He sido fiel a las enseñanzas de la Iglesia y al Evangelio y pongo al Señor Jesucristo como testigo de ello. Quiero agradecerles esa oración que elevaron al Señor para que el Espíritu Santo me sostenga. Sus oraciones y la acción sanadora del Espíritu Santo mitigaron mi aflicción y dolor frente a tanta calumnia humillante. Estoy en paz no solo por ser inocente sino también porque sé que el Señor no me ha abandonado.
Cuenten con mis oraciones y que su fidelidad a la Iglesia siga firme, que Dios los bendiga y que María Santísima los acompañe en el diario caminar.
Gracias y continuaremos unidos desde la oración y en la Misa.
A los que se han sentido y se sienten defraudados, con el beneficio de la duda, y su corazón herido por el dolor aceptando como verídicas esas aberrantes acusaciones, también les digo que soy plenamente inocente de todo lo que han oído. Sé que no les es fácil aceptar mi inocencia y sanar esas heridas que la duda produjo, pero les formulo un pedido: no abandonen al Señor, confíen constantemente en Dios y desahoguen en Él su corazón herido por una supuesta culpa mía.
A los que me han acusado y sostenido como verdad una vivencia de 30 años atrás, les recuerdo que habrá un nuevo juicio y no con un tribunal humano sino con el Tribunal de Dios y que es el Juicio Final. En ese Juicio toda la Verdad será manifestada y también toda mentira y aún toda palabra vana que el hombre haya pronunciado. Así nos lo recuerda el Señor en el Evangelio según San Mateo 12,36: “Porque les aseguro que en el día del Juicio los hombres rendirán cuenta de toda palabra VANA que hayan pronunciado”.
Estoy orando por ustedes, le pido al Espíritu Santo que sane sus corazones heridos y que la VERDAD se haga luz en el perdón y la reconciliación. A ustedes también les recuerdo que soy inocente aunque hayan manifestado lo contrario. Y ustedes lo saben, lo sabe Dios que es mi testigo y a quien no podremos engañar en el Juicio Final.
Que todos podamos glorificar a Dios reconciliados y sanadas nuestras heridas con su misericordia y amor.
Que podamos vivir como hermanos bajo el manto maternal de María Santísima.
Me encomiendo a la oración de todos “para que seamos UNO” (Juan 17,21) y vivamos en paz sin odios o rencores formando un solo cuerpo en Cristo Jesús.
Los bendice,
Padre Christian von Wernich
Penal de Marcos Paz
Noviembre 2007