¿Resentimiento o Reconciliación?
Hemos heredado una patria con su historia, sus glorias y sus calamidades, pero no somos esclavos de ella. No podemos reproducir héroes colectivos ni enemigos comunes de turno, fundiendo el bronce del busto de unos, para hacer los nuevos de otros; pero tampoco somos ahistóricos. Creemos tener elementos para ser vengativos o justicieros, pero nos olvidamos que con la venganza no se consigue limpiar la historia, sino reproducir una espiral de violencia inacabable
La historia debe conocerse, estudiarse, explicarse y difundirse de manera objetiva, basada en la verdad, gusten o no gusten sus resultados, sin manipulaciones e interpretaciones a la luz de prejuicios, pasiones, ideologías o intereses; así aprender de ella lo que no debe reproducirse, para no repetir lo que de ella nos parezca injusto o cruel. La historia no puede estar al servicio de recelos de unos contra otros, para tener a los jóvenes dispuestos a combatir bajo la presión de una propaganda a ultranza, mediante la tergiversación de los hechos, reforzados con textos y discursos miopes y reduccionistas, que niegan la realidad vivida.
Eliminar esos resentimientos es una decisión interior en primera instancia; luego una materia pendiente como sociedad. Debemos asumir nuestras responsabilidades y de cara al futuro, involucrarnos en este desafío; una actitud hacia la vida y lo que sucede en su entorno, de trabajar con uno mismo y hacia los demás, con la esperanza de construir realmente una Argentina finalmente unida, para las generaciones venideras, después de dos siglos de enfrentamientos y desencuentros. Podemos optar por seguir viviendo anclados en el resentimiento o bien, caminar en busca de la tan necesaria reconciliación nacional.