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Servicio semanal | - | 09 de abril de 2007 |
Santa Sede
La Resurrección, esperanza para las llagas de la humanidad, dice el Papa en Pascua
Cristo vence nuestra soledad, dice el Papa en la Vigilia de Pascua
Benedicto XVI une al Vía Crucis de Cristo los sufrimientos del mundo
Benedicto XVI: No es posible ver a Dios con los ojos, pero vemos cómo actúa
Sólo la sangre de Jesús podía salvarnos, explica el Papa en el Jueves Santo
«Sois la esperanza de un mundo más humano», advierte a las mujeres el predicador del Papa
El cardenal Bertone, nuevo camarlengo de la Santa Romana Iglesia
Benedicto XVI pidió la liberación de los militares británicos
Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II nos dejó como desafío «el don de su santidad»
Sacerdotes de los cinco continentes renuevan sus promesas ante el Papa
Benedicto XVI y el presidente de Polonia hablan sobre las raíces cristianas de Europa
El 13 de abril se presentará el libro del Papa sobre Jesús
Análisis
La desilusión atea
Mundo
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Claves para afrontar las heridas de la vida: propuesta a los peregrinos de la JMJ de Sydney
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La Iglesia gestionará refugios para emigrantes bolivianos
Católicos rusos recuerdan a Juan Pablo II y oran por su beatificación
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Flash
Una web para el 80 cumpleaños de Benedicto XVI
Entrevistas
Masonería, laicismo y catolicismo
Setenta años de la encíclica contra el nazismo
Foro
Juan Pablo II: servir a los pueblos de América Latina, también hoy
Espiritualidad
El predicador del Papa sobre la historicidad y la fe en la resurrección de Jesús
Documentación
Mensaje de Pascua de Benedicto XVI
La Resurrección, esperanza para las llagas de la humanidad, dice el Papa en Pascua
Asegura en su mensaje pronunciado antes de impartir la bendición «urbi et orbi»
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- La Resurrección de Jesús es el motivo de esperanza en un mundo afligido por tragedias humanitarias, con frecuencia causadas por la violencia humana, constató Benedicto XVI en su mensaje de Pascua.
Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa felicitó por la Pascua a todos los pueblos en 62 idiomas e impartió su bendición «urbi et orbi».
«A través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad», dijo haciendo referencia a dramas como los que se viven en Sudán, Irak, el Líbano o Tierra Santa.
«¡Cuántas heridas, cuánto dolor en el mundo!», exclamó ante los numerosos peregrinos que llenaban la plaza de San Pedro del Vaticano en un estupendo mediodía de primavera.
Se refirió ante todo a las catástrofes naturales, como las que se han abatido recientemente sobre Madagascar, las Islas Salomón, y América Latina.
El pensamiento del Papa se detuvo en el flagelo del hambre, en las enfermedades incurables, así como en las tragedias provocadas por la mano del hombre: «en el terrorismo y en los secuestros de personas, en los mil rostros de la violencia - a veces justificada en nombre de la religión -, en el desprecio de la vida y en la violación de los derechos humanos, en la explotación de la persona».
En África, denunció la «situación humanitaria catastrófica» que se vive en la región sudanesa de Darfur; el nuevo rebrote de violencia en la República Democrática del Congo y en Somalia; así como la grave crisis política que atraviesa Zimbabwe.
«Reconciliación y paz» fue el llamamiento que dirigió a Timor Oriental, Sri Lanka y Afganistán, «marcado por una creciente inquietud e inestabilidad».
Al afrontar la situación en Oriente Medio, constató ante todo las «señales de esperanza en el diálogo entre Israel y la Autoridad Palestina», para reconocer después que «por desgracia nada positivo viene de Irak, ensangrentado por continuas matanzas, mientras huyen las poblaciones civiles».
«En el Líbano --constató-- el estancamiento de las instituciones políticas pone en peligro el papel que el país está llamado a desempeñar en el área de Oriente Medio e hipoteca gravemente su futuro».
Por último, recordó «las dificultades que las comunidades cristianas afrontan cotidianamente y el éxodo de los cristianos de aquella Tierra bendita que es la cuna de nuestra fe».
Ante este duro panorama, el sucesor de Pedro reconoció que, «resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia».
«A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la muerte», aseguró.
Al menos, 108 canales de televisión de 67 países transmitieron el mensaje pascual del Papa y su bendición.
Al felicitar por la Pascua en español, dijo: «¡os deseo a todos una buena y feliz fiesta de Pascua, con la paz y la alegría, la esperanza y el amor de Jesucristo Resucitado!».
Después de una intensa Semana Santa, Benedicto XVI se trasladó en la tarde de este domingo a la residencia pontificia de Castel Gandolfo para pasar unos días de mayor tranquilidad.
A su regreso le esperan dos fechas significativas: su cumpleaños número 80, el 16 de abril, y el segundo aniversario de su elección como pontífice, tres días después.
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Cristo vence nuestra soledad, dice el Papa en la Vigilia de Pascua
«He resucitado y ahora estoy siempre contigo»
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- En la Vigilia de la noche de Pascua, Benedicto XVI explicó que con su resurrección Jesús no sólo ha vencido a la muerte, sino también la soledad que todo hombre y mujer experimenta, especialmente a las puertas de la muerte.
«He resucitado y ahora estoy siempre contigo», fueron las palabras que el pontífice puso en labios de Jesús, durante la homilía que pronunció en el momento culminante del calendario cristiano, la «madre de todas las vigilias».
«Mi mano te sostiene --añadió al personificar el mensaje que Jesús lanza con su resurrección--. Dondequiera que tú caigas, caerás en mis manos. Estoy presente incluso a las puertas de la muerte. Donde nadie ya no puede acompañarte y donde tú no puedes llevar nada, allí te espero yo y para ti transformo las tinieblas en luz».
En una basílica de San Pedro llena por 7.000 peregrinos, el Papa revivió el rito de iluminación del cirio pascual, el anuncio de la resurrección en una celebración que duró unas tres horas.
Uno de los momentos más emocionantes tuvo lugar cuando bautizó a seis catecúmenas adultas y a dos niños.
Dos eran mujeres chinas, Xiaohong Hao que tomó l nombre de Rosa y Xi Zhaug, ahora Agata, ambas chinas, bautizadas junto a sus hijos, Valentina y Oscar.
El resto eran también mujeres: María Luisa Mendes Hernández, de Cuba; Keiko Hara y Satoko Nakae, de Japón; y Nathalie Josaine Ntasachoung Tameze de Camerún
A los nuevos bautizados y a todos los presentes el Papa resumió con estas palabras el júbilo de la Vigilia Pascual: «nosotros somos liberados. Por medio de la resurrección de Jesús el amor se ha revelado más fuerte que la muerte, más fuerte que el mal».
Por eso, invitó a los creyentes a pedir al Señor que demuestre «también hoy que el amor es más fuerte que el odio».
«Baja también en las noches y a los infiernos de nuestro tiempo moderno y toma de la mano a los que esperan. ¡Llévalos a la luz!», imploró el Papa.
«¡Quédate también conmigo en mis noches oscuras y llévame fuera! --clamó dando un tono personal a su imploración--. ¡Ayúdame, ayúdanos a bajar contigo a la oscuridad de quienes esperan, que claman hacia ti desde el vientre del infierno! ¡Ayúdanos a llevarles tu luz!».
ZS07040803
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Benedicto XVI une al Vía Crucis de Cristo los sufrimientos del mundo
Dios, explica en el Coliseo, «se hizo hombre para darnos un corazón de carne»
ROMA, venerdì, 6 aprile 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI unió a la pasión y muerte de Cristo, revivida en la noche del Viernes Santo con el Vía Crucis del Coliseo de Roma, los sufrimientos de los hombres y mujeres contemporáneos.
En una meditación pronunciada sin papeles, después de haber recorrido las catorce estaciones, comenzadas en el huerto de los olivos y concluidas con la deposición de Jesús en el sepulcro, el Papa constató que «siguiendo a Jesús en el camino de su pasión, vemos no sólo la pasión de Jesús, sino que también vemos a todos los que sufren en el mundo».
Contemplar los sufrimientos de Cristo, reconoció el obispo de Roma, totalmente vestido de blanco, debe «abrir nuestros corazones», «ayudarnos a ver con el corazón».
«Convertirse a Cristo, hacerse cristiano», añadió el Santo Padre, que cargó con la cruz en la primera y en la última estación del Vía Crucis, quiere decir «recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás».
«Nuestro Dios no es un Dios lejano, intocable en su beatitud. Nuestro Dios tiene un corazón, es más, tiene un corazón de carne», afirmó.
«Se hizo carne precisamente para poder sufrir con nosotros y estar con nosotros en nuestros sufrimientos --aclaró--. Se hizo hombre para darnos un corazón de carne y despertar en nosotros el amor por los que sufren, por los necesitados».
El Papa concluyó rezando por «todos los que sufren en el mundo» y para que los cristianos sean «mensajeros» del amor de Cristo «no sólo con las palabras, sino también con toda nuestra vida».
En algunas estaciones llevaron la cruz varios jóvenes, entre los se encontraba una muchacha de China, así como dos frailes franciscanos de Tierra Santa.
En una agradable noche, participaron en este ejercicio de piedad cristiana decenas de miles de peregrinos, llevando una vela en la mano. Las imágenes fueron relanzadas en directo a 41 países del mundo por 67 redes de televisión.
Las meditaciones, llenas de carga existencial, fueron redactadas por monseñor Gianfranco Ravasi, prefecto de la Biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán.
En la novena estación, «Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén» se hizo eco de «todas las mujeres humilladas y violentadas, las marginadas y sometidas a prácticas tribales indignas, las mujeres con crisis y solas ante su maternidad, las madres judías y palestinas, y las de todas las tierras en guerra, las viudas y las ancianas olvidadas por sus hijos...».
«Es una larga lista de mujeres que testimonian ante un mundo árido y cruel el don de la ternura y de la conmoción, como hicieron por el hijo de María al final de aquella mañana de Jerusalén», explica el famoso biblista.
«Esas mujeres nos enseñan la belleza de los sentimientos --añadía--: no debemos avergonzarnos de que nuestro corazón acelere sus latidos por la compasión, de que a veces resbalen las lágrimas por nuestras mejillas, de que sintamos la necesidad de una caricia y de un consuelo».
ZS07040605
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Benedicto XVI: No es posible ver a Dios con los ojos, pero vemos cómo actúa
Siguiendo la narración del escritor ruso León Tolstoy
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Si bien no es posible ver a Dios con los ojos, sí podemos ver cómo actúa, explicó Benedicto XVI en la Misa Crismal del Jueves Santo.
En una Basílica de San Pedro llena de fieles, concelebrando con los cardenales, los obispos y los sacerdotes --diocesanos y religiosos-- presentes en Roma, el Papa ilustró la acción de Dios con una narración del escritor ruso León Tolstoy (1828-1910).
Se trata de una breve historia sobre un severo rey que pidió a sus sacerdotes y sabios que le mostraran cómo podía ver a Dios.
«Los sabios no fueron capaces de responder a su deseo. Entonces, un pastor, que volvía del campo, se ofreció para asumir la tarea de los sacerdotes y de los sabios», recordó el Papa.
«El rey aprendió de él que sus ojos no eran capaces de ver a Dios», añadió citando a Tolstoy. «Entonces, quiso al menos sabe qué es lo que hacía Dios».
«Para responder a tu pregunta --dijo el pastor al soberano-- tenemos que cambiarnos los vestidos».
«Dudando, pero movido por la curiosidad que sentía por recibir la información que esperaba, el rey aceptó; entregó sus regios vestidos al pastor y vistió con la ropa de un hombre pobre».
«Entonces le dio la respuesta: “Esto es lo que hace Dios”. De hecho, el Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, ha dejado su esplendor divino: “se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”», explicó el sucesor de Pedro citando la carta de san Pablo a los Filipenses (2,6ss).
Dios, dijo, hizo un «sagrado intercambio: asumió lo que era nuestro para que pudiéramos recibir lo que era suyo, llegar a ser semejantes a Dios».
«Esto es lo que se realiza en el Bautismo: nosotros nos revestimos de Cristo, Él nos da sus vestidos».
«Significa que entramos en una comunión existencial con Él, que su ser y nuestro ser confluyen, se compenetran mutuamente. “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”», decía el mismo Pablo en la Carta a los Gálatas (2, 20).
Poco antes de que entrar en el triduo santo, el Santo Padre explicó que «Cristo se ha vestido con nuestra ropa: el dolor y la alegría de ser hombre, el hambre, la sed, el cansancio, las esperanzas y las desilusiones, el miedo a la muerte, todas nuestras angustias hasta la muerte».
En el curso de la celebración eucarística, todos los sacerdotes renovaron las promesas que pronunciaron en el día de su ordenación. Luego, el Papa bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, así como el santo crisma.
ZS07040504
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Sólo la sangre de Jesús podía salvarnos, explica el Papa en el Jueves Santo
Sorprendente homilía en la que ofrece nuevas hipótesis históricas sobre la Pascua
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Sólo la sangre de Jesús derramada por amor podía salvar al hombre, explicó Benedicto XVI durante la misa en la Cena del Señor que presidió en la Basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma, en la tarde de este Jueves Santo.
Fue una homilía sorprendente, en la que el Papa teólogo armonizó momentos de meditación con las últimas investigaciones históricas realizadas sobre los manuscritos de Qumran, hallados en el Mar Muerto en 1947, que todavía hoy son materia de estudio y que ofrecen nuevas hipótesis sobre la Pascua.
Su objetivo era el de mostrar la novedad introducida por la Pascua de Cristo en la Pascua judía, en la que se inmolaba un cordero en recuerdo de la liberación del pueblo elegido de la esclavitud de Egipto.
Con toda probabilidad Jesús seguía el calendario que observaban los esenios de Qumran, secta rigorista judía en oposición al poder sacerdotal de Jerusalén, que todavía en algunos aspectos sigue siendo misteriosa para los historiadores, explico el Santo Padre.
Según esta interpretación, «todavía no aceptada por todos», como él mismo aclaró, Jesús «celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumran, es decir, al menos un día antes» del la tradicional fiesta de Pascua, «en la hora de la inmolación de los corderos», como dice el evangelio de san Juan, algo que parecía contradecir la narración de los otros tres evangelistas.
El cardenal Albert Vanhoye S.I., antiguo rector del Instituto Bíblico Pontificio de Roma, ha explicado que en la época de Jesús el calendario esenio era más tradicional que el más reciente adoptado por los sacerdotes de Jerusalén, aunque esto no significa que Jesús formara parte de los esenios.
Esto implica, añadió Benedicto XVI, que Jesús celebró la Pascua «sin cordero, como la comunidad de Qumran, que no reconocía el templo de Herodes y estaba a la espera del nuevo templo».
«Jesús celebró la Pascua sin cordero», o más bien, aclaró, «en lugar del cordero se entregó a sí mismo, su cuerpo y su sangre».
La sangre de los corderos no puede salvar al hombre, añadió el sucesor de Pedro. La sangre de Cristo, «el amor de quien es al mismo tiempo Hijo de Dios y verdadero hombre, uno de nosotros, esa sangre sí que tiene capacidad para salvar».
«Su amor, ese amor en el que Él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva».
Por este motivo, invitó a los creyentes a pedir al Cristo «que nos ayude a comprender cada vez más profundamente este misterio maravilloso y a amarlo cada vez más y, en él, a amarle cada vez más».
«Pidámosle que nos atraiga con la santa comunión cada vez más hacia sí mismo», concluyó.
Benedicto XVI lavó en la misa en la Cena del Señor los pies a doce varones que representaban a asociaciones de laicos de la diócesis de Roma en este Jueves Santo.
Durante las ofrendas, se pidió a todos los presentes que hiciera un gesto de caridad con el dispensario medico di Baidoa, en Somalia, que en plena guerra atiende a unos 2.000 pacientes al mes.
ZS07040507
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«Sois la esperanza de un mundo más humano», advierte a las mujeres el predicador del Papa
En su homilía en la celebración de la Pasión del Señor, presidida por Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 6 abril 2007 (ZENIT.org).- Se las llama «piadosas mujeres» pero fueron auténticas «madres coraje» las que acompañaron a Jesús en su Pasión; prosiguen su obra hoy muchas mujeres de las que depende la esperanza del mundo, reconoció este Vienes Santo, ante el Papa, el predicador de la Casa Pontificia.
Un auténtico canto a la virtud de la mujer fue la homilía del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., pronunciada durante la celebración de la Pasión del Señor, que presidió Benedicto XVI en la Basílica Vaticana.
Dando por descontado el papel clave de la Madre de Jesús en el momento de la Pasión de su Hijo, el predicador del Papa invitó a fijarse en las mujeres que acompañaron al Maestro, desafiando el gran peligro de mostrarse en público a favor de un condenado a muerte.
«Las llamamos, con una cierta condescendencia masculina, "las piadosas mujeres", pero son mucho más que "piadosas mujeres", ¡son igualmente «Madres Coraje!»; son las únicas que no se escandalizaron de Jesús, reconoció el padre Cantalamessa.
Las «piadosas mujeres» son las primeras en ver al Resucitado y a ellas se les dio la misión de anunciarlo a los apóstoles, recordó.
«¿Por qué las mujeres resistieron al escándalo de la cruz? ¿Por qué se le quedaron cerca cuando todo parecía acabado e incluso sus discípulos más íntimos le habían abandonado y estaban organizando el regreso a casa?», interrogó el padre Cantalamessa.
Por su amor; siguieron a Jesús por Él mismo, por gratitud, «no por la esperanza de hacer carrera»; le seguían para servirle; «eran las únicas, después de María, su Madre, en haber asimilado el espíritu del Evangelio -subrayó-. Habían seguido las razones del corazón y éstas no les habían engañado».
De aquí el predicador del Papa lanzó una advertencia: nuestra civilización «tiene necesidad de un corazón para que el hombre pueda sobrevivir en ella, sin deshumanizarse del todo»; debe dar «más espacio a las "razones del corazón"» para evitar otra «era glacial».
Y es que se constata hoy la avidez de aumentar el conocimiento, pero muy poca por aumentar la capacidad de amar, y ello tiene su explicación, alertó: «el conocimiento se traduce automáticamente en poder, el amor en servicio».
Pero se necesita «una era del corazón, de la compasión»; «de todo lugar brota la exigencia de dar más espacio a la mujer»: «una vez redimida por Él y "liberada", en el plano humano, de antiguas discriminaciones, ella puede contribuir a salvar nuestra sociedad de algunos males arraigados que se ciernen amenazantes: violencia, voluntad de poder, aridez espiritual, desprecio de la vida...», prosiguió el padre Cantalamessa.
Así que no basta con «admirar y honrar» a las «piadosas mujeres»: también hay que imitarlas -recalcó-; y así lo hacen «muchas mujeres, religiosas y laicas, que permanecen hoy al lado de los pobres, de los enfermos de Sida, de los encarcelados, de los rechazados de cualquier tipo por parte de la sociedad».
«A ellas –creyentes o no creyentes- Cristo repite: "A mí me lo hicisteis"», subrayó.
«No sólo por el papel desempeñado en la pasión, sino también por el de la resurrección, las piadosas mujeres son ejemplo para las mujeres cristianas de hoy»: les dijo Jesús, la mañana de Pascua: «Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán», insistió.
«Con estas palabras las constituía en primeros testigos de la resurrección, "maestras de maestros", como las llama un antiguo autor», o «apóstol de apóstoles», apuntó el predicador del Papa aludiendo a María Magdalena.
«Mujeres cristianas -pidió-, seguid llevando a los sucesores de los apóstoles y a nosotros, sacerdotes y colaboradores suyos, el gozoso anuncio: "¡El Maestro está vivo! ¡Ha resucitado! Os precede en Galilea, o sea, ¡dondequiera que vayáis!"».
«Junto a todas las mujeres de buena voluntad, vosotras sois la esperanza de un mundo más humano», admitió.
ZS07040601
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El cardenal Bertone, nuevo camarlengo de la Santa Romana Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado este miércoles al cardenal Tarcisio Bertone, nuevo camarlengo de la Santa Romana Iglesia, acogiendo la renuncia presentada por el cardenal Eduardo Martínez Somalo, que el 31 de marzo cumplió los 80 años de edad establecidos para presentar la renuncia.
En una carta dirigida al cardenal español, que ha sido camarlengo desde el 5 de abril de 1993, Benedicto XVI expresa su «agradecimiento por la diligencia, competencia y amor con la que ha desempeñado esta tarea al servicio de la Santa Sede y de la Iglesia universal».
En particular, el obispo de Roma expresa «sincero aprecio por la gran dignidad y la solemne sobriedad con la que usted ha desempeñado el papel de camarlengo de la Santa Romana Iglesia en el momento del pío tránsito del fallecido Papa Juan Pablo II, con motivo de la extraordinaria manifestación de fe durante los funerales del querido pontífice, durante todo el período de la Sede Vacante y en el desempeño de los trabajos del cónclave para la elección del nuevo Papa».
El camarlengo desempeña fundamentalmente dos encargos: en primer lugar, cuando el pontífice está de viaje o ausente, administra los bienes temporales de la Santa Sede. Es mucho más conocida, sin embargo, la tarea que asume tras la muerte del pontífice: es el cardenal que preside el período de la así llamada sede vacante.
ZS07040408
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Benedicto XVI pidió la liberación de los militares británicos
En una carta enviada al ayatolá Alí Jamenei
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi, confirmó este sábado que Benedicto XVI envió una carta para pedir la liberación de los quince militares británicos que habían sido detenidos por Irán.
Comentando informaciones publicadas por el periódico británico «The Guardian», el portavoz reveló que el Santo Padre envió una misiva al ayatolá Alí Jamenei en la que manifestaba su confianza «en los hombres de buena voluntad para que encuentren un solución a la crisis».
La carta fue entregada pocas horas antes de la liberación de los marinos británicos, el pasado miércoles, después de trece días de secuestro.
Según el rotativo, Benedicto XVI pedía al principal guía espiritual iraní «hacer todo lo posible para asegurar a los marineros, la vuelta a casa a tiempo para celebrar la Pascua».
El diario británico señala que no es posible evaluar el impacto del mensaje del Papa en esta crisis, aunque sí ve una referencia en el lenguaje utilizado por el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, en la conferencia de prensa del miércoles cuando anunció la liberación.
«Utilizó un lenguaje muy parecido al de Benedicto XVI hablando de perdón, y de una decisión tomada en ocasión de la celebración del nacimiento del gran profeta Mahoma y de la muerte de Cristo», señala el diario británico señalando una posible influencia de la misiva papal.
ZS07040807
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Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II nos dejó como desafío «el don de su santidad»
Al presidir una Misa en las Grutas vaticanas en la tumba del Papa polaco
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha dejado a la Iglesia y a todos los hombres «el don de su santidad» como desafío para recorrer «el camino del amor», considera el cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, y durante casi cuarenta años secretario particular de Karol Wojtyla.
Lo dijo el pasado 2 de abril, al presidir la concelebración eucarística que tuvo lugar en las Grutas vaticanas, junto a la tumba de Juan Pablo II, en el segundo aniversario de la muerte del Pontífice polaco, y en el día de la clausura de la investigación diocesana sobre la vida, virtudes y fama del siervo de Dios.
«En estos tiempos nuestros, en nuestro atormentado mundo, henos aquí ante un insólito testigo de Jesucristo crucificado y resucitado: Juan Pablo II», empezó diciendo el cardenal en la homilía.
«También él pertenece al colegio de los discípulos y de los amigos del Señor. Lo siguió. Se identificó con Jesús, con su vida y su misión», dijo.
«Compartió el motivo por el que el hijo de Dios vino al mundo. Este motivo, esta causa, se llama ‘hombre’. Entregó a Jesús toda su vida, desde la juventud. Se fió de Él. En Él puso toda su esperanza», añadió.
«Jesús estuvo siempre en el centro de su existencia. Jesús fue todo para él. Tal actitud en un hombre la llamamos santidad», señaló el purpurado.
«Juan Pablo II pertenece, sin vacilación, a la comunidad de los amigos de Jesús, es decir a la comunidad de los santos», subrayó.
«A la Iglesia le ha dejado un rico patrimonio de fe y cultura compuesto por las maravillosas encíclicas, sus muchas exhortaciones, las vigorosas catequesis, las innumerables homilías y discursos», subrayó recordando la amplia producción del Papa desaparecido.
«En una palabra: ha dejado el recuerdo del hombre que ha sido un incansable propagador del Evangelio. Pero sobre todo nos ha dejado el don de la santidad», observó.
Al mismo tiempo, añadió el arzobispo de Cracovia, además de enriquecer a toda la Iglesia, el don de su santidad «se hace desafío para todos nosotros llamando a cada uno de nosotros a caminar por la misma vía. La vía del amor y del servicio a Dios y a los hombres».
En el transcurso de estos dos años desde su muerte, hemos podido advertir el mensaje «siempre actual» de Juan Pablo II, que «prestó una singular y aguda atención a los más importantes problemas y a los desafíos de nuestra época», y proporcionó «las respuestas a las preguntas que nos inquietan», añadió.
Juan Pablo II fue por otra parte «el Papa de la vida»: «Nadie como él luchó de un modo tan perseverante y decidido en favor de la vida del hombre, de cada hombre, desde la concepción hasta la muerte natural».
«Nadie como él dió pasos al frente en defensa de la dignidad del hombre, de la dignidad de la mujer, de la dignidad y del valor de la madre», «la mujer que vela y custodia con especial amor y cura la vida», subrayó el cardenal Dziwisz.
Aquella vida concebida, concluyó, que «no amenaza a la mujer, no disturba su libertad, no quita la belleza y la alegría, al contrario enriquece su existencia y da a su vocación el sentido más profundo».
Junto al cardenal Dziwisz concelebraron: el cardenal Franciszek Macharski, arzobispo emérito de Cracovia; el cardenal Henryk Roman Gulbinowicz, arzobispo emérito de Wroclaw; el arzobispo Henryk Hoser, secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; el obispo Tadeusz Pieronek; el obispo auxiliar de Cracovia, monseñor Jan Zając; monseñor Mieczyslaw Mokrzycki; y unos sesenta sacerdotes.
Al final de la Santa Misa, los concelebrantes se arrodillaron todos juntos en torno a la blanca tumba de Juan Pablo II, adornada con un jarrón de flores y dos lámparas encendidas.
ZS07040411
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Sacerdotes de los cinco continentes renuevan sus promesas ante el Papa
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Sacerdotes de los cinco continentes renovaron sus promesas ante Benedicto XVI, durante la Misa Crismal de este Jueves Santo, con la intención de regresar a sus países a trabajar por la paz, el servicio a los más pobres y la unidad de la Iglesia.
De la República Democrática del Congo el padre Janot, reafirmó «un compromiso para testimoniar y estar cercano al pueblo, para continuar siendo luz en su nación», como los sacerdotes que hoy están allí «enfrentándose al hambre, al Sida, la tuberculosis y a la violencia de cada día».
Por su parte el padre mexicano Emiliano Rosa, manifestó: «hoy he estado con el Papa y siento la fuerte unidad con mi presbiterio», pues espera que la próxima Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, «dé luces para la evangelización en el tema del discipulado».
«Es muy importante para mí estar aquí delante del Papa en nombre de mi nación», dijo el sacerdote Johannes, de Etiopía; mientras que Augustus, de la India, concluyó que para él era «una novedad renovar los votos delante al Santo Padre, pues debo regresar a mi país».
De Asia y Oceanía, varios sacerdotes manifestaron su preocupación por la evangelización de sus países, en donde la presencia de la Iglesia es aún pequeña.
Paolo Nguyen, de Vietnam espera que «un día los habitantes de mi país sean visitados por el Papa»; mientras que un sacerdote de Birmania, donde el 2% de la población es católica, confesó que «es la primera y tal vez la ultima vez que renuevo mis promesas ante el Papa».
Después de la homilía, su Santidad Benedicto XVI, invitó a los sacerdotes a renovar sus compromisos «con el vestido nuevo del amor» para ponerse al servicio de la Iglesia, en una sociedad que tiene hambre de Dios.
El padre Sebastián, de Bélgica reconoció la celebración como una «gran alegría, porque es la primera renovación mi ordenación», pues fue ordenado hace 7 meses .
«He venido con alegría; ahora hay mucho qué hacer, y esta renovación es una nueva fuerza, pues el ministerio no depende del sacerdote sino de la gracia de Dios, que es lo importante», dice un sacerdote, de Indonesia que ha estado estudiando dos años en Roma.
El Papa concluyó la celebración diciendo a los sacerdotes que «hemos querido renovar nuestro compromiso de vivir de manera siempre más digna la vocación recibida» y que los óleos han sido consagrados para que «a través de nuestro ministerio la gracia divina fluya en las almas, y aporte fuerza y vida».
El Papa bendijo a los sacerdotes y obispos presentes en la Basílica y fue acogido por estos con un caluroso aplauso, mientras tenía lugar la procesión de salida.
ZS07040508
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Benedicto XVI y el presidente de Polonia hablan sobre las raíces cristianas de Europa
Lech Kaczynski ha venido a Roma en el aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 2 abril 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió este lunes por la tarde al presidente de Polonia, Lech Kaczynski, quien ha venido a Roma para participar en los momentos de oración en las celebraciones del aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II.
«Fue un encuentro privado», explicó este martes Kaczynski a los micrófonos de «Radio Vaticano». «Hablé con el Santo Padre como un fiel, y de este modo me comporte».
«Obviamente hablamos de la Causa de Beatificación de Juan Pablo II», explica, y «le repetí el enorme significado que este acontecimiento tendrá para Polonia».
El presidente y el Papa hablaron también de «las cuestiones ligadas a la Constitución europea y a la presencia de las raíces cristianas en el Tratado constitucional».
«Le aseguré al Santo Padre que seremos fieles a nuestras promesas, pero no le garanticé éxito», concluye el presidente.
ZS07040307
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El 13 de abril se presentará el libro del Papa sobre Jesús
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- El viernes 13 de abril se presentará con un acto inédito en el Vaticano el libro «Jesús de Nazaret» escrito por Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, según anunció este miércoles la Santa Sede.
La presentación no tendrá lugar en la Sala de Prensa del Vaticano, sino en el Aula del Sínodo.
Las personas encargadas de presentar el libro son también particulares: un cardenal conocido por ser uno de los más grandes teólogos en vida; un teólogo de la Iglesia Valdense, que adhiere a la Reforma que surgió con Lutero, aunque nació 350 años antes de ella; y un filósofo de fama mundial.
Se trata del cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, quien fue redactor del Catecismo de la Iglesia Católica; el profesor Daniele Garrone, decano de la Facultad Valdense de Teología de Roma, y el profesor Massimo Cacciari, antiguo alcalde de Venecia, profesor de Estética en la Universidad Vida-Salud San Rafael de Milán.
La presentación será coordinada por el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
El cardenal Ratzinger comenzó el libro en las vacaciones del año 2003. Tras ser elegido obispo de Roma, como el revela en el texto, ha aprovechado todos los momentos libres que ha tenido a disposición para sacarlo adelante.
En el prefacio, del que se han distribuido algunos pasajes, el Papa escribe que esta obra «no es ni mucho menos un acto del magisterio, sino sólo una expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor. Por ello, cada quien es libre de contradecirme».
«Dado que no sé cuánto tiempo y cuántas fuerzas me serán concedidas aún, me he decidido a publicar ahora como primera parte del libro los primeros diez capítulos que van desde el bautismo en el Jordán hasta la confesión de Pedro y la Transfiguración», aclara.
Nuevos volúmenes del libro, por tanto, serán publicados posteriormente. En España, el libro será publicado por La Esfera.
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La desilusión atea
Los críticos de la religión siguen manos a la obra
ROMA, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- El aumento de los ataques contra Dios y contra la religión no han quedado sin respuesta. Entre las respuestas al libro del año pasado «The God Delusion» (La Desilusión de Dios), del profesor de Oxford Richard Dawkins está el libro recientemente publicado por Alister McGrath, «The Dawkins Delusion?» (¿La Desilusión de Dawkins?). McGrath es profesor de teología histórica en Oxford.
En la introducción al libro del que es coautor, McGrath admite que, como lo es actualmente Dawkins, en los años sesenta era ateo. Dawkins es un experto en biología evolutiva; de igual forma, McGrath comenzó en la ciencia, logrando un doctorado en biofísica molecular.
Pero luego cambió a la teología y, cómo él explica: «Me persuadí en consecuencia de que el cristianismo era una visión del mundo mucho más interesante e intelectualmente excitante que el ateísmo».
McGrath declara que se sintió decepcionado por el nivel de la argumentación del libro de Dawkins, que describe como «el equivalente ateo de la predicación sobre los fuegos del infierno, que sustituye el pensamiento cuidadoso y basado en la evidencia por la retórica turbo cargada y gran manipulación selectiva de los hechos». Y añade: «Las prédicas de Dawkins a sus coros de odio a Dios», se basan en especulación pseudocientífica y en sucesos agregados convenientemente.
¿Una desilusión?
McGrath dedica un capítulo a explicar porqué Dios no es una desilusión, como mantenía Dawkins. Observa que las definiciones usadas por Dawkins para describir la fe, tales como «proceso de no pensamiento», son extrañas a la definición cristiana de la fe.
Dawkins argumenta correctamente que necesitamos examinar nuestras creencias, reconoce McGrath. A este fin, es necesario que los niños reciban una instrucción verdadera y cuidadosa del cristianismo. Sería con mucho más perjudicial para ellos, afirma, llenar sus cabezas con los argumentos superficiales y erróneos que Dawkins utiliza.
La mayoría de nosotros, apunta McGrath, tenemos muchas creencias que no podemos probar que sean verdad, pero son, no obstante, razonables de sostener. Así, estas creencias son justificables, sin estar absolutamente probadas en un sentido empírico. Esta situación tiene lugar no sólo en el área de la religión, sino también en la ciencia, donde hay muchas teorías que no han alcanzado el estatus de ser probadas de modo concluyente.
McGrath también cita lo que algunos eminentes científicos, como Stephen Jay Gould, un biólogo de Estados Unidos, y sir Martin Rees, presidente de la British Royal Society, han dicho sobre la religión. Ambos admitían los límites de la ciencia y aceptaban que la ciencia y la religión no son por naturaleza mutuamente exclusivas.
Por otra parte, muchas de las grandes cuestiones sobre la vida, precisa McGrath, se pueden explicar por varias teorías y no ha una prueba científica absoluta que esté disponible. Además, hay cuestiones que van más allá del objeto del método científico, tales como decidir si hay un propósito dentro de la naturaleza.
Otro eminente científico, sir Peter Medawar, que logró el premio Nobel en medicina en 1960 por su trabajo en inmunología, se ocupó de este tema en su libro «The Limits of Science» (Los Límites de la Ciencia). McGrath explica que Medawar distinguía entre las cuestiones trascendentes, que se dejan mejor a la religión y a la metafísica, y las investigaciones sobre la organización y estructura del universo material.
Una demostración más de que Dawkins no es un representante del pensamiento científico es el hecho de que en el 2006, el año en que apareció «The God Delusion», tres científicos de investigación de primer orden publicaron libros que admitían la validez de un espacio para lo divino en el universo. Estos eran: Owen Gingerich, «God’s Universe»; Francis Collins, «The Language of God»; y Paul Davies «The Goldilocks Enigma».
«Dawkins se ve forzado», concluye McGrath, «a luchar contra el hecho altamente contradictorio de que su opinión de que las ciencias naturales son una autopista intelectual hacia el ateísmo es rechazado es rechazada por la mayoría de los científicos, independientemente de sus puntos de vista religiosos».
Ser malvado
Otro argumento utilizado por Dawkins es que Dios y la religión son malvados, siendo responsables de toda suerte de violencias y abusos en la historia de la humanidad. McGrath admite que la violencia que se inspira en la religión es algo que hay que rechazar.
McGrath, que creció en Irlanda del Norte, tiene mucha experiencia de la violencia religiosa. Sin embargo, apunta que es una proposición enteramente diferente sostener que la violencia es un elemento inherente a la religión. Dawkins también yerra al convertir el ateísmo en una influencia universalmente benigna. Un vistazo a la historia del siglo XX proporciona con facilidad abundantes ejemplos de la violencia motivada políticamente, mucha de la cual fue cometida por el régimen ateo de la Unión Soviética.
McGraith precisa que, claramente, la gente es capaz tanto de la violencia como de la excelencia moral, y ambas cualidades pueden ser provocadas por visiones del mundo diferentes, religiosas o no. Al mismo tiempo, una sociedad que rechaza a Dios tiende luego a tomar por absolutos otras realidades o conceptos. Así, la Revolución Francesa en su esfuerzo por reemplazar al cristianismo con ideales laicos llevó a cabo una violenta represión para lograr imponer sus principios.
Otro libro, del 2006, también trataba la cuestión de la violencia y contestaba a las críticas hechas contra la religión. Keith Ward, profesor de teología en el Gresham Collage, de Londres, en su «Is Religión Dangerous?» (¿Es la Religión Peligrosa?) sostiene que el mundo estaría mucho peor sin la religión.
Ward admite que hay ejemplos de violencia inspirada en la religión, pero que una falta de fe puede también llevar a impulsos destructivos y al mal. Es verdad que los textos religiosos como la Biblia pueden emplearse para fines inapropiados. Pero esto sólo puede ocurrir cuando se ignoran preceptos vitales como el amor a Dios y al prójimo, y cuando los textos se sacan fuera de su contexto.
Buscar el bien
Todos los seres humanos, sostiene Ward, son susceptibles a la tentación del mal, sea religioso o no. ¿Cómo guardarse contra esto? Una de las mejores formas, sugiere, es un sistema de creencias que enseñe los principios del bien y del mal y nos motive al arrepentimiento y a buscar el bien.
En lugar de hacer acusaciones genéricas sobre «que la religión es peligrosa», debemos preguntarnos si una religión en particular en su contexto específico puede ser peligrosa, sostiene Ward. La respuesta a esta cuestión variará según las circunstancias. En general, continúa, la mayoría de la actual religión es una de las fuerzas que actúan por la estabilidad social y por el debate y la reforma moral serios.
Es cierto que la amenaza del terrorismo islámico ha traído consigo la preocupación por la violencia inspirada en la religión. Pero esta es sólo una de las formas que interpretan el Islam. Una serie de otros factores sociales y políticos, no de naturaleza religiosa, han jugado también un papel en la promoción de esta violencia. Y aunque los medios prestan más atención a la violencia religiosa, existen un montón de conflictos en el mundo de hoy que tienen poco que ver con la religión. Además, cuando la religión promueve la violencia es en ocasiones en una situación donde la religión se ha mezclado con las instituciones políticas, y es usada como un instrumento para justificar el uso de la fuerza.
Debemos recordar también todas las aportaciones positivas hechas por la religión, explica Ward en un capítulo. El ejemplo de caridad que nos ha dejado Jesús ha inspirado a personas durante siglos a seguir una vida de amor a los demás. El cristianismo ha inspirado también incontables hospitales, colegios y universidades, así como grades obras de arte, literatura y música.
La fe cristiana también ha animado a la investigación racional en el mundo material y dio lugar a la ciencia moderna. La creencia cristiana en la dignidad de la vida humana jugó un papel crucial en el desarrollo de los ideales de los derechos humanos. La religión, concluye Ward, puede ser una de las fuerzas más positivas para el bien en la vida humana.
Por el padre John Flynn
ZS07040810
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El Festival de la Juventud busca jóvenes artistas en todo el mundo
Un evento de tres días previsto en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud 2008
SYDNEY, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Ya está abierta la inscripción al Festival de la Juventud, una oportunidad para que participen, en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud 2008, jóvenes de distintas nacionalidades, comunidades y carismas.
Así lo anuncia la organización de la JMJ, el gran evento que reunirá en la ciudad australiana de Sydney a jóvenes de todo el mundo en torno al Papa en julio de 2008.
El Festival de la Juventud incluirá conciertos, artes interpretativas, exposiciones de artes plásticas, talleres, foros, debates, artistas callejeros, misiones, reuniones comunitarias o nacionales, películas, oradores y muchas otras actividades, según las propuestas que se reciban en el comité respectivo de la JMJ.
Del 15 al 20 de julio de 2008 se celebrará la JMJ en torno al lema «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos» (Hechos 1, 8).
La organización de la JMJ es consciente, de la experiencia de los encuentros anteriores, que el Festival de la Juventud es un medio muy adecuado para que los peregrinos compartan su cultura y su fe. Además, impulsa el sentido de participación.
De acuerdo con el obispo australiano Anthony Fisher O.P. –coordinador de la JMJ'08-, "las representaciones, exposiciones y debates reflejarán la perspectiva católica y los objetivos de la Jornada Mundial de la Juventud 2008".
Para participar en el Festival de la Juventud de la JMJ'08 es necesario cumplimentar el formulario correspondiente –antes del 26 de octubre próximo-, disponible en la web oficial plurilingüe www.wyd2008.org.
Los tres días de celebración del Festival de la Juventud se sitúan en plena semana de la JMJ.
Con el envío de los formularios, se reunirán los datos necesarios y las propuestas de los participantes.
Las decisiones relacionadas con la participación, ubicación y otros asuntos prácticos se darán a conocer en el curso del año.
ZS07040503
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Claves para afrontar las heridas de la vida: propuesta a los peregrinos de la JMJ de Sydney
La gran cita del Papa con la juventud del mundo en julio de 2008
SYDNEY , miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Lejos de ser un obstáculo insuperable para una vida de santidad, heridas y debilidades de la vida pueden ser instrumentos apostólicos: es la constatación que se brinda a los jóvenes que ya peregrinan «virtualmente» hacia Sydney (Australia), donde se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en 2008.
La e-PEREGRINACIÓN> («e-PILGRIMAGE>»), peregrinación «on-line», es un instrumento completamente nuevo en las JMJ para llegar a los jóvenes peregrinos y prepararles a ese gran encuentro de fe y fiesta con el Papa.
El boletín de abril preparado por la organización de la JMJ '08 para esta experiencia de e-PEREGRINACIÓN> aborda, en esta ocasión, el valor y el sentido que pueden tener las heridas de la vida, ya sean físicas, emocionales, psicológicas, espirituales o intelectuales.
Las Escrituras, ante todo, revelan su valor, escribe el obispo Anthony Fisher O.P. –coordinador del evento- en su habitual «Mensaje de esperanza» de apertura del boletín.
«Cada uno de nosotros hemos tenido experiencias que nos han herido. A veces pueden pasar años hasta que logran convertirse en “cosas del pasado”», admite el prelado a los jóvenes.
Retoma el obispo Fisher las palabras que, referidas a Jesús, subrayan las reflexiones de Semana Santa: «Por sus heridas hemos sido sanados» (Isaías 53, 5).
Y es que «el Hijo de Dios se hizo hombre para experimentar lo que experimentamos n osotros –explica monseñor Fisher-, pero también para que nosotros compartamos su experiencia».
De hecho, después de la Resurrección, Jesús invita a sus discípulos a tocar sus llagas; les muestra que las heridas sanan y se glorifican en la Resurrección, pero no desaparecerán como si no se hubieran tenido, advierte el prelado australiano.
Desde San Pablo a numerosos santos se nos enseña, además, "que no sólo son los talentos naturales los que Dios utiliza en sus vidas, sino también los elementos heridos", recalca.
«Como así fue en Jesús, nuestro modelo, Dios nos permite experimentar las heridas porque pueden convertirse –si dejamos que Él obre por medio de nuestra debilidad– en fuente de gracias para nosotros y para los demás –explica el obispo Fisher-. En algún modo misterioso, pueden unirse completar las heridas del propio Cristo».
Por eso, el prelado invita a no considerar nunca las heridas y debilidades como obstáculos insuperables para una vida de santidad, sino más bien a tomar conciencia de que, además de que «brillarán sanadas en el Cielo», «pueden ser instrumentos apostólicos en esta vida, para que la gracia de Dios actúe con poder».
ePEREGRINACIÓN>, en su edición de este mes, amplía el tema con la sección «Fundamentos de fe», en la que profundiza en «Las heridas salvíficas de Jesucristo».
Propone además la oración «Alma de Cristo», de perenne actualidad entre los fieles, si bien su origen se remonta al siglo XIV.
El testimonio de este mes es el de la jovencísima Santa María Goretti, mártir de la pureza. Se desgrana la fuerza de su fe y de su perdón, cuando afrontó la brutal agresión –que le causó la muerte- en un intento de violación. El relato recoge además la conversión de su agresor.
Y el lugar de peregrinación «virtual» esta vez es Lourdes (Francia), escenario de las apariciones de la Santísima Virgen María a Santa Bernadette Soubirous el 11 de febrero de 1585. Es meta de peregrinación anual de millones de personas, enfermas en el cuerpo o el espíritu. En el lugar se han registrado multitud de curaciones.
El boletín de abril e-PEREGRINACIÓN>, titulado «Les mostró sus manos y su costado» (Juan 20, 20), se puede descargar en formato «pdf» desde el enlace http://www.wyd2008.org/index.php/es/wyd08_pilgrims/epilgrimage__1.
Del 15 al 20 de julio de 2008 la ciudad de Sydney acogerá la JMJ que reunirá a jóvenes de todo el mundo en torno al Papa. Se espera medio millón de jóvenes en esta primera visita de Benedicto XVI a Australia.
«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos» (Hechos 1, 8) es el lema elegido para la convocatoria.
Más información e inscripciones en la web plurilingüe de la JMJ'08: www.wyd2008.org.
ZS07040404
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Sudáfrica: Una religiosa muere en un incendio para salvar a enfermos de sida
Sor Anne Trole tenía 35 años
JOHANNESBURGO, viernes, 6 abril 2007 (ZENIT.org).- En lo que ha sido descrito por la prensa local como un acto de martirio, una religiosa de 35 años que trabajaba en un hospital para enfermos de sida en Sudáfrica falleció el fin de semana al tratar de salvar a los pacientes de un incendio.
Sor Anne Thole trabajaba en la misión de la Iglesia católica romana de Maria Ratschitz, en las afueras de Dundee, donde se dedicaba a atender a enfermos de sida. El incendió se desencadenó el sábado por la noche en un edificio con techo de paja. Aparentemente ha sido provocado por un cigarrillo de uno de los pacientes, según ha explicado Irmingard Thalmeier al diario «The Mercury».
Thalmeier, religiosa y médico, fundó este centró a 30 kilómetros de Dundee, bajo el monte Hlatikulu. Reveló que cinco pacientes fueron evacuados, y que tres hombres fallecieron entre las llamas junto a sor Anne.
La religiosa trabajaba en el hospital desde el año 2005 y era también superiora del noviciado de su orden religiosa, originaria de Alemania.
«Logramos sacar a cinco pacientes. Tratábamos de regresar al edificio cuando alguien nos llamó, y de este modo nos distrajo. Sin embargo, son Anne penetró en el interior. Las exhalaciones eran excesivas y el techo se hundió», refirió a «The Mercury».
El obispo emérito, monseñor Michael Rowland, que vive a 500 metros del hospital, ha revelado: «Fue verdaderamente dramático. Me despertó alguien por teléfono para decirme que el hospital estaba en llamas. Cuando llegué, el edificio ardía, tratábamos de apagarlo con las mangueras del jardín, pero las escaleras y el techo eran una columna de fuego».
«Sor Anne ha sido muy valiente --reconoce monseñor Rowland--. Dio la vida por sus pacientes. Transmitió una enorme alegría tenía un gran amor por su vocación. Tocaba muy bien la guitarra, dirigía el coro y cantaba muy bien. Todas las novicias la adoraban».
ZS07040603
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El doctor Billings, pionero de los métodos naturales de fertilidad, ha fallecido
MELBOURNE, martes, 3 abril 2007 (ZENIT.org).- El sábado falleció el doctor John Billings, cuya labor sirvió para difundir en todo el mundo el método de regulación natural de la fertilidad al que dio nombre.
Este miércoles «Radio Vaticano» se ha hecho eco de la noticia, recordando la figura de este especialista y las claves del método que ideó.
Una breve enfermedad ha precedido la muerte del doctor Billings a la edad de 89 años.
El médico australiano ejercía en Melbourne cuando, por invitación de la Oficina católica de asesoramiento matrimonial en 1953, se dedicó al estudio de este método.
Le mereció, entre otros reconocimientos, junto su esposa Evelyn, el doctorado Honoris Causa por la Universidad romana de Tor Vergara de Roma.
Ideadores de este método natural, los cónyuges explicaron en aquella ocasión a la emisora pontificia: «Fieles a las indicaciones de la Encíclica 'Evangelium vitae' de Juan Pablo II, seguimos enseñando el método Billings de la ovulación, en la verdad y en el amor».
«Enseñamos en la verdad y en el amor, que son los dos pilares del matrimonio y expresión de la ley natural para todos», apuntaron.
Con una historia de más de sesenta años de matrimonio, los esposos fueron recibidos en aquella ocasión por Benedicto XVI.
Recordando al ginecólogo fallecido, la directora del Centro de Estudios e Investigación sobre Fertilidad de la Universidad Católica de Roma, Elena Giacchi, explicó este martes, en la emisora pontificia, el citado «método natural, que ofrece la posibilidad de conocer la fase fértil y no fértil del ciclo menstrual mediante la observación del moco cervical».
«Desde el principio el método siempre se ha dirigido a la promoción de la familia y de la vida –comenta la ginecóloga-, y esto en toda cultura y país del mundo, y siempre ha estado animado por la intención de ofrecer a los cónyuges una ayuda para crecer en el amor, en el respeto recíproco, para preparar a los cónyuges a acoger la vida o, conociendo los tiempos fértiles y no fértiles, posponer también esta posibilidad con responsabilidad».
De acuerdo con la doctora Giacchi, el método también se puede proponer a las jóvenes generaciones.
«Se trata de una oportunidad para descubrir la belleza de conocerse» -subraya-, «la belleza de descubrir la fecundidad como una dimensión preciosa y un valor que hay que salvaguardar mediante un comportamiento sexual responsable».
«Estudios autorizados, realizados también por la Organización Mundial de la Salud, han demostrado la validez del método y su gran sencillez y posibilidad de aplicación además en los países en vías de desarrollo», recalca la doctora Giacchi, situando la eficacia del método entre un 98% y 99% de éxito.
«Esto obviamente si el método se aprende de formadores cualificados y se aplica con rigor, según sus indicaciones», advierte.
El método Billings además representa «un gran valor para la promoción de la dignidad de la mujer --recalca la doctora Giacchi--, y tiene también una potencialidad diagnóstica respecto algunas patologías ginecológicas que frecuentemente son asintomáticas».
Más información en la página web de la WOOMB (Organización Mundial del Método Billings de Ovulación): http://www.woomb.org/
ZS07040308
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La Iglesia gestionará refugios para emigrantes bolivianos
En España y otros países, ante los abusos de que son objeto
LA PAZ, martes, 2 abril 2007 (ZENIT.org).-La Coordinadora Nacional Pastoral de Movilidad Humana, dependiente de la Conferencia Episcopal Boliviana, hará gestiones en España y otros países para que los refugios de la Iglesia protejan y velen en favor de los derechos de los inmigrantes bolivianos.
El padre Indenilso Bartolotto, coordinador nacional de Pastoral de Movilidad Humana, dijo a la Agencia Boliviana de Información, que preocupa a la institución la creciente migración de bolivianos hacia el exterior tanto por motivos de tradición, pobreza, falta de empleo y bajos salarios.
De acuerdo a los datos estadísticos, el 2005 dejaron el país 133.088 bolivianos; el 2006 166.226 emigrantes y en lo que va del año más de 24289 personas.
«La pobreza, el desempleo, los bajos salarios y la tradición por reencontrarse con sus familiares son una de las principales causas de la migración no solo de Bolivia, sino de otros países hacia España y Europa», dijo el sacerdote.
Ante las frecuentes denuncias de los inmigrantes bolivianos que sufren una serie de abusos, en los aeropuertos de España y otros países, esta coordinadora hará que los refugios dependientes de la Iglesia Católica brinden asesoramiento a estas personas que buscan un porvenir.
Para el padre Bartolotto, se necesita la presencia del Estado para garantizar los derechos humanos de migrantes sin la documentación necesaria, situación que le provoca perjuicios económicos porque son deportados a sus países de origen y sufren una serie de maltratos.
Carla Betancourt, quien viajaba a Suecia para visitar a sus familiares, dijo que por el solo hecho de tener pasaporte boliviano, fue detenida en París, Francia, por autoridades españolas y francesas, que sin argumentos justificados la deportaron al país después de varios días de estar detenida.
Relató que fue incomunicada, la maltrataron, se burlaron de que fuera boliviana y la insultaron. Añadió que no le dejaron hablar para decirles que contaba con su documentación al día, incluso la golpearon los policías franceses.
Dijo estar indignada por el trato que reciben los compatriotas bolivianos que sin respetar edad ni sexto, son víctimas de vejámenes de parte de policías y funcionarios de migración de España, Francia y otros países, mucho más si estos no tienen sus documentos en regla.
ZS07040306
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Católicos rusos recuerdan a Juan Pablo II y oran por su beatificación
«Se fue pero no se ha apartado de nosotros»
MOSCÚ, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Unidos en oración junto a millones de personas en el mundo, los fieles católicos en Rusia no sólo conmemoran este lunes el segundo aniversario luctuoso de Juan Pablo II, sino que elevaron una plegaria especial por su pronta beatificación.
Reunidos en la catedral metropolitana de la «Inmaculada Concepción de la Virgen María», los creyentes se dieron cita para implorar en una misa solemne y a través de la oración, que el fallecido pontífice sea beatificado lo más pronto posible.
«Hace dos años muchos lloraron y sufrieron. Se dijo que se había ido un profeta del siglo XX- XXI. Un profeta que le había enseñado al mundo a vivir con Dios. No obstante, muchos albergaron la esperanza de que él, aunque se fue, no se había apartado de nosotros; de que se había quedado vivo en muchos corazones», explicó en la homilía monseñor Andzhei Stetskevich, vicario general de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú.
Explicó que a pesar de que muchos medios de comunicación se preguntaban cómo era posible que un hombre enfermo y anciano pudiera seguir al frente de la Iglesia, Juan Pablo II demostró que su camino era el mismo que tomó Jesús: «estar hasta el final en la cruz».
Monseñor Stetskevich señaló también que nuestro tiempo tenía en la figura de Juan Pablo II, de la madre Teresa y de tantos santos a grandes testigos de la cruz, de la elección del camino del Señor y que aún antes de su muerte, el fallecido pontífice había realizado ya muchos milagros:
«Cuánta gente regresó a la fe, cuánta gente optó por la vida religiosa, cuánta gente repensó el camino. Y fue después de su muerte que muchos empezaron a rezarle como a un intermediario de Dios».
Así mismo monseñor Stetskevich expresó que tras la noticia del milagro perpetrado en sor Marie-Simon-Pierre y luego de las explicaciones que diera hace un par de semanas en Moscú el padre Slawomir Oder, postulador de la causa para la beatificación de Juan Pablo II, entorno a que los milagros han sido muchos y que constantemente llegan cartas al Vaticano de gente que asegura ser testigo de ellos, los creyentes podíamos decirle hoy a Dios:
«Señor, te pido que a través de la intercesión de Juan Pablo II, realices en mí el más grande milagro de mi vida: que regrese a Tú camino para que sea digno de cargar mi cruz. Como Juan Pablo II quiero ir en dirección a Tí, quiero estar en Tú casa, en la casa de los Santos. Te pido que esa casa, la casa del Padre, sea el hogar de cada uno de nosotros».
En una catedral donde las imágenes religiosas estaban cubiertas por una túnica morada como indica el tiempo de Semana Santa, sobresalían los dos murales expuestos con fotografías del pontificado de Juan Pablo II y en medio uno de sus pensamientos: «Debemos buscar la unidad sin ceder ante las dificultades».
De igual forma, destacaba una pequeña exposición de dibujos hechos por niños y jóvenes polacos donde se veía a Juan Pablo II haciendo la señal de la cruz, sonriendo o bien con uno de sus gestos que le caracterizaba: pensativo con las dos manos juntas al frente de la boca.
Momentos emotivos se vivieron después de la celebración eucarística cuando en la catedral se proyectó la película «Credo, la fe de Juan Pablo II», del director Alberto Michellini y en la cual al compás de diversas arias famosas, todos los asistentes revivieron los momentos del funeral del Santo Padre pero también la larga trayectoria de su pontificado.
ZS07040401
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París: judíos y católicos, de acuerdo contra la eutanasia
Declaración conjunta del arzobispo católico y el gran rabino de París
PARÍS, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Monseñor André Vingt-Trois, arzobispo de París, y David Messas, gran rabino de París, han considerado conveniente hacer pública una declaración conjunta sobre los enfermos terminales con la que desean contribuir a la promoción de una verdadera y digna atención a las personas al final de su vida.
El arzobispo de París y el gran rabino de París han reiterado su oposición a «toda forma de eutanasia», entendida como «todo comportamiento, acción u omisión, cuyo objetivo es dar muerte a una persona para poner fin así a sus sufrimientos».
«Expresamos una oposición muy firme a toda forma de ayuda al suicidio y a todo acto de eutanasia», se lee en una declaración común hecha pública el pasado 2 de abril.
Los dos firmantes se apoyan en el mandamiento bíblico «No matarás», que «exige de la familia y de los cuidadores no buscar acelerar la muerte del enfermo (...) ni pedir la ayuda de los demás en este objetivo».
Declarándose conscientes de los sufrimientos del enfermo terminal, el arzobispo y el gran rabino animan el recurso a los cuidados paliativos, previsto por una ley francesa de hace dos años.
«La solicitud debida a nuestros hermanos y hermanas gravemente enfermos o incluso agonizantes (...) exige empeñarse en dar remedio a sus sufrimientos (...). No podemos pues sino alegrarnos de lo que la ley invita a desarrollar los cuidados paliativos en todos los hospitales y establecimientos médico-sociales», subrayan.
En este aspecto, el recurso a un tratamiento «que puede tener como efecto secundario acortar la vida» cuando es el único medio de «aliviar el sufrimiento de una persona en fase avanzada o terminal de una afección grave e incurable» se juzga «legítimo bajo ciertas condiciones»: siempre que «el objetivo perseguido administrando este tratamiento (sea) únicamente aliviar los fuertes sufrimientos, no acelerar la muerte».
Mostrándose opuestos al ensañamiento terapéutico, monseñor Vingt-Trois y el rabino Messas afirman: «Sin renunciar en nada a nuestras convicciones religiosas y al respeto debido a toda vida humana, nos parece justo no emprender tratamientos que no obtendrían sino un mantenimiento de la vida al precio de forzamientos o sufrimientos desproporcionados».
«El hecho de no emprender (o de dejar de mantener), para un enfermo determinado, tal o cual tratamiento médico, no dispensa del deber de seguir cuidándolo», especialmente seguir alimentándolo «privilegiando la vía natural».
Sin embargo, si las circunstancias excepcionales obligan a «limitar o incluso suspender el aporte de nutrición», esto «no debe nunca convertirse en un medio para acortar la vida», recuerdan los firmantes de la declaración.
Este análisis común es el fruto de los trabajos del grupo de reflexión puesto en marcha por la Diócesis y el Consistorio de París. Un grupo formado por miembros del Servicio de relaciones con el judaísmo de la Diócesis de París y de la Comisión para las relaciones con otras religiones del Consistorio Israelita de París.
ZS07040510
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Ecuador: «No destruyamos el país»
Llamamiento a la reflexión y reconciliación de los obispos
QUITO, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- Con el dramático título «No destruyamos el país», la Conferencia Episcopal de Ecuador hizo el pasado 1 de abril un llamamiento a la reflexión y reconciliación ante la grave crisis política que atraviesa la sociedad ecuatoriana.
Los obispos ecuatorianos inician su comunicado afirmando: «La campaña electoral que culminó con la elección de nuestro actual Presidente se caracterizó por la insistencia en pedir un cambio de la estructura del Estado para acabar con la corrupción y los defectos del pasado, planteando como primer paso una consulta popular con miras a la convocatoria de una Asamblea Constituyente que diera al País una nueva Constitución».
Esta aspiración del pueblo ecuatoriano, añaden los obispos, «asumida con fervor por el Presidente de la República, encontró la oposición de algunos sectores políticos que han tratado de impedir o postergar su realización generando una confrontación entre los Poderes del Estado».
Para los obispos, «esta confrontación caracterizada por un lenguaje violento, el atropello a la ley, la interpretación de la Constitución de acuerdo a la conveniencia de los partidos y la manipulación de personas e Instituciones está llevando al país a su descomposición».
En estos momentos, añaden, «no sabemos a quien respetar y respaldar. Los pronunciamientos de los máximos dirigentes del Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Tribunal Supremo Electoral lejos de aclarar la situación generan confusión y propician la pugna de poderes con prepotencia, avasallamiento y amenazas contra quienes difieren en criterios».
La Conferencia Episcopal advierte que «no se puede ver un adversario en todo el que piensa diferente o discrepa en puntos de vista, tampoco se puede calificar de oposición a todo planteamiento distinto aunque sea contrastante. Se han de acoger como aportes para la reflexión y la discusión a fin encontrar la verdad, el consenso y la unidad, aspectos fundamentales de la democracia».
El comunicado añade que la Conferencia Episcopal, «empeñada siempre en la búsqueda del bienestar de todos los ecuatorianos y atenta a la estabilidad política de la Nación, mira con angustia la situación que estamos viviendo, el comportamiento de los máximos representantes del País y el atropello de la Constitución y de la Ley, y hace un nuevo llamado a la ponderación y la ecuanimidad».
«Los ecuatorianos –señalan los obispos- no queremos vencedores ni vencidos sino hermanos luchando juntos por un porvenir mejor, por una Patria nueva pero enmarcada en el derecho y el respeto mutuo. Basta ya de atropellos, de insultos, de acusaciones, de retaliaciones. La autoridad no se impone, es humilde y generoso servicio a los demás. La obediencia no se consigue con la fuerza sino con el diálogo. El respeto y el prestigio no alcanza un Gobierno con la violencia que divide sino con la paz que une a todos».
Con ocasión de la Semana Santa, tiempo privilegiado para la oración, la reflexión y la reconciliación, los obispos piden a Dios «que abra la mente y el corazón de gobernantes y gobernados y propicie el acercamiento, la unión y la fraternidad de todos los ecuatorianos para construir de veras una Patria nueva, un Ecuador grande y un Pueblo digno y respetable».
Firman el comunicado, los obispos Néstor Herrera Heredia, de Machala, presidente de la CEE; José Mario Ruiz Navas, de Portoviejo; Luis Antonio Sánchez, de Tulcán; Vicente Cisneros Durán, de Cuenca; Raúl Vela Chiriboga, de Quito; Antonio Arregui Yarza, de Guayaquil.
ZS07040512
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Avanza la construcción de la primera iglesia católica en Qatar en catorce siglos
Se dedicará a Nuestra Señora del Rosario
DOHA, martes, 3 abril 2007 (ZENIT.org).- Se prevé que para final de año habrá concluido la construcción de la primera iglesia católica que se levanta en Qatar desde el siglo VII.
El templo, situado en la zona sur de la capital, Doha, no estará abierto al público, pero constituirá un lugar donde la comunidad católica de Qatar –en su mayor parte formada por extranjeros- podrá orar junta, confirmó el viernes la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it».
«Después de más de veinte años de peticiones formales, el gobierno concedió a las confesiones cristianas los terrenos para constituir sus propios ediciones de culto», recuerda a la agencia del PIME el futuro párroco de la iglesia católica en Doha, el padre Tom Veneration.
«A los católicos se les adjudicó el terreno mayor, pues tenemos una presencia antigua en el país y porque nuestra comunidad, compuesta ya por más de 100 mil fieles, es también la más elevada en número», añade.
El terreno «fue concedido a la Iglesia por el emir Amir Hamad bin Khalifa Al Thani, quien en los últimos años --prosigue el sacerdote-- ha llevado a cabo una política de diálogo interreligioso, si bien mantiene en vigor la ley que prohíbe a la población, en su mayoría de credo musulmán, convertirse a otra religión».
«Éste es el único, pero gran límite a nuestra obra pastoral, pero debemos adaptarnos», señala.
La circunstancia de la prohibición de conversiones determina que los fieles católicos del país sean en su mayoría extranjeros.
Se calcula que el coste de la construcción de la parroquia católica, que estará dedicada a Nuestra Señora del Rosario, ascenderá a 15 millones de dólares.
Por ello, los católicos de toda la península arábiga, en su mayoría filipinos e indios, están ayudando a reunir la suma.
La inauguración se prevé para finales de año.
«Hasta ahora hemos orado en las casas o en pequeñas capillas dentro del campus americano y del filipino de Doha», explica el padre Veneration, originario de Manila.
«Sumándome a cuantos católicos viven aquí, estoy verdaderamente feliz por la idea de poder celebrar pronto la Misa en una auténtica iglesia, signo de nuestra presencia», reconoce.
«Libre, pero aislada»: así es el rostro de la comunidad católica en Qatar, describe el sacerdote.
«Crecemos en número cada año, pero no podemos hacer apostolado de ninguna manera», recalca.
Ello tiene una doble repercusión: por un lado, representa una garantía, «porque no tenemos roces con el gobierno», pero por otro lado «limita mucho nuestra misión», concluye el padre Veneration.
La colocación de la primera piedra de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario tuvo lugar el 8 de octubre de 2004, día de la festividad mariana.
Igualmente el emir donó terreno para construir edificios de culto a anglicanos, coptos, ortodoxos y protestantes.
En el país la Eucaristía se celebra en rito latino, siro malabar y siro malankar, y en diferentes idiomas: árabe, inglés, italiano, urdu, tagalo y tamil.
Qatar --cuya población es algo inferior a los 800 mil habitantes-- estableció relaciones diplomáticas con la Santa Sede en 2003; cuando se anunció esta decisión diplomática se tuvo conocimiento de que el acuerdo preveía que el gobierno qatarí pusiera a disposición de la Iglesia uno o varios terrenos para la construcción de templos, según las necesidades de los creyentes.
ZS07040301
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Una web para el 80 cumpleaños de Benedicto XVI
http://www.todoratzinger.com
ROMA, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- Con motivo del 80 cumpleaños del Benedicto XVI, que se celebrará el 16 de abril, acaba de lanzarse http://www.todoratzinger.com.
En la página web se encuentra una breve biografía (en formato pdf e isilo), un powerpoint con una cronología de la vida y obras de Benedicto XVI o una extensa bibliografía con libros y artículos de y sobre Joseph Ratzinger.
En la sección de «Estudios» aparecen algunos ensayos sobre el pensamiento del teólogo alemán, en castellano e inglés.
Los textos más significativos de este pontificado se encuentran reunidos en la sección «Qué dice el Papa», así como se facilita un acceso a los más importantes links de las web más destacadas sobre este autor en distintas lenguas.
«Nuestro propósito --explica el webmaster Fernando Mendoza.. es acercar la vida y el pensamiento del actual Papa alemán a todos los navegantes del ciberespacio».
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Masonería, laicismo y catolicismo
Entrevista a Manuel Guerra, autor de «La trama masónica»
BURGOS, martes, 2 abril 2007 (ZENIT.org).-¿Es cierto que existe una conspiración masónica? ¿Católico y masón, compatible? ¿El Parlamento Europeo está dominado por masones? Son preguntas que el profesor Manuel Guerra, autor de veinticinco libros sobre sectas y otras cuestiones, se ha formulado y intenta responder en las 444 páginas de «La trama masónica», de Styria Ediciones.
Manuel Guerra Gómez (Villamartín de Sotoscueva, 1931) es doctor en filología clásica y en teología patrística y miembro de la Real Academia de Doctores de España.
El profesor Guerra ha sido presidente de la Facultad de Teología del Norte de España, sedes de Burgos y Vitoria.
«El método masónico, íntimamente unido al laicismo, refleja el relativismo historicista y conduce al relativismo socio-cultural promoviéndolo», afirma a Zenit.
--La famosa conspiración masónica con el poder, ¿es un tópico?
--Guerra: Hay que distinguir entre masonería y masones. La masonería en cuanto tal y en teoría no aspira a poseer el poder o, al menos, a tenerlo al servicio de sus principios e intereses.
Pero, de hecho, los masones están presentes en casi todos los organismos internacionales decisorios y en las multinacionales de poder económico y político.
Es lógico que traten de hacer presentes sus principios ideológicos (relativismo, laicismo, gnosis) dondequiera que se hallen y desde sus puestos hacia fuera por irradiación.
Además, en el mundo anglosajón y en los países nórdicos, en Turquía, etc., no es que aspiren a tener el poder, es que son el poder.
Así ocurre cuando el rey es el Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra (GLUI) y de las más de 150 Grandes Logias (una en cada nación, en EE-UU una en cada Estado). En el año 1995, la GLUI contaba con 750.000 miembros en 8.000 logias de todo el mundo.
Además, como impera el secreto, no hay modo de precisar dónde actúan y hasta dónde llega su influjo directo, mucho menos el indirecto.
El gobierno de Tony Blair ha impulsado un movimiento que reclama la obligación de los masones a declarar su pertenencia a la masonería, sobre todo si son funcionarios del Estado, especialmente en la judicatura y en la policía. Es encomiable la respuesta de más de 1.400 jueces ingleses que han declarado voluntariamente su afiliación a la masonería. Evidentemente son muchos más.
Tras el affaire de la logia encubierta P2 (Licio Gelli) los funcionarios italianos en determinados ámbitos de la administración pública, si son masones, están obligados a declararlo o, en caso contrario, se exponen a perder su puesto (ley del año 1983 de la región de Toscana con Florencia como capital).
--El famoso 60% de masones en el Parlamento Europeo, ¿es un dato cierto?
--Guerra: Este porcentaje o uno similar es el asignado por Josep Corominas, Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE) hasta marzo del 2006. El 9 de febrero de 2007 ha abandonado la GLE aunque afirma seguir siendo masón y desea ser considerado como tal.
¿Una nueva escisión y Obediencia masónica o su incorporación a otra de las ya existentes? De hecho todas las propuestas cuestiones familiares, bioéticas, en disenso con la doctrina de la Iglesia e incluso con la ley natural han sido aprobadas por el Parlamento Europeo. Recuérdese también el caso del italiano Rocco Buttiglione rechazado por la mayoría laicista.
--En Roma se acaba de celebrar un congreso en el que se recuerda la incompatibilidad entre catolicismo y masonería, pero se invita a dialogar con los masones en asuntos socio-culturales. ¿Cómo se hace eso?
--Guerra: A pesar de la incompatibilidad objetiva entre la masonería y el catolicismo los católicos pueden dialogar con los masones en varios planos, no en el que la Santa Sede, consciente de los riesgos, se ha reservado como competencia exclusiva suya: «No le compete a las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de la asociaciones masónicas con un juicio que implique la derogación de cuanto ha sido establecido arriba» (Declaración sobre las asociaciones masónicas, 26.XI. 1983; AAS 76, 1984, página 100).
Además conviene tener en cuenta la realidad y las consecuencias del secreto masónico. ¿Cómo dialogar con alguien que está enmascarado? No obstante, puede dialogarse en asuntos socio-culturales. Las religiones y las ideologías terminan por formar y conformar su respectiva cultura, si bien siempre hay una base común.
El cultural, al menos en teoría, es un sector más fácil para el diálogo que el específicamente religioso e ideológico. Resulta más cómodo enhebrar el diálogo intercultural (sobre el hambre, la alfabetización, la ecología, la sanidad, la globalización, etc.) que el interreligioso.
Pero, hasta en este terreno, el diálogo con la masonería encuentra serias dificultades, pues el laicismo masónico, abierta o solapadamente, pretende arrinconar lo específicamente religioso, lo que no sea común a todas las religiones y éticas, encerrándolo como en «arresto domiciliario» en el foro de la conciencia individual y dentro de los templos.
Por eso, procura borrar las huellas socio-culturales cristianas en los países tradicionalmente cristianos, por ejemplo los «belenes» o representaciones del misterio navideño y su simbología (estrellas con o sin figuras de los Magos, incensarios) en las calles durante la Navidad, etc.).
--¿Es la masonería un substituto de la religión?
--Guerra: La masonería, en sintonía con uno de sus productos: New Age o Nueva Era, prefiere usar «espiritualidad», término de resonancias más subjetivistas, en vez de «religión».
Los masones, sobre todo si se dicen cristianos, niegan que la masonería sea religión. Si lo afirmaran, reconocerían su pertenencia a dos religiones: la católica y la masónica.
Pero, de hecho, al menos para muchos, especialmente para los masones agnósticos, deístas, es un substituto de la religión. Más aún, la masonería es llamada «religión» e incluso «la religión» en escritos masónicos y de los masones.
--¿Cómo se ha acercado usted a este mundo, si es secreto?
--Guerra: He dedicado muchas horas a estudiar las constituciones, los reglamentos y los rituales de las distintas Obediencias o federaciones de logias masónicas, así como a conversar con masones y ex-masones en España y en México, también a leer libros sobre masonería escritos por masones y por no masones.
En México, hace unos diez años, permanecí dos veranos hablando diariamente, sobre masonería, con profesores de sus universidades, masones y no masones. Dedicaba las tardes a visitar centros de diferentes sectas, algunas paramasónicas, que solían hallarse en la periferia urbana.
--La masonería, ¿es más un método que un contenido?
--Guerra: El hombre, además de pensar, siente e imagina. Los sentimientos y las imaginaciones pueden provocar interferencias perturbadoras de la lucidez mental. No obstante, las ideas y creencias orientan al hombre; los principios a las instituciones humanas, al mismo tiempo que las conforman. Pero para alcanzar la meta, es necesario utilizar el «método» adecuado.
Precisamente la etimología griega de esta palabra designa el «camino» (gr. odós) que debe recorrerse para llegar «más allá» (gr. met'), o sea, a la meta. En la masonería, su método alcanza la máxima categoría y eficacia, pues, de hecho, se ha convertido en uno de sus «principios», tal vez el básico y configurador de los demás.
Precisamente el método masónico es uno de los motivos por el cual la masonería es incompatible con la doctrina cristiana.
El método masónico, íntimamente unido al laicismo, refleja el relativismo historicista y conduce al relativismo socio-cultural promoviéndolo.
Alain Gérard, uno de los dirigentes del Gran Oriente de Francia, reconoce que «la masonería es solamente un método». Según él, un masón puede tener «opiniones», o sea, creencias propias de una religión determinada, pero el método masónico le obliga a «poner en cuestión» sus opiniones y a aceptar la posibilidad de que sean declaradas falsas si son superadas en una síntesis de razones más sólidas y con el apoyo de la mayoría.
«No existe una verdadera puesta en discusión si previamente se declara que, sea cual sea el resultado de la discusión, hay puntos en los cuales uno estará siempre convencido de tener razón», afirma.
De ahí la alergia masónica a los dogmas y a las religiones calificadas de dogmáticas, reveladas, especialmente a la cristiana.
De ahí también que los masones tienden a considerar la democracia como una obra de la masonería y al método democrático (aprobación por mayoría de votos) como algo connatural con lo masónico que lo extiende a todas las realidades, también a la verdad, al bien, etc.
Precisamente, el actual Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, Jean Michel Quilardet, en unas declaraciones a «La Voz de Asturias» (20, enero, 2007, Oviedo/España) reconoce: «Se puede pensar que existe una democracia no laica (= no laicista, no masónica), pero a mi forma de ver y según mi pensamiento, el laicismo es un avance en la democracia». Consiguientemente los demócratas, que no son laicistas o masones, si son demócratas, lo son como de segunda categoría.
--Los masones son una minoría creativa. Los cristianos, ¿también?
--Guerra: Evidentemente los masones no monopolizan la creatividad. Aunque de signo distinto, corresponde también, en no menor grado, a los cristianos con la ayuda de la gracia divina y el influjo del Espíritu Santo.
Para comprobarlo basta repasar la historia de la Iglesia y su adaptación evangelizadora a las circunstancias socioculturales tan cambiantes en los dos mil años de su existencia. «La mano o el poder de Dios no se ha recortado» (Is 59,1) en nuestros días.
Cuando hace pocos años Juan Pablo II llamaba a los Movimientos eclesiales «florecimiento primaveral», «nuevo Pentecostés», «don particular del Espíritu Santo a la Iglesia en nuestro momento histórico», inicialmente lo atribuía a su gran bondad.
El bueno, el santo, no ve sino bondad en todo, como el avaro descubre lucro y el lujurioso, placer sexual.
Cuando tuve que realizar un estudio: «Los movimientos eclesiales en España» (Real Academia de Doctores de España, «El estado de España», 2005, páginas. 80-94) y descubrí la realidad, quedé impresionado. ¡Qué creatividad la de los hijos de la Iglesia, movidos e inspirados por el Espíritu Santo, en nuestros días!
¿Cómo quedarían la Iglesia y el mundo si los Movimientos eclesiales, las obras docentes y asistenciales, etc., desaparecieran como por arte de encantamiento, dejando una especie de gigantesco «agujero negro» en la galaxia eclesial y en la socio-cultural?
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Setenta años de la encíclica contra el nazismo
«Mit Brennender Sorge», un llamamiento profético
ROMA, miércoles, 4 abril 2007 (ZENIT.org).- El 21 de marzo de 1927, Domingo de Ramos, en todas las iglesias de Alemania se leyó la encíclica del Papa Pío XI «Mit Brennender Sorge» (Con ardiente preocupación). Es la más dura crítica que la Santa Sede haya expresado jamás respecto a un régimen político
A la distancia de setenta años, aquella encíclica confirma todo lo que la Santa Sede pensaba sobre la naturaleza y peligros del nazismo. Es también profético el pasaje en el que explica que la separación de la fe y la moral lleva a la decadencia y la guerra.
Para profundizar la historia, naturaleza y enseñanzas que se sacan de la «Mit Brennender Sorge», Zenit ha entrevistado al jesuita Peter Gumpel, cuyo conocimiento histórico de las relaciones entre Alemania y la Santa Sede es decisiva.
El padre Gumpel ha explicado a Zenit que, tras la Primera Guerra Mundial, la Santa Sede realizó esfuerzos para realizar un concordato con Alemania, pero todos los intentos fracasaron. Hubo concordatos con algunos estados alemanes como Baviera, Prusia y Baden pero no con Alemania como tal.
El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler tomó el poder, y ya en abril ofreció por iniciativa suya un Concordato a la Santa sede, cuyas cláusulas eran muy favorables a la Iglesia.
En Roma, la Santa Sede no creía ni se fiaba de Hitler, pero se encontraba en la difícil situación de no poder rechazar, porque se trataba de un Concordato muy favorable.
Por tanto, la Santa Sede, aún no fiándose para nada de Hitler, firmó el Concordato. En la Curia romana sin embargo todos sabían que Hitler no observaría ni respetaría el concordato. A pocas semanas de la conclusión del concordato, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII, secretario de Estado, a la pregunta del diplomático británico: «¿Respetará Hitler el concordato?», respondió: «Absolutamente no, podemos sólo esperar que no viole todas las cláusulas a la vez».
Y en efecto, inmediatamente después de la firma, empezó la persecución de los católicos. Para defender a los católicos, la Santa Sede envió al Gobierno más de 50 protestas (cuyos textos se encuentran en el libro «Der Notenwechsel Zwischen Dem hailigen Stuhl Und Der Deitchen Reichsregierung» («El intercambio de notas diplomáticas entre la Santa Sede y el Gobierno del Reichstag – de la Ratificación de Concordato del Reich hasta la encíclica “Mit Brennender Sorge”»). (Matthias- Grunewald- Verlag – Mainz 1965).
A pesar de las protestas oficiales de la Santa Sede, los atropellos nazis se hicieron cada vez más incesantes en la educación, en la prensa, con la prisión de sacerdotes, etc., hasta el punto de que en 1936 la Conferencia Episcopal Alemana pidió una intervención pública.
Se esperaba a los obispos alemanes para la visita ‘ad limina’ en 1938, pero la fecha fue anticipada un año y fueron convocados a Roma en 1937. En aquella ocasión, todos los prelados estaban de acuerdo en pedir que la Santa Sede publicara un documento público de condena del nazismo.
El padre Gumpel ha revelado a Zenit que «el cardenal de Munich, Michael von Faulhaber escribió con todo secreto el texto de la encíclica, lo escribió todo a mano para no dictarlo a nadie y mantener el secreto».
«A este texto, que sirvió de base para la encíclica, se añadieron las intervenciones del secretario de Estado, Eugenio Pacelli, y durante siete semanas se preparó un texto con pasajes todavía más fuertes y explícitos de los indicados por Von Faulhaber» añadió el sacerdote jesuita.
El texto definitivo de la encíclica fue firmado por el Papa Pío XI el 14 de marzo de 1937. Mediante valija diplomática, algunos ejemplares impresos fueron enviados al nuncio en Berlín, quien a su vez los pasó al obispo de Berlín y desde allí correos secretos los entregaron a todos los obispos alemanes.
Sin saberlo la Gestapo, el texto fue impreso en doce imprentas. Muchos obispos hicieron imprimir algunos centenares de miles de ejemplares
Con todo secreto, los textos fueron distribuidos a todos los párrocos, a los capellanes, a los conventos y la encíclica fue leída en todas las iglesias alemanas el día 21 de marzo de 1937.
«Yo tenía 14 años y estaba en la catedral de Berlín cuando en la homilía fue leído el texto de la encíclica --recuerda el padre Gumpel a Zenit como si fuera hoy--. La iglesia estaba repleta y la reacción general fue de convencida aprobación».
El lenguaje era claro y explícito. Hitler estaba engañando a los alemanes y a la comunidad internacional. La encíclica afirmaba que el jefe nazi era pérfido, no fiable, peligroso, alguien que quería sustituir a Dios.
Relata el padre jesuita que «la reacción de los católicos fue entusiasta», mientras que «la reacción de Hitler fue furibunda». Se cuenta que Hitler durante tres días estaba tan fuera de sí que no quiso ver ni recibir a nadie.
La Gestapo fue informada el sábado por la tarde por un empleado de una imprenta que la encíclica había sido impresa, pero ya era demasiado tarde detener parar el asunto, y no se atrevieron a entrar en las iglesias porque esto habría suscitado una revuelta.
Aunque el domingo por la mañana ante las iglesias había guardias de la Gestapo, para ver si la gente tenía un texto impreso en la mano, y si alguien era sorprendido en posesión de un texto impreso era denunciado y arrestado. Las doce imprentas fueron confiscadas sin ningún reembolso y algunas personas acabaron en prisión
La comunidad internacional reaccionó de manera entusiasta. Las comunidades judías estaban contentísimas porque aquella encíclica era la más dura condena del racismo. Todos los periódicos judíos del mundo manifestaron entusiasmo por todo lo que había hecho la Santa Sede.
«Sin embargo --recuerda Gumpel con amargura--, en 1938, a pesar de que el pontífice había declarado que Hitler no era de fiar, en la conferencia de Munich, Inglaterra, Francia e Italia hicieron un acuerdo con el régimen nazi».
¿Cuáles son las partes más significativas de la encíclica?, ha preguntado Zenit al padre Gumpel. Responde que «se trata de un documento cuyo valor va más allá de la contingencia histórica, hay partes que asumen un significado profético y de gran actualidad».
«La Mit Brennendere Sorge --añade-- tiene un valor no sólo simbólico, está basada en principios de la ley natural y de la fe, es profética también para la situación de hoy y tiene un valor permanente. Si uno no se atiene a la ley natural, ni a la fe, cae en la decadencia y la historia ha probado ampliamente que esto crea disturbios continuos en el orden internacional».
En la primera parte de la encíclica se hace una historia del Concordato y se subrayan las continuas violaciones respecto a la Iglesia Católica y su fieles.
Hay una parte de la «Mit Brenneder Sorge» que denuncia el neopaganismo nazi. «Quien con indeterminación panteísta identifica a Dios con el universo, materializando a Dios en el mundo y deificando el mundo en Dios, no pertenece a los verdaderos creyentes».
La encíclica condena la concepción racial del nazismo, que «diviniza con culto idolátrico» la tierra y la sangre y «pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios»
El documento pontificio subraya «el error de hablar de un Dios nacional, de una religión nacional y el intento de aprisionar en los límites de un solo pueblo, en la estrechez étnica de una sola raza, a Dios creador del mundo ante cuya grandeza las naciones son pequeñas como gotas de un cuenco de agua».
Es muy fuerte la denuncia de la encíclica respecto al intento de Hitler de erguirse como Dios de Alemania.
La encíclica recuerda a quien para defender la religión católica «está sufriendo violencia tan ilegal como inhumana», y habla claramente de «tentaciones satánicas para hacer salir de la iglesia a los fieles». Explicita también la condena de quien intenta construir «una iglesia alemana nacional».
El padre Gumpel subraya que «las fórmulas más duras contra el nazismo son de Pacelli y Hitler lo sabía».
De aquí la furia contra Eugenio Pacelli. Hitler consideraba a Pacelli su enemigo número uno y temía su poder moral.
Para terminar, Zenit ha preguntado al padre Gumpel: ¿Que piensa de las revelaciones publicadas por el diario italiano «La Repubblica» del 29 de marzo, según el cual los documentos de archivo de la antigua Alemania del Este sostienen que Pacelli era el peor enemigo de los nazis y que quien montó la campaña de calumnias contra Pío XII fue la Unión Soviética».
Gumpel responde que «estas revelaciones no añaden nada a lo que la Santa Sede sabe ya, pero es útil para quienes han pensado y escrito que Pacelli fue nada más y nada menos que el “papa de Hitler”. Ahora hay otros documentos que prueban cuántas falsedades se han dicho sobre Pío XII. Es evidente también la responsabilidad de los soviéticos en la campaña de calumnias contra el Papa Pacelli».
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Juan Pablo II: servir a los pueblos de América Latina, también hoy
Por Rodrigo Guerra López, director del «Observatorio social» del CELAM
MÉXICO, lunes, 2 abril 2007 (ZENIT.org-El Observador).- Publicamos el último artículo de la trilogía escrita por Rodrigo Guerra López, director del «Observatorio social» del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en el segundo aniversario del fallecimiento de Karol Wojtyla con el título: «Juan Pablo II: servir a los pueblos de América Latina, también hoy».
* * *
El segundo aniversario de la muerte del Papa Juan Pablo II se da en la víspera de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se celebrará en el Santuario mariano de Aparecida, Brasil, a mediados del mes de mayo. El propio Juan Pablo II fue quien aprobó los primeros pasos que se dieron para preparar este gran acontecimiento eclesial. Sin embargo, Dios tenía planeado que fuese Benedicto XVI, quien recibiría a la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en una de sus primeras audiencias como Pontífice, y eventualmente, quien formulara y matizara el tema central: «Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida».
La V Conferencia General, o «Aparecida» tal y como ya se le comienza a decir, se coloca así en un momento crucial de la historia de la Iglesia. Un imponente pontificado termina y otro comienza lleno de expectativas y esperanzas. ¿Qué legado deja Juan Pablo II en América Latina? ¿Qué trascendencia tienen sus pasos en el llamado «Continente de la Esperanza»?
Sería muy difícil sintetizar el aporte de Juan Pablo II a los pueblos latinoamericanos. Sin embargo, es posible detectar tres aspectos fundamentales que atraviesan los mensajes de sus múltiples viajes a nuestras tierras, las conferencias de Puebla y Santo Domingo, la Exhortación «Ecclesia in America», y aún su Magisterio dirigido a toda la Iglesia.
1) La verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre
Juan Pablo II apasionadamente enseñó que Cristo revela tanto lo divino como lo humano a cada hombre en su historia concreta. El lugar donde acontece precisamente esta experiencia es la Iglesia. Es fácil trivializar y disolver estos contenidos como si fueran simplemente parte de una cierta retórica eclesiástica. Por eso, Juan Pablo II subrayaba el momento existencial que poseen estas verdades. En diversas ocasiones acudió al pasaje del encuentro del joven rico con Jesús para mostrar que no es una teoría la que nos convoca a una transformación de la vida, sino un encuentro concreto el que permite que verifiquemos con libertad en nuestra propia experiencia la verdad del anuncio cristiano. El que los temas de Cristo, la Iglesia y el hombre sean abordados desde el punto de vista de la «verdad» ayuda a apreciar la importancia de reconocer en su integridad todos los factores constitutivos que estas realidades poseen.
En efecto, siempre existe la tentación de administrar de acuerdo a nuestros gustos y preferencias los elementos que conforman la fe, privilegiando unos y ocultando otros. En América Latina, esta tentación no ha estado ausente tanto en grupos integristas como en grupos inoculados por alguna modalidad de marxismo, tanto en sectores afines al neoliberalismo como en sectores simpatizantes de la lucha revolucionaria. El Papa Juan Pablo II, a este respecto, invitó siempre a que redescubramos que el Evangelio es un don, y por lo tanto, su contenido no está sujeto a las modas ideológicas en turno, sino que es custodiado por el propio método que Jesús escogió para permanecer en la historia: la Iglesia como comunidad empíricamente localizable, guiada por los sucesores de los apóstoles, y destinada a anunciar la verdadera salvación y liberación para los hombres.
2) La opción preferencial por los pobres y la dimensión social del cristianismo
El Papa Juan Pablo II fue particularmente conciente de la explotación y miseria en la que viven millones de latinoamericanos. La escandalosa pobreza de tantos no puede obviarse. Por ello, en «Ecclesia in America» se sitúa a los pobres como un verdadero lugar teológico en el que acontece la presencia real de Jesucristo. La experiencia viva de la Iglesia en América Latina ha sido un espacio privilegiado para constatar la verdad de esta afirmación. Durante siglos, la Iglesia se ha solidarizado con el pueblo que sufre, y en muchas ocasiones ha sido la única voz que se ha alzado delante del poder autorreferencial recordando los valores que lo deberían de orientar y dirigir hacia el bien común. En las Instrucciones «Libertatis nuntius» y «Libertatis conscientia» el Cardenal Ratzinger, con aprobación de Juan Pablo II, mostró los riesgos de utilizar mediaciones socioanalíticas reductivas para interpretar el Evangelio y convocó a trabajar por una liberación integral y no complaciente de las diversas esclavitudes que sufre el hombre.
El itinerario de compromiso eclesial a favor de los más pobres en la enseñanza de Juan Pablo II parece culminar en un documento destinado a toda la Iglesia y que posee un especial significado para América Latina: «Novo milenio ineunte». En este texto, Juan Pablo II dirá: «Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse: « He tenido hambre y me habéis dado de comer, he tenido sed y me habéis dado que beber; fui forastero y me habéis hospedado; desnudo y me habéis vestido, enfermo y me habéis visitado, encarcelado y habéis venido a verme » (Mt 25,35-36). Esta página no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia.»
De esta manera la opción preferencial por los pobres se transforma en un principio permanente, en un criterio de juicio y en una directriz de acción al interior de la nueva síntesis de la Doctrina social cristiana elaborada por Juan Pablo II. El continuamente insistió en la gran responsabilidad que poseemos los fieles laicos en esta área. El sujeto de la Doctrina social de la Iglesia, es decir, quien le da concreción y operatividad, no es una clase social, no es una organización particular, sino toda la Iglesia en movimiento que a través de los fieles laicos debe proponer la vitalidad del Evangelio dentro de las estructuras sociales, económicas y políticas.
3) María y el Evangelio de la vida
La centralidad de María en el misterio de la salvación es una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano. Las visitas de Juan Pablo II a América Latina continuamente nos recordaron que Cristo llegó a nuestras tierras precisamente a través de María. Sin embargo, el papel de la Virgen en América Latina no se agota en su dimensión estrictamente espiritual sino que funge como verdadero factor identitario de nuestros pueblos. Juan Pablo II en su primera visita a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe decía: «todo este inmenso Continente vive su unidad espiritual gracia al hecho de que Tú eres la Madre».
Esta manera de mirar a la Virgen posee numerosos aspectos a destacar. Sin embargo, cobra especial importancia la relación que Ella guarda con el Evangelio de la vida según Juan Pablo II. América Latina se estremece actualmente por el incesante acoso de leyes y políticas públicas que lastiman la dignidad de las personas, en especial de quienes son más vulnerables: los no-nacidos, los pacientes terminales, los ancianos, las mujeres pobres, los niños, los matrimonios jóvenes, etc. Toda la amplia agenda de asuntos en torno a la vida y a la familia no son un tema más entre otros muchos que pueden existir en la discusión pública, sino que en ellos radica en buena medida el destino de nuestros pueblos. María, particularmente desde el Tepeyac, ha aparecido como una mujer que cuida en su vientre la Vida y que simultáneamente nos invita a seguirla en este gesto con valor y con confianza: «No estoy yo aquí que soy tu Madre, no estas acaso en mi regazo». Por ello, el Papa Juan Pablo II, prácticamente en todos sus viajes a América Latina recordó que hemos de trabajar sin descanso por anunciar el Evangelio de la vida seguros que en este esfuerzo contamos con el auxilio especial de María quien con sus virtudes logra subsanar nuestras muchas deficiencias.
La amplia labor misionera de Juan Pablo II en nuestro Continente deja una herencia impresionante que es importante enriquecer y continuar. El recuerdo cariñoso y devoto de Juan Pablo II no puede convertirse en una suerte de recuerdo melancólico. Al contrario, si apreciamos el mensaje que nos vino a traer, debemos de mirar ahora, con igual sensibilidad el modo como este ha de ser continuamente ofrecido a los hombres. Por ello, tal vez el gesto más sencillo y más profundo de amor a Juan Pablo II consiste precisamente en seguir con igual asombro y estupor el anuncio que nos hace hoy Benedicto XVI. El nuevo Papa, en su próximo viaje a nuestro Continente, mirará los frutos que la Iglesia latinoamericana ofrece hoy al mundo y nos confirmará en la fe, es decir, en la certeza de que Cristo ha venido a proponer una nueva libertad que ningún poder del mundo puede ofrecer.
ZS07040312
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El predicador del Papa sobre la historicidad y la fe en la resurrección de Jesús
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., a la liturgia del próximo domingo
ROMA, sábado, 7 abril 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. - predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del domingo de Pascua, Resurrección del Señor, el 8 de abril.
* * *
¡Ha resucitado!
Domingo de Pascua
Hechos 10, 34a. 37-43; Colosenses 3, 1-4; Juan 20, 1-9
Hay hombres --lo vemos en el fenómeno de los terroristas suicidas-- que mueren por una causa equivocada o incluso inicua, considerando sin razón que es buena. Por sí misma, la muerte de Cristo no testimonia la verdad de su causa, sino sólo el hecho de que Él creía en la verdad de ella. La muerte de Cristo es testimonio supremo de su caridad , pero no de su verdad. Ésta es testimoniada adecuadamente sólo por la resurrección. «La fe de los cristianos -dice San Agustín- es la resurrección de Cristo. No es gran cosa creer que Jesús ha muerto; esto lo creen también los paganos; todos lo creen. Lo verdaderamente grande es creer que ha resucitado».
Ateniéndonos al objetivo que nos ha guiado hasta aquí, estamos obligados a dejar de lado, de momento, la fe, para atenernos a la historia. Desearíamos buscar respuesta al interrogante: ¿podemos o no definir la resurrección de Cristo como un evento histórico, en el sentido común del término, esto es, «realmente ocurrido»?
Lo que se ofrece a la consideración del historiador y le permite hablar de la resurrección son dos hechos: primero, la imprevista e inexplicable fe de los discípulos, una fe tan tenaz como para resistir hasta la prueba del martirio; segundo, la explicación que, de tal fe, nos han dejado los interesados, esto es, los discípulos. En el momento decisivo, cuando Jesús fue prendido y ajusticiado, los discípulos no alimentaban esperanza alguna de una resurrección. Huyeron y dieron por acabado el caso de Jesús.
Entonces tuvo que intervenir algo que en poco tiempo no sólo provocó el cambio radical de su estado de ánimo, sino que les llevó también a una actividad del todo nueva y a la fundación de la Iglesia. Este «algo» es el núcleo histórico de la fe de Pascua.
El testimonio más antiguo de la resurrección es el de Pablo, y dice así: «Os he transmitido, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía, si bien algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, y más tarde a todos los apóstoles. Y después de todos se me apareció a mí, como si de un hijo nacido a destiempo se tratara» (1 Corintios 15, 3-8). La fecha en la que se escribieron estas palabras es el 56 o 57 d.C. El núcleo central del texto, sin embargo, está constituido por un credo anterior que San Pablo dice haber recibido él mismo de otros. Teniendo en cuenta que Pablo conoció tales fórmulas inmediatamente después de su conversión, podemos situarlas en torno al año 35 d.C., eso es, unos cinco o seis años después de la muerte de Cristo. Testimonio, por lo tanto, de raro valor histórico.
Los relatos de los evangelistas se escribieron algunas décadas más tarde y reflejan una fase ulterior de la reflexión de la Iglesia. El núcleo central del testimonio, sin embargo, permanece intacto: el Señor ha resucitado y se ha aparecido vivo. A ello se añade un elemento nuevo, tal vez determinado por preocupación apologética y por ello de menor valor histórico: la insistencia sobre el hecho del sepulcro vacío. Para los Evangelios el hecho decisivo siguen siendo las apariciones del Resucitado.
Las apariciones, además, testimonian también la nueva dimensión del Resucitado, su modo de ser «según el Espíritu», que es nuevo y diferente respecto al modo de existir anterior, «según la carne». Él, por ejemplo, puede ser reconocido no por cualquiera que le vea, sino sólo por aquél a quien Él mismo se dé a conocer. Su corporeidad es diferente de la de antes. Está libre de las leyes físicas: entra y sale con las puertas cerradas; aparece y desaparece.
Una explicación diferente de la resurrección, aquella que presentó Rudolf Bultmann, todavía la proponen algunos, y es que se trató de visiones psicógenas, esto es, de fenómenos subjetivos del tipo de las alucinaciones. Pero esto, si fuera verdad, constituiría al final un milagro no inferior que el que se quiere evitar admitir. Supone de hecho que personas distintas, en situaciones y lugares diferentes, tuvieron todas la misma impresión o alucinación.
Los discípulos no pudieron engañarse: eran gente concreta, pescadores, lo contrario de personas dadas a las visiones. En un primer momento no creen; Jesús debe casi vencer su resistencia: «¡tardos de corazón en creer!». Tampoco pudieron querer engañar a los demás. Todos sus intereses se oponían a ello; habrían sido los primeros en sentirse engañados por Jesús. Si Él no hubiera resucitado, ¿para qué afrontar las persecuciones y la muerte por Él? ¿Qué provecho material podían sacar?
Negado el carácter histórico, esto es, el carácter objetivo y no sólo el subjetivo, de la resurrección, el nacimiento de la Iglesia y de la fe se convierte en un misterio más inexplicable que la resurrección misma. Se ha observado justamente: «La idea de que el imponente edificio de la historia del cristianismo sea como una enorme pirámide puesta en vilo sobre un hecho insignificante es ciertamente menos creíble que la afirmación de que todo el evento –o sea, el dato de hecho más el significado inherente a él- realmente haya ocupado un lugar en la historia comparable al que le atribuye el Nuevo Testamento».
¿Cuál es entonces el punto de llegada de la investigación histórica a propósito de la resurrección? Podemos percibirlo en las palabras de los discípulos de Emaús: algunos discípulos, la mañana de Pascua, fueron al sepulcro de Jesús y encontraron que las cosas estaban como habían referido las mujeres, quienes habían acudido antes que ellos, «pero a Él no le vieron». También la historia se acerca al sepulcro de Jesús y debe constatar que las cosas están como los testigos dijeron. Pero a Él, al resucitado, no lo ve. No basta constatar históricamente, es necesario ver al Resucitado, y esto no lo puede dar la historia, sino sólo la fe.
El ángel que se apareció a las mujeres, la mañana de Pascua, les dijo: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?» (Lucas 24, 5). Os confieso que al término de estas reflexiones siento este reproche como si se dirigiera también a mí. Como si el ángel me dijera: «¿Por qué te empeñas a buscar entre los muertos argumentos humanos de la historia, al que está vivo y actúa en la Iglesia y en el mundo? Ve mejor y di a tus hermanos que Él ha resucitado».
Si de mí dependiera, querría hacer sólo eso. Hace treinta años que dejé la enseñanza de la Historia de los Orígenes Cristianos para dedicarme al anuncio del Reino de Dios, pero en estos últimos tiempos, ante las negaciones radicales e infundadas de la verdad de los Evangelios, me he sentido obligado a volver a tomar las herramientas de trabajo. De aquí la decisión de emplear estos comentarios a los evangelios dominicales para contrarrestar una tendencia frecuentemente sugerida por intereses comerciales, y para dar a quien tal vez los lea la posibilidad de formarse una opinión sobre Jesús menos influenciada por el clamor publicitario.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
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Mensaje de Pascua de Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 abril 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de Pascua que pronunció Benedicto XVI a mediodía del Domingo de Resurrección desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
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Hermanos y hermanas del mundo entero,
¡hombres y mujeres de buena voluntad!
¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros! Se celebra hoy el gran misterio, fundamento de la fe y de la esperanza cristiana: Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado de entre los muertos al tercer día, según las Escrituras. El anuncio dado por los ángeles, al alba del primer día después del sábado, a Maria la Magdalena y a las mujeres que fueron al sepulcro, lo escuchamos hoy con renovada emoción: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado!" (Lc 24,5-6).
No es difícil imaginar cuales serían, en aquel momento, los sentimientos de estas mujeres: sentimientos de tristeza y desaliento por la muerte de su Señor, sentimientos de incredulidad y estupor ante un hecho demasiado sorprendente para ser verdadero. Sin embargo, la tumba estaba abierta y vacía: ya no estaba el cuerpo. Pedro y Juan, avisados por las mujeres, corrieron al sepulcro y verificaron que ellas tenían razón. La fe de los Apóstoles en Jesús, el Mesías esperado, había sufrido una dura prueba por el escándalo de la cruz. Durante su detención, condena y muerte se habían dispersado, y ahora se encontraban juntos, perplejos y desorientados. Pero el mismo Resucitado se hizo presente ante su sed incrédula de certezas. No fue un sueño, ni ilusión o imaginación subjetiva aquel encuentro; fue una experiencia verdadera, aunque inesperada y justo por esto particularmente conmovedora. "Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»" (Jn 20,19).
Ante aquellas palabras, se reavivó la fe casi apagada en sus ánimos. Los Apóstoles lo contaron a Tomás, ausente en aquel primer encuentro extraordinario: ¡Sí, el Señor ha cumplido cuanto había anunciado; ha resucitado realmente y nosotros lo hemos visto y tocado! Tomás, sin embargo, permaneció dudoso y perplejo. Cuando, ocho días después, Jesús vino por segunda vez al Cenáculo le dijo: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente!". La respuesta del apóstol es una conmovedora profesión de fe: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,27-28).
"¡Señor mío y Dios mío!". Renovemos también nosotros la profesión de fe de Tomás. Como felicitación pascual, este año, he elegido justamente sus palabras, porque la humanidad actual espera de los cristianos un testimonio renovado de la resurrección de Cristo; necesita encontrarlo y poder conocerlo como verdadero Dios y verdadero Hombre. Si en este Apóstol podemos encontrar las dudas y las incertidumbres de muchos cristianos de hoy, los miedos y las desilusiones de innumerables contemporáneos nuestros, con él podemos redescubrir también con renovada convicción la fe en Cristo muerto y resucitado por nosotros. Esta fe, transmitida a lo largo de los siglos por los sucesores de los Apóstoles, continúa, porque el Señor resucitado ya no muere más. Él vive en la Iglesia y la guía firmemente hacia el cumplimiento de su designio eterno de salvación.
Cada uno de nosotros puede ser tentado por la incredulidad de Tomás. El dolor, el mal, las injusticias, la muerte, especialmente cuando afectan a los inocentes - por ejemplo, los niños víctimas de la guerra y del terrorismo, de las enfermedades y del hambre-, ¿no someten quizás nuestra fe a dura prueba? No obstante, justo en estos casos, la incredulidad de Tomás nos resulta paradójicamente útil y preciosa, porque nos ayuda a purificar toda concepción falsa de Dios y nos lleva a descubrir su rostro auténtico: el rostro de un Dios que, en Cristo, ha cargado con las llagas de la humanidad herida. Tomás ha recibido del Señor y, a su vez, ha transmitido a la Iglesia el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús, y confirmada por el encuentro con Él resucitado. Una fe que estaba casi muerta y ha renacido gracias al contacto con las llagas de Cristo, con las heridas que el Resucitado no ha escondido, sino que ha mostrado y sigue indicándonos en las penas y los sufrimientos de cada ser humano.
"Sus heridas os han curado" (1 P 2,24), éste es el anuncio que Pedro dirigió a los primeros convertidos. Aquellas llagas, que en un primer momento fueron un obstáculo a la fe para Tomás, porque eran signos del aparente fracaso de Jesús; aquellas mismas llagas se han vuelto, en el encuentro con el Resucitado, pruebas de un amor victorioso. Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: "Señor mío y Dios mío". Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe.
¡Cuántas heridas, cuánto dolor en el mundo! No faltan calamidades naturales y tragedias humanas que provocan innumerables víctimas e ingentes daños materiales. Pienso en lo que ha ocurrido recientemente en Madagascar, en las Islas Salomón, en América latina y en otras Regiones del mundo. Pienso en el flagelo del hambre, en las enfermedades incurables, en el terrorismo y en los secuestros de personas, en los mil rostros de la violencia - a veces justificada en nombre de la religión -, en el desprecio de la vida y en la violación de los derechos humanos, en la explotación de la persona. Miro con aprensión las condiciones en que se encuentran tantas regiones de África: en el Darfur y en los Países cercanos se da una situación humanitaria catastrófica y por desgracia infravalorada; en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, los choques y los saqueos de las pasadas semanas hacen temer por el futuro del proceso democrático congoleño y por la reconstrucción del País; en Somalia la reanudación de los combates aleja la perspectiva de la paz y agrava la crisis regional, especialmente por lo que concierne a los desplazamientos de la población y al tráfico de armas; una grave crisis atenaza Zimbabwe, para la cual los Obispos del País, en un reciente documento, han indicado como única vía de superación la oración y el compromiso compartido por el bien común.
Necesitan reconciliación y paz: la población de Timor Este, que se prepara a vivir importantes convocatorias electorales; Sri Lanka, donde sólo una solución negociada pondrá punto final al drama del conflicto que lo ensangrienta; Afganistán, marcado por una creciente inquietud e inestabilidad. En Medio Oriente - junto con señales de esperanza en el diálogo entre Israel y la Autoridad palestina -, por desgracia nada positivo viene de Irak, ensangrentado por continuas matanzas, mientras huyen las poblaciones civiles; en el Líbano el estancamiento de las instituciones políticas pone en peligro el papel que el País está llamado a desempeñar en el área de Medio Oriente e hipoteca gravemente su futuro. No puedo olvidar, por fin, las dificultades que las comunidades cristianas afrontan cotidianamente y el éxodo de los cristianos de aquella Tierra bendita que es la cuna de nuestra fe. A aquellas poblaciones renuevo con afecto mi cercanía espiritual.
Queridos hermanos y hermanas: a través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad. En efecto, resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia. A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la Muerte. "Que os améis unos a otros - dijo a los Apóstoles antes de morir – como yo os he amado" (Jn 13,34).
¡Hermanos y hermanas en la fe, que me escucháis desde todas partes de la tierra! Cristo resucitado está vivo entre nosotros, Él es la esperanza de un futuro mejor. Mientras decimos con Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!", resuena en nuestro corazón la palabra dulce pero comprometedora del Señor: "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará" (Jn 12,26). Y también nosotros, unidos a Él, dispuestos a dar la vida por nuestros hermanos (cf. 1 Jn 3,16, nos convertimos en apóstoles de paz, mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección. Que María, Madre de Cristo resucitado, nos obtenga este don pascual. ¡Feliz Pascua a todos!
[Traducción del original italiano distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
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