MASTER
PLAN 1973 – 2006 masonería
PARA
DESTRUIR LA
IGLESIA CATÓLICA.
Por el Dr. Jerónimo Domínguez Residente en NE Cork
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Contenido:
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Este trabajo tiene un interés extraordinario por su
actualidad. La primera edición fue sacada a la luz en Julio de 1973. Por su
gravedad y trascendencia merece la atención de todos y, en particular, de la Jerarquía
Eclesiástica. ¡Más que nunca es necesario encomendarnos al
Arcángel San Miguel para que desbarate este diabólico plan!
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Capítulo
I: El Masterplan.
Alguien dejó olvidado en mi oficina médica un sobre
grande, cerrado. Después de dos meses nadie lo reclamó. Lo abrí para averiguar
la identidad de su dueño. ¡Lo que encontré fue una gran sorpresa! El Masterplan para destruir la Iglesia. Nadie
firmaba, no se daba ninguna dirección, nada más que un plan riguroso para
destruir la Iglesia
de Cristo. Se dice que hay más de 1300 comunistas que se han hecho sacerdotes
católicos para destruir la
Iglesia de Cristo por dentro, para horadarla desde sus
entrañas. Yo no sé si es cierto, pero lo que sí es cierto es que el “Masterplan” es una obra maestra de increíble audacia
que, si llega a funcionar, puede resquebrajar desde sus cimientos a la Iglesia Católica.
Según el Masterplan, la Iglesia debe estar
“arruinada” para el año 1980. Me he animado a publicarlo porque
estoy seguro que ayudará a abrir los ojos a muchos sacerdotes y buenos
cristianos antes de que sea demasiado tarde. ¡Alerta amigo! Alguien trabajará
muy contra la Iglesia.
¡Abre tus ojos! No duermas que el diablo está despierto. El “Masterplan” parece algo perfecto.
Hecho el plan, lo segundo es cómo llevarlo a cabo paso
a paso y lo tercero quién lo va a realizar.
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Capítulo
II: Sustituir la
Iglesia Católica por la llamada Iglesia Universal.
El Masterplan señala como
principio que : de todas las Iglesias que se llaman cristianas, el bloque más
firme, el que mantiene a todas, es la Santa Iglesia Católica, una vez que ésta se
tambalee, toda la cristiandad caerá por su propio peso. Hay que quitarle el
nombre de Santa, porque esto está llamando constantemente la atención sobre
Dios, es algo sagrado, y esto sobra. Y para quitarlo es fácil, basta insistir
en que una Iglesia Santa ofende a los hermanos protestantes, y por lo tanto,
los católicos no deben insistir en eso.
Y así de fácil, para el año 1980 nadie dirá: Una,
Santa, etc. Otra palabra que sobra es “Católica,” porque está muy
arraigada con la adoración a Dios, a Cristo, y a la -veneración de la-
Virgen, y eso hay que derrumbarlo. Para hacerlo bastaría sustituir
“Católico” por “Universal,” al fin y al cabo es lo
mismo, parece que dice lo mismo, pero se quita el sabor sagrado de adoración a
Dios y a Cristo que lleva el nombre católico, En el año 1980 quedaría en todo
el mundo así la “Iglesia Universal” con todas las iglesias unidas,
donde quedarían incluidos también los judíos, los musulmanes, hindús, etc. El primer mandamiento de esta “Iglesia
Universal,” y el único, sería: “amar al prójimo como a ti mismo.
“¡Porque este seguiría existiendo un Dios toda bondad!
?
Pero un Dios que es tan bueno que no castiga; y como
no puede castigar, todo el mundo se olvidará de El muy pronto. Porque el Dios
que no infunde respeto, que no se le teme, la gente lo olvida. Pero todo esto,
repito, es el fin del plan. El plan debe ser cosa sencilla, quitar cosas
“poco importantes”, sembrar una “piedad falsa de
compasión” para los no católicos, acercarse a los no católicos, abrir las
puertas de la iglesia a los que no lo son, quitar las cosas
” sin importancia ” que los pueda herir.
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Capítulo
III: El Amor, el amor al prójimo… sin amor a Dios
Por supuesto es el fin del Masterplan.
Pero muchos años antes hay que empezar con cosas pequeñas, más simples. Es un
plan que dura 25 años, hay que tener paciencia, constancia y, sobre todo,
conseguir la colaboración de los Obispos, los Sacerdotes y los buenos
católicos. Siempre en el nombre del “amor”, de la
“caridad”. Aunque esta palabra “caridad” también sobra,
porque habla del prójimo, pero está ligada también con el amor a Dios, a
Cristo, y con el amor a la
Virgen y a los Santos. Así es que nada de
“caridad”, sólo “amor”. Será muy fácil sustituir una
palabra por otra, porque dicen lo mismo, y además, amor es más moderna, más
inteligible al pueblo y puede unir más a todos. Quizás ahora, querido amigo, no
se percate de la trascendencia incalculable de este plan. Estoy seguro que
según vaya conociendo los detalles se dará cuenta de que es sencillamente
diabólico, que conduce a destronar a Cristo y a la destrucción de la Iglesia de Cristo, es
definitiva, porque el amor al prójimo no puede existir sin la base esencial del
amor a Dios, como muy bien reconoce el Masterplan.
El Masterplan dice que
también sobra la palabra “piedad”, que hay que sustituirla por la
palabra “comprensión”, que dice lo mismo en relación a los hombres,
con los hermanos, pero que no conlleva el significado de unión con Dios, con
Cristo, con la Virgen,
etc. Será fácil: hay que insistir en que eso de “piedad” suena
beato, a gente hipócrita, a gente sin carácter; hay que decir que
“piedad” suena a vieja que no tiene nada que hacer y que va a pasar
el tiempo en la Iglesia.
La esencia del Masterplan es
increíblemente sencilla. Consiste en implantar el amor y adoración al hombre y
quitar el amor y adoración a Dios. El Masterplan
razona así: una vez que haya desaparecido el amor a Dios, los hombres no se
pueden amar, sino se odiarán. Así es que la meta consiste en modificar el
primer mandamiento de la Ley
de Dios que dice “amar a Dios sobre todas las cosas, con todo tu corazón
y con toda el alma y con toda tu mente”. El plan es muy atrayente porque
se hace todo en nombre de una gran causa: “del amor al prójimo”. Y
con este lema, nada menos que en nombre del “amor” se consigue
fácilmente la colaboración sincera de buenos católicos, de Sacerdotes y de
Obispos, para tratar de terminar con el amor a Dios, con el amor a la fuente de
todo amor. En nombre del amor se trata de conseguir el odio a la esencia del
amor a Dios.
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Capítulo
IV: ¡Fuera Sotanas y Hábitos!
Lo primero del Masterplan es
quitar de la gente las cosas externas “sin importancia”. Los
primeros años se dedicarán a que las gentes no usen las medallas, ni los
escapularios… que los ¡sacerdotes y monjas dejen de usar hábitos! , etc.
Todas estas cosas externas “sin importancia”, dice el Masterplan, pero son testimonio de vidas que constantemente
mantienen en el ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y eso es lo
primero que hay que quitar. Hace 20 años el Masterplan
planeó quitar estos hábitos porque son testigo de vidas que se dan a Dios. Cada
hábito de una monja en la calle era un grito de vida entregada al amor de Dios,
era el grito silencioso, pero constante, de que Dios y Cristo existen en el
siglo XX, de millares de personas dispuestas a sacrificar su única vida por
amor a Cristo. El Masterplan lo planeó bien y se
siente orgulloso de haber usado nada menos que al Concilio Vaticano II para
llevarlo acabo. El plan era empezar a decir que los hábitos son cosas
anticuadas; en segundo lugar divulgar la idea de que vestidos de seglares los
sacerdotes y monjas se pueden introducir e infiltrar en ambientes que con el
hábito eran una barrera que separaba a los “hermanos” protestantes
de los católicos.
El Masterplan ha tenido sin
duda gran éxito. Ya no se ven monjas ni sacerdotes en las calles, ni en ninguna
parte. esta es la primera parte del plan. La parte
final del plan es conseguir que no existan de verdad. El Masterplan
espera que la gente se olvide de la figura del sacerdote y de la monja; al no
verlos está seguro que la juventud va ignorar su existencia y al ignorar su
existencia a nadie se le va ocurrir ni pensar en la posibilidad de hacerse
sacerdote o monja.
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Capítulo
V: ¡Que Se Casen los Sacerdotes!
El segundo objetivo del Masterplan
es conseguir que los sacerdotes se casen. Si los sacerdotes se casan es lo
mismo que si no hubiera sacerdotes. Dejará de existir la figura del hombre que
sacrifica toda su vida por Cristo. Cualquiera podrá ser sacerdote, y si lo es
cualquiera, es lo mismo como si no lo fuese nadie. En esto el Masterplan ha tenido poco éxito, pero espera tenerlo en
abundancia antes del año 1990. Espera usar el año santo de 1975 para ello. Más
adelante veremos a las personas que ha usado y sigue usando el Masterplan. Es increíble, pero sin duda es una audacia de
lo más fino, nos están usando a ti y a mí, querido lector; están usando a los
buenos católicos, a los sacerdotes, a las monjas, a los Obispos…
realmente increíble… usar al buen sacerdote para destruir el
sacerdocio…pero ya lo veremos esto con detalle más adelante.
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Capítulo
VI: ¡Las Monjas a la Calle!
El plan contra los hábitos es también sacar a las
monjas de sus claustros. La idea es la misma. Insinuar que los
“hermanos” de la calle las necesitan, que una carmelita puede hacer
mucho bien curando enfermos y llevando escuelas, etc. Realmente, como pueden
ver, el plan parece estupendo, cautiva al más inteligente. ¿Quién no se va a
conmover ante una llamada urgente del amor al prójimo, de asistir al que sufre,
al que llora, al que necesita, si es el mismo Cristo el que sufre y el que
llora cuando sufre y llora el “hermano?”.
El Masterplan está teniendo
gran éxito en esto. Muchas clausuras ya no son clausuras. Estos monolitos de
amor a Dios están dejando de existir. El masterplan
quiere destruirlos del todo, porque sabe muy bien que son ¡hogueras ardientes
de amor a Dios y Cristo! Porque sabe muy bien que estas almas enterradas en
vida por Cristo son el fuego que alienta a la cristiandad. Al salir a la calle
desaparecerán esos fuertes infranqueables; al vestirse de seglares pronto se
darán cuenta de que se puede “amar” mejor al “hermano”
no siendo monja. El Plan está trabajando muy bien. El final es poner al hombre
en el pedestal de Dios. El hombre es Dios ; Dios no
existe, no hay que adorarlo, no hay que sacrificar una vida entera por Dios,
sino por el hombre que es el verdadero Dios.
Mientras haya conventos de clausura habrá castillos
invencibles de amor a Dios, y su destrucción es esencial para implantar el
primer mandamiento como “amor” al prójimo y olvidarse del amor a
Dios. Querido sacerdote o Monja: por favor… por amor a Dios, pónganse
otra vez su sotana y su hábito. Cada paseo que dé por la ciudad está gritando
el amor a Dios y al prójimo cien mil veces mejor que con mil discursos o con
mil “obras” de caridad; será un testimonio viviente del amor de
Cristo que sigue existiendo realmente en la vida de ustedes. Y siéntase
orgulloso de ser lo que es, y demuestre al mundo que se siente orgulloso de
serlo.
A mi hijo de seis años lo llevé a una escuela católica
de monjas que visten de seglares; lo presenté a la directora y mi hijo le
preguntó: ¿porqué Ud. no se
viste de monja? La directora se puso más roja que un tomate, y no contestó
nada… y a mi hijo… después de dos años, ya se le había olvidado eso
de que existen monjas. Para él, sólo hay “maestras”… como si
Dios hubiera dejado un poco de pasear por las escuelas.
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Capítulo
VII: Cosas sin Importancia: Medallas, Rosarios, Escapularios, etc.?
Como se hablaba en el capítulo anterior, lo primero
del Masterplan consiste en quitar de la gente las
cosas externas, diciendo que son “sin importancia,” que ofenden la
sensibilidad de los ” hermanos” no
católicos. Ya vimos el ataque del Masterplan contra
los hábitos; también un plan para hacer que las personas dejen
de usar medallas, los escapularios, los rosarios, etc.
El Masterplan considera todo
esto “importantísimo,” porque estas cosas que parecen sin
importancia son las que tienen un ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y a Ellos hay
que destronarlos del ambiente. En cuanto al escapulario y las medallas es
fácil, dice el Masterplan: hay que insistir en que
son cosas de beatos, cosas externas, cosas “sin importancia”, pero
que ofenden las ideas de los “hermanos” protestantes; por lo tanto
será mejor dejarlas, no usarlas, y así los protestantes se acercarán a la Iglesia más fácilmente.
Hasta el año actual este plan ha funcionado. El
escapulario lo trajo la Virgen
en el año 1261 cuando apareció en Londres a San Simón Stock, prometiéndole lo
más que se puede prometer: la
Virgen Stma. prometió
que el que muriera con el escapulario puesto no iría al infierno. No se puede
prometer más por hacer menos; promete el Cielo al que muera con su vestido, con
el escapulario. Es algo incomprensible, cosas de una Madre, himnos de amor.
Pero es cierto. La Virgen
lo prometió sin más condiciones, sin ninguna exigencia, sencilla,
impresionante: “el que muera con mi escapulario irá al Cielo.”
Yo soy médico y tengo bien aprendida, por experiencia,
la lección de la muerte. Sé que tengo que morir, sé que todos tenemos que
morir. Sé que tus manos, querido lector, se van a morir un día, tus ojos y tu
corazón. Y sé, y tú también lo sabes, que se pudrirán y olerán tan mal que tus
mismos familiares lo enterrarán, tus mismos hijos o tus mismos padres tendrán
que hacer desaparecer tu mismo cuerpo bajo la tierra, porque nadie soportará su
podredumbre. Si después de muerto ganaste el cielo, hiciste todo lo que tenías
que hacer en la tierra. Si vas al infierno… te hiciste el tonto en esta
vida. Si Kennedy y Cristóbal Colón están en el Cielo, todo lo hicieron bien en
su vida; si están en el infierno, hicieron sencillamente el idiota en esta
vida, aunque tuvieron muchos honores, muchas riquezas y mucho poder. ¡Ganarse el
Cielo es el fin de la vida de cada persona! El que al final se salve sabe, el
que no, no sabe nada. Pues la Virgen María hizo el ofrecimiento más inaudito en
la historia de la humanidad: “el que muera con Mi escapulario no irá al
infierno” ,o lo que es lo mismo, irá al Cielo.
Más de treinta Papas han recomendado el escapulario,
lo han usado, lo han propagado con las palabras más bonitas que el vocabulario
humano permite.
Cientos de miles de sacerdotes y Obispos lo han
recomendado ardientemente por siete siglos y lo han usado millones de
católicos. Y, de repente, como por magia, hoy día nadie habla de él. Va uno a
conseguir un escapulario a las Iglesias católicas y no hay; los Carmelitas
tampoco tienen escapularios, ni siquiera se molestan en hacerlos. Como por
magia no hay escapularios; como sino valiera para nada ;
como si fuera cosa de beatos. Realmente el Masterplan
parece que ha tenido éxito en cuanto a esta cosa “sin importancia”,
en cuanto al escapulario. Y, sin embargo, el escapulario sigue siendo el arma
sencilla de Nuestra Madre, el mimo más cariñoso de la Virgen para sus hijos.
¡Querido amigo católico!: Te lo dice tu Madre, la Virgen María, la Madre de Dios; te lo dicen
más de treinta Papas, incluido el actual Paulo VI (refiérase al año en que fue
escrito el original). ¡No te dejes engañar por las astucias diabólicas del Masterplan! Que te llamen “beato”…pero
gánate el Cielo!
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Capítulo
VIII: ¡Asalto a la Misa!
La Santa Misa
tenía que ser objeto del Masterplan. No trata de
desplazarla de una vez , porque eso sería imposible;
pero tiene un plan de ataque especialísimo. Que sintetizamos en los puntos siguientes:
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1. La Misa es un banquete.
Todo plan consiste en quitarle el sentido
“sagrado” de ser la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, y quedarla reducida
nada más que a un banquete de confraternidad. El Masterplan
dice: los cristianos dicen que la
Misa es banquete pues, insistimos en eso, en que sólo eso, en
banquete de hermanos. Para ello propone muchos detalles. Cada uno de ellos
parece que no le quita nada a la
Misa, dice el Masterplan, pero
todos en conjunto la convertirán en banquete de “hermanos”, y
cuando el Sacrificio del Calvario desaparezca de la Sta. Misa,
la hermandad desaparecerá, como se derrumbaría un mástil al que se le quita el
cimiento. Lo primero, cosas sencillas, y que son razonables: que se diga en el
idioma de cada uno, para así entenderse mejor en el banquete. Con ello dice el Masterplan ,
se consigue quitar un poco el misterio sagrado de la Misa.
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2.La Misa cara al
pueblo…
Que el sacerdote mire a la gente. Esto se aceptará fácil,
dice el Masterplan, ¡no puede ser que el sacerdote de
la espalda a los feligreses! Con esto tan sencillo el Masterplan
pretende conseguir cosas importantes. La primera es que Dios no sea el Centro
de la Misa, sino
los hombres. Que el sacerdote no mire a Dios, sino a los hombres, ¡además así
lo verán sonarse las narices cuando lo necesite!, dice irónicamente el Masterplan. Creo que los cristianos nos hemos tragado esta
píldora como tontos. El sacerdote no daba la espalda a los cristianos, sino la
cara a Dios, como hacemos todos los cristianos: el que está sentado en la
segunda fila no da la espalda al que está en la tercera fila, sino que da la
cara a Dios.
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3. La Misa sin Crucifijo ni
reliquias…
Un pre-requisito esencial
para decir la Sta. Misa es que el sacerdote tenga un
Crucifijo. Pero ahora resulta que al mirar el sacerdote al público, el
Crucifijo mira al sacerdote, pero da la espalda a los cristianos. Así que se
terminará por quitar el Crucifijo del Altar. En el Altar siempre había
reliquias de un Santo. Ahora no se necesitan; sólo una simple mesa de madera,
¡o de lo que sea! porque es un banquete. El caso es quitar de la Sta. Misa
todo lo que suena a “sagrado”.
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4. La Misa sin genuflexión…
Insistir en la naturalidad, dice el Masterplan. Que cada sacerdote use la palabra que mejor le
salga, y los movimientos que más le agraden con tal de que haga genuflexiones
en la Consagración,
todo lo demás sobra, que lo haga a su modo.
El caso es quitar lo que sea misterioso y sagrado,
poco a poco. Y que después de lavarse las manos siga
usando los dedos índice y pulgar, ¡porque aunque los use para otra cosa,
todavía puede consagrar con ellos!
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5. La Misa al servicio de los
protestantes.
Que se lean lecturas, así se parecerán más a los
servicios de los protestantes, dice el Masterplan; el
caso es que el Sacrificio del Calvario quede reducido a lo menos posible, que
no sea lo central. Que se digan muchos sermones, que se cante mucho, que se
saluden los hermanos, que se pida perdón… insistir en todo lo que los
pueda olvidar un poco de Dios, de adorar a Dios…¡Que
adoren a hombre! Como ven, el Masterplan es
exquisitamente diabólico, porque se basa en cosas buenas, pero su objetivo es
quitar la adoración a Dios, que se olvide el Sacrificio de Cristo…y
derrumbados los cimientos…el mástil de la “hermandad se
derrumbará”.
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6.
¡El Sagrario… fuera del Centro!
El
Sagrario es un problema ahora, porque al mirar el sacerdote al público le está
dando la espalda al Sagrario. Por lo tanto será mejor quitar el Sagrario del
Centro de la Iglesia,
ponerlo a un lado, y así el sacerdote no le dará la espalda durante la Misa. Con eso, dice el Masterplan, quitaremos los Sagrarios del Centro de la Iglesia. ¡Esto será un
gran paso…! Poco a poco insistir en lo del banquete. Sugerir que se
pongan mesas en las Iglesias, para que los cristianos se junten como en mesas
de comer, lo mismo que Cristo y los Apóstoles se sentaron en una mesa. Esto
será el punto final, dice el Masterplan, y así Cristo
estará fuera, serán sólo los “hermanos” sentados en confraternidad.
El sacerdote se sentará en una mesa, como otro
hermano. Será en definitiva reunión de hermanos, pero no adoración a Dios, no
acción de gracias a Dios. Se conseguirá un banquete de “hermanos”,
pero se olvidarán del Sacrificio de Cristo. Se usará pan corriente, el que
sobre se tirará a la basura como otro pan cualquiera, ¡o que se dé a los
perros!, dice irónicamente el Masterplan. Insistir en
el amor a los “hermanos” protestantes, dice el Masterplan.
Que la
Misa se parezca lo más posible a los servicios de los
protestantes, para así atraer mejor a los “hermanos” protestantes a
la Iglesia
Católica. ¡Qué sutil y qué ironía más fina la del Masterplan!¡Alerta, amigo,
sacerdote, alerta!
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7.
Cambiar el Sentido de la
Eucaristía.
¡La
Comunión de pie o en la mano! Todo propósito del Masterplan es quitar en los hombres el amor a Dios, porque,
razona, al final si no ama a Dios nadie va amar al prójimo; el amor al prójimo
no puede existir sin una razón, el amor al prójimo es un imposible sin el amor
a Dios. La Eucaristía
es lo central en el catolicismo, dice el Masterplan,
porque, ¡nada menos! que Cristo Dios hecho Pan por amor a los hombres. No se
puede quitar de una vez, porque ningún católico lo aceptaría; pero propone un
plan de ataque que es exquisitamente diabólico: lo primero, quitar lo más
posible todo aspecto sagrado de la Eucaristía; que la gente no se arrodille para
recibir la Comunión,
por ejemplo, insistiendo en que es una comida y hay que hacerla de forma
natural. Coger la
Comunión con la mano ayudaría a quitarle también ese sentido
misterioso, divino, sagrado… es una comida… sólo a los niños le
ponen la comida en la boca… y que se use pan corriente, sin misterios,
que nada suene a sagrado, sino natural, que se coma, que se mastique… que
se haga como en la Ultima
Cena de Cristo. Esta primera parte está tan bien planeada que
conviene a cualquiera: insistir en que se haga como lo hizo Cristo…
hacerlo natural… al más bueno convence… pero el fin es tratar de
quitarle el sentido sagrado, misterioso, ¡quitarle importancia a la Eucaristía!
Lo más importante del Masterplan,
y es el segundo punto, es conseguir que Cristo-Dios no sea el centro de la Eucaristía, sino
insistir en que la
Eucaristía es una cena de confraternidad, en un banquete de
comunión de los cristianos, donde se reúnen para amarse. Esta segunda parte es
lo esencial, insiste reiteradamente el Masterplan, e
indica que es fácil de conseguir: insistir en el elemento de hermandad, de
comunión, de reunión de hermanos… y continúa con ironía diciendo: ¡Dejad que los “hermanos” se reúnan y se
“amen”; en cuanto les falte lo sagrado, esos “hermanos”
van a terminar discutiendo, y van a terminar por pelearse
“fraternalmente”.
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8.
Eliminar Exposiciones del Santísimo
Para conseguir esto esencial el Masterplan
propone muchas ideas, además de las ya expuestas: propone que se eliminen las
exposiciones del Santísimo porque ahí no hay “banquete” de
“hermanos”. Propone que se hagan las Misas y las Comuniones en las
casas privadas, porque así se quita ese sentido “sagrado” de la Iglesia, a la Eucaristía; no
es que se quite de una vez, dice el Masterplan, pero
todo eso ayuda a ir quitando el sabor “sagrado” de la Eucaristía, y
convertirlo en sólo sabor de reunión de confraternidad. Propone el Masterplan que se acabe con eso de recibir la Comunión fuera de la Misa, insistiendo en que ahí
no hay comida de confraternidad. Querido amigo, si todo esto se parece a lo que
está pasando en tu ambiente, no creas que es pura
casualidad. El Masterplan ofrece otros mil detalles
que parecen “sin importancia”, pero, razona el Masterplan,
ayudarán a quitarle el sentido “sagrado” de la Eucaristía.
Así, propone que no se use Patena para distribuir la Comunión porque,
explica hay que decir que si se caen partículas de la Hostia, no importa, Dios
está en todas partes, al fin y al cabo. Propone que se trabaje en que los
fieles lleven Hostias a sus casas, para tenerlas en cuadros, o que el padre de
familia las distribuya después de las comidas. Como se puede ver, el Masterplan es exquisitamente diabólico, ofrece cosas que
parecen razonables, pero que en definitiva no son más que grandes mentiras disfrazadas
de piel de verdad.
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Capítulo
IX: ¡Fuera la Virgen
y los Santos!
Esto estaba en los primeros pasos del Masterplan: insistir en que sólo se debe adorar a Dios, no
a la Virgen ni
a los Santos. El Masterplan es muy sutil en esto.
Dice que los católicos entendidos saben muy bien que la Iglesia Católica
sólo adora a Dios, y que a los Santos los venera como amigos de Dios, no los
adora. Pero que será muy fácil meter a la gente sencilla la idea de que la Iglesia Católica
adora a los Santos, ya que los tienen los Altares y que eso está muy mal; que
sólo se debe adorar a Dios. En cuanto a los Santos el Masterplan
ya ha tenido éxito en muchos sitios. En la mayor parte de las Iglesias de
España ya no hay santos en los altares; en cada sitio dan una razón distinta,
pero el hecho es que los santos han desaparecido de muchas Iglesias. En cuanto
a la Virgen
Santísima… ¡eso está siendo un “hueso” para
el Masterplan! Tenía mil argumentos para destronarla
en el Concilio Ecuménico… pero le salieron mal las cosas. Tenía razones:
para acercar más a los “hermanos” protestantes no insistir en la
grandeza de la Virgen,
no insistir en que es Madre de Dios; basta con adorar a Cristo, lo demás no es
necesario…
Iban las cosas bien en el Concilio para el Masterplan; parecía que por primera vez en la historia de la Iglesia, la Stma. Virgen
iba a ser destronada de su lugar privilegiado en la liturgia y en la
cristiandad… pero vino el Papa Paulo VI ¡en persona! y la nombró
“Madre de la Iglesia”…
y el Concilio entero respondió ensalzándola de nuevo como la Madre de Dios, reiterando su
inquebrantable veneración a tan grandiosa belleza, reafirmando todos los
grandes títulos de Madre, de Reina… y añadiendo los de “Nuestra
Abogada”… “Nuestra Auxiliadora”… “Nuestro
Socorro”, y termina recomendándonos a María “para que apoyados en
su maternal protección, nos unamos más a Jesús”… Y nos recuerda que
la Virgen fue
Asunta al Cielo en cuerpo y alma, y con su múltiple intercesión, continúa
obteniéndonos los dones de la salvación eterna, y continuará hasta la
consumación de todos los siglos.
Como lo del Concilio le salió mal a este respecto el Masterplan sigue trabajando en el asunto, pero ahora es
tratando de cambiar el sentido de ciertas frases de la Sagrada Biblia.
Está tratando de publicar Biblias en que se altere el
capitulo 1º de San Lucas. ¡No se ría, querido lector! Ya ha salido una Biblia católica
que omite la frase dirigida a María como la “llena de gracia”, y
esta Biblia está recomendada, y tiene el “Nihil
obstat”, del Cardenal Patrick
O´Boyle, Arzobispo de Washington, editadaen1970. El Masterplan dice, ¡y con razón!, que el capítulo 1º de San
Lucas dice muchas cosas buenas de la Virgen. Dice, en concreto, cuatro cosas que hay
que alterar de alguna forma: dice que es “Madre de Dios”, dice que la Virgen es “Llena de
gracia”, dice que es “la bienaventurada entre todas las
mujeres,” y dice finalmente que “me llamarán bienaventurada todas
las generaciones”. Así es que esto hay que alterarlo en las Biblias; y también hay que alterar lo que dice San Mateo
cuando dice que María fue Virgen y Madre a la vez, como lo había predicho
siglos antes el Profeta Isaías. ¡Ya hay Biblias que
alteran algunas de estas frases, entre ellas una católica! Así es que ¡alerta!
amigo. El Masterplan dice que es esencial destronar a
la Virgen para
destruir la
Iglesia. Así sugiere que se le quite el nombre de Madre de
Dios, y se le llame sólo “mujer,” que es como Cristo la llamó en la
cruz. Sugiere que se diga a todos vientos lo de “hermanos de
Cristo” y de que la
Virgen tuvo más hijos, quitándole así el titulo de Virgen
también.
Dice que esto será fácil de meter entre la gente
sencilla, sin cultura. Sugiere que no se recen rosarios, por que eso aleja a
los “hermanos” protestantes. Que no se hagan novenas a la Virgen, porque eso es de
“beatos”. Pero la
Virgen les ha salido un “hueso” duro de roer a
los planeadores del Masterplan. En el corazón de los
católicos sigue siendo la “llena de gracia”, la “bendita
entre todas las mujeres”, la “Madre de Dios y Madre Nuestra”.
Nada se puede decir más a una que lo que dice la Biblia de María; no hay
palabras en el vocabulario humano para decir más de un ser… y tampoco hay
más títulos que pueda inventar la
Iglesia para dárselos a María: la “Reina de todos los
Santos”, la “Reina de las Vírgenes”, la Reina de los
Mártires”, la “Reina del Cielo” la “Madre del
Creador”, la “Puerta del Cielo”, la “Virgen
Poderosa”, la “Sede de la Sabiduría”, la “Rosa Mística”,
la “Torre de David”, la “Casa de Oro”, el
“Refugio de los Pecadores”, el “Consuelo de los
Afligidos”, “Nuestra Abogada, Nuestra Medianera, Nuestra
Auxiliadora”, la “Inmaculada Concepción”, la “Madre de la Iglesia”… no
existe palabra ni títulos que la
Biblia ni la
Iglesia puedan idear para decir más de una persona. La Stma. Virgen
sigue estando, gracias a Dios, en el corazón de todo buen cristiano, y sigue
siendo el baluarte firme contra las asechanzas del enemigo.
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Capítulo
X: Los Ejecutores del Masterplan…
El Masterplan es diabólico.
Se dice que hay ya más de 1.300 sacerdotes católicos que realmente no son
católicos, sino comunistas ordenados de sacerdotes. Pero estos no serían los
reales ejecutores del Plan. Los ejecutores del Masterplan
serían los reales católicos que se dejan engañar. Los buenos Obispos y los
buenos sacerdotes y las buenas monjas de verdad que se dejan engañar por el
“slogan” de “amor al prójimo”. Tú y yo, querido amigo
católico, son los que quiere usar el Masterplan para
llevar a cabo sus objetivos. A ti y a mí nos quieren embaucar con medias
verdades que son las peores mentiras, para que implantemos en el mundo amor al
prójimo, sin el amor a Dios. a ti y a mí nos quieren
usar para suplantar a Dios por el hombre; para que adore al hombre y se olvide
a Dios; para que se ame a la mujer y se olvide a la Virgen. Todo con la
esperanza de que, faltando el amor a Dios, se destruirá el amor al prójimo y se
hundirá la Iglesia
de Cristo.
Te dirán que se puede ser Masón y Católico a la vez;¡mentira, no les hagas caso! Te dirán que se puede ser
Católico y a la vez espiritista; ¡mentira, te están engañando! yo conozco a
muchos que ya se han dejado engañar en esto. Te dirán que Cristo es bueno, pero
que los sacerdotes y la
Iglesia no los son; ¡mentira disfrazada! ¡Es una media
verdad…que es la mentira más mala! Ya nos previno Cristo que los hijos de
las tinieblas son más audaces que los hijos de la luz. En ocasión muchos hijos
de la luz se han dejado engañar por los hijos de las tinieblas.¡Alerta, amigo, no te dejes tú engañar! Pero Cristo también
nos dijo que estaría con su Iglesia hasta la consumación de los siglos, y que
las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella… y que el cielo y la
tierra pasarán, pero “Mis palabras no pasaran “