La Crisis de la Iglesia vista hace casi 40 años
DossierEn 1967 el padre Julio Meinvielle pronunciaba esta conferencia en Buenos Aires. De ella se ha conservado un parte en registro sonoro. Y si bien el hilo del discurso se corta por ese motivo, lo dicho en la parte conservada es una más que elocuente descripción del mundo actual. En 1967 el P. Meinvielle veía claramente lo que ocurriría en el mundo actual y sobre todo en la Iglesia. Su perspicacia demuestra que siguiendo el consejo del Señor "vigilad y orad" no será tan fácil que nos engañen. Vigilemos, pues, y oremos, para no caer en la trampa.
Por el Rvdo. Padre Julio Menvielle
(conferencia pronunciada en Buenos Aires, en 1967)
Dejo las palabras cordiales del Padre Antonio de Monterosso y entro en el tema. El tema es la Iglesia en la actualidad.
Evidentemente que este es un tema de gran significado en este momento de confusión dentro de la Iglesia. La confusión ya está en la dialéctica que se ha querido introducir en la Iglesia misma, entre Iglesia Preconciliar e Iglesia Posconciliar. La Iglesia Preconciliar en la mente de los que así la llaman sería una cosa que no debió existir. La Iglesia estuvo equivocada hasta ahora.
Con ello se quiere liquidar y sepultar dos mil años de historia cristiana; dos mil años con su riqueza de doctrina: los padres, los doctores, Cristo mismo. Se quiere liquidar la riqueza de la Santidad de la Iglesia: santos mártires, confesores, vírgenes, casados, en todas las profesiones de la vida, que la han santificado con las virtudes heroicas. Se quieren liquidar las obras de caridad y misericordia que la Iglesia ha practicado en esos dos mil años suscitando admirables formaciones de almas santas y caritativas. Se quiere sepultar la riqueza artística de la Iglesia, en su Liturgia, en el arte, en la arquitectura, en la pintura, en la música.
Por eso, hay que examinar el momento actual de la Iglesia; primero en los planes de los hombres y luego en el plan de Dios. En el plan de Dios, digo, porque Cristo nos exhortó a mirar los signos de los tiempos. Aprended de la parábola de la higuera cuando sus ramas están tiernas y brotan las hojas, conoceréis que el estío se acerca. Y hoy cuando la confusión está invadiendo la Iglesia de modo siniestro y sombrío, algo raro de Dios está por acontecer.
En primer lugar, para comprender a la Iglesia actual es menester tener presente la parábola del grano de mostaza.
Decía el mismo Cristo, es semejante el Reino de los Cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en su campo, y con ser la más pequeñas de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse un árbol de suerte que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas . ¡Esta es la Iglesia de Cristo! Fue una semilla pequeñísima plantada por Cristo. Pero de todas las instituciones humanas es la más inmensa y gloriosa en el correr de los siglos. Es la Esposa de Jesucristo.
Las siete iglesias del Apokalipsis en la historia
La Iglesia en su vida, en el decurso de los siglos va realizando aquella enseñanza del apóstol san Juan a las Siete Iglesias del Apocalipsis: a la iglesia de Éfeso, a la iglesia de Esmirna a la iglesia de Pérgamo a la iglesia de Thyatira, a la iglesia de Sardes, a la iglesia de Filadelfia y a la iglesia de Laodicea.
Efeso, la predicación apostólica
Primero es la iglesia de Éfeso, la iglesia que nace impetuosa, la iglesia apostólica. Éfeso significa eso: Ímpetu. Ya el apóstol Pablo, en el año 57 de nuestra era, escribía a los romanos: ¡Cómo! ¿No han oído la predicación de la palabra de Cristo? Y contesta: ¡Cierto que sí! Por toda la tierra se difundió su voz, y hasta los confines es su pregón. Todo el mundo romano y el griego y el bárbaro se enteró de la persona de Cristo.
Esmirna, el testimonio de los mártires
Después de la Iglesia de Éfeso, viene la Iglesia de los mártires; los grandes campeones de la Fe dan testimonio de Cristo: es la Iglesia de Esmirna. Esmirna quiere decir amargura. Con la amargura del sufrimiento testimonian que Cristo es Dios. Y el gran Obispo San Ignacio, siendo llevado allá al final del siglo I en cadenas de Antioquia a Roma para ser entregado a las fieras, podía exclamar: ¡ Oh bestias saludables que están preparadas para mí! ¿Cuándo vendrán? ¿Cuándo serán lanzadas? ¿Cuándo les será concedido gozarse con mis carnes? Soy trigo de Cristo, seré molido por los dientes de las fieras para ser convertido en pan limpio. Y el esplendor de la Iglesia de los mártires, que duró desde la pasión del Señor hasta el año 300 de nuestra era, fue grande y glorioso. No sólo por la sangre derramada, sino por la sangre derramada en honor de Jesucristo, Salvador de los hombres, Primer Mártir de la Fe Cristiana. Fue una sangre salvadora de la humanidad.
Pérgamo, la iglesia de los doctores
Vienen después la Iglesia de Pérgamo y la Iglesia de Thyatira. La Iglesia de Pérgamo es la Iglesia de los doctores, de los grandes doctores. Y la Iglesia de Thyatira, la iglesia del esplendor cristiano, del esplendor medioeval.
Thyatira, el esplendor de la Cristiandad
La iglesia de Constantino inaugura el reconocimiento publico de la Iglesia de Cristo y los dos grandes poderes de la tierra, el político y el religioso, se juntan en unidad armónica para la legislación de la ciudad cristiana. Primero de la Europa cristiana que ha de oír la voz evangélica de los padres y doctores. De san Ireneo, de san Basilio, de san Juan Crisóstomo, de san Ambrosio y del grande san Agustín.
La Europa cristiana que ha de vivir la grandeza de la ciudad cristiana fundada sobre los dos poderes será la ciudad cristiana que ha de culminar en el esplendor del siglo XIII, esplendor de la política de San Luis, rey de Francia, de los grandes pontífices Gregorio VII, Inocencio III.
Ciudad cristianana que ha de culminar en el esplendor de la filosofía cristiana de santo Tomás de Aquino. Ciudad cristiana que ha de culminar en el arte cristiano del beato Angélico, de la catedral gótica. Ciudad cristiana cuyo elogio lo ha hecho el gran pontífice León XIII en la Inmortale Dei, para que quede grabada firmemente desafiando la estulticia de los progresistas que abominan de la cristiandad.
Dice el gran pontífice que la Europa cristiana civilizó a las naciones bárbaras, he hizo cambiar la ferocidad por la mansedumbre, la superstición por la verdad y rechazó victoriosa las invasiones de los mahometanos, y conservó el cetro de la civilización y se ha acostumbrado a ser guía del mundo hacia la dignidad de la cultura humana y maestra de los demás; y ha agraciado a los pueblos con de la verdadera libertad en su variadas formas; y muy sobriamente ha creado numerosas obras para aliviar la desgracia de los hombre; Ese gran beneficio se debe, sin duda ni discusión posible, a la religión, la cual auspicio la realización de tamañas empresas y coadyuvó a llevarlas a cabo. Habrían perdurado ciertamente, prosigue el pontífice, aún hasta ahora esos mismos beneficios, si ambas potestades hubiesen mantenido la concordia, y con razón mayores se podrían esperar si se acogiesen la autoridad, el magisterio y las orientaciones de la Iglesia con mayor lealtad y constancia. Las palabras que escribía Ivo de Chartres al Romano Pontífice Pascual II debían respetarse como una norma perpetua: "Cuando el poder civil y el sacerdote viven en buena armonía, el mundo esta bien gobernado, la Iglesia florece y prospera; pero cuando están en discordia no solo no prosperan las cosas pequeñas, sino también las cosas grandes decaen miserablemente".
De la Cristiandad al mundo moderno
La Cristiandad, en la armonía del sacerdocio y del imperio, se prolongó durante mil años, desde la época de Constantino y Carlomagno hasta la Revolución Moderna. Revolución emprendida por los enemigos de la Iglesia contra el orden Cristiano. Revolución moderna del Renacimiento y de la Reforma, en que el hombre ya no quiere ajustar su vida a la Ley Evangélica sino a la de la pura razón y a la de la naturaleza. Revolución que llena los siglos XVI, XVII y XVIII. ¡Revolución del hombre! ¡Revolución de la exaltación del hombre, contra Dios! Humanismo contra Cristocentrismo.
La iglesia de Sardes: el capitalismo liberal
Luego la revolución moderna del capitalismo liberal: La Iglesia de Sardes. Sardes es el lugar donde nació Creso, el hombre famoso por sus riquezas y la acumulación del oro del mundo pagano. Revolución moderna del capitalismo liberal en que el hombre no quiere ajustarse a la ley de la simple razón sino a la del instinto, de la pura libertad y de la avaricia; la acumulación de riquezas. Y entonces la única preocupación del hombre se convierte en amontonar riquezas, ya no cumple aquel precepto del Señor: Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. Ya lo primero es la acumulación del capital. Y es claro, la acumulación del capital en una minoría de privilegiados, tienen que traer forzosamente en el otro polo, la acumulación de la miseria y de la ruina de la mayoría.
La revolución moderna del capitalismo liberal tiene que producir y engendrar necesariamente la tercera revolución, la Revolución comunista en que el hombre, despojado de Dios y del goce sensible del liberalismo se ajusta a la esclavitud de la sociedad colectiva. Y entonces vemos, el proceso de degradación en que viene cayendo el hombre: de los sobrenatural cae en la ciudad naturalista, de esta en la sociedad del capitalismo, sociedad económica. Y del capitalismo en la sociedad del comunismo.
La sociedad tecnocrática
Nos encontramos entonces hoy al final de la tercera revolución del capitalismo y del comunismo. Ya se están liquidando en el mundo los últimos restos del liberalismo y se ha entrando resueltamente en la esclavitud de la Sociedad Máquina, la sociedad tecnocrática del funcionamiento perfecto en que cada hombre tendrá su dosis de trabajo, su dosis de placer, su dosis de cultura. Y en lo religioso, en lo cultural, en lo político, en lo económico, se ajustará al funcionamiento perfecto de un mecanismo de relojería.
Es la sociedad de hoy que está acondicionando al hombre en todos los aspectos y sobre todo en el aspecto psicotécnico. Se está cumpliendo una gran función de lavado de cerebro a través de los medios de comunicación para hacer al hombre un simple robot que reaccione automáticamente ante los estímulos que se le dan. Para nivelar el pensamiento del hombre, los sentimientos del hombre. La sociedad máquina.
La Cristiandad, es decir el mundo humano bajo Cristo, habrá quedado entonces totalmente liquidado. Y el mundo vivirá una sociedad perfecta, con la perfección de un mecanismo. Pero el hombre se habrá convertido en un robot. Seguirá llamándose libre pero nunca habrá sido tan esclavo.
Hasta aquí el desarrollo del mundo. Primero la Iglesia floreciendo, luego la Iglesia sometida.
Ocupación de la Iglesia por sus enemigos
Pero ahora, en estos momentos la lucha que los enemigos han llevado contra el mundo cristiano, contra la Cristiandad, para crear la ciudad naturalista de los siglos XVI, XVII y XVIII, para crear la ciudad liberal del siglo XIX y la ciudad comunista del siglo XX; ahora ya lleva los golpes contra la Iglesia misma, ¡Desde dentro de la Iglesia! Este es el significado del actual progresismo, de la iglesia progresista; de lo que está pasando con ese fenómeno de la Iglesia progresista. Iglesia alentada por grandes teólogos, los teólogos publicitados, los Congar, los Rahner, los Schillebeeck, todos los teólogos que aparecen en los diarios publicitados por la propaganda.
En el Progresismo también hay grades cardenales, figuras públicas: el Cardenal Fuerer de Lovaina, el Cardenal Ley de Viena, el Cardenal Bea por supuesto. Los Enemigos de la Iglesia, la Masonería y el Comunismo han entrado dentro de la Iglesia y están empeñados en la destrucción de la Iglesia. En esa tarea están empeñados, vuelvo a repetir, altos cardenales, altos obispos, sacerdotes eminentes, teólogos de renombre y laicos encumbrados. La lucha se lleva en todos los frentes y con todas las armas. Se trata de liquidar a la Iglesia.
Destrucción de la doctrina
En el frente doctrinario no hay verdad católica que se mantenga en pie. Se dice que ya el pecado no existe, que el pecado original no existe, que Adán y Eva no existieron y que el hombre viene por una evolución continua desde una materia primigenia, viene ascendiendo a estados más altos de conciencia y perfección. Teilhard de Chardin, el vocero de este progresismo evolucionista, está de moda, como Uds. saben. Se niega en consecuencia la enseñanza del apóstol Pablo: Por uno ha entrado el pecado y la muerte en el mundo, por uno, Cristo, entra la gracia y la vida.
Al atacar el pecado original se atacan todos los dogmas católicos, porque si el hombre no nace pecador, si no viene pecador al mundo ya no necesita tanto a Dios, Cristo está de más. No hay un Redentor. Y estos teólogos cuestionan la persona de Cristo, cuestionan la Encarnación, cuestionan la Resurrección; con la famosa teoría de Mullman de que todo es mito: los milagros son mitos, las figuras de la escritura son mitos, las parábolas son mitos, la resurrección de Cristo es otro mito.
Destrucción de la formación sacerdotal
Se cuestiona la persona adorable de Cristo, se cuestiona a la Virgen Madre, se la despoja de sus privilegios, de su Virginidad, de su Concepción Inmaculada, de su gloriosa Asunción y esto, no algún teólogo aislado, sino muchos teólogos; y esa enseñanza después se repite en los seminarios, en las casas de formación. Esa enseñanza la repite el catecismo holandés, el catecismo francés que fue aprobado por 104 obispos contra 1.
Al no haber pecado no tienen razón de ser los sacramentos, no hace falta entonces bautizar a los niños, no hace falta el sacramento del perdón y la penitencia y hay sacerdotes que aconsejan a la gente que no se confiese, que la fornicación no es pecado, que la masturbación no es pecado.
Se cuestiona la Eucaristía, la transustanciación, o sea el cambio de sustancia del pan en el cuerpo de Cristo y el cambio de sustancia del vino en la sangre de Cristo. La santa Misa no es el Sacrificio de Cristo sino una cena litúrgica que cada vez se acerca más a un espectáculo o a un show.
Esta es la situación de la Iglesia. Y para que no crean que estoy exagerando, el 31 de marzo de 1967, el Times de Nueva York relataba así alguno de los errores que circulan hoy por la Iglesia:
Muchos teólogos holandeses sostienen que la perpetua virginidad de María es un mito. Es más moderno, se dice, creer que Cristo era hijo de María y de José. El teólogo dominico Eduardo Schillebeeck, perito en el Segundo Concilio Vaticano, propone que la Resurrección de Cristo no puede ser la recomposición física de su cuerpo sino una especie de manifestación espiritual. Gusta más creer que la resurrección ha sido el impacto de la personalidad de Cristo sobre sus discípulos y su presencia en los corazones de los cristianos.
Claro que al negar un dogma tan fundamental, como dice San Pablo: si no creemos que Cristo resucitó, vana es nuestra Fe. ¿En qué creemos entonces?
Teólogos holandeses rechazan el pecado original como un estigma espiritual heredado y dicen que hay que mirarlo en cambio como expresión simbólica de que la humanidad es pecadora y que el mundo es imperfecto. Por esa razón esos pensadores cuestionan la necesidad del bautismo para los niños. Decir que un ser humano nace condenado es un sin sentido, añade el teólogo laico Daniel de Nantes, secretario del centro ecuménico de Holanda. Cielo o Infierno, dice el teólogo dominico William Van der Mas, eso no nos preocupa para nada.
Al mismo tiempo que se cuestiona la doctrina, los dogmas fundamentales de la Iglesia, se alienta la corrupción de costumbre.
Destrucción de las costumbres
Hasta ahora la castidad y la virginidad eran un florón de la Iglesia Católica: el celibato de los sacerdotes, la virginidad en las religiosas. Todo eso hoy se cuestiona y se ve a los sacerdotes movilizándose para la supresión del celibato y a las religiosas movilizándose para introducir lo sexual en los conventos.
Y ya Freud entra en la Iglesia como un Santo Padre y regula la doctrina sexual de seminaristas, religiosos y clérigos. Está el famoso caso de Cuernavaca, de todo un monasterio de benedictinos donde entró el psicoanálisis de Freud... Claro, se acabó todo esto. Y Lemercier ha acabado contrayendo el matrimonio, celebrando el matrimonio en Cuernavaca mismo.
Se sostiene que lo que importa hoy es el amor, el amor es la razón de ser de la vida, del matrimonio... Claro, ¿Qué amor? Cualquier amor y sobre todo el amor más inferior, el amor puramente carnal.
Si la razón de ser del matrimonio es tal amor, se justifica entonces la contraconcepción que es una carga y es un peso, se justifica el divorcio porque al cabo de cierto tiempo las parejas pueden cansarse de amarse, se justifica el homosexualismo porque hay hombres que no encuentran el amor en las mujeres sino en otros hombres, y hay mujeres que no encuentran el amor sino en otras mujeres.
Y esto que parece una ocurrencia ha sido enseñado públicamente por un dominico, el Padre Cauel, un teólogo que lo ha propagado en Lovaina a través de la radio y de la televisión, que llega a decir esto textual que voy a leer ahora tomado de la revista Invorguese del 20 de Abril del 67:
Hoy es necesaria una nueva actitud aunque todavía no ha sido aceptada por la Iglesia. Creo que muchos teólogos y muchos fieles quisieran cumplir un paso más. Cierto, esta nueva doctrina no está oficialmente aprobada, sus sostenedores quieren pensar y ayudar a los homosexuales como a todos los seres humanos en su desafío de vivir bien también los unos con los otros. Yo quisiera proponerles a los homosexuales adultos, como una especie de ideal, intentar realizar en su vida una relación de amistad estable, tomar cuidado unos de otros, asumir uno la responsabilidad del otro, en el plano económico y en la vida cotidiana; y también realizar la unión de los sentimientos y también, ya que se trata de los hombres y no de criaturas de puro espíritu, traducir esos sentimientos en el plano erótico y sexual de una manera que les sea congenial.
Y Uds. Saben que ha habido un caso en Holanda de una celebración pública en la Iglesia de dos homosexuales. La foto ha sido publicada por el diario Rivarol de París. ¡Uno queda estupefacto! Que un teólogo, invocando la Teología (hoy la teología sirve para todo menos para ponernos en comunicación con Dios) pueda proferir estas aberraciones; y proferirlas públicamente sin que nadie lo llame al orden.
(...)
El presente texto es una desgrabación de un discurso del Padre Menvielle, emitido en 2006 por Radio Cristiandad. El cual queda trunco en este punto. La parte restante se ha perdido, lamentablemente.