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Todo parecía indicar que las secuelas que en la mente de los ahorristas había dejado el via crucis del corralito empezaban a ceder. Sin prisa y sin pausa, los dineros afluían de nuevo a las arcas bancarias. Hasta que la inoportuna preferencia de la ministra Felisa Miceli por guardar sus ahorros en un baño, y no en una cuenta, viene a encender otra vez una luz de alerta en todos nosotros. ¿Puede tan luego un baño ser más seguro que un banco para depositar un cuarto de millón de dólares? Para la primera cabeza económica del país, sí, desde que ha admitido que el dinero en cuestión es suyo y que planeaba, con patente mal gusto, allí dejarlo por un tiempo más. Filtraciones menos agoreras han provocado pánicos históricos y corridas novelescas. ¿Son los baños argentinos más seguros que sus bancos? Es de desear que, en su siguiente declaración, no nos diga Miceli que son también más limpios... |
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1