El Vaticano publica las actas del juicio contra el Temple
JUAN VICENTE BOO CORRESPONSAL
ROMA. Clemente V, un Papa francés afincado en Aviñón y demasiado sometido al Rey de Francia, absolvió de herejía a los Caballeros Templarios en 1308, pero no pudo evitar la disolución de la Orden bajo la tremenda presión de Felipe IV el Hermoso para incautar las propiedades del Temple en Francia, y financiar con ellas su guerra contra los ingleses. Los documentos que reflejan la inocencia de los Templarios y la absolución del Papa fueron presentados ayer por el Archivo Secreto Vaticano, que ha publicado una edición facsímil de 799 ejemplares en pergamino idéntico al de los originales.
La investigadora Bárbara Frale, quien descubrió en 2001 el documento original redactado por los tres cardenales que interrogaron a los Caballeros Templarios, manifestó ayer que «el proceso fue una enorme intriga internacional en torno a acusaciones inventadas por Felipe IV de Francia para desmantelar la Orden».
A pesar de que los Templarios dependían sólo del Papa, Felipe IV de Francia impidió a Clemente V interrogar a los jefes arrestados, a los que torturaba salvajemente para arrancarles confesiones falsas. El Papa amenazó en vano con excomulgarle si le negaba el acceso pero, al final, tuvo que enviar secretamente a tres cardenales que interrogaron a los detenidos y redactaron, en el castillo de Chinon, el documento publicado ayer.
El original conserva todavía anotaciones al margen del Papa y sus colaboradores durante el estudio del caso de los Templarios, a quienes los tres cardenales absolvieron en nombre del Pontífice. Aun así, la ofensiva propagandística de Felipe IV de Francia apoyada en unos juicios «estalinianos» obligó a Clemente V a suspender la Orden, que sería disuelta en 1312 por un concilio celebrado en Vienne. El gran maestre Jacques de Molay fue injustamente quemado vivo, y en ese mismo año de 1314 fallecieron también los otros dos grandes protagonistas: Felipe IV de Francia y el Papa Clemente V, enfermo y debilitado desde hacia ya tiempo.
Las 799 copias facsímiles son mucho más legibles que los manuscritos originales, y resultan más adecuadas para el trabajo de los investigadores. Aunque cuestan 5.900 euros, el Archivo Secreto ha vendido de antemano ya 700, adquiridas por las principales universidades y bibliotecas del mundo, pero también por adinerados jeques árabes e incluso asociaciones de neotemplarios amantes de los recuerdos históricos de la Orden.
Según el arqueólogo Valerio Massimo Manfredi, autor de numerosos best-seller mundiales de divulgación, presentar estos documentos «supone un llamamiento a la seriedad en la investigación histórica. La Iglesia ha llevado a cabo un extraordinario trabajo de conservación de la cultura antigua, por encima de cualquier polémica».