Las otras caras de América... del sur
Felisa, toma el dinero y corre
Ni a Woody Allen ni A Fabián Bielinsky se les hubiera ocurrido un guión como el interpretado por Felisa Miceli, la ministra de Economía argentina. La titular de un departamento que parece, desde que aterrizó a rebufo de Roberto Lavagna, estar en manos de cualquiera menos en las suyas, ha contado una historia fantástica de la presunta trama que se esconde detrás de la bolsa que dejó, ella misma, con decenas de miles de dólares, en el armarito del cuarto de baño de su despacho.
Felisa Micelli, que antes fue titular del Banco Nación, advertía en las ondas radiales esta mañana: !Es una operación política brutal en mi contra!¡Vienen a por el Ministerio de Economía!”. Es decir, me lo quieren quitar y es mío. “Desde lo íntimo no entiendo tanto ensañamiento, porque hubo ministros que firmaron cosas que le costaron al país cientos de millones de dólares y no sufrieron esto. O tenían consultoras y estudios…”, explicaba también en La Nación y en Clarín. O sea que como eran más poderosos que ella, aunque fueran unos rufianes, no les pasaba nada.
Muda desde el 24 de junio, fecha en la que el periodista Jorge Lanata, publicó en la portada del dominical Perfil, la noticia de que la Policía antiexplosivos había descubierto la dichosa bolsa con, según él 241.000 dólares, y según la ministra, “sesenta mil, que no es lo mismo”, Miceli se despachó hoy en todos los micrófonos que tuvo a su alcance. “¿Negligencia? No, muchas veces me olvido cosas (sic)” pero “no es un delito ni nada de lo que tenga que avergonzarme”.
Como si estuviera puesta por el Ayuntamiento –en vieja expresión castiza- Miceli dice más: “Mi secretaria no me llamó pese a que me llama todo el día por cualquier pavada”, en referencia al dia que los Tedax argentinos habían descubierto “la plata”. “Sabía [que todas las mañanas había esa inspección] pero no me imaginé que iban a abrir el placard [armarito] del baño” (sic, otra vez).
La responsable de Hacienda y, entre otras cosas, funcionario que presuntamente debe dar ejemplo para que la población recupere la confianza perdida en los bancos y, de paso, en los políticos, lanzó un anuncio a los cacos que asaltan a punta de pistola: “En mi casa también tengo el dinero guardado en un armario. Lo he hecho toda la vida. No soy una persona que tenga caja de seguridad”.
Insólitas sus declaraciones, la ministra negaba que el dinero fuera el resultado de un soborno o un botín de guerra. Miceli asegura que se lo había prestado su hermano para comprar un piso pero nunca lo hizo ni dejó seña alguna. Nada de nada.Aunque da su palabra en la prensa escrita de que tenía los fajos de billetes porque los iba a entregar en poco tiempo, la todavía ministra reconoce en la radio que, a día de hoy, la tela..., “sigue en mi casa”.
Las inauditas explicaciones de esta “soldado de Kirchner”, como se definió y que, por cierto, ahora resulta que está afiliada a la Unión Cívica Radical (UCR), algo así como si José Blanco tuviera carnet del PP, son tan alucinantes -o es tonta o se lo hace- que hasta podrían ser verdad. Ahora, ni a Woody Allen se le ocurrió algo semejante en “Toma el dinero y corre”, ni a Bielinsky, que en paz descanse, en “Nueve reinas”.-