De la crispación a la ausencia
Una semana, el presidente Néstor Kirchner promueve la destitución de los jueces ante una tribuna política y las cámaras de la televisión; la semana siguiente, se ausenta, sin dar explicación, de un acto organizado para recordar la Guerra de las Malvinas. ¿Hay un hilo conductor en su conducta?
Es difícil entender por qué el Presidente no concurrió a Us-huaia. Se sospecha que quiso evitar una protesta docente. Pero sólo una explicación suya, convincente, disiparía las dudas.
Sin embargo, hay, sí, un hilo conductor entre aquellos exabruptos de su discurso crispado y su posterior silencio: el Presidente se comunica con la tribuna política sólo si no corre riesgo alguno de voces opositoras o independientes, porque él pretende que su discurso se transforme en la realidad misma. Y la realidad -en su entender- no puede ser nunca lo que otros dicen que es. Kirchner no tiene una visión republicana de la conducción y su conducta incluye tanto malos tratos para jueces, como para los pobladores y sus propios ministros que se quedaron plantados esperándolo.
Esa sustitución de la realidad por un discurso explica muchos de sus últimos desaciertos:
- Se manipuló el Indec, pero la inflación no baja.
- Se niega la inseguridad, pero el delito crece.
- Se publicitan obras públicas, pero las provincias se inundan. ¿Dónde estuvo Kirchner durante las inundaciones?
- Se promueve la destitución de algunos jueces, pero no se toman decisiones de fondo para resolver los muchos problemas que hay en la Justicia.
- Frente al reclamo de mesura que hizo la Corte, el Presidente recordó que los jueces le deben a él su cargo y su pretendida independencia. Pero en la contestación a la Corte, desmerece su argumento y la independencia reclamada por la Corte.
Jueces, periodistas y muchos otros sectores quedan afectados, de una forma u otra, por la conducta presidencial. A todos, sin embargo, el Presidente les debe respeto.
La previsibilidad de los actos de gobierno, el respeto a las instituciones, la capacidad de dar respuestas a los problemas reales, la creación de un clima de armonía social, la coherencia de la gestión, la transparencia y la verdad son valores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de evaluar la conducta de un presidente.
Por Adrián Ventura
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