Revelan detalles de un milagro atribuido a Juan Pablo II
Se curó una monja enferma de Parkinson
ROMA.- Se llama Marie-Simon-Pierre y tiene 45 años. Es la monja francesa que se curó del mal de Parkinson por un presunto milagro de Juan Pablo II.
Si bien la identidad de la religiosa iba a ser revelada oficialmente pasado mañana por el arzobispo de Aix-en-Provence, Francia, el diario Le Figaro se anticipó y reveló ayer el misterio.
De la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la Maternidad, Marie-Simon-Pierre, que hace diez meses le escribió una carta al Vaticano para dar testimonio de su curación milagrosa, fue descripta por el periódico francés como una religiosa muy discreta. "Una mujer eficiente y dinámica, extremadamente reservada. Uno se pregunta siempre qué misterio esconde detrás de sus anteojos", comentó un obstetra de la maternidad Sainte-Félicité de París, donde la religiosa trabaja.
La protagonista del caso que muy probablemente determine la beatificación de Juan Pablo II (1978-2005) hoy saldrá del anonimato y entrará en el ojo del huracán mediático. En medio de gran expectativa, la mujer dará una conferencia de prensa en la curia de Aix-en-Provence. El lunes -cuando se cumplan dos años de la muerte de Juan Pablo II, en que la gente proclamó en ese momento "Santo subito!" (´¡Santo ya! )- asistirá en Roma a la solemne ceremonia de cierre de la fase diocesana del proceso de beatificación del pontífice polaco en la basílica de San Juan de Letrán.
Fuerza y coraje
La historia de la religiosa miracolata, a quien se le diagnosticó mal de Parkinson en 2001, tiene detalles impresionantes.
Según escribió en la carta testimonial manuscrita que envió al Vaticano, la terrible enfermedad, también padecida por el papa polaco, con el tiempo iba avanzando paralizando parcialmente la parte izquierda de su cuerpo. La monja trabajaba como enfermera en una maternidad de Puyricard, cerca de Aix-en-Provence.
"A partir del 2 de abril de 2005, la enfermedad comenzó a devastarme. Veía disminuirme día tras día [...]. No podía más escribir, y si lo hacía, era casi ilegible", contó la hermana en la misiva. "Al morir Juan Pablo II, todo se dio vuelta: yo había perdido a un amigo que me comprendía y que me daba fuerzas para seguir adelante", agregó. Años antes, al enterarse del terrible diagnóstico, sor Marie tenía "grandes dificultades para mirar a Juan Pablo II por televisión". Con el pasar del tiempo, sin embargo, pasó a admirar "su fuerza y su coraje" para enfrentar la enfermedad, que la estimulaban a "combatir y amar".
El 14 de mayo de 2005, al día siguiente de que Benedicto XVI decidió saltearse las normas para abrir en tiempo récord el proceso de beatificación de su predecesor, todas las religiosas de la congregación de sor Marie comenzaron a rezarle a Juan Pablo II para que su compañera se curara.
Debido al progresivo empeoramiento de su estado de salud, el 2 de junio la religiosa fue a hablar con su superiora para ponerle fin a su actividad profesional. La superiora le pidió que aguantara un poco más, hasta que ella volviera de Lourdes en agosto, y le solicitó, además, que escribiera en un papel el nombre "Juan Pablo II". Sor Marie hizo entonces un garabato ilegible.
Esa misma noche, "entre las 21.30 y las 21.45, sentí la necesidad de agarrar una birome para escribir", testimonió. Para gran sorpresa, la escritura había pasado a ser increíblemente legible. Más tarde, en medio de la noche, la monja se despertó "estupefacta por haber dormido", y sintiéndose inexplicablemente bien, sin dolores, saltó de la cama. "Un llamado interior", según dijo, la condujo entonces a la capilla, donde "una gran paz y una sensación de bienestar" envolvieron su cuerpo.
A la mañana siguiente, sor Marie estaba convencida de haberse curado, y dejó de tomar los medicamentos para tratar la enfermedad. Días después, el 7 de junio, una visita al neurólogo que la atendía desde hacía cuatro años confirmaba "con sorpresa la desaparición de todas las señales" de la enfermedad de Parkinson.
Sor Marie volvió a trabajar como enfermera en la maternidad, y reencontró su "sonrisa y alegría de vivir". A fines de 2006, la religiosa fue enviada a la maternidad de París donde trabaja actualmente, y hoy es centro de la atención mediática.
Como su curación había sido inexplicable, el arzobispo de Aix-en-Provence decidió abrir una investigación, que concluyó el 23 de marzo último. Toda la documentación irá ahora a la Congregación para la Causa de los Santos, donde una comisión médica, y más tarde una comisión de cardenales y obispos, darán su veredicto. Si éste es positivo, le tocará a Benedicto XVI reconocer el milagro que abrirá las puertas a la beatificación de Juan Pablo II, que habría ocurrido el 2 de junio de 2005, dos meses después de su muerte.
Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia