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Servicio diario | - | 28 de febrero de 2007 |
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Santa Sede
El cardenal Biffi afronta ante el Papa y la Curia quién es el anticristo
El Papa pide oración para que la Palabra de Dios cada vez se escuche, se ame y se viva más
Cardenal Bertone: Con la diplomacia, la Santa Sede no busca su propio interés
Universitarios de Europa y Asia se encontrarán por satélite con Benedicto XVI
Mundo
Un obispo amenazado de muerte en Pakistán
Seminario «on line» para profesores de universidades católicas sobre interculturalidad
El objetivo de las asociaciones católicas de ayuda: mostrar el amor de Dios
Poemas a María, camino a la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano
Vivir 40 días diferentes: propuesta de una radio diocesana para Cuaresma
Documentación
Respuestas del Papa a las preguntas de seminaristas (II)
El cardenal Biffi afronta ante el Papa y la Curia quién es el anticristo
Reducir el cristianismo a una ideología olvidando el encuentro con Cristo salvador
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- El cardenal Giacomo Biffi ha presentado a Benedicto XVI y a la Curia Romana «la advertencia profética de Vladimir S. Soloviev» sobre el anticristo.
El predicador de los ejercicios espirituales hizo referencia al filósofo y poeta ruso, que vivió entre 1853 y 1900, para explicar que el anticristo, en realidad, consiste en reducir al cristianismo a una ideología, en vez de ser un encuentro personal con Cristo salvador.
Citando la obra de Soloviev, «Tres diálogos» (1899), el arzobispo emérito de Bolonia recordó que «el anticristo se presenta como pacifista, ecologista y ecumenista».
«Convocará un Concilio ecuménico y buscará el consenso de todas las confesiones cristianas, concediendo algo a cada uno. Las masas le seguirán, a excepción de pequeños grupos de católicos, ortodoxos y protestantes», dijo.
Según la síntesis de su predicación de este martes por la tarde, ofrecida por «Radio Vaticano», el cardenal explicó que «la enseñanza que nos dejó el gran filósofo ruso es que el cristianismo no puede ser reducido a un conjunto de valores. En el centro de ser cristianos está, de hecho, el encuentro personal con Jesucristo».
«Llegarán días en los que en la cristiandad se tratará de resolver el hecho salvífico en una mera serie de valores», escribió Soloviev en esa obra.
En su «Relato sobre el anticristo» Soloviev prevé que un pequeño grupo de católicos, ortodoxos, e hijos de la Reforma resistirán y le responderán al anticristo: «Tú nos das todo, menos lo que nos interesa, Jesucristo»
Para el cardenal Biffi esta narración es una advertencia. «Hoy, de hecho, corremos el riesgo de tener un cristianismo que pone entre paréntesis a Jesús con su Cruz y Resurrección», lamentó.
El arzobispo explicó que, si los cristianos se «limitaran a hablar de valores compartibles serían mejor aceptados en los programas de televisión y en los grupos sociales. Pero de esta manera habrían renunciado a Jesús, a la realidad sobrecogedora de la Resurrección».
Para el purpurado italiano, este es «el peligro que los cristianos corren en nuestros días»: «el Hijo de Dios no puede ser reducido a una serie de buenos proyectos homologables con la mentalidad mundana dominante».
Sin embargo, precisó el purpurado, «esto no significa una condena de los valores, sino que éstos deben ser sometidos a un atento discernimiento. Hay valores absolutos, como el bien, la verdad, la belleza. Quien los percibe y los ama, ama también a Cristo, aunque no lo sepa, porque Él es la verdad, la belleza, la justicia».
El predicador de los ejercicios precisó en la capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico del Vaticano que, por otra parte, «hay valores relativos, como la solidaridad, el amor por la paz y el respeto por la naturaleza. Si estos se convierten en absolutos, desarraigando o incluso oponiéndose al anuncio del hecho de la salvación, entonces estos valores se convierten en instigación a la idolatría y en obstáculos en el camino de la salvación».
Al concluir, el cardenal Biffi afirmó que «si el cristiano para abrirse al mundo y dialogar con todos diluye el hecho salvífico, se cierra a la relación personal con Jesús y se pone de parte del anticristo».
Los ejercicios espirituales concluirán en la mañana del próximo sábado. Durante esta semana el Papa no está manteniendo ni audiencias públicas ni privadas.
ZS07022806
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El Papa pide oración para que la Palabra de Dios cada vez se escuche, se ame y se viva más
Intenciones por las que rezar en el mes de marzo
ROMA, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pide oración para que «p ara que la Palabra de Dios sea, cada vez más, escuchada, contemplada, amada y vivida».
Así se desprende de la intención general para el mes de marzo contenida en la carta pontificia, junto a todas las demás intenciones que el Santo Padre ha confiado al «Apostolado de la oración» para este año.
El «Apostolado de la oración» (AdP, http://www.adp.it) es una iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes.
Gracias a ella, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos de todo el mundo ofrecen sus oraciones y sacrificios por las intenciones que el Papa indica cada mes a nivel universal.
Al hacer de la vivencia de la Palabra de Dios el eje de la oración del próximo mes, Benedicto XVI recalca nuevamente la importancia que tiene el tema, sobre el que ha convocado el próximo Sínodo de los obispos.
Hace un mes, al recibir a los miembros del Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, reunidos por vez primera para preparar esa asamblea de obispos del mundo, el Santo Padre subrayó su esperanza de que tal cita sirva para redescubrir «la importancia de la Palabra de Dios en la vida de cada cristiano».
Añadió otro «deseo de corazón»: que la asamblea episcopal ayude también a redescubrir «el dinamismo misionero que es intrínseco a la Palabra de Dios».
Del 5 al 26 de octubre de 2008 acudirán obispos de todo el mundo a este Sínodo, que se celebrará en el Vaticano sobre el tema escogido por Benedicto XVI: «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia».
La intención misionera de oración para el mes de marzo es la siguiente « Para que los responsables de las Iglesias jóvenes se preocupen de la formación de los catequistas, los animadores y los laicos entregados al servicio del Evangelio».
Por Iglesias jóvenes en los territorios de misión se entienden « las diócesis o vicariatos apostólicos de reciente creación y otras realidades similares, o bien lugares en los que la evangelización todavía se encuentra en una fase incipiente», explica la Congregación vatiana para la Evangelización de los Pueblos- monseñor Jerry Bitoon, oficial de este dicasterio.
Es el caso de las Iglesias en países de Asia central como Mongolia, Nepal, Bhután, o de Oriente Medio, como Arabia Saudita, Irán, Irak, o del interior de África, de Sudamérica, del sudeste asiático, de Oceanía o del subcontinente indio.
«En todos estos lugares hay una gran escasez de sacerdotes locales, a veces una ausencia total»; en otros, sí hay misioneros preparados, pero leyes específicas de algunas naciones «prohíben o hacen extremadamente difícil» la evangelización, o se registra la «resistencia, a veces violenta» y «amenazas de muerte, por parte de algunos fieles extremistas, fanáticos o fundamentalistas», recuerda monseñor Bitoon.
«Las jóvenes Iglesias están en primera línea en la evangelización», y es allí precisamente donde «el Señor de la gran mies llama a innumerables catequistas y animadores, especialmente animadores misioneros laicos, a colaborar activamente con la Iglesia local», constata.
Y «¿cuál es el secreto de su incansable dedicación a la evangelización?»: «los obispos de las jóvenes Iglesias responden rápidamente que es la formación continua de estos catequistas y animadores -no misioneros- laicos el secreto escondido de su eficacia y dedicación al mandato de Cristo de proclamar su Buena Nueva a todos, a toda costa, ¡incluso a costa de la propia vida!», confirma el oficial del dicasterio vaticano.
De ahí la importancia -advierte- de que los católicos de todo el mundo recen «para que los responsables de las jóvenes Iglesias puedan ser constantemente conscientes de la necesidad de formar bien a sus catequistas y animadores misioneros laicos».
ZS07022805
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Cardenal Bertone: Con la diplomacia, la Santa Sede no busca su propio interés
Al presentar dos volúmenes sobre las representaciones pontificias
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Con la diplomacia, la Santa Sede no persigue intereses propios sino que busca el verdadero bien del hombre y de la humanidad, afirmó el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano.
La aclaración del purpurado resonó en el encuentro «Las representaciones diplomáticas de la Santa Sede: historia, investigaciones y actualidad», que tuvo lugar el 22 de febrero en el Instituto Luigi Sturzo de Roma.
En el encuentro se presentaron dos libros en italiano de Giuseppe De Marchi «Las nunciaturas apostólicas de 1800 a 1956» («Le Nunziature Apostoliche dal 1800 al 1956», reedición del libro publicado en 1957) y de monseñor Antonio G. Filipazzi «Representaciones y representantes pontificios de la segunda mitad del siglo XX» («Rappresentanze e Rappresentanti Pontifici dalla seconda metà del XX»), de la Librería Editorial Vaticana.
Son 177 los países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas; 33 las organizaciones y organismos intergubernamentales en los que participa, incluida la ONU; 101 nuncios apostólicos en las diversas nunciaturas; 2 nuncios apostólicos a disposición de la Secretaría de Estado y el presidente de la Academia Pontificia Eclesiástica (la escuela de los futuros diplomáticos del Papa).
Además, la Santa Sede cuenta con 5 observadores permanentes no nuncios: ante la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) con sede en París; ante Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Roma; ante Consejo de Europa, ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y ante la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) con sede en Viena; y ante la Organización Mundial del Turismo en Roma.
La diplomacia vaticana «contribuye con sus medios propios al diálogo y colaboración con la comunidad civil y sus autoridades, que debe servir al bien integral de la persona, que es al mismo tiempo ciudadano y miembro de la comunidad cristiana», dijo el cardenal Bertone.
«La diplomacia pontificia actúa en este sentido en los numerosos países que acogen una Representación pontificia y en el areópago de las organizaciones y de los encuentros internacionales», añadió.
«Vale de verdad la pena recordar que los intereses que la Iglesia y la Santa Sede persiguen no son ventajas propias: buscan sólo el verdadero bien del hombre y de la humanidad, porque saben, como recuerda san Ireneo, que ‘el hombre vivo es la gloria de Dios’».
La Iglesia, gracias a esta labor, desempeña también «su misión de enseñanza, santificación y guía de los bautizados», y promueve en todas partes «el derecho a la libertad religiosa que permite a cada persona buscar y encontrar libremente a quien es fuente de la vida».
ZS07022802
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Universitarios de Europa y Asia se encontrarán por satélite con Benedicto XVI
Participarán por satélite jóvenes de Pakistán, Filipinas, China y la India
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI participará en un encuentro con universitarios de diferentes ciudades de Europa y de Asia por satélite el sábado 10 de marzo.
Entre otros países, habrá jóvenes de Pakistán, Filipinas, China y la India.
«La caridad intelectual, camino para una nueva colaboración entre Europa-Asia» es el tema del acontecimiento que tendrá como eje central el Aula Pablo VI del Vaticano, a partir de las 16.00 horas de ese día.
El acto culminará con el rezo de la oración mariana del Rosario de los jóvenes junto al Papa.
La vigilia comenzará cuando los jóvenes acojan la Cruz. El Papa les entregará las exhortaciones apostólicas de Juan Pablo II «Ecclesia in Europa» y «Ecclesia in Asia», en las que recogió las conclusiones de dos sínodos continentales de obispos.
La transmisión televisiva será realizada por el Centro Televisivo Vaticano.
Las ciudades en las que los jóvenes se reunirán para conectarse por satélite con el Vaticano son:
-- En Bolonia (Italia), los universitarios se reunirán, junto al cardenal Carlo Caffarra, en la Iglesia Universitaria de San Segismundo.
-- En Calcuta (la India), con el arzobispo Lucas Sircar, en la Cripta de la Casa de las Misioneras de la Caridad, junto a la tumba de la Madre Teresa.
-- En Coimbra (Portugal), con el obispo Manuele Cleto, en la Capilla Universitaria.
-- En Cracovia (Polonia), con el cardenal Stanislaw Dziwisz, en la iglesia de la Divina Misericordia.
-- En Hong Kong (República Popular China), con el cardenal Joseph Zen, en la catedral de la Inmaculada Concepción.
-- En Manchester (Inglaterra), con el obispo Terence Brain, en la Capilla Universitaria San Agustín.
-- En Manila (Filipinas), con el cardenal Gaudencio Rosales, en el Campus Universitario de la Universidad de Santo Tomás.
-- En Praga (República Checa), con el cardenal Miloslav Vlk, en la iglesia académica del Santo Salvador.
-- En Tirana (Albania), con el arzobispo Rrok Kola Mirdita, en la catedral de San Pablo.
-- En Turín (Italia), con el cardenal Severino Paletto, en la iglesia concatedral del Santo Rostro.
-- En Islamabad (Pakistán), con el obispo Anthony Lobo, en la Capilla Universitaria del Ave Maria College de Rawalpindi.
Más información en ufficiopastoraleuniversitaria@vicariatusurbis.org.
ZS07022801
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Un obispo amenazado de muerte en Pakistán
ROMA, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).-El obispo de Faisalabad, Joseph Coutts, está en el objetivo de los extremistas musulmanes debido a sus esfuerzos por entablar un diálogo interreligioso, y viene recibiendo amenazas de muerte desde diciembre.
El prelado, junto a dos musulmanes, un periodista y un intelectual, ha recibido amenazas por haber participado en un encuentro interreligioso en una madrasa (escuela coránica).
Las amenazas por teléfono y carta han sido reivindicadas por un grupo extremista que se autodefine «Frente de los soldados islámicos».
El obispo Coutts asegura que no se arredrará y que seguirá promoviendo las actividades interreligiosas, «en aras de la armonía social y la paz religiosa en el país».
En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el obispo dijo: «Hemos experimentado la violencia de ciertos grupos musulmanes extremistas, una violencia que antes no existía. Se trata de un fenómeno nuevo que no proviene de la población en general, sino de la promoción de esta forma de pensar dentro de grupos extremistas».
En Pakistán, país de 150 millones de habitantes, los católicos representan a una pequeña minoría de 1,5 millones de creyentes.
ZS07022808
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Seminario «on line» para profesores de universidades católicas sobre interculturalidad
Organizado por la Asociación Católica Internacional de Instituciones de Ciencias de la Educación
PARÍS, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Profesores de centros universitarios católicos de todo el mundo están conectados durante dos semanas en un foro por Internet discutiendo sobre el diálogo intercultural en la educación.
Bajo el título «Diálogo intercultural en educación: experiencias prácticas y perspectivas teóricas», decenas de profesores de centros de todo el mundo, de Japón a Argentina, de Italia a Israel, están debatiendo los retos de la universidad católica ante un mundo cultural y religiosamente plural.
El foro es el quinto seminario electrónico de la http://www.fiuc.org/phorum-5.0.21/list.php?57, ACISE, y terminará el próximo 3 de marzo.
Zenit ha entrevistado a uno de los participantes y durante muchos años organizador de estos seminarios, el profesor Bart J. McGettrick, de Escocia.
McGettrick ha sido director del St Andrew College, en Escocia y Decano de Educación a la Universidad de Glasgow y Presidente de ACISE durante varios años.
Ahora está comprometido como consultor en materias educativas en muchas áreas y en varios países.
«Pienso que es útil para profesores de universidades católicas estar comunicados porque hay problemas comunes en las comunidades católicas, así como maneras muy diferentes en que éstos valores y problemas se reflejan en la práctica», afirma.
«Los ambientes sociales, culturales, políticos y económicos de cada contexto muestran cómo los valores cristianos tienen una gran relevancia para la sociedad moderna y el pensamiento. Es un deber de los educadores estar abiertos a estas ideas y compartir experiencias entre ellos y para los demás», añade.
Según el profesor McGettrick, «la Iglesia tiene el deber de tener una voz intelectual», que sea escuchada «por el amplio público como parte del pensamiento contemporáneo».
«Si la Iglesia no lo hace, las ideas y valores del mercado se convierten en dominantes y fuertes. Necesitamos pensar en tiempos que sean más sensatos y más equilibrados», sugiere.
«Necesitamos vivir en tiempos en los que podamos crecer desde nuestras raíces y podamos alcanzar a un mundo que actualmente está vacío de liderazgo fuerte», subraya el profesor.
«A nuestro alrededor hay confusión, debilidad y falta de valores éticos. Los profesores universitarios tienen el deber de proporcionar las orientaciones, y este seminario debe proporcionar algo de confianza para lograr este objetivo», concluye.
ZS07022804
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El objetivo de las asociaciones católicas de ayuda: mostrar el amor de Dios
Según explica el arzobispo Cordes
MURCIA, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org-Veritas).- La persona que asiste a Benedicto XVI en la promoción y coordinación de las obras de ayuda de la Iglesia en el mundo considera que «las asociaciones católicas caritativas deben trabajar por disminuir la pobreza, pero su objetivo primordial es mostrar el amor de Dios en el mundo».
El presidente del Consejo Pontifico Cor Unum, moseñor Paul Josef Cordes, exhorta por este motivo a los grupos eclesiales a «mantener firmes sus raíces y objetivos para no perder su eclesialidad dando prioridad a la evangelización en las actividades caritativas que desarrollen».
El arzobispo Cordes expuso estas ideas durante la conferencia «La actividad socio-caritativa en la Encíclica “Deus Caritas Est”», pronunciada este 27 de febrero, durante la jornada de apertura de las VI Jornadas Internacionales de Caridad y Voluntariado que se celebran en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).
El prelado alemán advirtió que «tanto las asociaciones cristianas como los creyentes no deben buscar apoyos en el campo de la acción socio-caritativa que no obren acorde con el Evangelio».
Monseñor Cordes afirmó también que «la Iglesia y el Estado se necesitan el uno al otro en la búsqueda del bien del hombre, por tanto, la exigencia de cooperación entre ambas instituciones es inevitable».
Por otro lado, alabó la labor realizada por asociaciones civiles entre las que destacó el trabajo de las organizaciones no gubernamentales que «desarrollan la actividad caritativa de manera filantrópica».
ZS07022803
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Poemas a María, camino a la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano
ROMA, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).-Como aportación a la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, el sacerdote chileno Joaquín Alliende Luco, capellán internacional de «Ayuda a la Iglesia Necesitada», ha publicado un poemario dedicado a la Virgen María.
La obra se titula «Plegarias urgentes, todo nace de nuevo, María» y ha sido publicada por la Editorial «Nueva Patris».
El padre Alliende es sacerdote de Schoenstatt, fue el primer Rector del Santuario
Nacional de Maipú, y experto en la interpretación de la religiosidad popular latinoamericana.
En el ámbito de la música, de la plástica y de la arquitectura ofrece asesorías y publica composiciones que enriquecen la convergencia de las artes. Es Miembro de la Academia Chilena de la Lengua y de la Real Academia Española.
La obra está presentada por el padre General de la Orden de la Madre de Dios Francesco Petrillo, O.M.D.
Más información en genencia@patris.cl.
ZS07022811
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Vivir 40 días diferentes: propuesta de una radio diocesana para Cuaresma
COLONIA, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- La radio diocesana de Colonia (Alemania) «Dom Radio» ha lanzado una iniciativa especial para la Cuaresma: «Confiad en vivir 40 días de forma diferente».
Cada día, desde la página web de la emisora, www.domradio.de, se puede descargar, como «Podcast» o con el sistema «Video on demand», un mensaje de video de pocos minutos del capuchino Paulus Terwitte. Ahí apunta claves de preparación para la Pascua.
«Somos conscientes del hecho de que planteamos también tareas difíciles. Pero precisamente su solución puede conducir al paso más importante fuera del peligroso frenesí diario», ha afirmado el religioso.
El calendario cuaresmal, ya en su tercera edición, pide a los fieles «hacer cosas que siempre se han querido hacer, pero que no se ha tenido nunca el valor de realizar, o bien el tiempo no parecía llegar a ello», añade.
Las sugerencias van desde acercarse al propio banco e investigar la sostenibilidad de la inversión que se realiza con los propios ahorros, a visitar un barrio pobre de la ciudad y emplear allí un poco de tiempo.
ZS07022809
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Respuestas del Papa a las preguntas de seminaristas (II)
En su visita al Seminario Romano Mayor (17 de febrero de 2007)
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 febrero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la segunda parte de las preguntas de los seminaristas del Seminario Romano Mayor y las respuestas de Benedicto XVI durante la visita que el Papa realizó al mismo el 17 de febrero de 2007.
La primera parte de las preguntas y respuestas fue publicada en el servicio de Zenit del 27 de febrero de 2007
* * *
DIMOV KOICIO: DIÓCESIS DE NICÓPOLIS AD ISTRUM (BULGARIA) IV año (2° TEOLOGÍA)
Santo Padre, usted, comentando el vía crucis del año 2005, habló de la suciedad que hay en la Iglesia; y en la homilía de la misa de ordenación de sacerdotes romanos del año pasado nos puso en guardia contra el peligro "de buscar hacer carrera, de tratar de subir más alto, de esforzarse por conseguir una buena posición mediante la Iglesia". ¿Cómo afrontar estos problemas del modo más sereno y responsable posible?
Benedicto XVI: No es fácil responder a esta pregunta, pero ya he dicho —y es un punto importante— que el Señor sabe, sabía desde el inicio, que en la Iglesia también hay pecado. Para nuestra humildad es importante reconocer esto y no sólo ver el pecado en los demás, en las estructuras, en los altos cargos jerárquicos, sino también en nosotros mismos, para ser así más humildes y aprender que ante el Señor no cuenta la posición eclesial, sino estar en su amor y hacer resplandecer su amor.
Personalmente considero que, en este punto, es muy importante la oración de san Ignacio, que dice: "Suscipe, Domine, universam meam libertatem. Accipe memoriam, intellectum atque voluntatem omnem. Quidquid habeo vel possideo mihi largitus es; id tibi totum restituo, ac tuae prorsus voluntati trado gubernandum. Amorem tui solum cum gratia tua mihi dones, et dives sum satis, nec aliud quidquam ultra posco".
[“Toma mi Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta”. Según una traducción litúrgica reportada por Zenit].
Precisamente esta última parte me parece muy importante: comprender que el verdadero tesoro de nuestra vida es estar en el amor del Señor y no perder nunca este amor. Luego somos realmente ricos. Un hombre que ha encontrado un gran amor se siente realmente rico y sabe que esta es la verdadera perla, que este es el tesoro de su vida y no todas las demás cosas que posee.
Nosotros hemos encontrado, más aún, hemos sido encontrados por el amor del Señor, y cuanto más nos dejemos tocar por su amor en la vida sacramental, en la vida de oración, en la vida de trabajo, en el tiempo libre, tanto más podemos comprender que, si hemos encontrado la verdadera perla, todo lo demás no cuenta, todo lo demás sólo es importante en la medida en que el amor del Señor me atribuye esas cosas. Con este amor yo soy rico, soy realmente rico, y estoy en una posición elevada. Encontremos aquí el centro de la vida, la riqueza. Luego dejémonos guiar, dejemos que la Providencia decida qué hace con nosotros.
Al respecto, me viene a la mente una anécdota de santa Bakhita, la gran santa africana, que era esclava en Sudán y luego en Italia encontró la fe y se hizo religiosa. Cuando ya era anciana, el obispo visitaba su monasterio, su casa religiosa, y no la conocía. Al ver a esta pequeña religiosa africana, ya encorvada, le dijo: "Pero, ¿qué hace usted, hermana?". Bakhita le respondió: "Yo hago lo mismo que usted excelencia". El obispo admirado preguntó: "¿Qué cosa?". Y Bakhita le contestó: "Excelencia, los dos hacemos lo mismo, hacemos la voluntad de Dios".
Me parece una respuesta hermosísima. El obispo y la pequeña religiosa, que ya casi no podía trabajar, hacían lo mismo, en posiciones diversas: trataban de hacer la voluntad de Dios, y así estaban cada uno en el lugar debido.
También me vienen a la mente unas palabras de san Agustín, que dice: Todos somos siempre sólo discípulos de Cristo y su cátedra está en un lugar más alto, porque esta cátedra es la cruz, y esta altura es la verdadera altura, la comunión con el Señor, también en su pasión. Me parece que, si comenzamos a entender esto, en una vida de oración diaria, en una vida de entrega al servicio del Señor, podemos librarnos de esas tentaciones tan humanas.
FRANCESCO ANNESI: DIÓCESIS DE ROMA del V año (3° TEOLOGÍA)
Santidad, la carta apostólica "Salvifici doloris" del Papa Juan Pablo II pone de relieve que el sufrimiento es fuente de riqueza espiritual para todos los que lo aceptan en unión con los sufrimientos de Cristo. En un mundo que busca todos los medios, lícitos e ilícitos, para eliminar cualquier forma de dolor, ¿cómo puede el sacerdote ser testigo del sentido cristiano del sufrimiento y cómo debe comportarse ante quienes sufren, sin resultar retórico o patético?
Benedicto XVI: ¿Qué hacer? Debemos reconocer que conviene tratar de hacer todo lo posible para mitigar los sufrimientos de la humanidad y para ayudar a las personas que sufren —son numerosas en el mundo— a llevar una vida buena y a librarse de los males que a menudo causamos nosotros mismos: el hambre, las epidemias, etc.
Pero, reconociendo este deber de trabajar contra los sufrimientos causados por nosotros mismos, al mismo tiempo debemos reconocer también y comprender que el sufrimiento es un elemento esencial para nuestra maduración humana. Pienso en la parábola del Señor sobre el grano de trigo que cae en tierra y que sólo así, muriendo, puede dar fruto. Este caer en tierra y morir no sucede en un momento, es un proceso de toda la vida.
Cayendo en tierra como el grano de trigo y muriendo, transformándonos, somos instrumentos de Dios y así damos fruto. No por casualidad el Señor dice a sus discípulos: el Hijo del hombre debe ir a Jerusalén para sufrir; por eso, quien quiera ser mi discípulo, debe tomar su cruz sobre sus hombros y así seguirme. En realidad, nosotros somos siempre, un poco, como san Pedro, el cual dijo al Señor: No, Señor, este no puede ser tu caso, tú no debes sufrir. Nosotros no queremos llevar la cruz. Queremos crear un reino más humano, más hermoso en la tierra.
Eso es un gran error. El Señor lo enseña. Pero Pedro necesitó mucho tiempo, tal vez toda su vida, para entenderlo. Porque la leyenda del Quo vadis? encierra una gran verdad: aprender que precisamente llevar la cruz del Señor es el modo de dar fruto. Así pues, yo diría que antes de hablar a los demás, nosotros mismos debemos comprender el misterio de la cruz.
Ciertamente, el cristianismo nos da la alegría, porque el amor da alegría. Pero el amor es siempre un proceso en el que hay que perderse, en el que hay que salir de sí mismo. En este sentido, también es un proceso doloroso. Sólo así es hermoso y nos hace madurar y llegar a la verdadera alegría. Quien quiere afirmar o quien promete sólo una vida alegre y cómoda, miente, porque esta no es la verdad del hombre. La consecuencia es que luego se debe huir a paraísos falsos. Precisamente así no se llega a la alegría, sino a la autodestrucción.
Sí, el cristianismo nos anuncia la alegría; pero esta alegría sólo crece en el camino del amor y este camino del amor guarda relación con la cruz, con la comunión con Cristo crucificado. Y está representada por el grano de trigo que cae en tierra. Cuando comencemos a comprender y a aceptar esto, cada día, porque cada día nos trae alguna insatisfacción, alguna dificultad que también produce dolor, cuando aceptemos esta escuela del seguimiento de Cristo, como los Apóstoles tuvieron que aprender en esta escuela, entonces también seremos capaces de ayudar a los que sufren.
Es verdad, siempre resulta problemático que uno que tiene buena salud o está en buena condición trate de consolar a otro que está afectado por un gran mal, sea enfermedad, sea pérdida de amor. Ante estos males, que conocemos todos, casi inevitablemente todo parece sólo retórico y patético. Pero yo diría que, si estas personas pueden percibir que nosotros tenemos com-pasión, que somos com-pacientes, que queremos llevar juntamente con ellos la cruz en comunión con Cristo, sobre todo orando con ellos, asistiéndolos con un silencio lleno de simpatía, de amor, ayudándoles en la medida de nuestras posibilidades, podemos resultar creíbles.
Debemos aceptar que, tal vez en un primer momento, nuestras palabras parezcan sólo palabras. Pero si vivimos realmente con este espíritu del seguimiento de Jesús, también encontraremos la manera de estar cerca de ellos con nuestra simpatía. Simpatía etimológicamente quiere decir com-pasión por el hombre, ayudándolo, orando, creando así la confianza en que la bondad del Señor existe incluso en el valle más oscuro. Así podemos abrirles el corazón para el Evangelio de Cristo mismo, que es el verdadero Consolador; abrirles el corazón para el Espíritu Santo, llamado el otro Consolador, el otro Paráclito, que asiste, que está presente.
Podemos abrirles el corazón no para nuestras palabras, sino para la gran enseñanza de Cristo, para su estar con nosotros, ayudándoles para que el sufrimiento y el dolor se transformen de verdad en gracia de maduración, de comunión con Cristo crucificado y resucitado.
MARCO CECCARELLI: DIÓCESIS DE ROMA, diácono (será ordenado sacerdote el próximo 29 de abril)
Santidad, en los próximos meses mis compañeros y yo seremos ordenados sacerdotes. Pasaremos de una vida bien estructurada por las reglas del seminario a la situación mucho más compleja de nuestras parroquias. ¿Qué consejos nos da para vivir lo mejor posible el inicio de nuestro ministerio presbiteral?
Benedicto XVI: Aquí en el seminario tenéis una vida bien articulada. Yo diría, como primer punto, que también en la vida de los pastores de la Iglesia, en la vida diaria del sacerdote, es importante conservar, en la medida de lo posible, un cierto orden: que nunca falte la misa; sin la Eucaristía un día es incompleto; por eso, crecemos ya en el seminario con esta liturgia diaria. Me parece muy importante que sintamos la necesidad de estar con el Señor en la Eucaristía, que no sea un deber profesional, sino que sea realmente un deber sentido interiormente, que nunca falte la Eucaristía.
El otro punto importante es tomar tiempo para la liturgia de la Horas, y así para esta libertad interior: con todas las cargas que llevamos, esta liturgia nos libera y nos ayuda también a estar más abiertos, a estar en contacto más profundo con el Señor. Naturalmente, debemos hacer todo lo que exige la vida pastoral, la vida de un vicario parroquial, de un párroco o de los demás oficios sacerdotales. Pero no conviene olvidar nunca estos puntos fijos, que son la Eucaristía y la liturgia de las Horas, para tener durante el día cierto orden, pues, como dije al inicio, no debemos estar inventando cada día. Hemos aprendido: "Serva ordinem et ordo servabit te". Esas palabras encierran una gran verdad.
Asimismo, es importante no descuidar la comunión con los demás sacerdotes, con los compañeros de camino; y no descuidar el contacto personal con la palabra de Dios, la meditación. ¿Qué hacer? Yo tengo una receta bastante sencilla: combinar la preparación de la homilía dominical con la meditación personal, para lograr que estas palabras no sólo estén dirigidas a los demás, sino que realmente sean palabras dichas por el Señor a mí mismo, y maduradas en una conversación personal con el Señor. Para que esto sea posible, mi consejo consiste en comenzar ya el lunes, porque si se comienza el sábado es demasiado tarde: así la preparación resulta apresurada, y tal vez falte la inspiración, porque hay otras cosas en la cabeza. Por eso, ya el lunes conviene leer sencillamente las lecturas del domingo siguiente, que tal vez parecen inaccesibles, como las piedras de Massá y Meribá, ante las cuales Moisés dice: "Pero, ¿cómo puede brotar agua de estas piedras?".
Dejemos que el corazón digiera estas lecturas. En el subconsciente las palabras trabajan y cada día vuelven un poco. Obviamente, también hay que consultar libros, si es posible. Con este trabajo interior, día tras día, se ve cómo poco a poco va madurando una respuesta, poco a poco se abre esta palabra, se convierte en palabra para mí. Y dado que soy un contemporáneo, también se convierte en palabra para los demás. Luego puedo comenzar a traducir lo que veo en mi lenguaje teológico al lenguaje de los demás; sin embargo, el pensamiento fundamental es el mismo para los demás y para mí.
Así se puede tener un encuentro permanente, silencioso, con la Palabra, que no requiere mucho tiempo, tiempo que tal vez no tenemos. Pero reservadle un poco de tiempo: así no sólo madura una homilía para el domingo, para los demás, sino que también nuestro propio corazón es tocado por la palabra del Señor. Permanezcamos en contacto también en una situación donde tal vez disponemos de poco tiempo.
Ahora no me atrevo a dar demasiados consejos, porque la vida en la gran ciudad de Roma es un poco diversa de la que yo viví hace cincuenta y cinco años en Baviera. Pero creo que lo esencial es precisamente esto: Eucaristía, liturgia de las Horas, oración y conversación con el Señor cada día, aunque sea breve, sobre sus Palabras que debo anunciar.
No hay que descuidar nunca la amistad con los sacerdotes, la escucha de la voz de la Iglesia viva y, naturalmente, la disponibilidad con respecto a las personas que nos han sido encomendadas, porque precisamente de estas personas, con sus sufrimientos, con sus experiencias de fe, con sus dudas y dificultades, podemos aprender a buscar y encontrar a Dios, encontrar a nuestro Señor Jesucristo.
[Traducción del original italiano distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
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