De Rusia a España. Los «niños de la guerra», bajo la lupa de la CIA
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PEDRO RODRÍGUEZ, CORRESPONSAL EN WASHINGTON
PEDRO RODRÍGUEZ, CORRESPONSAL EN WASHINGTON
No hace falta hurgar mucho entre los esfuerzos de transparencia de la CIA canalizados a través de internet (www.foia.cia.gov) para encontrar centenares de referencias a España: desde análisis sobre la consolidación del régimen de Franco en los cuarenta hasta el seguimiento de las actividades de ETA. Uno de los documentos más fascinantes es un informe, elaborado en 1963, pero todavía plagado de párrafos censurados, que revela una masiva operación de la Agencia Central de Inteligencia conocida como «Proyecto Niños».
La historia se remonta a la guerra civil española y al envío a la URSS en busca de refugio de 5.000 hijos de familias en el bando republicano —entre los nueve y quince años de edad— junto a un grupo de jóvenes destinados a ser entrenados como pilotos de combate. Durante los siguientes veinte años varios de esos miles de españoles fueron tratados por Moscú más como ciudadanos invitados que como refugiados. Disfrutaron de grandes oportunidades: educación superior y trabajos de índole técnica o científica. Con todo, sólo un tercio optó por la ciudadanía soviética.
En 1956, el régimen de Franco aceptó una repatriación voluntaria, y unos 2.400 «niños de la guerra» volvieron a su país de origen en quince tandas sucesivas. Este flujo de españoles «sovietizados» fue motivo de inquietud para el régimen, pero para el espionaje estadounidense supuso «una multitudinaria fuente potencial» de valiosa información sobre la URSS.
Según la propia CIA, tal «convergencia de intereses» propició la creación en marzo de 1957 de un centro de interrogatorios en Madrid, con múltiples funcionarios de Estados Unidos a las órdenes de un responsable de la agencia, entonces dirigida por Allen W. Dulles. Ese centro —que contó con el respaldo y la cooperación de las autoridades españolas— estuvo operativo durante cuatro años. Fueron interrogados 1.800 niños de la guerra.
Curiosamente, en su fase inicial el «Proyecto Niños» estuvo a punto de ser abandonado ante los pésimos resultados obtenidos en una operación similar con los supervivientes de la División Azul, que en la Segunda Guerra Mundial luchó junto a los alemanes en el frente ruso. «Por su aislamiento y resistencia» frente a sus captores soviéticos, el interés de la información ofrecida por estos ex prisioneros españoles resultó mínimo.
Sin embargo, la reticencia de Washington se esfumó en cuanto supo que algunos de los niños de la guerra habían tenido acceso a la industria militar soviética. La CIA envió a Madrid a varios de sus especialistas para aprovechar al máximo esa ventana sobre un mundo cerrado. Ante el valor de la información acumulada se fue multiplicando también el número de interrogadores: de treinta en noviembre de 1958 se pasó a más de un centenar a principios de 1960.
Los detallados interrogatorios se preparaban de antemano, ajustados al historial de cada una de las personas convocadas con el concurso de la policía española. Debió hacerse un intenso esfuerzo de organización para mantener un ritmo de trabajo constante y seleccionar con precisión los grupos llamados semanalmente a prestar declaración para evitar, por ejemplo, que se pusieran de acuerdo en sus testimonios.
Para guiarse en su rastreo de secretos soviéticos, el centro de la CIA en Madrid disponía de un amplio inventario de libros de referencia y directorios sobre cuestiones científicas y técnicas de la URSS, hasta el punto de tener más volúmenes que espacio en las dependencias del comité interrogador, que algunos supervivientes sitúan al inicio de la calle Orense. Un gran problema fue la carencia de buenos mapas del territorio soviético y del área moscovita que, además, tuvieran el nomenclátor tanto en español como en ruso.
Otra dificultad del «Proyecto Niños» fue procesar todas las declaraciones, generalmente tomadas al dictado y en español durante interrogatorios que duraban entre dos y cinco días. Para agilizar el proceso de edición de ese volumen de textos se llegó a contratar a varios ciudadanos estadounidenses —residentes en España y familiarizados con el castellano— para traducir a destajo.
Fundación Nostalgia
Manuel Arce, presidente de la Fundación Nostalgia, ha confirmado a ABC la existencia de estos interrogatorios. «Yo me libré porque era el único que vivía en Burgos y ellos, con la ayuda de rusos anticomunistas, se concentraron sobre todo en los compañeros que vivían en zonas como Madrid, País Vasco y Asturias», explica.
Según este niño de la guerra, a finales de los años cincuenta ya no eran tan niños. «Pero es verdad que muchos, en sus respectivas especialidades, habían logrado subir bastante alto en la Unión Soviética». Pese a considerarse agradecido por todas las oportunidades de las que disfrutó —sin ir más lejos, él pudo estudiar Medicina sin pasar por ninguna criba—, la generosidad de Moscú fue interesada ya que, en su opinión, los comunistas pensaban que podrían utilizar a ese grupo de españoles en el futuro, además de servir como excusa para no devolver las supuestas reservas de oro enviadas a Rusia.
El «Proyecto Niños», según el balance firmado por Lawrence E. Rogers, sirvió a la CIA para obtener un extremadamente valioso caudal de información detallada sobre los logros soviéticos en cuestiones prioritarias como misiles y aviación militar. Un tesoro de espionaje que, según las propias conclusiones de la CIA, «probablemente no se habría podido conseguir por otros medios, incluso con una inversión de dinero y horas de trabajo multiplicadas muchas veces».