Recibí condecoración por esa tan penosa y útil campaña. Concluida la campaña del Colorado, continué siempre haciendo servicio en las aguas por todo el año 1834 y parte del 35, al mando de diversos buques, el Bergantín Goleta “ General San Martín “, el Bergantín “ Republicano “ ,el Cute “ Patriota “, y la Goleta “ Sarandí “.
El 2 de agosto de dicho año de 1834 fui ascendido a capitán. El 18 de marzo de 1835 se me destinó a Ayudante de la Capitanía del Puerto, y el 15 de julio del mismo año volví al amndo de la “ Sarandí “.
Servía en la Isla de Martín García cuando fue asaltada por los franceses el 12 de octubre de 1838, tengo la gloria de ser uno de ese centenar de argentinos que la defendieron con un valor tal que llenó de admiración a los prepotentes invasores , quienes no pudieron menos de publicarla con las más altas expresiones de elogio.
Acaba entonces de ser ascendido a Sargento Mayor el 10 de septiembre del mismo año, y puesto al mando de la Goleta “ Manuelita “.
Desde 1839 fui destinado a hacer servicio en tierra en el arma de artillería, asistí a “ Pago Largo “, “ Caagancha “, “ Sauce Grande “, “ Don Cristóbal “, “ Diamante “ y “ Caaguazúi “, en las más de estas jornadas mandaba en Jefe de artillería, y en la última fui herido de un lanzazo.
El 27 de diciembre de 1839 fui ascendido al empleo de Teniente Coronel, y el 15 de marzo de 1840 ,yendo a Santa Fe a la cabeza un tren y un cuerpo de artillería, tuve un encuentro con las fuerzas marítimas francesas en el Río Seco, jurisdicción de dicha Provincia.
El 15 de abril de 1841 volvía a las aguas bajo las órdenes del Señor Brigadier General D. Guillermo Brown hasta 1843, teniendo yo sucesivamente el mando del Bergantín “ Manuel Belgrano “ y de la Goleta “ Nueve de Julio “ , montando cada uno de estos buques me hallé en diversos combates.
El 17 de agosto de 1843 fui nombrado Comandante del Bergantín Goleta “ Vigilante “. El 26 de diciembre de 1844 fue puesta a mis órdenes la escuadrilla del Río Paraná, constante de siete velas.
El día 15 de septiembre de 1845 fui nombrado Comandante en Jefe de una de las baterías situadas en la vuelta de “ Obligado “, y el 20 de noviembre del mismo año me cupo la inmortal gloria de tomar una muy distinguida parte en la resistencia de 10 horas que opusieron nuestras frágiles baterías a las considerables escuadras inglesa y francesa, poniendo fuera de combate a varios de sus importantes buques, y echando al fondo del río a centenares de intrépidos marinos; resistencia que tanto eco hizo en América y en Europa y que tanto honor valió al nombre argentino.
En 9 de diciembre del mismo año fui colocado de Comandante en Jefe de la costa del Río Paraná, en la que casi diarias eran mis contiendas con los buques de guerra ingleses y franceses que lo surcaban.
Destinado el 9 de marzo de 1846 a fortificar la costa de “ Quebracho “ y “ San Lorenzo “ con el mando en Jefe de las fuerzas de aquel punto, el 4 de junio de el mismo año fue poderosamente embestido por las fu8erzas anglo-francesas, y las de mi mando resistieron con igual brío; allí recibí una grave herida en el hombro izquierdo que inutiliza por períodos el uso de todo el brazo, allí perdió casi totalmente el oído, allí adquirí estas gloriosas tachas.
El 21 de septiembre de 1849 fui nombrado Comandante del Bergantín Goleta “ Pontón “, el 26 de enero de 1852 Comandante de la Barca “ Julio “, el 20 de marzo de 1852 Comandante del Vapor “ Correo “ y jefe de las Fuerzas que habían de partir para el río Uruguay , el 15 de mayo del mismo año se me destinaba inesperadamente a la baja absoluta.
En muy costoso compendio he extractado mi hoja de servicios; muchos pliegos ocuparía si intentase detallar mis trabajos mis fatigas, permítame V.S. este movimiento de reacción, permítame gloriarme de ellas porque las he dedicado todas a la República Argentina.
A la república Argentina entendía yo servir cuando servía a todo Gobierno a quien la gran mayoría del país obedecía, no estaba en mi derecho, como soldado ,excudriñar su origen ni examinar sus actos. Allí donde el Gobierno me ha colocado, allí he cumplido ciegamente mi deber, con igual decisión bajo todas las administraciones de Buenos Aires sin que nada me importase su color. He servido con lealtad bajo todos los gobiernos, bajo el del general Las Heras, el del señor Rivadavia, el del general Viamonte dos veces, el del general Rosas cinco veces, el del general Balcarce y el del doctor Maza, con igual lealtad bajo el de todos, de casi todos he recibido honrosas confianzas, ascensos y condecoraciones.
Hablando con un virtuoso patriota como es V.E. estoy cierto de ser bien comprendido cuando afirmo que mi entusiasmo ardía más puro en los combates que defendía ala Patria contra los extranjero. Llevo en mi cuerpo las severas impresiones del plomo de Brasil,, del plomo de Francia, del plomo de la Gran bretaña, y estos signos me hermosean a mi vista, y estos signos me recrean al contemplarlos.
Si el uso de un brazo y de un oído podía hace tiempo haber pedido ir a descansar a inválidos: pero todavía aspirando todavía a servir a mi patria, soportaba con paciencia mi desventajosa situación en las fatigas. Mas ya que mi Patria no necesita aún mis servicios; que al menos no desaire los que por tanto tiempo y con tanto fervor le he rendido. Esto y aun peor que esto, un delito de mi parte supondría según ordenanzas mi baja absoluta, y yo ninguno he cometido, Señor Excmo. Me retiro s inválidos co n el sueldo correspondiente es lo prescripto para mi caso por las leyes, de que V.E. es recto observador.
Así es que :
A V.E. pido y suplico se digne retirarme a inválidos con el sueldo de tal. Es justicia.” (Fdo. ) Juan B.Thorne.
La nota tuvo el efecto querido por Thorne, y su paso a inválidos fue dispuesto. Pero el experimentado artillero-marino, de 45 años, ha de volver a tomar parte de nuestra vida pública, para acompañar a sus antiguos compañeros Hilario lagos y Coé, en la revolución de febrero de 1853, lo que le vale la separación definitiva del servicio.
Según noticias familiares, sus ansias de navegar no murieron allí y volvió a hacerlo en buques mercantes. No existen empero, pruebas de ello en este Buenos Aires, que tantas veces lo recibió en triunfo, Thorne falleció el 1º de agosto de 1885, en la casa que ocupaba en Tucumán 1482, según Ratto, de un ataque de broconeumonía, quien cuenta además el Dr. Castillo, su médico, necesitando hacerle una cura de ventosas, no pudo hacerle una cura con ventosas, (*)no pudo hacerlo porque se lo impedían las cicatrices del guerreo. “ Tribuna Nacional “ , en su edición del día siguiente, manifiesta, por su parte , que el fallecimiento se produjo por falla del corazón. En esta edición del 2 de agosto, el diario mencionado, dice textualmente : “ Juan Bautista Thorne. Ayer a las 7 de la mañana dejo de existir, victima de un ataque al corazón, el anciano jefe de la Armada, coronel D. Juan Bautista Thorne, el cual sirvió a las órdenes del almirante Brown en diferentes combates navales. Por el ministerio respectivo se decretaron los honores militares que corresponden a su rango. Hoy a las 4 de la tarde serán conducidos sus restos mortales al cementerio del Norte. Paz en la tumba de ese buen servidor de la Patria “.Eso es todo.
En 1885, su nombre es impuesto a una torpedera. Todavía la Patria se halla en deuda con Juan Bautista Thorne. Falta rendir homenaje a sus actos de arrojo, a su sangre vertida por una patria, contra todos sus los enemigos, de adentro y de afuera, contra los mismos argentinos , por este patriota argentino nacido en Nueva York.
(* ).He tenido oportunidad de verlas aplicar a mi Sr. Padre-3ra generación de médicos –Se llamaban “ Ventosas Escarificadas” y se aplicaban en las espaldas del pacientes en ambos hemitorax , - en cierto tipos de Neumopatías agudas- con un aparato metálico de forma cúbica de unos 5 o 6 cm. de lado, cuya base se apoyaba en la piel y que tenía 4 ó 5 ranuras longitudinales por donde aparecían las navajas que cortaban la piel por una palanquita que se accionaba desde la cara superior; inmediatamente con alcohol ardiendo se colocaba la ventosa rápidamente y, que al apagarse succionaba sangre a su interior; y así se iba coronando cada espalda con más de media docenas de ellas que se las dejaba hasta que se llenaban de sangre o el paciente mejoraba en su congestión pulmonar. El Director.