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El gobierno muestra ahora preocupación por la violencia desatada por un grupo de manifestantes contra un militar en actividad. El hecho, que por supuesto es gravísimo, ocurrió en Neuquén durante las marchas de días pasados cuando se conmemoró un año de la desaparición del testigo Julio López. Un grupo se desprendió de la columna central y arremetió contra un barrio militar, para luego golpear al teniente coronel Walter Rom que salió solo y de civil a proteger su vehículo que estaba siendo pintarrajeado con cruces esvásticas. Decíamos que, ante esto, el gobierno se mostró preocupado. La pregunta cae de madura ¿qué esperaba Kirchner después de años de atizar el odio hacia las fuerzas armadas? El presidente debería sentirse preocupado no por el hecho, sino por haber sido en gran parte responsable a partir de su discurso bravucón que, como toda bravuconeada, posiblemente busque esconder alguna de esas debilidades de carácter que es menester acallar con gritos y amenazas porque no se olvidan tan fácil en la soledad de uno mismo. |
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1