Perdimos |
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Finalmente sucedió lo que cualquiera con un mínimo de entendimiento y realismo podía suponer desde hace, cuando menos, un año: la planta de Botnia comenzó a funcionar. El gobierno oriental, violando impunemente el tratado del río Uruguay, desarrolló a expensas de la Argentina una política de hechos consumados. Nuestro gobierno --con la cancillería incluida--, como es ya costumbre, se enteró tarde del problema. A partir de ese momento no encontró mejor recurso que fogonear las posiciones de máxima de los vecinos de Gualeguaychú. Con lo cual se dejó secuestrar, por parte de éstos, la decisión última respecto de la política exterior argentina. Ahora el conflicto, tras el cierre del puente General San Martín, a instancias de la administración del doctor Tabaré Vázquez, ha escalado hasta un punto de difícil retorno. Kirchner, como no sabe lo que hace, hace lo que sabe: agredir y confrontar. Pero esta vez, para desgracia nuestra, en el diferendo del río Uruguay la peor parte la lleva la Argentina. |
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1