|
Vendetta En el fondo de sus mentes, casi todos los iracundos campeones de derechos humanos que escupieron, una vez más, su odio a Alfredo Astiz, saben muy bien que no acusan a éste de lo que dicen acusarlo ante el mundo cuando gritan, gimotean, insultan y convierten a un tribunal apelativo en vidriera de su vendetta ideológica. Lo saben reo de una culpa y de un crimen que no pueden ellos abiertamente denunciar sin descubrir su propio pasado y denunciarse también a sí mismos; conque disfrazan la verdadera acusación con otra, potable mediáticamente y fácil de tragar. Esa culpa y ese crimen son los de haberse infiltrado con éxito en células terroristas que operaban táctica y estratégicamente en todo el país bajo el designio de instaurar un gobierno revolucionario de ultra izquierda. Y como es sabido que si un terrorista (siempre que sea de los años setenta) se infiltra en algún puesto enemigo se trata de militante revolucionario, pero si un enemigo se infiltra en un puesto terrorista se trata de un pestilente violador de derechos humanos, entonces Alfredo Astiz seguirá siendo, frente a todos los televisores, sinónimo de ultraje y alevosía.
|
La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1