La flexibilidad en manejo de los intereses,

-Los límites de responsabilidad de la autoridad política, e

-Interesará a la marcha de la cuestión Malvinas en el ámbito de la comunidad de las naciones, y

-Repercutirá en el tradicional sentimiento del pueblo argentino modificándolo o fortaleciéndolo.

En síntesis, incorporará un elemento determinante en el pensamiento del hombre argentino, como inescapable repuesta a la valoración del hecho político.

Este proceso es un eslabón más en la cadena de hechos históricos que apuntan a la conquista por el extranjero de nuestros territorios australes, presa de codicioso interés de muchos desde los tiempos del Virreinato hasta hoy.

Territorios antárticos, archipiélago fueguino, grupos de las Sándwich y Giorgias del Sur, Malvinas, la Patagonia continental y las aguas interiores y oceánicas incluidas, son las inmensas riquezas en juego, cuya importancia sigue en la perfidia de la conciencia política argentina, como si estuviéramos hartos de los bienes que nos pertenecen por derecho y cuya custodia y conservación perecemos estar olvidando.

Las teorías que nos cantan las sirenas ideológicas del internacionalismo y del pacifismo tienen como propósito la mutilación de nuestra soberanía y la ampliación de su influencia a nuestro costo.

Ceder jirones de poder, como anticipo a una utópica época por venir, debería ser en todo caso ejemplo de los poderosos y no entrega voluntaria y sin lucha de los débiles.

Si en estos conflictos se renuncia, se retrocede , se vulnera la Constitución Nacional para justificar incapacidades o intereses, nos serán arrebatados sin compensación y con desprecio nuestros derechos al patrimonio heredado, cuya defensa es nuestra obligación ; y la condena irreversible caerá sobre sus autores.

Sólo una conducta nacional decidida, auténtica, sin claudicaciones, sin renuncias ni ataduras a sofismas ideológicos podrá impedir que nuestro territorio nacional sea corroído y finalmente perdido .Otra forma de querer, no será querer, sino ceder.

Que todas e4stas palabras sirvan como mensaje y exhortación a nuestra juventud y a nuestra dirigencia para que, a pesar de las circunstancias que vivimos, tengan la fortaleza de renunciar al facilismo y mantenerse fieles al idealismo argentino .Que jamás entre en sus corazones ni la claudicación, ni la cobardía. Que sepan siempre responder a la agresión con dignidad.

Señor Presidente:

Señores miembros del Honorable Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas:

Quiero que mis últimas palabras sirvan de reflexión para los hombres de la Armada, que tuve el honor de comandar, para lo cual vuelvo a reiterarles los conceptos que les trasmití el 19 de septiembre de 1982, al condecorar a los héroes de la Armada, la Prefectura y la Marina Mercante ;

“ La Armada Argentina entregó 400 de sus mejores hombres en la guerra del Atlántico Sur.

Mucho más, que afortunadamente viven, arriesgaron todo, en sublime instante del combate.

Si hoy me encuentro frente a ustedes es:

-Porque estoy orgulloso del comportamiento de los hombres de la Armada.

-Porque sé, que si el clarín llamara hoy, como el 2 de abril, a responder a la fuerza, al insulto, la amenaza y la soberbia, la Armada estaría dispuesta al mismo sacrificio militar.

-Porque en la batalla perdida, la disciplina y la dignidad fueron pilares que sustentaron la institución y le permitieron hoy, volviéndose sobre sí misma. Intensificar su adiestramiento y extraer todas las enseñanzas para un nuevo toque de clarín.

-Porque muchas voces, desde el fondo del mar, me gritan día y noche que ningún argentino se arrepiente de nada; que quienes hoy fácilmente olvidan la repuesta de nuestro pueblo y la forma en que la rudeza criolla respondió al atropello, son los mismos que siempre olvidan todo, en su afán de adaptar su accionar a la “ efímera conveniencia “ del momento.

-Por eso, sí y por muchas razones más de conciencia, estoy frente a ustedes orgulloso de nuestra Nación, de nuestra Armada, de nuestros muertos, de nuestros heridos y combatientes , asumiendo plenamente la total responsabilidad ante la historia de todo lo actuado como Comandante en Jefe de la Armada…

Señores jueces :

Quiera el Señor iluminar vuestro entendimiento para comprender en toda su dimensión la magnitud de la opción que os presenta .Porque la Gesta de Malvinas , sellada para siempre con la sangre de nuestros soldados, no consiente la tibieza ni tolera las medias tintas : o se comprende su espíritu y se comparte su aliento, o se lo rechaza y se opta por la “ desmalvinización “.

Ruego a la Virgen del Rosario, Patrona de la Reconquista, darnos la entereza necesaria para cargar nuestra cruz hasta el día en que otra mañana de otoño nos anuncie que ha sonado nuevamente la Hora de la patria..

Buenos Aires, 2 de diciembre de 1985.