ARTÍCULOS DE MI VIEJO ARCÓN…(13).
UNA PASIÓN POR GRECIA.
Por Kurt Julio Riegner. “ La Prensa “ 20 de junio de 1968.
A todas luces, el Renacimiento, engendrado provisoriamente en Italia con la meta de amalgamar la cultura grecolatina con la coetánea y así perpetuarla, ha quedado una empresa inconclusa. Después de su florecimiento en tierras toscazas se solidificó adoptando el severo monumentalismo romano, de sabor levemente académico, para desembocar, tras el interludio del Manierismo, en la gloriosa bizarría del Barroco y el juguetón Rococó. En el resto de Europa nunca tuvo plena aceptación, sino que se presentó bajo diversas formas vernáculas .El humanismo alemán mayormente latinizado, quedó truncado por el desbarajuste político en aquel país, donde el arte y el saber sufrieran serias postergaciones. Recién al avanzar el luminoso siglo XVIII se produjo allí un nuevo despertar del entusiasmo por los valores estéticos de la antigüedad, que culminaría en un clasicismo enjundioso , elevada cumbre de la cultura europea de todos los tiempos.
Procedió el impulso para esta evolución, tan sorprendente como tardía, de un hombre de mente selecta, quien, como todos sepultaba en lugares provincianos y entre polvorientos libros, harto de sus aburridas tareas como maestro y amanuense, se transformó, en busca de la belleza ideal y la fuerza de perseverantes estudios, en el más versado conocedor del arte antiguo de su época. Johann Joachim Winckelmann, sin habérselo propuesto, fundo con su voluminosa obra de docto, dispersas en monografías y reseñada en su escrito sustantivo un nuevo género del saber, hasta entonces inexistente. Su anhelo primitivo, empero, era la contemplación – y luego la descripción –de las hermosas descripciones artísticas dejadas por los antiguos y remontarse hasta sus orígenes, los que, con certero criterio, creía situados entre los griegos. Suspiraba durante toda su vida por ver esta admirada Grecia, la que nunca iba a conocer, quizás a causa de su abrupta y trágica desaparición , a los 51 años.
UNA MISA POR ROMA.
Oriundo de una anodina ciudad brandemburguesa e hijo de zapatero, Winckelmann, un estudioso de la teología, medicina y matemáticas, no se sentía a sus anchas en la atmósfera opresiva, hostil al intelectualismo que el autoritario Rey Sargento (*) había creado en Prusia, y aborrecía las funciones burocráticas que le incumbían en la rectoría de un colegio pueblerino .Abandonó su región natal y se empleó como bibliotecario en Dresde, la denominada “ Florencia del Elba “ (**) y capital de Sajonia, donde corrían vientos más liberales. Allí, en 1775, salió a la palestra con una obra cuyo título ya lo definía: “ Reflexiones sobre la imitación de los griegos en la pintura y la escultura “ , fruto de sus estudios. Señaló en ellas el arte como fuente y paradigma de toda belleza, a la vez que determinó las cualidades básicas con palabras que se han hecho famosas. Repentinamente, el nombre del novel autor andaba en boca de todos, y el nuncio pontificio local le prometió un destino en Roma, con tal que se convirtiese al catolicismo. Indiferente en materia de religión como muchos de su época, Winckelmann no tuvo tropiezo alguno en hacerlo , y dio el paso como Enrique IV de Francia ,respecto a París, tenía para sí que Roma bien valía una misa.
En la Ciudad Eterna ocupó nuevamente un cargo de bibliotecario y el custodio y conservador de colecciones artísticas en especial arqueológicas, que poseían el cardenal Albani, otros prelados de igual rango y familias de la nobleza. Las ruinas romanas, muchas de ellas deterioradas y habitualmente contempladas con desidia, le impresionaron por la magnificencia y grandiosidad que exhibían, aun en su estado de abandono. Cabe decir lo mismo que los monumentos antiguos acumulados en el Vaticano, a los que se le otorgó acceso, ya que sus galerías, hoy famoso y frecuentado museo eran abiertas al público sólo un día al año, el Viernes Santo. Su entusiasmo fue aumentando por la influencia del poeta Antón Tápale Mengs, que residió en Roma e iba a concluir sus días como pintor de cámara del rey Carlos III (***) en Madrid., afirmándolo en las convicciones estéticas de su juventud y familiarizándole con el ambiente artístico romano. Su opúsculo “ Sobre el gusto de los artistas griegos “ es el testimonio de Winckelmann de este su primer encuentro con la antigüedad.
Con el tiempo amplió su actividad. Emprendió viajes al sur de Italia y dio a conocer descripciones detalladas de los recientes hallazgos en Pompeya y Herculano, lo que le reportó el nombre de “padre de la arqueología “. En 1764 publicó la fundamental, innovadora obra “ La historia del arte en la antigüedad “, traducida inmediatamente al francés. Recibió numerosos honores y nombramientos académicos, amén de ser designado superintendente de antigüedades en la corte papal. Pudo rechazar los ofrecimientos de Federico el Grande (****), hijo del Rey Sargento, para asumir importantes cargos en la capital prusiana. Así volver a Roma de un viaje a Alemania y Austria fue asesinado en Trieste vilmente por un criado, quien había echado el ojo a unas medallas de oro en posesión del sabio..El misterioso suceso inspiraría luego algunas obras literarias, de variada calidad.
LACOONTE, O LA BELLEZA DELIMITADA.
Contribuyo fuertemente a la fama de Winckelmann la disputa que mantuvo con él Gotthold Ephraim Lessing, poeta y teórico de fuste, acerca de sus aseveraciones sobre la naturaleza de lo bello, expresadas en las “ Reflexiones “. En éste, primero de sus trabajos, el erudito había señalado la cualidad armónica del arte griego que, según su interpretación generalmente aceptada, reside en dos conceptos cabales, la “noble candidez “ y la serena grandeza “ demostrada en la actitud mental y postura física de las personas representadas, las cuales esconden, o disimulan, sus emociones y toda agitación interior tras una fachada de circunspección y aplomo. Lessing, cuya polemizante obra se titula “ Lacoonte “, advirtió contra tal definición, explicando que sólo era aplicable a las artes plásticas, pero no podía interesar a la literatura, en especial a la poesía, formulando así una severa delimitación.
No es extraño que la discusión entre ambos prohombres del clasicismo, que acabó en una suerte de respetuosa tregua, se centrara en la figura de Lacoonte, protagonista de un homónimo grupo escultórico de épico contenido que ya fuera celebrado por su sublime belleza entre los antiguos .Dicho monumento, de mayor tamaño que el natural, fue labrado en mármol blanco por Atenodoro, con ayuda de su hermano Hagesandro y un tal Polidoro, en la isla de Rodas , durante el último siglo antes de Cristo. Llegó a parar a las termas del emperador Tito, según atestiguará Plinio el Viejo (****), y, nuevamente perdido, se topó con él en las inmediaciones de ese sitio un vinicultor al cavar sus viñedos, en el año 1506. El belicoso Julio II (*****) adquirió el monumento y lo hizo colocar en el pabellón de Belvedere del Vaticano, donde se encuentra. Allí lo vio Winckelmann, no así su contrincante, el cual tomó de pretexto para desarrollar a su propósito las pautas estéticas de la poesía
El sagaz Winckelmann, en cambio encontró en el Lacoonte la confirmación de su original tesis sobre los secretos de la belleza atesorados por los ,griegos .El legendario héroe era un noble sacerdote al servicio del dios Apolo en Troya, quien se opuso tercamente a la entrada del caballo de madera a la ciudad sitiada y vaticinó que éste iba a causar la perdición, según los astutos planes de Ulises, como efectivamente ocurriría.,. La sabia Atenea, protectora del último, montó en cólera y decidió castigar al temerario agorero, quien osaba entorpecer sus intenciones. Mientras Lacoonte celebraba un sacrificio, envió a dos monstruosas serpientes para que mataran al sacerdote y a sus dos hijos que le asistían, con picaduras ponzoñosas y estrujándolos en mortal abrazo. Este dramático momento es el asunto tratado por los tres escultores en el conjunto de marras.. Winckelmann reconoció con meridiana claridad que la resistencia desesperada y las postreras convulsiones de los moribundos no daban lugar ni a vehementes gesticulaciones u ademanes distorsionados, y aunque los semblantes de las victimas delataban un intenso dolor físico y moral, guardaban la compostura y sobrellevaban el suplicio con grave dignidad, ostensible sin proferir alaridos, a pesar de sus cruentos sufrimientos.He aquí la última ratio y síntesis de la belleza helena.
CIENCIA JAMÁS PRACTICADA.
Al detallar sus inigualables nociones del acervo artístico grecorromano en su obra cumbre ,Winckelmann hizo gala de una sensibilidad raras veces ejercidas, la de intuir la esencia de las creaciones artísticas. Por la filosofía de Leibniz y Shaftesbury infirió que éstas, como todas las manifestaciones del intelecto, son capaces de evolucionar, verificándose inconscientemente cambios de estilo, florecimientos y decadencias. También descubrió la existencia de escuelas o corrientes artísticas, y fluctuaciones interpretativas.
Nunca, al menos en tiempos modernos , se habían escrito sobre el arte semejantes términos. Vestigios de esta concepción se encuentran en algunos pocos autores latinos, como Veleio Patérculo Quintiliano , historiadores poco conocidos de la época imperial. Durante la Edad Media y los siglos siguientes, sólo se habían publicado obras biográficas consagradas a determinadas personalidades, a la manera de las “ Vidas de artistas célebres “ de Giorgio Vasari, o relativas a ciertos monumentos o técnicas, en forma de diálogos , guías de ciudades y similares. El enfoque de Winckelmann , a la vez sistemático y analítico, constituía una novedad absoluta y dio origen a una ciencia jamás prácticamente, la de la historia del arte.
La meritoria obra fue imitada de inmediato y su metodología aplicada a otras disciplinas. El escritor clasicista Johann Gottfried Herder ensayó algo parecido para la literatura, la que fructificaría en los en dos tratados de los hermanos August Wilhelm y Friedrich von Schlegel, dos pensadores románticos, sobre el mismo tema, mientras el célebre Georg Wilhelm Hegel acometió igual tarea en forma enciclopédica para la filosofía.
En consecuencia, la contribución de Winckelmann a las letras alemanas y universales es una especie de subproducto de su pasión por el arte griego antiguo, el cual sirvió de patrón para valorar la belleza, más o menos pura, de cualquier otra expresión artística.
( Comentario de El Director:
(*) El Rey Sargento es Federico Iº de Prusia que preparó, organizó el ejército alemán para sus futuras batallas.
(**) Dresde, tierra de Federico Augusto de Sajonia, bellísima ; fue sometida –ya vencida prácticamente Alemania –a tres bombardeos nocturnos devastadores con miles de muertos de todas las edades –entre 80 a 100.00-La visité posteriormente y fue reconstruida como un “ rompecabezas “, volvió a su belleza con la Florencia italiana. Sólo su catedral luterana todavía en vías de total restauración.
(***) Carlos IIIº de España.-1716-1788- Hijo de Isabel Farnesio y de Felipe Vº. El “ mejor Alcalde de Madrid “, por el embellecimiento de la capital. Influido por los Iluministas y Reformistas , expulsó a la Compañía de Jesús de las colonias Americanas-Jesuitas- destruyendo así su inmensa labor de Evangelización.
(****)Plinio “el viejo “-historiador- murió en el terremoto de Pompeya. El 79 d C. Plinio “ el joven”,fue testigo del “pavoroso espectáculo “ y de la muerte de su tío arriba señalado
(*****)Julio IIº, Papa -1443-1513- Juliano della Róvere. Franciscano. Unificó el Estado Pontificio. .Piadoso y luchador como guerrero infatigable, combatió las herejías y protegió las órdenes religiosas, bajo su reinado se destacaron Miguel Ángel, Rafael y Bramante.