8va.parte. E) CONDEPTO DE LA VERDADERA Y FALSA TOLERANCIA.
[33]. Intensamente desearía la Iglesia que estas enseñanzas cristianas que sumariamente hemos esbozado, penetrasen en las instituciones y en la vida de todos los órdenes de la república. De gran eficacia serían para contrarrestar tantos y tan graves males como nos asedian en estos tiempos, la mayor parte de los cuales tienen su origen en esas libertades tan propaladas y que parecían habían de producir frutos tan saludables. La realidad ha deshecho todas las esperanzas. En vez de frutos gratos y saludables, se han recogidos frutos venenosos y amargos. Si se quiere encontrar un remedio, se ha de buscar en las buenas doctrinas , y únicamente en ellas se podrá se podrá cifrar la conservación del orden y la defensa de la verdadera libertad.
La Iglesia, sin embargo, como verdadera madre que es, no olvida cuán grande es la debilidad humana y cuán impetuoso el torbellino de esta época, que amenaza arrasarlo todo : los espíritus y las cosas. Por estos motivos, sin otorgar derecho alguno a lo que esté fuera de la verdad o del bien, no deja de tolerar que el Estado permita algunas cosas ajenas a la verdad y al bien, siempre que sea para evitar el mal mayor, o para conservar o lograr algún bien. Dios mismo, cuya providencia y cuya bondad son infinitas y cuyo poder todo ,lo puede, permite, no obstante que existan males en el mundo, ya para que logren mayores bienes, ya para evitar males mayores. En el gobierno de los pueblos justo es imitar al que gobierna todo el universo ; más aún, siéndole imposible al gobernante impedir todos los males, “ debe hacer muchas consesiones y dejarlas sin castigo, las cuales, ,sin embargo, serán justamente condenadas por la providencia divina.- Debet multa concedere atque impunita relínquere, quae per divinam tamen providentiam, vidicantur, et reste- San Aug..De lib. Arb. 1. I.c6,n14.-
Pero en tales circunstancias si bien la ley civil puede y aun debe, por causa del bien común, y sólo por esta causa, tolerar y permitir algún mal , sin embargo, no debe aprobarlo ni quererlo por sí mismo, porque siendo el mal la privación del bien, no puede contribuir al bien común, que es lo único que el legislador debe amparar y proteger de la mejor manera que le sea posible. También en esto la ley humana debe imitar a Dios, que por el hecho de permitir los males del mundo,ni quiere que haya males, ni quiere que deje de haberlos, sino solamente permite que los haya, lo cual ya es un bien.- Deus…neque vult mala fieri, neque vult mala no fieri, sed vult permítre mala fíeri, et hoc est bonum.S.Th.,p.I,q. XIX,c9,ad 3.
Pero es preciso reconocer, si hemos de decir la verdad, que cuando mayor de males se hayan de tolerar en un Estado, tanto más distará ese Estado del ideal; además supuesto que la tolerancia al mal debe regularse por la prudencia de los gobernantes, debemos advertir que no debe llevarse esa tolerancia más allá de los límites necesarios, es decir, de lo que reclama el bien común. Por o tanto, si la tolerancia del mal fuere perjudicial a la colectividad y causa de mayores males, sin duda alguna que no debe consentirse, pues entonces falta su requisito: la causa del bien común. Sí, pues, en la virtud de circunstancias difíciles, la Iglesia llegare a tolerar algunas de las modernas libertades, no por desearlas en sí, sino por que juzgare ser ello conveniente, cuando las circunstancias se tornaren más favorables, ella hará uso de su libertad y ya con razones, ya con ruegos, ya con exhortaciones, tratará de cumplir su misión divina, que es la de procurar la salvación eterna de las almas.
Pero una cosa queda siempre inconcusa : que esa libertad que se extiende a todo y a todos, no es de suyo admisible, como lo hemos dicho muchas veces, pues la razón no se aviene a otorgar el mismo derecho a lo falso y a lo verdadero..
[34]Y en lo que se refiere a la tolerancia fácil es de ver cuánto distan de la equidad y de la prudencia de la Iglesia los fautores de LIBERALISMO.,
Porque al permitir a los ciudadanos, sin límite alguno, todas las libertades de que hemos hablado, sobrepasan toda medida, hasta el extremo de parecer que no guardan mayores respeto a por la verdad y el bien,, que por la falsedad y el vicio. Y porque la Iglesia, columna inconmovible de la verdad y maestra incorruptible de las costumbres, repudia y censura constantemente, como es su deber, tan pernicioso y reprobable género de tolerancia ,la acusan de poco paciente y benigna, sin advertir , que lo que para ellos es reprochable, es más digno de toda alabanza. Aunque, por lo demás, mientras tanto hablan de tolerancia , muchas veces no pretenden sino encadenar a la Iglesia, negándole esa libertad que tan generosamente otorgan a cualquiera.
( Continuaremos con : “RECAPITULACIÓN. “ El Director. )