Aunque es noche cerrada de sombras y arreboles, marcharán por los montes
llevando sus ofrendas.
La estrella indoblegable marcará el derrotero, se unirán en el rezo,
se encontrarán las sendas.
Son pastores que parten de una tierra crujiente, cabrerizos que velan
los misterios del agro.
Son labriegos curtidos de antiguas cicatrices, pero presienten todos que ha nacido
el Milagro.
Está en la caravana el albarrán oscuro, con sus manos informes de vellón
y gramillas,
están las campesinas descifrando tañidos, los aldeanos que insisten en contar
maravillas.
Van al paso solemne que el desierto demarca, los Magos revestidos de augusta
agorería.
Un saber primordial les fue dado en herencia, al tiempo de la espera siguió
la epifanía.
Se ha sumado,cansina, la mula del arriero; la mugiente presencia de unas
vacas ajenas.
Pero el ángel se goza con aquellas visitas, preñadas de pobrezas, de fatigas
y penas.
Ni el furente de Herodes, ni su vara sangrienta, ni la gris peripecia entre
el llanto y la fiebre,
opacan la divina realeza del Niño, de José y de María en la luz
del pesebre.
Los profetas hablaron: el Verbo se hizo carne. Los hombres y las cosas
le rinden alabanza.
Llegan desde las cuatro trayectorias posibles, a refundar en ellos
la olvidada esperanza.
¿Estaremos nosotros, llegados de esta patria, que ha desterrado el nombre del
Nacido en Belén?
¿Estarán los que habitan las orillas de un suelo, en que mandan los ruines
y el honor es rehén?
¿Cómo irán los leales perseguidos sin pausa, los soldados cautivos,
los hogares vejados,
los que han matado impunes aún antes de que nazcan, cómo irán tan pequeños
y sus pies destrozados?
Espéranos, Señor, porque igual llegaremos, buscando entre las ruinas tu
cuna enamorada.
Tal vez tenga la marcha jirones de neblinas . Sabrás que somos tuyos por la
cruz y la espada.
Antonio Caponnetto
llevando sus ofrendas.
La estrella indoblegable marcará el derrotero, se unirán en el rezo,
se encontrarán las sendas.
Son pastores que parten de una tierra crujiente, cabrerizos que velan
los misterios del agro.
Son labriegos curtidos de antiguas cicatrices, pero presienten todos que ha nacido
el Milagro.
Está en la caravana el albarrán oscuro, con sus manos informes de vellón
y gramillas,
están las campesinas descifrando tañidos, los aldeanos que insisten en contar
maravillas.
Van al paso solemne que el desierto demarca, los Magos revestidos de augusta
agorería.
Un saber primordial les fue dado en herencia, al tiempo de la espera siguió
la epifanía.
Se ha sumado,cansina, la mula del arriero; la mugiente presencia de unas
vacas ajenas.
Pero el ángel se goza con aquellas visitas, preñadas de pobrezas, de fatigas
y penas.
Ni el furente de Herodes, ni su vara sangrienta, ni la gris peripecia entre
el llanto y la fiebre,
opacan la divina realeza del Niño, de José y de María en la luz
del pesebre.
Los profetas hablaron: el Verbo se hizo carne. Los hombres y las cosas
le rinden alabanza.
Llegan desde las cuatro trayectorias posibles, a refundar en ellos
la olvidada esperanza.
¿Estaremos nosotros, llegados de esta patria, que ha desterrado el nombre del
Nacido en Belén?
¿Estarán los que habitan las orillas de un suelo, en que mandan los ruines
y el honor es rehén?
¿Cómo irán los leales perseguidos sin pausa, los soldados cautivos,
los hogares vejados,
los que han matado impunes aún antes de que nazcan, cómo irán tan pequeños
y sus pies destrozados?
Espéranos, Señor, porque igual llegaremos, buscando entre las ruinas tu
cuna enamorada.
Tal vez tenga la marcha jirones de neblinas . Sabrás que somos tuyos por la
cruz y la espada.
Antonio Caponnetto