lunes, enero 31, 2011

+++ Valle de los caidos -guarda nuestra fe virgen maría

Los viejos imberbes están desesperados

Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público

Tal como lo dijimos reiteradamente, lo que ahora se juega en la cúspide del gobierno es la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de abandonar su lamentable carrera política, lo cual registra dos etapas posibles: la primera, es el abandono del poder pese a que en tal caso la presidencia recaería en Julio Cleto Cobos -algo que la enferma- o bien la próxima confirmación, que podría ocurrir dentro de pocos días, de que no se presentaría a la reelección. En el fondo, es lo mismo, pues en los hechos, aunque se quede a dormir en Olivos, descanse en El Calafate o mire por la ventana de la Casa Rosada, perdería el escaso poder que aún mantiene y desataría un proceso de aceleración de la descomposición del peronismo.

Sin embargo, para algunos analistas, esto último produciría inevitables ajustes partidarios y los sectores más equilibrados buscarían apuntalar un entendimiento futuro entre grupos afines, tarea en la que está empeñado el radical (a secas) Rodolfo Terragno, quien con paciencia y al borde del agotamiento quiere construir una suerte de coalición que lo ha llevado a conversar con los dirigentes más diversos, casi siempre acompañado de Juan Carlos “Chueco” Mazzón, director del área presidencial de la Casa Rosada.

Las gestiones son saboteadas por los “ex jóvenes imberbes” expulsados por Perón de la Plaza de Mayo poco antes de morir, lo que muestra una continuidad de la problemática que caracteriza la vida interna del peronismo. Podríamos decir que la “historia se repite” lo que también nos induce a pensar que el final de esa pulseada de más de treinta años atrás podrá tener un final similar, mal que les pese a Diana Conti, Carlos Zannini, Carlos Kunkel, Dante Gullo y tantos otros que persisten con un proyecto de izquierda que se cae a pedazos junto con el fracaso de Chávez, los pocos meses que le quedan a Evo Morales en el poder y las situaciones de crisis que se han formado en la región.

Cristina masculla de rabia el desaire de Barack Obama, que decidió ignorar a la Argentina en su gira latinoamericana, lo que es toda una señal de los cambios que se avecinan pero también de un toque de atención que tal vez exprese el deseo de que la Argentina recupere la capacidad perdida para equilibrar el escenario estratégico. De todos modos, Cristina estará arrepentida de haber aceptado el asesoramiento de los “imberbes” en el sentido de no recibirlo al subsecretario adjunto para Asuntos Latinoamericanos, Arturo Valenzuela, quien sólo pudo conversar con el canciller Timermancito, actitud que cuando carece de contenido y se ejecuta desde la debilidad siempre se paga caro en el mundo diplomático.

Así las cosas, la izquierda no da marcha atrás. En punta del Este, la activista Milagro Sala descansa de sus andanzas populares y ya es todo un ejemplo de lo que ofrece la “militancia” como conducta revolucionaria. Al menos ahora está más cerca de uno de los centros del poder de la droga que en la Capital Federal repercute más que en su empobrecida Jujuy, pues no sólo dará mucho que hablar sobre las relaciones especiales de Nilda Garré con un área de la Fuerza Aérea, sino que destapará nuevos hechos que afectarán a la ministro. Por ahora, los asaltos a los bancos a plena luz del día están a la orden, como quien dice, y las ocupaciones de predios públicos y privados darán un marco anárquico -más todavía- a la vida ciudadana. Lo que sucede en Esteban Echeverría, donde su intendente, Fernando Grey, pertenece al área moderada de lo que aún puede mencionarse como kirchnerismo, es toda una revelación. Grey se opone a la verdadera invasión dirigida por los sectores de la izquierda y se opone abiertamente al negocio de ventas de tierras en actos ilegales y “privados” que constituyen una verdadera estafa a quienes caen en las manos de las organizaciones de delincuentes que bajo el disfraz de la falta de viviendas y las consecuencias sociales que esto produce, hacen su agosto en medio de la conmoción que finalmente producirán los sucesos en su conjunto. El de Esteban Echeverría requerirá de la intervención de una gran movilización de la fuerza pública y tanto es así, que no son pocos los conocedores del problema que se preguntan con fundada inquietud si esto no podrá ser el inicio de una escalada mayor de conflictos.

Más aún, cabe preguntarse si una sucesión coordinada de esta clase de problemas no los convertirá en inmanejables. Y con ello se inicie una situación de lo que menos que puede decirse, es que será altamente peligrosa. Tanto la Iglesia, que algo conoce de estos asuntos y anticipó varias veces su inquietud, como los servicios de inteligencia, que aún funcionan pese al empeñoso desmantelamiento al que fueron sometidos, siguen con explicable detenimiento estos asuntos.

¿Qué l es parece este Lider ?

viernes, enero 28, 2011

La Parusíanº1,2 y 3.



[condor-nacional] Rv: Malvinas - Plataforma Continental


MALVINAS - PLATAFORMA CONTINENTAL  

Por Enrique Oliva – 29 sept. 2007 (*)

 

UNA CUESTIÓN DE SOBERANÍA QUE DEBE UNIR A TODO EL PUEBLO SIN ESPECULACIONES PARTIDISTAS

El 2 de abril de 1982, cuando estaban aun hospitalizados algunos apaleados por las fuerzas de represión de la dictadura, de un par de días antes, y muchos otros detenidos, la Plaza de Mayo se llenó de fervor patriótico espontáneo. Los argentinos celebraban la recuperación de las Malvinas. Podríamos asegurar que en nuestra historia no se registra un hecho que uniera tanto a los habitantes. Entre los ¡viva la Patria ! muchos repetían frases tales como “¡las Malvinas son argentinas y la plaza es de Perón!”. Pero lo cierto es que el acontecimiento lo celebraban hombres y mujeres de todas las corrientes políticas y clases. Las concentraciones de alegría se expresaban en todas las plazas y calles del país.

Hasta los exiliados en el exterior lanzaron comunicados y manifestaron públicamente aprobando la recuperación del Archipiélago. Si bien aquella batalla se perdió, todos los pueblos que sufrieron y sufren dominaciones extranjeras estuvieron a nuestro lado aunque no así gobiernos en especial de la Europa colonialista. Durante y después del conflicto, no se dejó de reconocer el valor demostrado en la lucha por los argentinos enfrentando a las más grandes potencias del globo.

¿A qué se debió ese fenómeno de identificación masiva a la Gesta ? La respuesta es que desde la escuela primaria las maestritas criollas nos repetían “las Malvinas son argentinas” y así rezaban letreros en las aulas. Había una conciencia generalizada sobre las islas del Atlántico Sur como parte de nuestro país y la legitimidad de esa pertenencia.

Es de suponer que si el pueblo argentino hubiera sido convenientemente informado de la importancia de la plataforma continental, también en esta oportunidad habría llenado la Plaza de Mayo para defenderla.

Pero ¿qué sucede con este otro conflicto sobre nuestros derechos a la plataforma continental?. Simplemente que no se habla de ello. Nadie enseña sobre el tema que tanto interesa a las multinacionales de la globalización por sus valiosos recursos.

Hace un par de años, un grupo de profesionales jóvenes hizo una ligera encuesta callejera y por teléfono preguntando a familias, estudiantes universitarios y aun a docentes como a tres o cuatro diputados nacionales y no tenían la menor idea de qué se trataba eso de la plataforma continental. Si la importantísima cuestión no había llegado a conocimiento de las gentes era porque nadie se había preocupado por explicarlo. La prensa le prestó poca atención, incluso ahora que se actualizó con una información venida de Londres y la cancillería argentina respondió enérgicamente a las pretensiones británicas y porque está vinculada a Malvinas, los grandes medios de difusión se hicieron eco por dos días y luego silencio absoluto cuando en el exterior es una cuestión que sigue mereciendo destacada presencia.

¿Qué es la plataforma continental?

Convocada por las Naciones Unidas, se formalizó una reunión internacional para discutir un proyecto que concluyó con la firma de la llamada Convención del Derecho del Mar (Convemar) al que adhieren 130 países y que entró en vigencia en 1994. La Argentina la ratificó por ley 24.815.

La importancia vital de dicha convención, es que modifica el acuerdo existente hasta hoy donde cada estado tiene soberanía hasta las 200 millas marinas a contar desde la costa. Esas 200 millas se mantienen en el mínimo garantido, pero si la plataforma continental supera esa distancia, la misma amplia la soberanía hasta un máximo de 350 millas . Es decir, la Argentina tiene por sus características naturales la posibilidad de alcanzar ese máximo de 350 desde el Río de la Plata hasta Tierra del Fuego. En el caso de los archipiélagos de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ocupados ilegalmente por la Gran Bretaña , no se puede por ahora aplicar la Convención por ser “territorios en conflicto”. La recuperación de estos archipiélagos por Argentina tendrán más importancia cuando se traten las soberanías sobre la Antártida , donde también la parte de cuanto nos corresponde es parcialmente pretendida por Inglaterra.

Según los estudios preliminares de expertos argentinos, toda nuestra costa atlántica abarcaría hasta el máximo a reconocerse de 350 millas . Eso implica ampliar nuestro territorio en más de un largo millón de kilómetros cuadrados cuando ya sin ella, somos el séptimo país más extenso del mundo. Por supuesto, ese enorme litoral es codiciado no solo por su riqueza ictícola sino, y muy especialmente, por minerales muy valiosos incluidos los hidrocarburos (petróleo y gas).

Estrategia colonial británica

El Reino Unido nos quiere hacernos el mismo juego que le ha dado buen resultado como es el caso de Gibraltar, pequeño territorio adherido a España, pues se trata de una península y no de una isla, que desde hace más de tres siglos fue arrebatada a los españoles, siendo la única colonia en Europa.

Las repetidas tácticas de los ingleses ha sido dilatar los tiempos e ir sacando ventajas. En tiempo del General Franco cerró con una verja la entrada a la península, prohibiendo todo tipo de circulación e intercambio. A la muerte del “caudillo” los gobiernos de transición y las “democracias” condicionadas, España fue cediendo privilegios a Gibraltar “para irse ganando la confianza de sus habitantes” (lo mismo que nos sugieren con Malvinas).

Las concesiones incluyeron no solo el abrir la verja. Luego le permitió Madrid que ocupara una parte de tierra y aguas españolas para construir un aeropuerto internacional, con lo cual el turismo no precisaba pasar por España. Más tarde la madre patria no se opuso a que Gibraltar se declarara “puerto libre” y “paraíso fiscal”. A tal punto se benefician los pocos gibralteños y en mucha mayor medida los ingleses, que jamás pensarán perder esas ventajas para el inevitable contrabando, pasaje de drogas e inmigrantes clandestinos de África. Además, con las cuentas numeradas atraen dineros mal habidos, más la falsa sede de infinidad de sociedades fantasmas útiles para negocios fraudulentos y no pagar impuestos, casino, etc.

Ese ejemplo de Gibraltar es el buscado por Inglaterra en Malvinas. Ya durante el conflicto de 1982 se hablaba de ello. Ahora el mantenimiento de la fortaleza Malvinas pesa duro en los contribuyentes ingleses y la pesca se agota por explotación irracional, desean negociar con el gobierno argentino “en beneficio mutuo”. Ya mantuvimos grandes concesiones a las islas durante más de 10 años para “simpatizar” con los isleños, sin el más mínimo resultado por negarse Gran Bretaña a hablar de soberanía y por eso se recurrió a la ocupación.

Los argentinos nos enteramos de la intención británica de pedir la soberanía sobre 350 millas marinas alrededor de los archipiélagos, en especial el de Malvinas, por un trascendido publicado por el diario londinense “The Guardian”, Este medio atribuyó la versión a un vocero sin nombre del Foreign Office, pero luego se ha divulgado en forma oficial. Esto, “casualmente”, a horas de hablar nuestro presidente en la Asamblea de las Naciones Unidas. De allí que Néstor Kirchner agregara a su discurso el anteúltimo párrafo, que dice:

“Mi gobierno manifiesta su enérgico rechazo a la pretensión británica de establecer espacios marítimos en torno de dichos archipiélagos. En particular, rechaza la recientemente difundida intención del Reino Unido de hacer una presentación ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental , creada por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, relativa al límite exterior de la Plataforma Continental generada a partir de dichos territorios argentinos”.

La Cancillería lleva la responsabilidad de la coordinación de los estudios de la plataforma continental (COPLA) de los grupos técnicos. Se iniciaron trabajos preliminares durante la segunda mitad de la década del 90 pero el plazo para cumplimentar los requisitos y presentarlos a las Naciones Unidas vencía el 31 de diciembre del 2005. Muy pocos, poquísimos medios, se ocuparon de advertir que no llegábamos a tiempo para terminar los tareas requeridas porque las partidas previstas para las mismas, eran derivadas ilegalmente a otros fines por los respectivos ministros de economía durante los presupuestos del 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004. Felizmente, y no por influencia solo de la Argentina , la ONU amplió el plazo hasta junio del 2009. Ahora, según información oficial, los trabajos están cumplimentados en más del 80 % y asegura la Cancillería que estarán concluidos antes de la fecha límite.

Estrategia argentina

Nuestra Cancillería ha tenido siempre la manía del uso y abuso del silencio, el misterio, sin informar de cuestiones de sumo interés nacional a la población. Como en el caso Malvinas, mantiene bajo siete llaves sus archivos que deberían estar abiertos a investigadores y periodistas, para saber qué pasó antes, durante y después del conflicto de Malvinas. El pueblo tiene derecho a saber y puede ayudar.

Ahora nos han sorprendido los reflejos de la Cancillería. Es de esperar que nuestro gobierno se mantenga en la intransigencia “Inflexible”, como se ha repetido frente a las maniobras astutas de Londres destinadas a sacar ventajas sin discutir sobre soberanía, escudándose en la “voluntad de los kelpers”. Ese proceder no lo aplicó en el caso del archipiélago de Dagos en el Índico, donde está la isla Diego García, con los naturales del lugar que fueron expulsados a la fuerza abandonando sus casas y el cementerio de sus antepasados. Esto ocurrió cuando Estados Unidos decidió instalar allí una enorme y misteriosa base.

Otra maniobra es la publicación de un falso censo sobre los habitantes de Malvinas donde da el aumento de los kelpers, cuando estos disminuyen día a día. Ahora se suma el ingreso de trabajadores también “transitorios” venidos de la isla africana de Santa Elena y algunos chilenos, atraídos por los altos salarios para hacer las tareas más duras. Todos estos soportan poco tiempo, disgustados por la imposibilidad de hacer ahorros por el alto costo de vida y sin comodidades humanas. También se agrega la creciente disminución de la pesca por su irracional explotación. Para retener a los kelpers en sus aisladas haciendas, las autoridades les acuerdan una subvención del 100 % sobre la lana, para poder venderla.

El no facilitarles por Argentina soluciones por regalos de ventajas, llegaría más tarde o más temprano a negociar soberanía por el elevado costo que significa para los contribuyentes británicos, de los cuales ni uno solo se ha instalado en Malvinas como inmigrante desde 1982.

¡Al fin un gesto de política realista!. Inflexible contra otro intento de estafa con la engañifa del “beneficio mutuo”.

Desde junio pasado el Foreign Office (cancillería inglesa) tiene presentado un pedido de audiencia para entablar conversaciones, sin obtener respuesta alguna. La amenaza de las 350 millas es la nueva provocación.


(*)
- Presidente Honorario del Instituto de Investigaciones Históricas, Políticas y Estratégicas “Malvinas, Patagonia e Islas del Atlántico Sur”
- Periodista, escritor, co-fundador de la Universidad Nacional de Neuquén y del CONICET
- Miembro de la Academia Nacional de Periodismo.
- Estuvo preso durante la dictadura instalada por la autodenominada “Revolución Libertadora” por defender – como miembro de la “Resistencia”- al gobierno constitucional del Gral. Juan D. Perón.
- Entusiasta defensor de la Causa de Malvinas, cubrió como corresponsal del diario “Clarín” todos los acontecimientos acaecidos en Londres durante la guerra entre Argentina y Gran Bretaña, bajo el seudónimo de Francois Lepot (“gomía” en argot francés); fruto de ello es el documentado libro “Malvinas desde Londres” (2004) de consulta obligada para estudiantes de periodismo que desean abordar la problemática. También escribió uno de los libros fundamentales para entender el conflicto de 1982: “Malvinas: el colonialismo de las multinacionales” (1984).
- Junto a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, impulsó la creación del Instituto “Malvinas, Patagonia e Islas del Atlántico Sur”, para promover la conciencia de nuestros derechos consagrados en la Disposición Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional.
- Desde hace largos años, viene reclamando ante distintas instancias nacionales la necesidad de concretar los estudios técnicos exigidos por la ONU para ampliar la Plataforma Continental de la República Argentina en sus aguas jurisdiccionales. (Nota de la CFCMIAS ).


Fuente: www.lagazeta.com.ar

Cristina Fernández de Kirchner, pasión por el oro

ABC - Gente / Estilo

Cristina Fernández de Kirchner, pasión por el oro

Día 22/01/2011
IGNACIO GIL
«Para ser buena política no tengo que disfrazarme de pobre». La declaración de principios de Cristina Fernández data de 2007, cuando la por entonces consorte del difunto presidente Néstor Kirchner hacía campaña por sí misma para sucederle en la Casa Rosada. Según una estimación de entonces del diario «Perfil», la primera dama y candidata, en apenas un día, llevaba encima cerca de 50.000 euros en joyas. En el libro «Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion», de Sylvina Walger, se da cuenta de su «pasión por el oro» y de su inmenso ropero. La viuda de Kirchner, antes de seguir el luto por la muerte de su marido, se cambiaba tres veces al día. En su armario, hoy abierto sólo para el negro, se ordena una colorida colección de bolsos de Louis Vuitton y Hermès (sus favoritos, según la autora del libro, son el «Kelly» y el «Birkin»). Ambos, en piel de cocodrilo, se compran por encargo y su precio puede alcanzar los 35.000 mil euros. En la muñeca de Cristina Fernández de Kirchner no suele faltar su Rolex «Presidente» (más de 15.000 euros). Al mismo tiempo luce, «un anillo de oro blanco y amarillo de 18 kilates, al que llaman solitario con brillante y otro de zafiros de oro y platino, valuados en unos 8.000 euros cada uno», recuerda Walger. Tampoco le hace asco a los pendientes de Bulgari, algunos por valor de 35.000 euros. Aunque no se sabe con precisión cuál es el presupuesto de la mujer más poderosa de Argentina para embellecerse con joyas, «The Guardian» la consideró entre los diez presidentes más «fashion y superproducidos del planeta».

Curas y Rev.del 68 de París. (1 y 2).

“ De mi viejom arcón “.N254, “ Cruzado Español




Felicitar

Señor Roberto Arostegui. Lo felicito por su esclarecedora carta públicada en La Nación.
 
Juan Carlos Jones Tamayo
 
 
"¿Asesinado?"

Se­ñor Di­rec­tor:

"En La Naciondel 12/1, el periodista que escribe el artículo «El Perfil» dice que uno de los fundadores de Montoneros murió «asesinado» en un enfrentamiento con la policía. Esto agrega confusión a nuestros hijos sobre qué hacían los grupos terroristas de la década del 70.

"Quien se enfrenta con la policía no muere asesinado. Las personas decentes no se enfrentan a tiros con la autoridad policial. Reprimir a un delincuente no es asesinarlo. Los guerrilleros no eran «jóvenes idealistas», eran delincuentes. Aunque éste no fue el caso, mi posición no es avalar la desaparición de personas. Los guerrilleros muertos en enfrentamientos con las fuerzas del orden nunca debieron haber desaparecido, eso invalida el legítimo acto de reprimir a quien quiera imponer sus ideales matando inocentes. Eso sí es un asesinato y eso hacían los montoneros."

Roberto Arostegui
rarostegui@ciudad.com.ar

A veintidós años de la Batalla de La Tablada

 
  


INFORMADOR PÚBLICO

Los argentinos de bien no olvidamos en estos días el brutal ataque y copamiento del REGIMIENTO DE INFANTERÍA MECANIZADA 3 GENERAL BELGRANO y del ESCUADRÓN DE EXPLORACIÓN DE CABALLERÍA BLINDADA, con asiento en LA TABLADA provincia de Buenos Aires, en la madrugada del día 23 de enero de 1989.

En aquel día, un número no precisado pero cercano a cien elementos de la izquierda revolucionaria argentina, donde se incluían mujeres, atacó frontalmente la Unidad Militar.

Poco antes de las seis de la mañana al menos sesenta militantes entre MTP, PL, ML-29, Montoneros, sin contar los que brindaron apoyo logístico del exterior más franco tiradores, tras embestir y derribar el portón de entrada a la Unidad Militar ingresaron a sangre y fuego, asesinando al centinela y con un mismo objetivo: COPAR LA UNIDAD.

Al mismo tiempo recordemos también que el rápido accionar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, estableció un cerco a la Unidad y dio el alerta, poniéndose todas las fuerzas de seguridad y Militares en aviso, para su defensa y recuperación.

Debemos tener bien en claro que el objetivo guerrillero era: tomar el Regimiento, apoderarse del Arsenal, salir con los Tanques hacia la Plaza de Mayo, distribuir propaganda subversiva con el fin de tomar el Gobierno, disolución de las FFAA, reemplazo por milicias populares; etc. De haber llevado a cabo esto con éxito otras Unidades Militares de Córdoba y Rosario hubiesen corrido el mismo destino.

En 1989, corría el último año de gestión del Dr. R. R. ALFONSÍN, quien ordena expresamente al General de Brigada ALFREDO ARRILLAGA, hasta ese momento se desempeñaba como Inspector General del Ejercito, que se haga cargo del COMANDO UNIFICADO a los efectos de cercar a los terroristas, aislarlos y retomar la Unidad Militar.

Gracias al valiente accionar de todos los efectivos, que por diferentes frentes aéreos y terrestres, de cruentos enfrentamientos que duraron muchas horas, es recuperado el Regimiento rescatando con vida a los rehenes y reduciendo a los elementos subversivos que en número de catorce se rinden ante el EJERCITO ARGENTINO.

Es en ese momento que el señor Presidente de la Nación dispone que esos terroristas detenidos pasen a disposición del Juez Federal Dr. LARRAMBERE, quien estaba presente en el lugar de los hechos. TODOS FUERON CONDENADOS. Incluyendo Gorriarán Merlo, jefe del MTP, que para esos momentos se había dado a la fuga. Es digno recordar que este guerrillero en el año 1974 había copado el Regimiento Militar de la ciudad de AZUL, dando muerte a su Coronel y su Sra. esposa.

Los Hombres y Mujeres que respetamos las Instituciones de la REPUBLICA y abrazamos la LIBERTAD, veíamos nuevamente los fantasmas del pasado.

Dada en aquel entonces la lista de terroristas, quedaba una sola reflexión: estábamos ante una nueva forma de subversión.

Esta nueva metodología de guerrilla revolucionaria era copia de la nicaragüense, traída por Gorriarán Merlo y sus seguidores.

Es ahí, en el Sandinismo donde se nos ofrece la clave para poder entender lo que teníamos en ese momento y lo que eventualmente podría venir. Era la clave relevante para interpretar semejante operación. Gorriarán Merlo cambia el accionar de la guerrilla prolongada, al estilo vietnamita (PRT, ERP, Montoneros, etc.), que ya le había fracasado y gira a la INSURRECCIÓN POPULAR. Esto debe quedar bien claro si se quiere desmenuzar el accionar de la izquierda revolucionaria, y el nuevo accionar en la actualidad.

LA TABLADA, lejos de ser el Sol naciente de la Revolución, nos mostró su rostro espectral y fue lápida de sus propios actores.

Aquella violencia que se había conjurado contra la LIBERTAD y la PATRIA, a costa de no sé cuánta sangre, fue el epitafio de la guerrilla en la Argentina en tiempos de PAZ

Existen en la actualidad muchos que profesan virtudes que no respetan y tratan de asegurarse la ventaja de parecer lo que desprecian.

Recordemos, a la vez, que en el año 2003 el entonces Presidente Eduardo DUHALDE les brindó el beneficio del Indulto a todos los detenidos, procesados y condenados de aquel acto del 23 de enero de 1989, pero debemos advertir que la Justicia sólo investigó dentro del perímetro del Regimiento dejando fuera todo lo relacionado a la logística y derivaciones de responsabilidad política y económica para que este hecho de salvajismo se lleve a cabo.

Brindemos un solemne Homenaje a los que cayeron en salvaguarda de la PATRIA en la BATALLA de LA TABLADA entregando su vida al SUPREMO en pos de la victoria final, la LIBERTAD y la REPUBLICA.

Mayor Horacio FERNÁNDEZ CUTIELLOS (h)

Teniente Ricardo A. ROLON

Sargento Ayudante Ricardo R. ESQUIVEL

Sargento Ramón W. ORUE

Cabo Primero José G: ALBORNOZ

Soldados clase 1969:

Héctor CARDOZO

Martín DÍAZ

Roberto TADDIA

Julio GRILLO

EMILIO GARCÍA Y GARCÍA

Comisario Inspector Policía de la Provincia de Bs.As.

JOSÉ MANUEL SORIA

Sargento Policía de la Provincia de Bs.As.

Fernando A. Castro Pintos

Secretario CRUZADA CONSERVADORA

 
 

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Iglesia y liberalismo 2º.

Iglesia condena al liberalismo. nº1.

martes, enero 18, 2011

ElCheGuevara

*** MUSEO THYSSEN ***

[condor-nacional] MONTECASINO Y EL ODIO ANTICATÓLICO

Aniversario de Montecasino. Una muestra de la barbarie liberal anglosajona contra el cristianismo
 
Esta semana se conmemora el 67 aniversario del salvaje ataque de las tropas de las potencias liberales a Montecasino. El primer ataque sobre el monasterio, cuna de Europa, se inició el 4 de enero de 1944.

La célebre abadía benedictina se encuentra situada en una montaña sita al sur de Roma. Y en ella reposan los restos de Benito de Nursia, San Benito, Patrón de Europa

 
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San Benito, Patrón de Europa, por Fra Angélico

Montecasino es uno de los orígenes de nuestra cultura occidental donde renació la civilización tras la caida del Imperio Romano tras la invasión de los bárbaros.

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Grabado de la Abadía antes de la destrucción por parte de los anglosajones

En Montecasino se escribió "la Regola que durante el derrumbamiento de la civilización clásica contribuyó en gran medida a salvar lo mejor del mundo antiguo y a inaugurar el nuevo".

Allí "en los grandes scrptoria, los monjes habían copiado obras inmortales que de otro modo se habrían visto destinadas al olvido o a la destrucción".

Allí "se encontraba el corazón de un probo ejército que, desde Escocia a Sicilia, había trabajado durante más de mil años por la salvación eterna de los hombres pero también por una vida mejor en la tierra".

Tal como escribe con acierto, y valor, el gran periodista Vitorio Messori, la destrucción del Monasterio de Montecasino es fruto del odio anticatólico

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El tema lo trata en el magnífico y recomendable libro "Leyendas negras de la Iglesia", manual insustituible para rebatir los típicos tópicos calumniosos del Discurso Cultural Dominante.
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La prensa británica  y Leo Sulzberger II, miembro de la familia  Sulzberger, propietaria del New York Times fueron algunos de los principales impulsores de los bombardeos destructores

En la segunda guerra mundial, tras el desembarco aliado en la península itálica, los alemanes habían extendido una barrera defensiva denominada "línea Gustav". Levantada en los montes Abruzos, sin embargo excluía la cumbre de Montecassino. El monasterio, en un risco elevado en medio de la planicie, hubiera sido un lugar excepcional para apoyar la citada linea defensiva.

Pero el comandante en jefe del ejército alemán en la zona era el Marical Kesserling, bávaro y católico, militar de honor, y no quiso exponer el historico monasterio a los resultados del combate. A las afueras de la Abadía un piquete de policía militar protegía la entrada haciendo cumplir las órdenes de que ningún soldado alemán podía ingresar.

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El ejército alemán era conocedor de lo que Montecasino representa para la civilización universal. Por ello, en contra de lo que marcaba cualquier norma táctica y estratégica de carácter militar, Kesserling no incluyó Montecasino en su línea de defensa.

Allí, además del tesoro arquitectónico que representaba el edificio de la Abadía y de los inconmensurables valores artísticos y bibliográficos que albergaba, hallaron refugio multitud de prófugos, heridos, enfermos, viejos y mujeres, que fueron acogidos por la comunidad de monjes.

Los aliados, principalmente los dirigentes del ejército estadounidense, como está demostrado documentalmente, tenían conocimiento de que en la montaña y en el monasterio no había tropas alemanas.

Dió lo mismo. Entre el 17 de enero al 18 de mayo, la colina fue atacada cuatro veces por las tropas aliadas.

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También es probado que se decidió la destrucción por motivos no militares, "empujados por un deseo de destrucción que sólo puede explicarse por el deseo de hacer desaparecer de la faz de la tierra uno de los símbolos más significativos del detestado papismo católico".

Esto queda confirmado porque el vandálico bombardeo se anunció previamente de forma pública, indicando el día y la hora de la operación, lo que demuestra que no había interés militar estratégico.

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Este anuncio permitió que los alemanes, a pesar de que la Wehrmacht sufría una dramática crisis de elementos de transporte y combustible, encontraran los camiones necesarios para poner a salvo de la destrucción aliada, en el Vaticano, parte de los tesoros artísticos y culturales de la abadía, incluyendo el excepcional archivo, que, por ejemplo, contenía el primer escrito en lengua italiana.

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Traslado de las obras de arte salvadas de la barbarie aliada al ser trasladadas al Vaticano gracias al Teniente Coronel Julius Schlegel

También las monjas y monjes benedictinos de Monasterio fueron evacuados, quedando al comienzo de la batalla solamente el Abad Gregorio Diamare* de 82 años y 5 monjes.

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Abad Gregorio Diamare

Tal como habían anunciado, el 15 de febreo de 1944, grandes cantidades de "fortalezas volantes" americanas, entre ellas 42 B-17 Flying Fortresses , junto con  47 B-25 Mitchell y  40 B-26 Marauder, combinadas con cañones de grueso calibre, bombardeaban el histórico monasterio (453 toneladas de bombas descargadas, en ocho oleadas).

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Vista aérea del sector Cassino.
Arriba el monasterio de Montecassino, abajo la ciudad de Cassino

"Estuvieron bombardeando y disparando durante tres días hasta que tuvieron la seguridad de que de la abadía sólo quedaban ruinas insalvables (luego se descubrió que se había destruido todo menos la cripta, en la que se hallaron intactas las reliquias de Benito y Escolástica). Se había concebido la acción como un "espectáculo", de modo que un equipo de cineastas oficales filmó el acontecimiento"

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Tras el destructor bombardeo aéreo y artillero aliado, la Werhmacht ocupó el monte, aprovechándo los escombros como magnífico punto defensivo. Desde el aspecto militar el vandalismo estadounidense fue muy útil para las tropas alemanas, que usando las ruinas como refugio seguro de sus posiciones puedieron resisitir los asaltos de las fuerzas aliadas durante muchos meses.

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Ruinas de la abadía tras el ataque de las potencias liberales

Las decenas de miles de caídos aliados, muchos de ellos polacos, son resultado de la idea norteamericana de destruir el monasterio.

La destrucción de la abadía fue un desvarío desde la perspectiva militar y un crimen desde el plano cultural pero "probablemente una exigencia irreprimible y oscura, una necesidad liberadora para aquel cóctel de protestantismo radical e iluminismo masónico que, desde el principio, distingue a la clase dirigente americana. Incluyendo, por tanto, a los altos mandos militares".

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Franklin Delano Roosevelt  con sus atributos masónicos junto a  Towsend Scudder y Robert Elliott Owens, Grandes Maestros de la G. L. de Nueva York, y a  Gran Maestre Jacob Charles Klinck y el Ministro de Comercio Her. Daniel C. Roper. (foto  de 1935, en una Tenida de la Logia Architect Nº 519 de la ciudad de Nueva York, en que recibieron el grado de Maestro masón sus hijos, que se ven de pie, detrás de su  padre

Sin embargo este odio desatado da muestra de la importancia histórica y cultural del lugar, para dar lugar a tal furia destructiva contra una de las cunas de Occidente.

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El monasterio restaurado
 

El bombardeo que destruyó la abadía de Montecassino

A las 11:59 PM, por Alberto Royo
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SE HABLÓ DE TRÁGICO ERROR EN LA DESTRUCCIÓN DE LA ABADÍA DE MONTECASSINO, HE AQUÍ LO QUE OCURRIÓ

ROBERTO ROTONDO
En la calurosa mañana de primavera del 18 de mayo de 1944, los primeros infantes polacos pisan agotados los escombros desiertos de la abadía de Montecassino. Las diezmadas tropas del general Anders son los primeros soldados del V cuerpo de ejército aliado que llegan hasta allá arriba, abriéndose camino por entre los cadáveres en putrefacción desperdigados por toda la ladera de la montaña. Una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial ha terminado. Del más antiguo monasterio de la cristiandad, fundado en el 529 d.C. por san Benito, y donde descansan sus restos mortales, quedan sólo escombros y trozos de paredes. Ha sido arrasado por el más imponente bombardeo de la historia contra un solo edificio el 15 de febrero, al que siguieron tres meses de combates feroces para echar a los alemanes, que se habían atrincherado entre los escombros después del bombardeo.
Pero cuando los soldados aliados llegan a Quota Monastero, los pocos paracaidistas alemanes, que seguían resistiendo tenazmente desde febrero, ya se habían ido para evitar que los cercaran los gurkhas de la división india del general Francis Tuker, que ha atravesado los montes Aurunci rompiendo el frente enemigo, dejando fuera Cassino y abriendo a los aliados el camino hacia Roma. Un plan que el propio Tuker hubiera querido poner en práctica ya en febrero, de acuerdo con el general francés Alphonse Juin, jefe de las tropas norteafricanas, para evitar atacar a los alemanes frontalmente en Montecassino. Pero la estrategia franco-india, que quizá hubiera salvado miles de vidas humanas, además de las paredes y los frescos renacentistas de la abadía, había sido descartada por los otros oficiales del “multiétnico” V cuerpo de ejército, formado por soldados de doce naciones distintas a las órdenes del general Mark Clark. Este último había decidido, empujado por subordinados influyentes como el neozelandés Bernard Freyberg, que había que insistir en el ataque frontal de la línea Gustav (planeada por el mariscal de campo Kesselring para detener a los aliados que iban desde el sur hacia el norte) precisamente en su punto principal: la ciudad de Cassino y la montaña a su espalda, sobre la que surgía el antiguo monasterio benedictino, desde donde se dominaban los valles del Liri y del Rápido.
La abadía de Montecassino, que durante la posguerra fue reconstruida exactamente como era, ha recordado este año con algunas manifestaciones los sesenta años del bombardeo y de la trágica batalla. También el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, participó el 15 de marzo en las celebraciones. Subió a la abadía, donde se recogió durante tres minutos de silencio para recordar a las víctimas del atentado terrorista de Madrid ocurrido cinco días antes, asistió a una misa y, luego, en la plaza de Cassino dedicó un discurso a los sufrimientos de aquellas tierras durante la última guerra. Sufrimientos que, durante la posguerra, solo el libro y, luego, la película La Campesina «tuvieron el valor de contar», dijo Ciampi, quien añadió: «Hay acontecimientos que representan el mal, que ninguna filosofía de la historia consigue mitigar. En la Segunda Guerra Mundial, por desgracia, hubo muchos. La destrucción de Cassino es uno de ellos». Además, siguió diciendo Ciampi, «nadie podrá nunca perdonar la destrucción de lo que durante más de mil años fue un faro de la civilización europea, la abadía de san Benito». Dos veces volvió el jefe del Estado a los bombardeos del monasterio benedictino: «Fue un trágico error, fruto de una mala información».
A sesenta años exactos de distancia, también EE UU e Inglaterra admiten que fue «un tráfico error». Pero, ¿cómo y por qué llegó el bombardeo?
Reconstruyamos los hechos, que tienen muchas analogías con guerras y operaciones militares de nuestros días, comenzando precisamente por aquel 15 de febrero de 1944, cuando, a las 9,24 de la mañana, la abadía de Montecassino fue sacudida por una tremenda explosión, que interrumpe la oración del pequeño grupo de monjes benedictinos que están en el cenobio invocando la asistencia de la Virgen y rezando «et pro nobis Christum exora». Entre ellos está el abad de ochenta años dom Gregorio Diamare y su secretario, dom Martino Matronola, que después publicará un diario indispensable para reconstruir aquellas dramáticas jornadas. Sobre sus cabezas y las de los cientos de refugiados presentes en el monasterio acaba de caer el montón de bombas, de 240 kg. cada una, soltadas por el bombardero estratégico número 666, pilotado por el mayor Bradford Evans, el cual, con un número de código tan inquietante, encabeza la primera de las cuatro formaciones de B-17, las fortalezas volantes estadounidenses, que han recibido la orden de destruir el milenario monasterio que surge sobre la colina. A las fortalezas volantes le siguen otras cuatro oleadas de bombarderos medianos. A las 13,33 todo ha terminado, los monjes están todos salvos, pero varios cientos de refugiados han muerto bajo las bombas, y será difícil, incluso después de la guerra, desenterrar los cuerpos y poner un nombre en las lápidas.
Cambio de escenario. Washington, a las 16.00 horas del mismo día, en Italia ya son más de las 22.00. Han pasado unas doce horas desde el comienzo del bombardeo, y el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, abre una rueda de prensa con estas palabras: «He leído en los periódicos de la tarde lo del bombardeo de la abadía de Montecassino por parte de nuestras fuerzas. Los corresponsales explicaban muy claramente que el motivo por el que ha sido bombardeada es que los alemanes la utilizaban para bombardearnos a nosotros. Era un fortín alemán, con artillería y todo lo necesario». El presidente estadounidense parece seguro, con la misma seguridad de los periódicos angloamericanos: La Air Force golpea a los nazis en Montecassino, es el título aquel día del New York Times. Roosevelt, quizá, no sabe que recibirá un clamoroso mentís de la historia, pero a la fuerza ha de notar algo raro en todo este hecho. Incluso para un mundo en guerra desde hace años, para el cual la muerte y la destrucción son el pan de cada día. En efecto, nunca los bombarderos estratégicos habían tenido como objetivo primario un monumento, por lo demás en zona neutral, una propiedad de la Santa Sede, un monasterio famoso en todo el mundo cristiano, un lugar donde se conservaban inestimables testimonios históricos y artísticos. Además desentonaba el despliegue de fuerzas: 453 toneladas de bombas descargadas, en ocho oleadas, por 239 bombarderos. Una enormidad. ¿Cómo se lo iban a tomar los católicos estadounidenses cuando al cabo de pocos meses tuvieran que votar para reelegirlo presidente de los Estados Unidos? En fin, «los bombardeos de un único objetivo que han tenido más publicidad en la historia», como lo definió Newsweek, era aquel día el título principal de los periódicos de medio mundo. ¿Cuáles iban a ser las consecuencias políticas? ¿Quién iba a ganar la batalla de la propaganda? Roosevelt distribuyó a los periódicos también una circular del comandante supremo de las fuerzas armadas aliadas en Europa, Dwight D. Eisenhower, que hasta aquel momento era reservada, en la que se explicaba que si durante el avance de las tropas se hubiera tenido que «elegir entre la destrucción de un famoso monumento y el sacrificio de nuestros soldados, entonces la vida de los soldados contará infinitamente más». Pero, explicaba Ike, la decisión no era fácil. Porque detrás de la expresión “necesidad militar” no habían de esconderse ni conveniencias personales, ni relajamiento o indiferencia. Pero era demasiado poco para evitar una recaída negativa en la opinión pública de Europa.
La propaganda nazi, efectivamente, iba a desencadenarse explotando a su favor la noticia del bombardeo. En la Europa controlada por los nazis los angloamericanos serán descritos, en los días siguientes al bombardeo, como nuevos bárbaros que quieren cancelar sistemáticamente cualquier traza de la «superior civilización europea». La abadía de Montecassino, que en el pasado había sido destruida tres veces por los bárbaros, por los sarracenos y por un terremoto, ahora había sido arrasada por «judíos y filobolcheviques de Moscú, Londres y Washington». Pero no es suficiente, porque la intelligence nazi –que según los informes del embajador británico ante el Vaticano, D’Arcy Osborne, ya hacía tiempo que estaba esparciendo la noticia de que había tropas suyas en la abadía, para provocar un bombardeo aliado– lo tiene fácil a la hora de elevar a los alemanes a defensores de la civilización: había sido, en efecto, la división Hermann Göring la que puso a salvo en el Vaticano, en diciembre de 1943, todas las obras de arte de la abadía que podían transportarse, junto con la inmensa biblioteca y sus inestimables códices.
En esta operación de salvamento preventivo había influido sobre todo la atención que el general Frido von Senger, comandante del XVI Panzerkorps, sentía por los benedictinos y el histórico monumento. Senger, católico, ligado durante muchos años a la Orden de san Benito, pertenecía a la pequeña aristocracia de la Alemania meridional contraria a los nazis, pero obediente a las órdenes. Senger, que mandaba toda la línea Gustav, también había respetado fundamentalmente la neutralidad del lugar y no había permitido que sus tropas, desparramadas por toda la montaña, se apostaran dentro de la tapia de 300 metros que rodeaba las paredes de la abadía y que delimitaba la zona neutral.
Roosevelt, como Winston Churchill desde Londres, tras el bombardeo decide, pues, defender la bondad de la decisión de los mandos aliados en el Mediterráneo. No sólo porque la situación del avance hacia Roma estaba en una fase delicadísima (las tropas aliadas en el valle del Liri estaban bloqueadas, mientras que en la zona de Anzio corrían el riesgo de tener que escapar por mar), sino también porque el general inglés Henry Maitland Wilson, comandante supremo interaliado en el Mediterráneo, afirmaba que tenía «pruebas inconfutables» de la presencia del enemigo en la abadía antes del bombardeo. Y, cuando el 9 de marzo, el Foreign Office inglés pide a Wilson que dé una explicación al Vaticano, basada en hechos, sobre por qué había sido destruido el monasterio, pese a las amplias garantías dadas a la Santa Sede sobre el respeto hacia la abadía, Wilson confirmó que tenía doce «pruebas inconfutables» sobre el uso militar por parte de los alemanes del monasterio, pero sugirió también que habían de seguir en el secreto, para impedir que los alemanes construyeran después falsas contrapruebas. La promesa fue que las pruebas se le darían al Vaticano a su debido tiempo. Tiempo que no llegaría nunca, hasta el punto de que, incluso después de la guerra, hubo que hacer investigaciones y controvertidos estudios históricos sobre los documentos de los archivos militares para concluir que se trató de un error. Una de las pruebas inconfutables de Wilson fue dada a conocer tras la guerra por uno de los protagonistas, el capitán David Hunt, ayudante del mariscal de campo británico Harold Alexander, comandante en jefe de los ejércitos aliados en Italia. Hunt contó que, poco después de iniciar el bombardeo, le pasaron la traducción de un mensaje interceptado a los nazis que decía: «Ist der Abt noch im Kloster?», y la respuesta era «Ja». Abt había sido traducido como abreviatura de “sección militar”, por lo que la frase quedaba así: «¿La sección está en el monasterio?», «Sí». También a Hunt le pareció que confirmaba sus sospechas, la clásica “pistola humeante”, que diríamos hoy. Pero Abt significa también abad. Y, sigue contando Hunt, le bastó con seguir leyendo el texto de la interceptación para comprender que los alemanes hablaban de los monjes del monasterio y no de sus tropas. De todos modos, dijo Hunt, era demasiado tarde para detener a los aviones en vuelo. ¿Cómo es posible un error de esta magnitud? Hay que tener en cuenta también que los servicios secretos muy a menudo ven y oyen lo que creen que más le conviene a quien manda. Así fue también en este caso. No hay más que pensar que después de comenzar el bombardeo, el teniente Herbert Marks, del contraespionaje aliado, que observaba el monasterio con un telescopio, pese a estar comprobado que no había alemanes, afirmó que había visto unos setenta correr desde el pórtico de la abadía hacia el patio. Y un mensaje de la V armada de las 11.00, después de la primera oleada de B-17, decía: «Doscientos alemanes huyen del monasterio por la carretera».
Pero, ¿quién decidió que Montecassino tenía que ser destruida? En el libro Montecassino, de David Hapgood y David Richardson (recientemente editado por Baldini Castoldi Dalai), fruto de largas investigaciones en los archivos militares, se afirma que no hay pruebas que demuestren que la decisión fue tomada en un nivel más alto del general Wilson y del general Alexander. El hecho es que la decisión final de bombardear la abadía nunca fue reivindicada por nadie del escalón jerárquico, a partir de los líderes políticos aliados, pasando por los estados mayores y bajando hasta los comandantes en el campo de batalla. Sólo un general ha pasado a la historia como convencido asertor de la necesidad de destruir Montecassino: Bernard Freyberg. El comandante del contingente neozelandés, que desde primeros de febrero había tomado posición en el valle del Liri con sus hombres, era muy famoso en Nueva Zelanda, pero incluso quienes admiraban su valor admitían que era incapaz de concebir una estrategia más compleja que la que pueda tener un toro en plena embestida. De modo que estuvo inmediatamente de acuerdo con su superior, Mark Clark, a propósito del plan que preveía la escalada del monte de Montecassino, pese a que hacía ya semanas que este plan sólo estaba causando tremendas pérdidas. Incluso desde los primeros días, Freyberg echó a la abadía la culpa de no haber conseguido atravesar la línea alemana, porque, según él, los alemanes guiaban desde allí el fuego de la artillería. Se llegó de este modo al 12 de febrero, día en el que Freyberg, por “necesidades militares”, pidió con fuerza el bombardeo del monasterio, amenazando incluso con retirar sus tropas si no se le complacía. Clark no estaba de acuerdo, tanto por motivos políticos como militares, pero su posición era débil. Sobre él se cernía todavía la derrota de la división Texas el 20 de enero. Su orden de atravesar el río Rápido había terminado con el inútil sacrificio de casi dos mil soldados, y la noticia de la derrota había dado la vuelta al mundo. Además, como escribió Clark en su libro de memorias, En guerra con Alexander, en la escala jerárquica por encima de él había dos generales ingleses, y precisamente Alexander le dijo a propósito del bombardeo: «Freyberg es un personaje muy famoso en la Commonwealth, nosotros lo tratamos con guantes de seda y ustedes han de hacer lo mismo». Si se añade a esto que la casi totalidad de los periódicos ingleses y estadounidenses habían comenzado desde hacía tiempo una obsesiva campaña en la que se afirmaba que sus soldados estaban pagando con la vida la amabilidad de los mandos militares hacia la Iglesia católica, y que era «mejor una victoria en el bolsillo que un Miguel Ángel en la pared», se comprende por qué Clark se rindió y dio luz verde al despegue de los bombarderos. No sin haber lanzado previamente octavillas sobre el monasterio para avisar a los habitantes que las armas les estaban apuntando. Para los refugiados fue el aviso de una condena a muerte, tanto porque ninguno de ellos quiso creer completamente que se pudiera llegar a tanto, como porque no tuvieron ninguna posibilidad de escapar, al estar rodeados completamente por dos ejércitos en lucha.
Por una de esas imponderables paradojas que la historia sabe regalar, precisamente Freyberg, que quiso a toda costa destruir uno de los monumentos más significativos del cristianismo, recuperó a su hijo sano y salvo gracias a la hospitalidad que halló en un monasterio de monjas de Castel Gandolfo, las cuales escondieron a este joven teniente de infantería después de huir de los alemanes, que lo habían capturado en Anzio. También Castel Gandolfo fue una de las propiedades de la Iglesia que, pese a estar en zona neutral, fueron bombardeadas en aquellos meses por los mismos motivos aducidos para justificar la destrucción de la abadía de Montecassino: “necesidades militares”. Pero quizá ni siquiera la suerte del hijo le habría hecho cambiar de idea al general Bernard Freyberg, visto que no renunció al bombardeo ni siquiera cuando el día antes del despegue de los aviones se percató de que era inútil desde el punto de vista militar, porque sus hombres, inmovilizados por las posiciones alemanas, estaban demasiado lejos del objetivo y nunca habrían podido ocupar las ruinas de la abadía antes que el enemigo. El mando de la Air Force se negó a aplazar el bombardeo, porque desde el 16 de febrero los aviones habrían podido actuar en la zona de Anzio. Freyberg decidió, pues, seguir adelante y las consecuencias están en los libros de historia, y también en los muchos cementerios de guerra que surgieron a continuación en toda la zona. Freyberg consiguió muchos más bombarderos de los que había pedido, porque la aviación de Estados Unidos aprovechó la ocasión para dirimir una vieja cuestión: si era más eficaz el bombardeo diurno, como ellos afirmaban, o el nocturno, como sostenían los ingleses.
Los alemanes, como también el comandante neozelandés había previsto, fueron los primeros en ocupar las ruinas, y la batalla se recrudeció ferozmente. El pueblo de Cassino fue bombardeado en las semanas siguientes hasta tal punto que los tanques americanos no podían avanzar, bloqueados por los socavones de las bombas de sus propios aviones y de sus propias artillerías. Hubo un derroche de recursos económicos infinito. Una colina fue incluso rebautizada como “One-billion hill”, porque los artilleros habían calculado que la muerte de cada soldado enemigo había costado 25 mil dólares en proyectiles. «Quizá habría sido más fácil si esa cifra», escribió amargamente el famoso corresponsal de guerra Ernie Pyle, «se la hubieran ofrecido a los alemanes para que se fueran».

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[condor-nacional] La doble Moral bRITANICA cALVINISTA

" ¡ARGENTINO, SI TENEÍS LA PACIENCIA  DE OBSERVAR LOS 5 POWER POINTS QUE ACOMPAÑAN ESTA NOTA, COMPRENDERAN FÁCILMENTE POR QUE EL IMPERIO BRITANICO COMETIENDO VERDADERO TERRORISMO Y VIOLANDO LOS DD.HH. DE LA NACIONES UNIDAS CON LOS POBLADORES DE LA ISLA  SAN DIEGO EN EL MAR ÍNDICO, PARA QUE LOS EE.UU. LA CONVIERTIERAN EN UNA BASE FORMIDABLE MILITAR PARA BOMBARDEAR MASIVAMENTE iRAK Y AFGHANISTAN Y SUS APETENCIAS IMPERIALES SOBRE EL PETROLEO , DIAMANTES Y Y EL DOMINIO DE LOS DERIVADOS DEL OPIO ; LUEGO NUESTROS " ALIADOS " DEL T.I-A.R.(u.s.a) " ENTREGARÍAN TODO LOS NECESARIO ", A LOS INGLESES Y SUS " TAKS FORCES " EN LA ISLA ASCENSIÓN " DEL ATLÁNTICO, PARA ATACAR NUESTRAS ISLAS MALVINAS, TRAICIONANDO VILMENTE TODO LO TRATADO Y FIRMADO PARA LA UNIDAD AMERICANA..¡TAL FELONÍA,NO LA OLVIDAMOS!...¡YA VOLVERÁN BANDERAS VICTORIOSAS Y LAS ISLAS POR LOS MEDIOS QUE SEAN NECESARIOS SE REINTEGRARÁN A LA BENDITA PATRIA.!.

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viernes, enero 14, 2011

OBCENO, IMPÚDICO...


La elevación de Juan Pablo II a los altares, pendiente sólo de la firma del Papa




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SOCIEDAD


La elevación de Juan Pablo II a los altares, pendiente sólo de la firma del Papa

Sólo falta la firma de Benedicto XVI para que el decreto de beatificación sea completamente aprobado


Juan Pablo II «el Grande», el Papa que rompió casi todos los «records» de la historia, será elevado a los altares este año, muy probablemente el 16 de octubre a menos que se adelante al 1 de mayo como desea su antiguo secretario y actual cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz. La decisión corresponde a Benedicto XVI y será anunciada el día que apruebe el decreto de reconocimiento oficial del milagro necesario para la beatificación.
La aprobación del Papa es ahora el último trámite después de que la comisión de cardenales y obispos ha dado discretamente este martes —según informó el vaticanista italiano Andrea Tornielli— su «luz verde» al milagro presentado por el postulador de la causa: la curación repentina y científicamente inexplicable del párkinson que sufría una religiosa francesa, la hermana Marie Simon-Pierre, el día 2 de junio del 2005, justo a los dos meses del fallecimiento de Juan Pablo II.
El estudio del presunto milagro sufrió un frenazo en marzo del año pasado cuando uno de los dos médicos externos consultados por el Vaticano manifestó a un diario polaco que el caso no estaba suficientemente documentado y que, además, la religiosa había recaído. La conferencia episcopal francesa confirmó inmediatamente la buena salud de la hermana Marie, y el Vaticano pidió un dictamen a un tercer médico externo. Examinada la documentación suplementaria, los tres han coincidido en que se trata de una curación repentina, inexplicable desde el punto de vista médico y duradera.
El camino a los altares —último itinerario del «Papa viajero»— se inició el 28 de abril del 2005, cuando Benedicto XVI en su noveno día como Papa comunicó al cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, la dispensa del plazo de cinco años requerido a partir del fallecimiento antes de empezar un proceso de beatificación. El 13 de mayo, el Papa lo anunciaba personalmente a los sacerdotes de la diócesis de Roma, reunidos en la basílica de San Juan de Letrán.
Dimensión sin precedentes
El proceso se abrió oficialmente el 28 de junio, víspera de la fiesta de San Pedro y San Pablo, y avanzó con rapidez a pesar de su dimensión sin precedentes: los escritos de Karol Wojtyla sumaban decenas de millares de páginas, y la gente dispuesta a testificar su santidad era una multitud. Baste recordar que más de tres millones de personas hicieron cola durante largas horas para visitar su capilla ardiente en la basílica de San Pedro. Era el mayor homenaje funerario de la historia, como lo sería la presencia de jefes de Estado y gobierno del mundo entero el día de sus exequias.
El estudio de los escritos y el interrogatorio de 150 testigos directos de su vida avanzó al ritmo rápido del «atleta de Dios», como se le llamaba al inicio de su Pontificado, lo mismo que la selección del posible milagro entre 251 casos de curaciones extraordinarias. El estudio del milagro, en cambio, fue más lento para asegurar que la curación fuese duradera. Y sufrió un buen sobresalto pero, al final, ha terminado felizmente.
El Domingo de Pascua de 2005, según relata la hermana Marie, «deseaba ver al Santo Padre en la televisión porque sabía, en mi interior, que sería la última vez. Me preparé toda la mañana para ese encuentro sabiendo que sería muy difícil para mí, pues me haría ver cómo me encontraría yo de ahí a algunos años. Me resultaba todavía más duro siendo relativamente joven». Fue, efectivamente, la última vez, pero la religiosa se equivocó en su segunda intuición: en lugar del aumento de su parálisis y sus dolores, recuperaría repentinamente la salud tan sólo dos meses después.

" Malvinas P. Castellani