Obispo Chileno habla sobre Motu Propio
SANTIAGO, 18 Jul. 07 (ACI).-El Arzobispo de Concepción (Chile), Mons. Ricardo Ezzati, señaló que la motivación de fondo del Motu Propio Summorum Pontificum de Benedicto XVI que liberaliza el Misal de 1962 aprobado por el entonces Papa Juan XXIII no es una “nostalgia de museo” de tipo arqueológico litúrgico sino un auténtico celo pastoral que busca la comunión en la Iglesia.
“No se trata de una nostalgia casi de museo, de tipo arqueológico litúrgico. Aquí se trata de una intencionalidad auténticamente pastoral y si hay motivaciones de ese tipo y de personas que conocen el latín y pueden participar fructuosamente de la celebración de la eucaristía, por qué no darles la posibilidad”, señaló el Prelado en una entrevista al diario El Sur de la ciudad de Concepción.
Al reflexionar sobre las motivaciones de fondo del documento pontificio, el Arzobispo señaló que éste debe entenderse como “la apertura de la Iglesia Católica hacia grupos más tradicionalistas que habían estado separados de ésta” y subrayó que “acá, la gran finalidad del Papa es la comunión”. Asimismo, Mons. Ezzati pidió no interpretar este documento como la vuelta de las misas en latín, porque eso sería quedarse sólo en lo lingüístico. En este sentido aclaró que la Eucaristía, según el Misal de uso común antes de la reforma litúrgica, se realiza en esa lengua, pero implica además una estructura distinta de la contemplada en el Misal aprobado por Pablo VI.
Mons. Ezzati precisó que la Misa en latín según el Misal de Pío V, reformado por Juan XXIII en 1962 nunca fue jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida tras el Concilio Vaticano II. Sin embargo, hasta ahora se necesitaba la autorización expresa del obispo para utilizarlo en una ceremonia.
Por último, el Arzobispo señaló que Benedicto XVI, al promulgar su documento, hizo hincapié en que el retorno a usos tradicionales no implicaba ningún desmedro a lo resuelto en el Concilio Vaticano II ni de “una de sus reformas esenciales, la reforma litúrgica”, y que el uso de la lengua vernácula en la Misa, en nuestro caso el español, seguía siendo “lo normal”, y el latín, “lo extraordinario”.